Capítulo Extra 1
— ¿Seguro que no existe ningún tipo de contratiempo? ¿Algo que pueda afectarle?
— Te aseguro que no.
— ¿Y si ocurre más adelante? Igual ahora no se ve.
— Sky, es la segunda vez que hacemos una revisión y todo va perfectamente.
— Me da miedo que por mi culpa algo le pasara.
— Tú no tienes culpa de nada, de hecho, lo protegiste y si está sano es por ti, por eso serás una buena madre.
— ¿De verdad lo cree?
— Sí. De todas formas, tendremos que vernos mucho más a lo largo de estos meses, iremos comprobándolo todo y asegurándome de que tú te cuides bien.
Por fin muestro una sonrisa, lo que relaja a la doctora. El día que todo ocurrió, donde fui libre y todo se acabó, fue bastante angustioso para mí. Y no por mí misma, sino, por la criatura que crecía en mi interior. No dejaba de pensar en si lo habría perdido, si seguiría con vida, o si sufría algún daño que le acarreara de por vida y no había manera de saberlo sin realizar las revisiones. No quería decirle a Asher nada hasta que no estuviera segura del todo y quizás me equivocase, pero fue mi decisión. Ha pasado una semana desde entonces y ya me he hecho dos revisiones en las que dicen que todo va perfectamente, como debe ir. La única que sufrió daños físicos fui yo y me alegro por ello. Mi rostro va mejor, ya no tengo la cara hinchada, y las heridas se están curando bien. Parece que la suerte está de mi lado al fin.
— ¿Qué hay del padre? —cuestiona no muy segura—. Si puede saberse, solo lo menciono porque puede asistir a estas revisiones, por si lo desconocías.
— Aun no se lo he dicho. Quería que fuese de una forma algo más especial que decírselo de camino al hospital, sobre todo si finalmente lo iba a perder.
— Pero todo va a ir genial, Sky, te lo aseguro. Así que ya puedes pensar cómo decírselo.
— Sí —saco una amplia sonrisa.
He acudido sola a la revisión, tanto Kenzie como Lizzie tienen trabajo, y a Asher le dije que iría a ver a mi familia, lo cual es cierto, es lo que he hecho, pero después he asistido a mi cita. Por el momento solo lo sabe Kenzie, y he estado a punto de contárselo a mi familia, pero no quiero hacerlo hasta que Asher lo sepa, creo que es lo justo.
Al salir del hospital, me siento feliz después de mucho tiempo. Ha sido una semana horrible de incertidumbre, de papeleos con el tema de la denuncia, todos preguntándome si me encuentro bien y por no hablar de la prensa, que quizás sea lo de menos. Es evidente que me sacan fotos cuando voy por la calle, y no se habla de otra cosa. Pero yo no he querido entrar en las redes y mucho menos ver la tele o buscar en internet sobre el caso de Finn y su familia. No quiero saber nada, lo único que me importaba era el estado de mi bebé. Pero por fin eso no es una preocupación y estoy feliz de verdad.
Voy de camino de vuelta a mi coche cuando paso por al lado de una tienda de ropa, no una cualquiera, una para los más pequeños. Freno en seco frente al escaparate, mirándolo absolutamente todo. Es curioso, porque antes lo hacía sobre todo en tiendas de muebles porque lo único en lo que gastaba mi dinero era en mejorar mi pequeño piso o en comprarme algo de ropa. Supongo que ahora este será el nuevo lugar que captará toda mi atención.
No puedo evitar fijarme en un par de zapatillas pequeñas. Son unas mini zapatillas Converse rojas, y son tan sumamente adorables que no puedo evitar sonreír al imaginarme a mi pequeño bebé con ellas puestas, aunque solo sea para un par de fotos. No imaginé que quisiera con tantas ansias algo que no es para mí, pero necesito tenerlas.
Entro en la tienda donde ya hay varias personas en el interior observándolo todo, algunas tienen el embarazo avanzado y otras quizás buscan un regalo o estén aquí como yo. También hay padres, abuelos y niños, los hay en carros o deambulando por la tienda. Es raro verme rodeada de gente así y ser parte de ellos, porque ya no soy solamente yo.
