Capítulo 44
La noche se presenta lluviosa, incluso se prevén tormentas para más tarde. Aun así, tenemos una quedada las chicas y yo, ya que Sky va a viajar durante una semana con Asher, no es un año ni un mes, pero queríamos despedirla de alguna manera. Costó ponernos de acuerdo las tres en elegir un día, y aunque tengamos este tiempo, valdrá la pena asistir.
Una vez termine de vestirme, saco el coche de la cochera y voy dirección al pub donde habíamos quedado. Antes de ir, quería informar de que estaba de camino, pero por alguna extraña razón, mi móvil ha decidido bloquearse y ni si quiera puedo reiniciarlo. Confío en que ellas también estén de camino, así que lo vuelvo a meter en el bolso y continuo con el camino. Minutos después, tras conseguir un aparcamiento, con paraguas en mano llego hasta el pub. Una vez entro en él, hago un análisis de todas las personas que encuentran en él. Siempre nos ha gustado venir aquí, conocemos a los camareros y nos tratan bastante bien, además la decoración es bastante buena, con luces de neón e imágenes de lo más extravagante. Finalmente, localizo a una de mis amigas, Lizzie, la chica que se ha unido a nuestro grupo de nuevo hace relativamente poco, y aunque todavía esté en periodo de pruebas a mi juicio, me alegro de que haya vuelto. Sin embargo, Sky no ha llegado aún y eso me extraña bastante, ella es bastante puntual y yo en cambio he llegado tarde, como es lo normal. Saludo a Lizz con un abrazo y después ordeno algo al camarero.
— ¿Y Sky? —cuestiona la pelinegra.
— Eso mismo iba a cuestionar yo, mi móvil se ha quedado congelado y no puedo hacer nada hasta que vuelva en sí —lo saco del bolso y se lo muestro.
— Qué raro.
— ¿Mi móvil? Sí, pero son cosas de la tecnología.
— No, hablo de Sky. A mí ni si quiera me ha contestado, no le llegan los mensajes.
— Es extraño, sí. Quizás esté sin batería o quizás con este tiempo, las redes se han caído. Qué se yo, esperemos un poco a ver.
El tiempo pasa, Lizzie y yo hablamos de distintos temas como nuestros trabajos o cómo le va en sus estudios entre otros, incluso nos pedimos la segunda copa y Sky sigue sin aparecer y dar señales de vida. Podría evitar pensar en las cosas malas puesto que solo ha pasado una hora y podría haber ocurrido cualquier cosa sin importancia, como que se haya quedado dormida, pero siempre estarán las cosas malas rondando por mi mente lo cual produce una preocupación que se agranda por momentos.
— Oye, está siendo demasiado extraño esto, Sky no suele estar tan despegada del móvil y siempre avisa de algún inconveniente —expreso a Lizzie, la cual siento que tiene la misma preocupación.
— ¿Qué crees que debemos hacer? ¿No tienes el número de Asher?
— Sí, pero con el teléfono así, no puedo hacer mucho, y tampoco me lo sé de memoria.
— Cierto. Pues no se me ocurren más opciones.
— Tampoco podemos irnos, ¿y si acaba viniendo y nos hemos ido? —razono para después darle otro sorbo a la bebida, aunque no tenga demasiadas ganas ya.
Los minutos seguían pasando, y finalmente pasaron casi dos horas hasta que mi teléfono volvió en sí y tiempo después recibí un mensaje de Sky que relajó todos mis músculos como si fuese un calmante.
Sky: Estoy en el pub Jefferson de la avenida Holton.
Arrugo las cejas y la nariz al ver el mensaje, sabía dónde era ese lugar, pero no solíamos quedar allí. ¿Qué hace allí?
Lizzie se sube a mi coche y juntas vamos hacia el lugar con algo de mosqueo, haciéndonos miles de preguntas que solo podemos contestar cuando llegáramos y nos explicara qué diablos le había ocurrido. La lluvia no ha cesado, ha sido continua y abundante, además de las tormentas que se escuchan desde la lejanía.
