Capítulo 57
Me miro al espejo con detenimiento, llevo un vestido blanco de manga larga que me llega hasta la rodilla, mi pelo está suelto y no llevo apenas maquillaje. No necesito ir demasiado arreglada, tampoco vamos a ir a ningún sitio especial, además de que tengo que hacerle creer a Finn que voy a casa de Kenzie sin más. Lo tengo todo planeado, no debería sospechar, incluso quedé con ella una vez para que comenzara a acostumbrarse de estas salidas y que confiara en mí. Así que, no debería salir nada mal.
He estado deseando que llegue este momento desde el fin de semana que pasamos juntos, son divertidas nuestras cartas, pero necesito verle cuanto antes. Así que, más vale que todo salga bien. Llegó la hora de salir, me observo una vez más en el espejo, mirándome a mí misma, dándome las fuerzas necesarias para poder mentirle a la cara y rezando para que no se dé cuenta. Solo tengo que actuar igual que lo hice la vez anterior, no es tan difícil. Me dispongo a coger el bolso y las llaves de mi coche, sintiendo los nervios en la barriga, rogando cruzar ya la barrera.
Salgo de la habitación y ni si quiera tengo que bajar las escaleras, porque se encuentra en su despacho con la cabeza metida en los papeles, o al menos así parece desde mi punto de vista. Echo los labios hacia un lado, hasta que me armo de valor para llamar a la puerta.
— ¿Sí? —levanta la vista—. Hola, cariño, ¿qué quieres?
— Voy a salir.
— ¿A dónde? —su tono no muestra mucho agrado, sobre todo después de mirarme de arriba abajo.
— He quedado con Kenzie. Vamos a ver una película en su casa.
— ¿Vas a casa de Kenzie a ver pelis así vestida? —hay un silencio por parte de ambos tras su cuestión, no sabía que decirle sin que sonara grosero.
— ¿Qué hay de malo? Solo es un vestido simple y cómodo.
— Como tu digas. ¿Has llamado al chófer?
— No creo que haga falta, quiero usar mi coche o se terminará rompiendo.
— De todas formas, tenía pensado venderlo.
— No vas a vender mi coche, Finn —advierto con falsa amabilidad.
— Es una basura.
— Es mí basura, lo pagué yo con mi esfuerzo. Así que, sacaré a pasear mi basura.
— Como quieras. Pero quiero que estés aquí antes de medianoche, no te he visto en todo el día.
— De acuerdo, estaré aquí para esa hora.
Me giro sobre mí misma y saco una sonrisa cuando ya estoy de espaldas a él. Doy un paso para salir de la habitación cuando vuelvo a oír su voz.
— ¿No te despides de mí?
Joder.
Pongo los ojos en blanco antes de girarme y caminar hasta él para darle un beso rápido, casi sin rozarlo, y con todo el asco del mundo.
Por mí, te escupía.
Ahora sí, bajo las escaleras con una amplia sonrisa, se lo ha creído y parece que se ha quedado tranquilo. Lo bueno es, que últimamente está feliz con lo de la empresa y no parece ser tan controlador, por lo que yo tengo más libertad. Una vez sentada en el coche, no puedo evitar respirar hondo, la tensión que paso en cada momento que debo mentirle, es horrible y no creo que mi corazón pueda aguantar mucho más. No me demoro y arranco el coche.
Asher ha pensado en todo. No es su casa el lugar de quedada, sino el apartamento al que me llevó antes de saber su verdadera identidad, recuerdo bien esa dirección. Él prefiere que sea un sitio neutral, por si Finn manda a que alguien me siga y yo poder decir que es el apartamento del novio de Kenzie.
Soy bastante puntual, es justo la hora acordada cuando estoy buscando dónde aparcar, lo cual no me cuesta demasiado y recorro la calle para llegar al edificio de apartamentos. Tras llamar al telefonillo, la puerta se abre y subo por el ascensor pensando en que la distancia entre nosotros es cada vez más corta. Las puertas del ascensor se abren y pongo un pie sobre el largo pasillo, cuando un cuerpo aparece asomándose tímidamente. Lo reconozco al instante. Sonrío como una loca cuando nos miramos, entonces corro hacia él, que me espera con los brazos abiertos para recibirme y una vez me agarra, beso sus labios, aquellos que tanto anhelaba.