— ¡Hola! ¿Puedo ayudarte en algo? —un dependiente se acerca a mí con una sonrisa ofreciéndome su ayuda.
— ¡Hola! Bueno, he visto unas zapatillas rojas para bebé en el escaparate y me gustaría comprarlas.
— ¡Oh, por supuesto! Dame un segundo.
En lo que el dependiente va a buscar las zapatillas, me dedico a observar ropa y objetos que serán necesarios. No imaginaba el gran abanico de opciones que existe a la hora de comprar un carro, por ejemplo, los hay de muchos tipos. Esto será muy difícil para mí poder elegir entre todos los que hay.
Entre tanto, recibo un mensaje a mi nuevo teléfono. Busco en mi bolso hasta dar con él y cuando lo desbloqueo, sonrío al ver que es Asher.
Asher: Ya he llegado a casa y te echo de menos. Espero que estés disfrutando de tu familia. Yo te esperaré en la puerta con Nubi.
Sky: Estoy de camino, tonto.
Asher: ¡¡Bieeeeen!!
— Aquí los tienes —escucho decir a mi espalda y dejo el teléfono de nuevo en mi bolso.
El dependiente sostiene las pequeñas zapatillas con solo dos dedos y me las tiende en la palma de mi mano. Son monísimas.
— ¡Me las llevo! —exclamo con una sonrisa.
Ni si quiera he cuestionado cuanto valen porque no me importa, llevo tanto tiempo sin comprarme nada, que tengo demasiado ahorrado y un capricho como este, no supone nada.
Salgo de la tienda con el pequeño par de zapatos en mi bolso y retomo el camino de nuevo a mi coche. Tras unos minutos, estoy frente a la casa de Asher, o la que de ahora en adelante también será mi casa. Es increíble que por fin vayamos a vivir juntos.
Ahora que lo pienso, debería pensar alguna manera de decirle que habrá que hacer hueco para uno más, pero no sé muy bien cómo. ¿Lo suelto sin más? ¿Le lanzo la foto de la ecografía a la cara? Aunque ahora no se ve mucho. No tengo ni idea, quería que fuese especial, pero tengo tantas ganas de decírselo que no me importa cómo.
Dejo el coche en la cochera junto a los coches de Asher. Los nervios comienzan a florecer, solo quiero que lo sepa ya para alegrarnos juntos y ser felices tras todo este tiempo tan oscuro. Cuando abro la puerta y me adentro en la casa, me encuentro con un montón de cajas de cartón con mi nombre, distribuidas por la sala. Me extraño al pensar que son mías, así es que me acerco a una de ellas para abrirla y encontrarme con mis cosas. Ahora lo recuerdo, todo esto estaba en mi pequeño piso, pero Finn dijo que no lo necesitaría en su mansión y lo guardó todo dejando que pillaran polvo. Son libros, utensilios de cocina entre otras muchas cosas más que decoraban mi antigua casa. Al menos esto pude rescatarlo, no tanta suerte tuvieron mis muebles, los cuales decidió dejar en el apartamento, lo que tanto sudor me había costado.
Unos brazos rodean mi cintura y un cuerpo se adhiere a mi espalda. Los labios de Asher se plasman en mi cuello y yo solo puedo cerrar los ojos ante tal saludo.
— Bienvenida a casa, Sacher —susurra en mi oído.
Retuerzo mi cuerpo como puedo entre sus brazos para tenerle de frente y besar sus labios como saludo.
— ¿Quién trajo estas cajas? —cuestiono aun pegada a su cuerpo.
— Una empresa de reparto, bajo mando de la familia Houston. Son tus cosas, al parecer están vaciando la mansión para venderla. También hay una carta.
— No quiero leerla. ¿Puedes leerla tú y resumírmela?
— A sus órdenes.