Al entrar en el lugar, podemos localizar a nuestra amiga recostada sobre la barra del bar totalmente dormida y con una copa casi terminada a su lado.
De repente me han entrado nauseas al verla en ese estado. Conozco bien a Sky como para saber que ella nunca bebe de más, siempre sabe cuándo parar, y mucho menos tomar sustancias poco legales. Por ello, siento que algo malo ha ocurrido esta noche y que ninguna de las dos conocemos.
Nos acercamos a Sky y toco con cuidado su hombro mientras la llamo con delicadeza. Por suerte, está siendo respaldada por los camareros que cuestionan quienes somos y si la conocemos, además de que hay poca gente en este lugar. Tiene su cabeza sobre su brazo que se apoya en la barra, la boca se encuentra entre abierta y sus ojos están completamente cerrados, está dormida. Continúo moviendo su brazo, pero no sirve para despertarla, así que lo mejor que se puede hacer ahora, es usar otras técnicas. Agarro su mandíbula con una mano mientras que con la otra la choco contra su mejilla, dando pequeños golpes seguidos hasta que comienza a arrugar sus facciones.
— Sky —continuo—. Sky, espabila.
— Mmm. —Es todo lo que dice sin abrir los ojos.
— ¡Sky! —Grita Lizzie mientras la sacude con fuerza, no esperaba que fuese a funcionar, pero por fin sus ojos se abren de par en par y se reacomoda en el asiento—. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no has avisado antes?
— Lizzie, vamos poco a poco —recomiendo con seriedad—. Ponle un vaso de agua y un café cargado —pido al camarero que afirma lentamente y me observa con detenimiento, lo que me hace pensar que él ha debido de saber qué es lo que ha estado haciendo ella.
— Sky, di algo, por favor —insiste Lizzie, entiendo que esté tan preocupada, pero siempre he pensado que hay que ser paciente y mantener la calma en ciertas situaciones.
— Al fin llegasteis —escuchamos que dice con los ojos entornados, ambas nos miramos con extrañeza.
— ¿A qué te refieres? Nosotras te estábamos esperando en el pub de siempre, ¿por qué estás aquí? —vuelve a cuestionar la pelinegra, pero Sky no está del todo cuerda como para procesar la información.
— Aquí tenéis el café —ofrece el camarero con algo de seriedad en su rostro.
— Lizzie, ¿puedes cargarla hasta la mesa? —cuestiono a lo que ella asiente para después rodearla con sus brazos y arrastrarla.
Me giro de nuevo al camarero antes de coger el vaso con agua y el café, lo miro a los ojos esperando a que me devuelva la mirada y cuando lo hace, sé que tengo su atención.
— ¿Con quién ha estado esta chica? —mantengo la mirada.
— Ha estado sola todo el tiempo.
— ¿Sola? ¿Estás seguro?
— Sí, eso creo.
— ¿Eso crees?
— No, en realidad estoy seguro —traga saliva con notoriedad. Bingo. Miente.
— ¿Has estado aquí todo el tiempo, o te has cambiado por alguno de tus compañeros? —cuestiono con aun más seriedad para intentar intimidarlo.
— Tengo turno de noche, ella llegó sola y se sentó aquí, parecía estar esperando a alguien, no dejaba de mirar el móvil y se pidió unas cuantas copas mientras esperaba, pero no ha llegado nadie hasta ahora.
— Bien, gracias por vigilarla.
El camarero asiente para después atender a un grupo que acababa de entrar en el pub con ganas de beber hasta caer rendidos. Sigo pensando que el muchacho estaba mintiendo, aunque también solo pueden ser suposiciones mías y me estoy creyendo la versión femenina de Hércules Poirot. No descartaré nada hasta que sepa la versión de Sky, la cual se encuentra sentada en uno de los sofás del pub, intentando mantener la cabeza en su sitio. Coloco sobre la mesa, la taza de café y el vaso de agua, Lizzie coge este último y se lo ofrece, dándole un par de tragos. Sky, tras beber se echa hacia atrás retrepándose en el sofá y volviendo a cerrar los ojos, algo que no podemos permitir en estos momentos.