— Estaba deseando que llegara este momento —confieso tras separarme solo unos centímetros de su boca mientras muestro la sonrisa que no puedo borrar de mi cara.
— Yo estaba empezando a volverme loco, lo juro —dice con seguridad.
— Te creo —vuelvo a besarle de forma intensa, en mitad del pasillo. Un olor peculiar llega a mis fosas nasales, aspiro intentando averiguar si procedía del interior del apartamento—. ¿A qué huele?
— A mi sorpresa.
Me separo de Asher y sigo el olor, hasta llegar a la cocina. No huele mal, todo lo contrario, parece estar sabroso. Por otro lado, la cocina está totalmente desordenada, hay manchas rojas, pasta sin hervir en todos los rincones, harina y envoltorios de diferentes productos.
— ¿Por qué parece que ha habido un terremoto? —comienzo a reírme sin entender muy bien la situación.
— Una vez te prometí que iba a cocinar para ti, y bueno, lo he hecho.
— Recuerdo aquel día, viniste a mi casa de improvisto, yo estaba en mi día de descanso y me pillaste con mis pintas de estar en casa, era la primera vez que me veías así. Tuve mucha vergüenza —le miro nostálgica durante unos segundos—. Bueno, ¿qué has cocinado? Huele bien.
— Lo que me enseñaste, hoy me decidí a hacerlo y la verdad es que no me ha salido mal. Admito que he estado practicando estos días con mi cocinera, pero hoy lo he hecho solo.
— ¿Has hecho la pasta boloñesa, con boloñesa casera?
— Así es —asiente con orgullo.
— ¡Eso es genial, Asher! Ahora cuando te quedes encerrado en una cocina podrás hacerte pasta y no morirás de hambre —le digo con ilusión recordando aquel razonamiento que se me ocurrió, él ríe a carcajadas.
— ¡Recuerdo cuando me dijiste eso! Pero sería genial que ese día, en el que me quedara encerrado, fuera contigo.
— Pues yo no pienso hacerte de comer —le sonrío malévolamente.
— Bueno, pero me enseñarás a cocinar más cosas —me agarra de la cintura y se inclina hacia mí para besarme, cierro los ojos esperando que sus labios lleguen a los míos, pero nunca hace—. Primero, tienes que probar la pasta.
— Lo estoy deseando.
— Pues siéntate en la mesa, ya está todo puesto.
— ¿Incluidos los vasos?
— Sí, ya sé dónde están los vasos.
Ambos nos reímos y, al separarnos, camino hasta la mesa. No solo tenía preparada la mesa, sino que era toda una escena romántica. Hay velas encendidas por todas partes, los platos tenían una servilleta bien enrollada, copas, cubiertos, pétalos esparcidos y una música relajante de fondo. Me siento en mi lugar observándolo todo al detalle, es perfecto. Mi teléfono comienza a sonar y me muestra el nombre de Finn en la pantalla. No me apetece contestarle, así que lo pongo en modo silencio por unos minutos, después volverá a la normalidad.
Asher no tarda en venir para ofrecerme un vino, lo reconozco bien, es tinto y de cuerpo medio, perfecto para una pasta con salsa boloñesa casera. Asiento delicadamente y comienza a servirlo en mi copa, después lo hace en la suya. Vuelve a la cocina y de ella aparece con dos platos de pasta, los coloca en la mesa y posteriormente se sienta frente a mí. No tenía mala pinta a simple vista y el olor es bastante bueno. Él me sonríe cuando le miro tras observar su creación.
Es tan mono verlo de chef.
— Bueno, ¿qué te parece la presentación?