Asher se separa de mí y camina hasta el mueble del recibidor donde había un sobre blanco. Abre la carta y comienza a leerla mientras yo sigo abriendo cajas encontrándome con más cosas. Entonces se me ocurre algo. Cojo mi bolso y saco de él el par de zapatillas y las meto en una caja con cosas de cocina y la vuelvo a cerrar. Espero que no se haya dado cuenta, aunque parece que la carta es más larga de lo que pensé.
— De acuerdo. Básicamente se sienten muy dolidos por todo por lo que has pasado, piden disculpas numerables veces asegurando que no tenían ni idea de nada, y están dispuestos a ayudarte en lo que necesites, incluso quieren darte una generosa suma de dinero además de lo que deberán darte por la denuncia. Esperan una respuesta.
— No necesito más dinero, ni quiero nada de esa familia. Y ya tengo claro que lo que gane del juicio, va a ir directo a alguna organización para ayudar a quienes realmente lo necesiten. Así que, preferiría que donaran ese dinero extra a aquellas personas que han pasado por lo mismo que yo y que no les queda nada ni tienen a nadie después de pasar por ese infierno. Yo tengo la suerte de tenerte a ti y a toda mi familia conmigo.
— Se lo haremos saber —se acerca a mí depositando un beso tierno en mi frente.
— Oye, en estas cajas hay muchas herramientas que uso para cocinar, ¿me ayudas a colocarlas en la cocina?
— Puedes pedírselo mañana a John, él lo ordenará todo donde digas.
— ¡Asher James Jackson! No puedes dejar que el servicio haga absolutamente todo en tu vida. Así que, coje esa caja y llévala a la cocina, yo cogeré esta —le señalo la caja con la sorpresa en su interior.
— ¡Vale, vale! —levanta ambas manos y camina hasta coger la caja para caminar hacia la cocina—. Creo que serás una buena chef, sabes mandar.
Le dedico una sonrisa como respuesta, no dejo de observar sus pasos deseando que abra la caja. Ambos las dejamos sobre la isla de cocina y yo misma comienzo a abrir la mía sacando algunos utensilios que coloco sobre la encimera.
— ¿Aquí no hay de esas cosas? —cuestiona mirándome y haciendo amago de ayudarme a sacar lo que hay en la mía.
— Puede ser, pero es más especial si utilizo las que yo compré y con las que he trabajado tanto tiempo, ¿no crees? Seguro que te faltarán algunas cosas de cocina profesional. Vamos, saca lo de esa caja.
Se queja al impedir que me ayude, pero finalmente hace lo que le digo y comienza a abrir la caja. Le observo detenidamente. Al principio arruga sus cejas, lo que es normal ya que uno espera ver cosas para cocinar y no un par de mini zapatos. Después introduce la mano y los saca de la caja totalmente confundido. Levanta su mirada hacia mí sacando una sonrisa.
— ¿Y esto? ¿También lo usas para cocinar?
Me desinflo un poco al ver que no lo ha pillado. Así que intento pensar en cómo hacer para que él mismo llegue a la conclusión.
— Los he comprado hoy —digo finalmente.
— ¿Para qué? —vuelve a arrugar sus cejas—. ¿Para qué quieres unas mini Converse?
— Asher, piensa. Ninguno de los dos podemos ponernos eso.
— No sé, ¿quieres ponerlas de decoración?
Decido no contestar, aunque tampoco hace falta cuando por fin parece que ha usado su cabeza y cambia de expresión en varias ocasiones. Ojalá las hubiera grabado. Lo confirma cuando conectamos miradas y no sabe muy bien qué decir.
— ¿Estás embarazada? —cuestiona con miedo, a lo que yo asiento con una leve sonrisa, quizás no le entusiasmara la idea como yo pensé.
— De tres semanas.
— ¿Es... es de él?
Ahora todo se me viene encima porque tampoco había pensado en que para él existía esa posibilidad, cosa que yo descarté por completo al saber de cuanto estaba. He estado tan ansiosa por contárselo y cómo hacerlo, que no había pensado en el detalle de que pudiese pensar que no es suyo. Claro que se lo iba a cuestionar, yo misma lo hice. Pero él es el padre, no hay ninguna duda de ello. Por otro lado, se me pasa por la mente una idea malvada y que no puedo evitar usar para realizar mis comprobaciones sobre qué pasaría, aunque tampoco es que las necesite. Pero ya que se me presenta la ocasión, ¿por qué no?