— Sky, no te duermas —la aviso.
— Todo da vueltas —dice aun con los ojos cerrados.
— Ábrelos y sigue bebiendo agua —le ordeno como si fuese su madre.
Ella hace lo que le digo a duras penas, hasta que traguito a traguito, termina el vaso de agua. Entonces le digo que continue con el café, pero entiendo que no le apetezca demasiado, así que pido otro vaso de agua.
— ¿Por qué estás aquí? —cuestiono cuando creo que se le ha bajado un poco.
— Me escribiste... Me dijiste que íbamos a quedar aquí y no en el otro lugar —apenas puedo escucharla, habla demasiado bajo, pero consigo entenderla.
— Yo no te escribí, no dije nada, mi móvil se bloqueó.
— Sí, lo escribiste, está en mi móvil —comienza a sacar su teléfono del bolso, lo desbloquea y abre los mensajes enseñándome su conversación conmigo, pero el último mensaje es de esta mañana y no tiene nada que ver con nuestra salida.
— Sky, no pone nada.
— ¿Cómo qué no? —mira el teléfono con las cejas arrugadas—. Lo vi antes de salir de casa, dijiste que quedáramos aquí... ¡Auch! —sostiene su cabeza con una mano—. Mi cabeza está comenzando a doler bastante.
— Creo que lo mejor es llevarte a casa —concluye Lizzie, aunque no me haya quedado conforme con sus declaraciones, es cierto que debe descansar y mañana será otro día.
Finalmente, consigue beberse la mitad del café y el otro vaso de agua, y sin hacerle más preguntas sobre lo ocurrido en ese pub, la llevamos a casa en mi coche para evitar la lluvia que no deja de caer del oscuro cielo.
Hay algo que no me encaja, y creo que la razón de que mi móvil haya estado bloqueado, tiene bastante que ver en todo esto, más de lo que me gustaría incluso. ¿Por qué si no ella vendría a este lugar si no es que realmente he sido yo la que le he enviado un mensaje?
El despertador suena retumbándome la cabeza por completo, es como si me estuvieran dando martillazos en el interior, y para colmo, parece que esté con los ojos cerrados en uno de esos columpios infantiles que da vueltas. Esto es cosa del alcohol y no recuerdo por qué bebí tanto, o quizás lo que bebí me hizo más efecto del que esperaba.
Son las cinco de la mañana, el despertador era de Asher, que debía irse al aeropuerto rumbo a Los Ángeles y yo accedí a acompañarlo, pero no creo estar en mis cabales como para ir hasta el aeropuerto y luego volver sin que me muera en el camino, o al menos vomitar dos veces.
— No creo que vaya a poder acompañarte —me llevo una mano a la frente—. Creo que bebí demasiado anoche.
— No te preocupes —Siento cómo se desplaza hacia mí para rodearme con sus brazos y besarme en el cuello.
— No te vayas —susurro.
— Me encantaría quedarme en esta situación para el resto de mi vida.
— ¿Y por qué no lo hacemos?
— Porque también me gusta jugar al fútbol y a ti cocinar, además del resto de obligaciones —continua con los besos, dulces y delicados.
— Ser adulto es un rollo —concluyo aun con los ojos cerrados—. ¿Te das cuenta de que no te voy a ver en una semana?
— Lo sé, pero te llamaré todos los días y te escribiré constantemente, así no lo pasaremos tan mal.
— ¿Lo prometes? —abro los ojos para mirarle, y cuando lo hago, descubro que él ya estaba estudiando mi rostro.
— Lo prometo —susurra para después besarme de nuevo, pero esta vez en los labios, pellizcándonos mutuamente.