— Oye, la verdad es que me estoy sorprendiendo, pensaba que iba a ser mucho peor, la verdad.
— ¿Eso significa que está medianamente bien?
— ¡Significa que está perfecta, tonto! —me sonríe de tal forma que sus ojos se entrecierran, adoro su sonrisa.
— Calla y come, vas a hacer que me sonroje.
— Está bien... —enrollo la pasta en mi tenedor asegurándome que se impregne de salsa, lo meto en la boca y mastico mientras saboreo—. ¡Está buenísima!
— ¿Enserio? No estarás bromeando, ¿no? Quiero que seas sincera, porque si no, no aprenderé nunca.
— ¡Que no es broma! ¡Prueba!
Accede a probarla, enrolla su tenedor y se lo lleva a la boca.
— Pues es verdad, no está mala, aunque la tuya está mejor.
— Pero para ser la primera que has hecho tú solo, está bastante bien, créeme. Deberías estar orgulloso.
— De acuerdo, me siento orgulloso de mí.
Continuamos comiendo mientras me cuenta cómo van las cosas por su casa, la nueva situación de Zöe con Anya y la preparación para la temporada. Prefiero que me cuente cómo va su vida, antes de contar la mía, necesito distraerme de ella, no recordarla constantemente. Cuando terminamos la pasta, me dispongo a ayudarle a recoger, pero él me detiene con una de sus manos.
— Todavía no hemos terminado.
— ¿Qué? ¿Has cocinado algo más? —cuestiono incrédula volviendo a sentarme en la silla, él asiente—. ¿Qué has preparado?
— Un postre. Así que, yo me llevo estos platos y enseguida lo traigo.
Recoge la mesa negando mi ayuda, así que me quedo sentada observando cómo se lo lleva todo y trae nuevos platos y cubiertos. Me tiene intrigada esperando a ver qué es lo que me tiene preparado. Minutos después, aparece sosteniendo con mucho cuidado un plato y no es hasta que lo coloca en el centro de la mesa que no veo de qué se trata. Es una tarta. La observo con detenimiento, comprobando lo que yo misma me supuse.
— ¿Es una tarta? ¿¡Una tarta Sacher!? —exclamo con entusiasmo.
— Así es, hecha y elaborada por mí.
— No te creo... —la miro detenidamente con algo de escepticismo—. La has comprado.
— Me duele que me acuses de algo así —coloca una mano sobre su pecho haciendolo todo más dramático.
— Es que... No sé, está bastante bien de aspecto y es complicado de conseguir que el chocolate quede tan bien esparcido. ¿Tiene mermelada en el centro?
— De albaricoque, la original. Además, la tradición es acompañarla con nata montada, también elaborada por mí.
— Está bien, solo me queda probarla para comprobarlo.
Como si fuera un profesional, se dispone a cortar la tarta con delicadeza para que no se rompa, y la sirve sobre los platos, con, además, la nata montada. Una vez estamos servidos, procedo a coger el cubierto, cortar un trozo y meterlo en mi boca donde mastico y saboreo.
— ¡Dios mío! ¡La has hecho tú! —chillo de alegría. Asher sonríe al ver mi reacción—. El bizcocho está soso y algo apelmazado, además de que hay demasiada mermelada.
— No creo que tu emoción tenga que ver con lo que dices.
— ¡Sí, porque has hecho una tarta Sacher para mí y eso me hace mucha ilusión! ¡Está muy buena!
— Pero acabas de decir que...
— Que no esté bien elaborada, no implica que el sabor sea malo —me sonríe plácidamente mientras me observa comer—. Gracias por cocinar para mí.
— Haría lo que fuese por ti, incluso cocinar.
Terminamos de comer e intenté ayudarlo a recoger, pero él insistió en que me sentara en el sofá así que lo hice. Este apartamento es pequeño, pero moderno, como para una persona soltera. Al poco, Asher vuelve sentándose a mi lado, colocando un brazo sobre mis hombros.
— ¿Te han gustado mis cartas?