— Sí —asiento, cabizbaja, esperando a ver su reacción.
— Vale... —susurra volviendo a mirar los zapatos tomándose un tiempo para pensar—. Pues no importa, a mí no me importa, porque vamos a tener ese bebé tú y yo. Le vamos a dar todo el cariño del mundo y seremos unos buenos padres.
Sin pensarlo más veces me lanzo a él rodeando su cuello con mis brazos. Beso todas las partes de su cara mil veces porque es que le quiero de verdad. No esperaba otra respuesta de su parte, pero verlo tan seguro y con tanta sinceridad ante una situación así, que no puedo evitar darle todo el amor del mundo.
— ¿Qué pasa? —pregunta mientras es mimado.
— Que eres el hombre de mi vida, eso es lo que pasa. Asher —coloco una mano sobre su mandíbula y hago contacto con sus ojos—, estoy embarazada, y la sangre que corre por sus venas es la mía y la tuya. Y no cabe duda absoluta, tú eres el padre, Asher.
Le abrazo lo más fuerte que puedo, pero a pesar de que me lo devuelve, no lo hace como esperaba. Prácticamente se queda estático cual robot, tanto que me despego solo para mirarle y comprobar que sigue respirando. Su mirada está perdida y está bastante desconcertado.
— ¡Asher! —le zarandeo por los hombros para que vuelva al planeta Tierra.
Parpadea un par de veces para después devolverme la mirada.
— Vamos a tener un bebé, tú y yo —dice aun incrédulo. Afirmo numerables veces con una sonrisa—. ¿Y es mío?
— ¡Sí!
— ¿Y por qué me dices que no?
— Pues no lo sé, ni si quiera lo tenía planeado, pero me lo has puesto en bandeja. Y me has demostrado lo buen padre que eres y vas a ser por segunda vez.
— ¡Estás embarazada, Sky! —exclama. Creo que ya está viniendo la emoción esperada—. ¡Vamos a ser padres!
— ¡¡Sí!!
— Un momento, ¿cómo estás tan segura? —vuelve a cortar su alegría quedándose quieto.
— Porque... —entrelazo mis manos en su nuca y lo atraigo a mí hablándole con dulzura—. Érase una vez, una princesa prisionera que amaba a un hombre con el que no le estaba permitido estar. Pero un día, en la boda de su hermano mayor, el hombre al que amaba, asistió de incógnito solo para poder pasar tiempo con su princesa a escondidas del malvado príncipe. Y entonces fueron a un granero donde entre paja, hicieron el amor sin ningún tipo de protección porque estaban tan centrados en quererse, que se les olvidó. Y claro, la princesa llevaba mucho tiempo sin ser tocada. Así que solo puede ser tuyo, Asher.
Asher saca una sonrisa tan grande que inunda toda la casa, se ve su felicidad a leguas. Coloca sus brazos por debajo de mis nalgas y me levanta del suelo dando pequeños saltos de alegría a lo que yo no dejo de reír. Entonces vuelve a dejarme en el suelo, y acunando mi rostro con sus manos, me acerca a él y me besa, lo hace varias veces. Besos muy simples pero cargados de amor. Finalmente coloca su frente sobre la mía y cierra los ojos.
— Te amo, Sacher.
— Yo también te amo.
— No me puedo creer que me hayas engañado para ver mi reacción, pero ya ves que yo estaré contigo para todo y más. Es tuyo y mío, nuestro. Creo que ahora mismo soy la persona más feliz del planeta y si ya lo era desde que volvimos a estar juntos, imagínate si pronto seremos uno más —ríe enseñando su dentadura.
— Tengo tanta suerte de tenerte.
— Y yo a ti.
Podríamos decir que el resto del día estábamos como en una nube. Es algo desconcertante porque celebramos algo que aun ni si quiera se ve o se nota, pero sabemos que está en mi interior.