Asher se separa de mi tras un último beso y se levanta para ir directo a la ducha. Por mi parte, decido ir a buscar alguna pastilla que sea capaz de bajar mi dolor de cabeza y de paso, ahuyentar mis nauseas. Sus maletas están hechas a un lado de mi habitación, y parece como si no lo fuera a ver en meses, pero la realidad es que yo viajaré en unos días y eso hace que la despedida no sea tan dura. Suele irse por trabajo en otras ocasiones y a veces puedo acompañarle, pero en momentos como este no, suelen ser como mucho dos días o incluso tres, y no sé por qué, ésta me parece como si lo fuese a hacer por un largo tiempo. Vuelvo a tumbarme en la cama cuando todo comienza a darme vueltas de nuevo y procuro dejar algo de luz en el ambiente porque la oscuridad es realmente dañina para mí en estos momentos.
Al cabo de un rato, Asher vuelve a entrar encontrándose vestido y listo para salir. Se echa sobre mí apoyando ambos brazos en la cama a los lados de mi rostro. Nos miramos con detenimiento unos segundos, hasta que me enseña su sonrisa, la que tanto me gusta.
— Te voy a echar de menos, Sacher —vuelve a ponerse serio—. Cuando viajes, te esperaré en el aeropuerto con ansias de verte.
— Yo también tendré ganas de hacerlo.
— ¿Estamos hablando de lo mismo? —dice mientras tuerce los labios reprimiendo una sonrisa.
— Pues no lo sé, dímelo tú.
Sus ojos solo pueden mirarme en estos instantes, su mirada es penetrante y parece querer decir mucho más de lo que con sus palabras pudiera. Intenta fotografiar cada parte de mí para poder llevársela consigo y tenerme presente en su mente durante este tiempo en el que estemos alejados, solo pensar en eso me duele, no quiero que se vaya.
— Voy a tener ansias de ver tus ojos, tu boca, tu sonrisa —acaricia lentamente la piel de mi mejilla y cierro los parpados a consecuencia—. Tu forma de mirarme, tus bromas, tu vergüenza, tus enfados, tus "te quiero", tus besos, tus caricias, tu presencia... —se acerca a mi oído y susurra—. Y de hacerte el amor una y otra vez.
Lo que me hace sentir este chico es de otro planeta y si fuese un helado en estos instantes, estaría totalmente derretida sobre la cama. Con mis brazos, rodeo su cuello y lo atraigo a mí para darle los últimos besos antes de su partida. Son intensos, tanto, que si tuviéramos algo más de tiempo haríamos eso último ahora mismo, pero lamentablemente, eso no va a suceder.
— ¿Por qué parece una despedida triste en vez de un hasta luego? —digo acompañado de un puchero cuando me separo.
— Porque es un hasta la semana que viene, Sacher —se ríe ante mi preocupación, puede que esté dramatizando un poquito.
— Eres un tonto, pero te quiero demasiado.
Me levanto de la cama poniendo todo el esfuerzo que puedo en estos instantes y lo acompaño hasta la puerta. El taxi que había pedido ha avisado de que se encuentra abajo en la puerta, así que no me queda otra que dejarle ir, pero antes me vuelve a dar unos cuantos besos más. Finalmente, la puerta se cierra dejándome totalmente sola en mi humilde piso y junto a un dolor de cabeza, además de unas nauseas resacosas.
Vuelvo a la cama para poder seguir descansando, es demasiado temprano como para empezar ya el día, pero recordar que no lo tengo a mi lado, me impide quedarme dormida del todo y todos sabemos que cuando no se consigue dormir, la cabeza comienza a pensar por si sola. Mis pensamientos me llevaron a la noche anterior, en cómo esperé a que las chicas llegaran y en lugar de eso, terminé pasando un rato con Finn en el que estuvimos bebiendo hasta que terminé riéndome con él. Pero finalmente llegaron las chicas, aunque ni si quiera recuerdo cómo fue que se marchó Finn, porque ya no estaba cuando ellas llegaron.
Al final, conseguí que el dolor de cabeza cesara, aunque aún tenía el cuerpo algo descompuesto, pero terminé por dormir un par de horas más. A la mañana siguiente, mientras estaba por hacer algo para comer y devolverle así la vida a mi cuerpo, recibo una llamada.
— ¡Hola, Kenz! —respondo dejándola en altavoz, de esa forma puedo seguir con lo que estaba haciendo.