— ¡Sí! Todos los días esperaba con ansias que Kenzie entrara en la pastelería dándome el sobre, nunca pensé que me encantaría recibir una carta, normalmente son de facturas y esas no las deseaba tanto.
— A mí las tuyas me han encantado, incluso las enmarcaría.
— Asher, si alguien lee lo que escribí en ya sabes cual, juro que me enterraré bajo tierra.
— Esa solo la releeré yo por las noches.
— Más te vale. Es divertido, pero... no me gustaría hacerlo por mucho más tiempo.
— Y no lo será. Dame un beso, ando falto de ellos —sonríe con los ojos cerrados, esperando a que lo haga.
Nuestros labios se unen, mordiendo su parte superior lentamente, y él mi labio inferior. Poco a poco siento cómo su lengua se cuela dentro de mi boca buscando la mía. Me empuja para que me tumbe en el sofá sin dejar de besarme. Posa una de sus manos en el sofá al lado de mi rostro mientras que la otra comienza a deslizarse por mis muslos bajo mi vestido y aterriza sobre mi entrepierna para acariciarla. Su rostro se mete en mi cuello buscando morderlo mientras aparta mis braguitas a un lado para introducir su dedo en mi ya húmeda cavidad. Comienza con el vaivén lentamente y al ritmo en el que me besa.
Sin embargo, el momento se ve interrumpido por el sonido de mi teléfono. Chasqueo la lengua, pero tras unos minutos, decido no contestar. Más tarde vuelve a hacerlo, aunque sigo pasando de él.
— Asher... —le digo mientras sigue besando mi cuello—. Tengo que ver quién es.
— Da igual. Luego llamas tú —gruñe contra mi piel.
— No, tengo que verlo, puede ser importante —insisto, pero él continúa—. ¡Asher!
— Vale, ve a ver quién es y luego vuelves.
Me levanto colocándome de nuevo las braguitas. Voy hacia la mesa en busca de mi móvil y en la pantalla que aun suena, aparece el nombre de Kenzie. Y decido contestar.
— ¿Qué pasa, Kenz?
— ¡Sky! Estás tardando mucho, ¿ha ocurrido algo con nuestra cena? —dice tan alto que casi me deja sorda—. ¡Finn está aquí, en mi casa! —ahora susurra alterada.
— ¡¿Qué?! —el corazón comienza a ir demasiado deprisa.
— Ha venido para ver cómo íbamos, pero, adivina, no estás.
— ¿Qué le has dicho? Ay Dios...
— Le he dicho que has ido a por comida a un lugar que nos encanta que no reparte a domicilio. No sé si se lo ha creído, pero básicamente me ha obligado a llamarte, además, ha dicho de esperar a que regresaras y está en el salón, sentado en mí sofá, esperando.
— Joder... —doy vueltas de un lado a otro.
— ¡Sky! ¡Reacciona! Ya estas viniendo con algo para comer o Dios sabe que pasará —grita Kenzie a través del móvil tan bajo como puede.
— Llevas el pijama puesto, ¿verdad?
— ¿Qué tiene que ver el maldito pijama? ¡Ven ya!
— Pues que tú vas en pijama y yo con un vestido.
— ¡Qué más da! Mueve tu culo aquí, ¡estoy sola con un psicópata en el salón!
— ¡Voy ya! Pero, ¿qué llevo...? —antes de que pudiera decir más, Kenzie había colgado.
No me lo puedo creer. Todo parecía estable y parecía que estaba tranquilo, la otra vez ni si quiera me llamó. ¿Por qué lo hace hoy? Joder, tengo que moverme, no puedo dejar a Kenzie a solas con él o terminará explotando y diciéndole de todo a la cara, la conozco bien, no soporta hacer un papel frente a otros.
— Asher, tengo que irme.
— ¡¿Qué?! ¿Qué ha pasado?
— Finn ha ido a la casa Kenzie para ver si estoy allí. Y debo irme antes de que se le ocurra mirar mi ubicación.