Más días pasan y yo he empezado a acudir al psicólogo por motivos obvios, aunque aún me cueste un poco seguir recordando lo que pasó. Pero creo que voy acomodándome a la psicóloga y a sus preguntas, resulta interesante. Por otro lado, he comenzado a trabajar en el restaurante donde hice mis prácticas, y la verdad es que me va muy bien. La parte mala, es que tuve que despedirme de Donna y la pastelería, ambas lloramos demasiado, pero la invitaré a casa a menudo. Asher está de acuerdo en que ella sea la madrina de nuestro bebé y cuando se lo cuente se va a poner muy contenta.
Sin embargo, hoy es otro día por el que estar nerviosa y últimamente está siendo mi sentimiento más frecuente. Vamos a decirles a mi familia la gran noticia. No tengo ni idea de cómo actuarán, ya que de nuevo otro miembro de la familia tendrá un bebé sin buscarlo. No es que mis padres sean de esos tradicionales que opinen que para tener un hijo deben estar casados, y tampoco es que tengamos dieciséis años, pero no sé cómo reaccionarán. Con Axel fue extraño, se alegraron por tener un nieto, pero a la vez le regañaron por ser un imprudente y dejar embarazada a su novia de pocos meses. A su vez fue la ocasión perfecta para explicarnos a Emma y a mí, lo importante que es ponerse protección y fue una charla muy incómoda, la verdad.
El problema no es solo mi familia, porque después tocará hacer lo mismo con la de Asher, y su padre a veces me desconcierta un poco. A veces piensas que es amable y de repente suelta algo que te deja helada y sin saber cómo actuar o qué decir, según Asher, él es siempre así, le gusta ser directo.
— ¡Qué ganas tenía de que vinierais los dos a cenar! —exclama mi madre nada más pasar el umbral de la puerta.
— Siempre es un placer venir. He traído vino —Asher le entrega la botella a mi madre con una sonrisa.
— ¡Uy, es de los buenos!
— Mamá... ¿Podemos aparentar que podemos permitirnos esos vinos? —bromeo mientras camino hasta el jardín donde todos están ya reunidos. Un día de verano como hoy es perfecto para pasarlo en familia.
Emma corre hasta nosotros y tras abrazarme a mí, abraza a Asher con mucho entusiasmo.
— ¡Qué bien que hayas vuelto! Y que volvamos a estar todos juntos.
— Yo también me alegro —responde Asher dedicándome una mirada con una sonrisa.
Saludamos al resto como es debido y eso incluye mis incordios hacia Axel. Y ayudamos a poner la mesa. Es extraño ver también a Noah de vuelta en estas reuniones, eran demasiados años sin él. Mi padre se encarga de hablarle a Asher sobre fútbol mientras hace la barbacoa, la pretemporada comenzará pronto y eso quiere decir que los hinchas están ansiosos. Por otra parte, me encargo de jugar con mi sobrino, que disfruta del agua de una pequeña piscina de plástico. Pronto comenzamos a comer y todos suelen estar sentados en sus sitios de siempre, somos una familia de costumbres. Hemos hecho un hueco a Asher a mi lado, quién me mira a veces para calmar mis nervios.
— Oye, Noah —intervengo en la conversación a lo que todos prestan atención— ¿Qué tal con Lizzie? ¿Os habéis besado ya? ¿O sigues haciéndote el duro?
— Yo no me hago el duro. Y ella es mi becaria, debo asegurarme de que esté aprendiendo y que lo hace bien para aprobar sus prácticas.
— Pero tuvieron una cita —añade Anne.
— ¿¡Qué!? —exclamo de tal forma que probablemente los vecinos también se escandalizaran.
— No era una cita.
— ¿Y por qué nadie me informa sobre esto? Maldita Lizzie, cómo se lo tiene callado —digo más para mí, pero Asher a mi lado se ríe al escucharme.
— Solo la invité a una copa para relajar el ambiente, ella siempre está muy tensa, como si todo lo que digo le fastidiara.
— Es que eres demasiado duro cuando se trata de trabajo —dice Axel apuntándole con la cerveza en la mano.