— Hola borrachina, ¿cómo te encuentras? —responde recordándome totalmente a mi madre, incluso más que en otras ocasiones.
— Pues bien, dentro de lo que cabe. Tengo resaca y he dejado marchar a mi novio, al cual no veré hasta dentro de una semana.
— Eres demasiado exagerada, por Dios, antes de que te des cuenta estarás junto a él.
— Eso espero yo, la verdad.
— Bueno, ¿cuándo me piensas contar la razón por la que estabas en ese pub y no en el que te dijimos? —arrugo las cejas a la vez que corto la zanahoria en dos.
— ¿Qué? Pero si fuiste tú la que cambiaste de lugar en el último momento para que después no aparecierais.
— Imposible. Yo no cambié nada. De hecho, mi móvil estaba bloqueado, no podía hacer nada.
— Me enviaste un mensaje por privado, me dijiste que al final nos veríamos allí, ese pub.
— Sky, no puse nada de eso —su tono ha cambiado a uno aún más serio y comienza a preocuparme. Pensaba que me estaban gastando una broma, pero o es una grandísima actuación o algo ha ocurrido.
— ¡Que sí! Mira, te envío captura y lo comprobarás.
Dejo de cortar verduras para coger mi móvil y buscar la conversación de la noche anterior con Kenzie, pero cuando entro en ella, su último mensaje es de ayer por la mañana cuando hablábamos de un vídeo que le había enviado previamente, no de hace unas horas. Siento como mi cuerpo se corta y de repente necesito sentarme. Recuerdo perfectamente el mensaje, ¿por qué no está ya?
— No está —intento buscarlo de alguna manera en otras conversaciones o en el grupo si hubiera leído mal el nombre.
— Te lo dije, no envié nada. ¿Habías bebido ya cuando lo leíste?
— Estaba saliendo de mi casa y ni si quiera había bebido agua.
— Esto me da mal rollo, Sky. En el pub, ¿estuviste con alguien? Cuando llegamos estabas para el arrastre.
— No —miento automáticamente, no quiero que sepa que estuve compartiendo mi tiempo con Finn, ni si quiera necesito recordarle y tampoco recuerdo parte de nuestra conversación—. Estuve bebiendo mientras os esperaba.
— Es que todo me resulta demasiado extraño, no sé. Como si hubieran entrado en nuestros móviles.
— ¿Tú crees? —pregunto con algo de miedo, porque si eso fuese cierto, Finn tendría algo que ver y no quiero pensar que se trata de eso.
Tras la conversación, estuve intranquila el resto del día. Recuperé mi cuerpo sano y, por último, obtuve una videollamada con Asher cuando había llegado a su casa, pero no mencioné nada de lo que me estaba carcomiendo por dentro, solo quería disfrutar de él desde la lejanía que teníamos el uno del otro hasta que terminé el día quedándome dormida en el sofá viendo una película.
Pasaron algunos días en losque continué con mi rutina diaria entre el trabajo y las clases, en pocassemanas serán los exámenes finales y otro curso habrá concluido. Me queda muypoco para poder encontrar una estabilidad en mi vida, y por primera vez puedoimaginarme como será, junto a Asher, algo que me da la motivación suficientepara levantarme cada día y seguir esforzándome.
Llego a casa después de trabajar. Cuento los días para ver a Asher de nuevo, besarle, abrazarle, acariciarle... Tengo las maletas medio hechas, solo quedan dos días y quiero estar totalmente preparada, ojalá poder controlar el tiempo solo para adelantar dos días lo más rápido que se pueda. Sin embargo, debo frenar mi organización de maletas cuando el timbre comienza a sonar. Acudo a abrir, no espero a nadie y no se me ocurre quien puede ser, no son horas de que Kenzie o Lizzie aparezcan por aquí, a no ser que quisieran darme una despedida sorpresa. Ni si quiera reparo en mirar por la mirilla, directamente abro la perta dándome de bruces con lo que menos esperaba en el día de hoy, y en el resto de mi vida.