— Joder... te juro que estoy conteniendo todas mis fuerzas para no ir hasta allí a pegarle la paliza de su vida.
— Pues sigue conteniéndote. Lo siento de verdad, pero lo he pasado muy bien, más que eso y me ha encantado que me cocines, en serio.
— ¿Cuándo te voy a volver a ver?
— No lo sé, pero sé que nos volveremos a ver, qué es lo importante —cojo mi bolso, mis llaves y abro la puerta.
— ¡Sky! —exclama asustándome, entonces me giro—. ¿No vas a despedirte de mí?
Sonrío.
— Pues claro —voy hasta él, me pongo de puntillas, coloco mis brazos alrededor de su cuello y le planto un beso en sus labios—. Nos vemos pronto. Te quiero.
— Sí. Te amo.
Su cara pide a gritos que me quede, pero por mi bien, por nuestro bien, debo irme. Salgo por la puerta cerrándola a mis espaldas.
Camino mientras pienso qué comprar para comer, algo que esté cerca. Entonces a la esquina veo un restaurante chino, es lo único que veo cerca de mi coche, así que corro y entro pidiéndolo más básico y no demasiado. Cuando recibo mi pedido, lo pago y corro de nuevo hasta mi coche, arranco y voy en dirección de la casa de Kenzie.
Estaciono el coche en su puerta, allí está el de Finn. Cojo la comida y lo cierro, suspiro antes de tocar al timbre, aunque no me da tiempo a hacerlo cuando una enfadada Kenzie abre la puerta. Entonces saca una falsa sonrisa y coge la bolsa con la comida.
— ¡Sky! Cuánto has tardado.
— Es que había cola y para colmo, se habían equivocado con el pedido.
— ¡Finn está aquí!
— ¿Finn? —finjo desconcierto, voy hasta el salón donde lo veo sentado en el sofá—. ¿Qué pasa?
— Nada, solo venía a ver como lo estábais pasando. Además, quería decirte que yo también saldré, así que, necesitaba asegurarme de que tienes llaves de la casa.
— Podrías haberme llamado para decírmelo.
— Lo hice, pero no lo cogías.
Ah, sí, lo hizo. Mierda.
— No lo escuché. De todas formas, lo estamos pasando bien, ahora veremos una peli. ¡Que lo pases bien! —digo intentando sonar todo lo normal posible.
— Está bien... —nos mira de arriba abajo a ambas para luego marcharse.
Cuando lo vemos salir por la puerta, ambas nos miramos y respiramos.
— Joder... no sabes que tensión ha sido tenerlo ahí todo el rato. Él y yo no nos llevamos nada bien y lo sabes.
— ¡Lo siento tanto! ¡Qué iba a saber yo que se le ocurriría venir! Estoy tan harta.
— Al menos me has hecho la cena, ¿quieres?
— Ya he cenado, Asher me ha cocinado.
— ¡Oh, que mono!
— Demasiado, Kenzie. En fin, ya que estamos, veamos una película.
— ¿No quieres volver con Asher?
— No, ya me despedí y lo cierto es que ya no me fio, puede volver o estar comprobando mi ubicación en todo momento.
— Tu vida es toda una telenovela, Sky.
— Una que tendrá temporada final, eso te lo aseguro.
4/4
Bueeeeno, hasta aquí esta pequeña maratón de fin de semana. Ya dije que iban a ser varios por una razón, y es que eran cartas amorrrrr.
Supongo que podría decir que estamos ante la recta final, no sé cuantos capítulos quedarán aproximadamente, cuando lo sepa, lo diré ehehehe
Oye, decidme, ¿cómo pensáis que va a acabar esto? Yo ya lo tengo pensado eheheheheheheheh
Muchísimas gracias por el amor que le dais a los capítulos que subo, de verdad, no sé cómo expresarlo. Me sacáis una sonrisa de oreja a oreja, y conseguís que mis ganas de seguir escribiendo aumenten (aunque apenas tenga tiempo a veces). Mil millones de gracias y besos a todxs!!!
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