— Bueno, y vosotros, ¿qué tal viviendo juntos? —cuestiona Noah para cambiar de tema.
— Bastante bien —responde Asher al instante—. Creo que nos compenetramos a la perfección.
— Y su casa es acogedora a pesar de ser más grande que la nuestra. Aunque lo que más me gusta es la cocina, claro, ahí tengo espacio para hacer de todo. Os invitaremos y yo cocinaré.
— Se os ve muy felices —afirma mi madre mirándonos con ternura.
Asher y yo nos sonreímos. Al cabo de un rato, comenzamos a servir el postre y creo que es el momento perfecto para soltarlo, ya todos están satisfechos con la comida. Es mucho mejor soltar las bombas cuando están relajados, no puedo imaginar si lo hubiera hecho al principio, todos energéticos gritando y volviéndonos locos. ¿Cómo debemos hacerlo? Quizás simplemente diciéndolo es lo mejor, sin rodeos, así esperar a que ellos reaccionen y sea rápido.
— A ver, escuchadme un momento —pido aprovechando el silencio.
— Uy, por tu cara parece serio —comenta Anne sentada frente a mí y Asher.
— ¿Es algo malo? ¿Estás enferma? —mi madre siempre pensando en lo peor.
— Asher, no me digas que te vas de equipo —dice mi padre afligido tomándome por sorpresa.
— Si es así, mejor que sea a los Bengals —añade Axel.
— ¡No he dicho nada aun! Y Asher se queda en los Chiefs, no os preocupéis —me apresuro a decir antes de que sigan diciendo cosas sin sentido, así somos en mi familia, impulsivos y muy dramáticos.
— ¡Ay, dilo ya! —grita Emma con impaciencia.
— Estoy embarazada, vamos a tener un bebé —suelto al fin agarrando la mano de Asher que tengo más cerca.
Bueno, esperaba todo tipo de reacciones y la verdad es que muchas se han cumplido. Todos gritan cosas como "¿Quéee?" o "¡Otro más en la familia!" con ilusión, incluso mi padre ha chillado que tendrá un nuevo hincha de los Chiefs como nieto. Después han procedido a felicitarnos y mimarnos con muchos abrazos y besos, un auténtico jolgorio de alegría de la escandalosa familia Jenkins a la que tanto amo. Después de todo, es una buena noticia tras los tiempos malos que hemos pasado. Algo parecido pasó en la cena con la familia de Asher, esta vez le tocaba a él comunicarlo y lo hizo muy bien, aunque estaba incluso más nervioso que yo. Pero sus padres se lo tomaron bastante bien porque al parecer me tienen mucho cariño y se alegraron de que volviéramos a estar juntos tras conocer mi historia. Su hermana, Sasha, estalló de alegría por ser tía de nuevo. También estaban Zoë y su futuro marido, quienes nos felicitaron con entusiasmo. Pero a quién hubo que explicárselo mejor, fue a la pequeña Anya:
— Cariño, dentro de la barriga de Sky, hay un bebé que va a ir creciendo hasta que no quepa y tengamos que sacarlo —intenta explicárselo Asher por quinta vez, pero esta vez en nuestra casa durante su semana aquí—. Serás su hermana mayor y tendremos que cuidarlo entre todos.
— Pero Ekay no tiene la barriga grande —razona tras unos segundos de pensamiento, se pueden escuchar los engranajes de su cabeza desde aquí, la adoro.
— Eso es —interrumpo a Asher quien ya no conocía formas posibles para explicárselo, sé que le hace ilusión que Anya sea consciente de ello, pero a veces es complicado a su edad— porque aún es como una pequeña pelota.
Alcanzo el cajón de la mesa de café y saco la foto de la ecografía de la última vez. Vuelvo a su lado entre ella y Asher, mostrándosela y señalando lo que sería el embrión que se está gestando en mi interior.
— Mira, ¿ves está cosa redonda? Cuando pasen los días, crecerá y poco a poco, se transformará en un bebé.
Espero a que lo entienda, de nuevo se toma su tiempo para pensar lo que acabo de decirle hasta que pestañea y observa mi barriga.