— ¿Qué haces aquí? —Es lo primero que sale de mi boca cuando le veo con una sonrisa muy diferente a la de la otra noche, esta me asquea bastante.
— Vengo a aclarar cosas, tenemos que hablar —dice con un aire de superioridad que no me está gustando nada.
— Finn, ¿qué cosas tengo que aclarar contigo?
No me intimida para nada, de hecho, verle después de lo que pasó la otra noche, solo me genera hostilidad y una necesidad de que se vaya para siempre de mi vista.
— Muchas. ¿Puedo? —hace un gesto para entrar. Y aunque no muevo ni un solo pie, él se toma las libertades de entrar apartándome, por lo que no me queda de otra que cerrar la puerta y escuchar lo que tenga que decirme. Vamos al salón y nos sentamos cada uno en un sofá, quiero terminar con esto lo antes posible.
— Ve al grano, estoy cansada y tengo cosas que hacer.
— Seré breve —saca algo de una maleta de cuero de trabajo. Son unos archivos que deja caer sobre la mesita de café.
— ¿Qué es todo esto? —cuestiono arrugando las cejas.
— Míralo por ti misma —los abro y tras leer un poco, se me corta la respiración.
El nombre de Asher aparece en la primera hoja, y cuando paso a la otra, veo fotos de aquel hotel, de las cámaras, de cómo él entraba y salía de la habitación junto con las fechas y las horas. Mi boca estaba seca, y algo no iba bien en mi sistema. Más adelante aparecen fotos de un perfil, uno de WhimApp, el de Asher. Junto a él, todas las conversaciones que ha tenido con todas las chicas con las que había quedado, incluida la mía.
— ¿Qué es todo esto? ¿Cómo lo has conseguido? —no puedo abrir más los ojos en estos momentos, y lágrimas acechan con querer salir, porque no necesitaba que me lo explicara, sabía qué significaba.
— ¿No te acuerdas? Me lo dijiste en el bar, bueno tal vez no te acuerdes porque bebiste demasiado. Pero te lo puedo refrescar.
Saca su móvil del bolsillo y comienza a reproducir algo dejándolo sobre la mesa.
— Oye Sky, cuéntame más sobre qué es estar con una estrella, ¿dónde os conocisteis? Sé sincera.
— No lo vas a creer. ¿Conoces la aplicación WhimApp?
— Si...
— Pues la usé nada más dejarte porque Kenzie me la recomendó, quedé con un chico en el hotel que se encuentra al lado de Bartle Hall. Al llegar todo estaba oscuro y me sentí ridícula.
— ¿Y qué hicisteis?
— Follar.
— Basta —interrumpo bloqueando el teléfono, no podía soportarlo más, no quería seguir escuchando mi voz de esa manera, siendo manipulada una vez más—. ¿Qué es lo que quieres?
— Esto es fácil. Tengo esto que demuestra que Asher ha estado usando esa aplicación y todos sabemos lo poco que gusta a la gente, solo los más atrevidos la usan. Lo que no esperaba es que tú lo hicieras, debo admitir que me sorprendió. El caso es que esto le va a interesar bastante a la prensa. Ya veo los titulares, "El quarterback que usa WhimApp", "Asher Jackson ofrece su cuerpo" o "¿Asher Jackson el prostituto?". Esto no lo toleraría el futbol, ni los fanáticos querrían que su quarterback tuviese ese historial, y adiós a su carrera futbolística.
— ¡No! No puedes estar hablando enserio. —Mis lágrimas ya han salido y no pueden dejar de hacerlo.
— No puedo hablar más en serio, querida.
— Dime que es lo que quieres —le suplico y si así lo quisiera, lo haría de rodillas—. Si lo que quieres es dinero, puedo hacer algo.
— No, con mi sueldo tengo de sobra, gracias.
— ¡Pues dímelo! Haré lo que sea, no quiero destrozarle la vida por mi culpa —sollozo.
— Es tu culpa, eso está claro y te va a costar caro...
— Lo que sea, dímelo —vuelvo a suplicar en un mar de lágrimas.
— Quiero que vuelvas conmigo.
— ¿¡Qué!? —admito que me ha pillado por sorpresa, como si me tiraran un balde de agua congelada y tengo que pestañear un par de veces para volver en sí.
— He querido abrirte los ojos para hacerte ver que con quien mejor estas, es conmigo, he intentado darte celos, incluso tuve que pagar a unos perdedores para que fuesen a robar a tu tiendecita.
— ¿¡Fue cosa tuya!? ¿Y de qué te servía robar la pastelería de una pobre mujer que no tiene nada que ver?
— Pensé que necesitaríais dinero después de eso y el único que podía dártelo era yo. Que vendrías a mí, lo que retomaría el contacto porque querrías devolvérmelo y poco a poco lo nuestro comenzara a resurgir. Pero entonces aparecieron titulares de la gran ayuda de un estúpido jugador de fútbol a conseguir el dinero robado. Eso no me lo esperaba y admito que nunca pensé que sería porque estaba liado contigo, creía que te estabas inventado eso de que tenías novio para darme celos a mí, cosa que conseguiste. Así que, podemos terminar con todos los daños colaterales si vuelves conmigo.
— Nunca —niego rotundamente.
— Pues entonces dile a tu novio que se despida del fútbol y de su vida. Va a ser tan criticado y odiado que no va a poder salir de su casa en lo que le queda de existencia.
Esas palabras me han roto completamente por dentro y por fuera. Siento como si todo a mi alrededor se va desquebrajando poco a poco hasta caerse causando un gran estruendo. Como si una bomba estallara y me dejara aturdida, con un pie entre la vida y la muerte. El diablo está aquí presente y está dispuesto a comprarme, a cambio de salvar la vida de otra persona. Fue mi culpa, solo mi maldita culpa. Yo accedí a su compañía, a que me invitara a copas y ello llevó a que, de alguna forma, hablara más de la cuenta. Estoy desesperada y no creo que pueda hacer otra cosa en estos momentos. Solo existe una forma de solucionar todo esto, tengo que enmendar mis errores y asumirlos como mejor puedo, porque jamás me perdonaría que la vida de Asher se desmoronara por mis intereses.
— Está bien, volveré contigo con la condición de que te deshagas de eso —señalo los archivos.
— Buena opción, no te arrepentirás. Él seguirá siendo el futbolista más amado por el país. Y tú y yo estaremos como antes, felices el uno con el otro.
Mentira. Solo sabe decir mentiras.
— Eran muchos años Sky, no tendremos en cuenta este parón. —No tengo fuerzas para mirarle, es como si me hubiera desinflado y tan solo caen lágrimas, simples lágrimas que demuestran mi tristeza. Y a pesar de eso, él no tiene ningún tipo de compasión por mí.
— Vas a destruir eso, ¿verdad? —señalo con la mirada a los papeles.
— Por supuesto que no.
— ¿Cómo? Es mi condición.
— Querida, si los elimino, tú podrías volver con él y entonces todo esto no tendría sentido, es mi seguro.
— Eres un hijo de...
— No, soy tu novio, y eso no se le dice a tu pareja —sonríe asquerosamente, quisiera retorcerle el cuello en estos momentos—. Bueno, ¿a qué esperas para darle la noticia?
— ¿Quieres que lo haga ahora?
— Sí, delante de mí.
— ¿No puedes darme una semana? Iré de viaje con él, será lo último que haga y después lo haré, lo prometo. Dame eso, por favor —suplico.
— Sky, puedo ser todo lo que me digas, pero una cosa tengo clara, no soy idiota. No voy a dejar que te toque más, ya no estáis juntos. Además, ¿no es mejor cortar por lo sano? ¿Prefieres torturarte y tener una dramática despedida? Vas a sufrir más si lo haces así, Sky. Vamos, hazlo.
Quisiera poder tener poderes psíquicos en estos instantes para poder arrancarle la cabeza de su cuerpo, pero por desgracia eso no es posible. No me queda de otra, no va a querer que lo haga en privado. Sé que quiere estar delante para saber cómo lo hago, para regocijarse de mí y ver la ruptura por sí mismo. El muy hijo de puta está disfrutando.