— Pero tú no tienes barriga. ¿Ves? —la palma con su mano—. Está muy fina.
— Delgada —corrige su padre derrotado.
— Delgada —repite la pequeña corrigiéndose—. ¿Puedo jugar con Nubi, papi?
— Sí, pero en la entrada para que te vea.
Anya nos muestra una sonrisa para después bajarse del sofá y correr hacia el ventanal por el que se sale a la terraza, donde Nubi la espera moviendo la cola agitadamente.
— Creo que vamos a tener que esperar a que me crezca la barriga —le digo a Asher retrepándome entre sus brazos y apoyando mi cabeza en su pecho.
— Nunca pensé que fuera tan difícil de explicárselo.
— Ya lo entenderá y será una buena hermana mayor. Tendrá sus celos y eso, pero es lo más normal del mundo. Mis padres dicen que Anne lo pasó fatal cuando llegó Axel, e imagínate cuando casi dos años después, llegué yo.
— Lo sé, les trastoca su mundo egocéntrico. Pero creo que le gustará cuando tenga a alguien con quien jugar y enseñarle cosas malvadas que hacer.
Ambos reímos y no puedo evitar pensar en todo lo que Axel me enseñaba de pequeña, siempre estábamos castigados y todas las ideas fueron de su creación, yo solo le seguía. Me gusta la idea de que ellos puedan ser también así, aunque tengamos que regañarles, pero será un buen recuerdo.
Asher me saca de mis pensamientos cuando coloca una mano sobre mi vientre y comienza a moverla en círculos lentamente dándome calor.
— Vas a tener que enseñarme —irrumpo el silencio.
— ¿El qué?
— Pues los procedimientos, tú ya has vivido esto.
— Bueno, yo no soy el que lo gesta.
— Pero seguro que sabes qué hacer en algunas situaciones y yo me alarmaré por cosas que tú sabrás que no son de importancia.
— Sabes que voy a ayudarte en todo, lo sepa o no, pero es cierto que estaré más preparado que la primera vez. Y si quieres, puedes hablar con Zoë para que te de consejos. Seguro que está dispuesta a ayudarte.
— Sí, la invitaré una tarde a tomar café. También puedo invitar a Regina, así Anya y Marcus pueden jugar mientras ellas me cuentan sus experiencias que harán que yo me cague de miedo.
— Me parece genial y no tienes de qué preocuparte, será duro, sí. Pero me aseguraré de que tengas todo lo que necesites, incluso si quieres romperme la mano cuando tengas que empujar.
— No quiero romperte la mano.
— Eso lo dices ahora, cuando tengas contracciones ya me contarás.
— Aún queda para eso. Pero podríamos pensar nombres.
— ¿Ya?
— Sí. Bueno, solo quiero saber cuáles te gustan.
— Pues, si fuera niño, siempre me ha gustado Ethan. Y el de niña ya lo lleva Anya, no he pensado ninguno más.
— ¿Fue idea tuya? ¡Qué tierno!
— Sí —admite con orgullo—. ¿Y tú?
— Si fuera niña, Summer. Y si fuese niño, me encanta Aiden.
— Me gusta Aiden también, suena bien.
— ¿Tenemos un ganador?
— Parece que sí, solo queda que sea niño.
— Si a ambos nos gusta ese nombre, es una señal.
— ¿Tú crees?
— Sí.
HOLAAAAAAAAA🙋🏻♀️
Qué sorpresa esta ¿verdad?
¿Os ha gustado este extra? Era obligatorio y creo que todxs estamos de acuerdo.
Y creo que también todxs nos hemos enamorado un poquito más de los personajes, yo a Anya me la comooooo😍😍😍
Ojalá os haya gustado y hayáis disfrutado como yo🥰
¿Qué más extra os gustarían?
Os recuerdo que en Instagram realizo las encuestas para lo extras☺
Me alegro mucho de pasarme de vez cuando y traeros más cositas. Gracias a todxs los que habéis llegado hasta aquí, estáis en mi kokoro💜💜💜
OS QUIEROOOOOOO😍😘🥰🤩
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