— De acuerdo... —suspiro mientras miro hacia arriba, intentando pensar la forma adecuada de decirlo sin que formule preguntas, pero es que creo que no existe esa manera. Cojo mi móvil y decido dar el paso con mucho pesar. Mis lagrimas caen sobre mis mejillas, y mis manos temblorosas apenas pueden moverse, pero finalmente estoy llamándole para decirle adiós de una forma dolorosa.
Espero a escuchar su voz y me quedo en silencio, paralizada. No quiero hacerlo, joder, no quiero. Finn me mira con gesto de insistencia, obligándome a hacerlo cuanto antes con sus amenazantes archivos sobre la mesa. Suspiro antes de comenzar a hablar, ni si quiera me salen las palabras, estoy completamente bloqueada.
— ¡Hola, Sacher! —le escucho decir con alegría. Sin embargo, él desconoce que su alegría solo aumenta mi tristeza.
— Hola, Asher... —pronuncio con dificultad en mi voz, intentando ocultar mi llanto, no puedo venirme abajo o no parecerá creíble —. Tengo que hablar contigo.
— De acuerdo, te escucho —ha pasado a ser algo más serio, lo cual es normal cuando alguien te dice una frase como esa.
— Voy a decírtelo sin más rodeos. Necesito espacio, e-entre tú y yo —no es la frase más clara, pero es lo único que se me ha ocurrido.
Escucho cómo empieza a reírse.
— Muy graciosa, ahora enserio, ¿qué me quieres decir?
— Lo estoy diciendo en serio, Asher —sueno lo más serio que puedo sonar sin comenzar a llorar—. Quiero que cortemos.
— Sky, ¿ha pasado algo? Dime que esto es una broma.
— Asher, quiero que rompamos, ¿no lo entiendes? Necesito espacio, no puedo más.
— No, la verdad que no. ¿Puedes decirme si he hecho algo? Podemos solucionarlo, ya lo hemos hecho antes.
— No es cosa tuya, se trata de mí. No puedo más, me siento cohibida por tu fama, por tu forma de vida y me he dado cuenta de que eso no es para mí.
Quizás es la mentira más gorda de toda mi vida.
— ¿Qué? Pero si llevamos varios meses con eso, Sky, y hasta ahora lo llevabas muy bien. Dime que está pasando realmente.
— Estoy diciendo lo que pasa.
— No es verdad y lo sabes, te conozco como para saber que eso que dices no es cierto.
— Asher, ¡te estoy diciendo la verdad! ¡No me siento bien últimamente! Necesito que todo eso pare y centrarme en mi vida.
— Hace unos días me estabas pidiendo que no me separara de ti y hoy me vienes con estas. Perdóname si no me creo ni una palabra de lo que me dices.
— Me da igual si me crees o no, te estoy diciendo que quiero que lo dejemos y que no quiero verte más—se me están acabando las ideas, no quiero recodar el motivo por el que estoy haciendo esto, me duele más a mí que a él todo esto, con la única pega de que desconoce la verdadera razón y lo destrozada que me encuentro.
— Necesito que me digas una razón para cortar conmigo así de repente, si no, no aceptaré la ruptura.
— ¡Te la estoy diciendo! Y no me importa que no la aceptes porque para mí sí que hemos roto.
— Sé que algo está pasando detrás de todo esto y te prometo que lo voy a acabar sabiendo, así que tú decides cuando vas a confiar en mí para contarme tus problemas, Sky.
— Haz lo que quieras. ¡Ojalá nunca te hubiese conocido en esa estúpida aplicación! —cuelgo antes de que me escuche llorar.
Nada me había dolido tanto como hacer esto. Ni si quiera he podido asimilar bien cual es mi situación en estos momentos, no soy plenamente consciente de que mi pasado ha vuelto y amenaza con quedarse por un largo tiempo.
Piedad
No me matéis
🙏🏻🙏🏻🙏🏻🙏🏻
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