Capítulo 43
Parte 8. Maleficio
Han pasado dos meses volando. Apenas he notado cómo los días pasaban y eso me hace cuestionarme en si los he disfrutado como debía. Si lo piensas, cada día va a ser el primero y el último en tu vida, nunca vas a volver a vivirlo, por eso pienso que deberíamos apreciarlos más. Pero es difícil apreciar los días en los que tienes que pasarte la tarde estudiando, o en los que trabajas sin parar y, antes de nada, aclarar que eso no ha sido lo único que he estado haciendo. Asher y yo hemos tenido alguna salida que otra los fines de semana, incluso fuimos a la gran Nueva York, ciudad en la que nunca había estado y he de decir que me impresionó en muchos sentidos.
El cambio más significativo sin duda, es la parte virtual, donde entran las redes sociales a las que tanto temo desde que me hice visible al público. Tengo un pequeño grupo de fans, o así lo llama Asher. Son unas cuantas personas que siguen activas tras el impacto de la noticia, porque es evidente que la gente se fue relajando poco a poco y eso me dio un respiro reconfortante. Sin embargo, aparezco con más frecuencia en el día a día del perfil de Asher, aunque le repito infinidad de veces que no quiero salir, pero ya sabemos que a veces cedo a sus encantos. Muchos medios nos han catalogado como "la pareja de año" pues al parecer he sido bien recibida ante el público y eso le ha venido muy bien a la reputación del número diez. A veces pienso que ser famoso debe cansar demasiado, pero luego le miro y sé que eso es lo que menos le preocupa y le envidio por ello, su capacidad de pasar de todo es admirable.
Al quedarle poco tiempo de sus vacaciones, hace algún tiempo me propuso ir a Los Ángeles durante una semana, a su hogar, conocer a su familia y el entorno que ha vivido durante toda su infancia. No voy a mentir, siempre me ha causado curiosidad saber cómo era su vida allí, con quién se codeaba e incluso a qué instituto asistía. Y bueno, todo eso ocurrirá por fin la semana que viene, aunque él tendrá que marcharse mañana por temas de trabajo y a mí no me quedará más remedio que hacerlo en el comienzo de mis días libres.
Por otro lado, cabe mencionar que mis intentos porque Kenzie aceptara de nuevo a Lizzie en nuestro pequeño grupo, dieron finalmente buenos resultados. Se lo expliqué detenidamente y sabía que al principio se negaría rotundamente además de prohibirme volver a verla. Pero tras mucho sudor y explicaciones, además de una quedada improvisada, mi rubia amiga consiguió entender lo que había ocurrido con Lizzie y que ella no era más que una víctima. Así que el trio del instituto ha vuelto con más fuerzas y risas que nunca, y estoy muy feliz por ello.
Kenzie:
¡Hoy a las once en el pub!
Lizzie:
¡¡Sí!! Qué ganas de veros.
Sky:
¡Yo también! Aunque no podré estar mucho, debo madrugar.
Lizzie:
No seas aguafiestas, Sky.
Kenzie:
Seguro que quiere volver pronto para darle un último revolcón a Asher antes de que se marche.
Lizzie:
Estoy de acuerdo con en esa teoría, Mackenzie.
Sky:
¡¡Kenzie!! Qué bruta eres.
Kenzie:
¿Qué? ¿Es que es mentira?
Lizzie:
¡Jajajaja! Os quiero, chicas. ¡Nos vemos luego!
Sky:
Allí os espero, pesadas.
Dejo el móvil a un lado con el fin de comenzar a prepararme para esta noche de una vez por todas. Me encuentro en mi piso, acomodada en el sofá junto al hombre de mis sueños, el cual se encuentra viendo una de mis películas con drama, celos y amor: Chicas Malas. Lo sé, pensareis que Asher es el típico que se queja por ver estas películas o que las ve por complacerme, pero no, realmente le gustan. Pero es que quién puede resistirse a las artimañas de Regina y sus secuaces mientras la dulce Cady intenta destronarla, por los Dioses, la trama es buenísima. Y lo cierto es que ahora mismo me apetece seguir echada sobre el número diez, que salir con las chicas esta noche, sí, la típica pereza previa a hacer algo que implicar arreglarse y salir a la calle. Qué puedo decir, me gusta estar en casa. Pero al marcharme a Los Ángeles en unos días, este ha sido el único momento para quedar antes de mi partida.
Estoy entusiasmada por ir de viaje, y más cuando se trata de la costa. Pero no es solo eso, tendré la posibilidad de poder darle una sorpresa a mi hermano Noah, no se lo va a esperar para nada. Hemos estado en contacto y ha estado cumpliendo lo de las videollamadas algo más seguido. Por eso creo que no se lo va a esperar.
— No tienes ganas de salir esta noche, ¿no es así? —cuestiona Asher mientras me acaricia el pelo.
— ¿Cómo lo sabes? —suelto una risa que indica "me has pillado".
— Te conozco demasiado ya, Sacher.
— Y lo que aun te queda por descubrir.
— ¿Cómo qué?
— Bueno, aun no estamos viviendo oficialmente juntos, supongo que es un momento importante en el que se conoce a la persona en su zona de confort, ya sabes.
— ¿Eres diferente en tu zona de confort?
— Puede ser que lo sea, pero te aviso que de ninguna manera sacaré aire de mi estómago ni me titaré flatulencias en tu presencia, y espero que tu hagas lo mismo.
— ¿Ni si quiera puedes llamarlos por su nombre? —suelta una carcajada.
— Es algo muy personal y que, a mi parecer, rompe la magia.
— Vale, pues no lo haré si la señorita no quiere.
— Más te vale.
— ¿Y si alguna vez se me escapa alguno? —se le ocurre cuestionar a lo que respondo con una mirada desafiante—. Vale, tendré cuidado.
— Te voy a echar de menos los días que te vayas —le abrazo con más fuerza cual koala.
— No me digas eso, sabes que me va a costar más irme. De todas formas, vendrás en unos días y pasearemos por las calles de Los Ángeles, visitaremos Hollywood y tomaremos el sol en la playa, va a ser increíble.
— Se me va hacer eterna la espera.
— Y a mí, Sacher, y a mí.
— Ojalá ser una de esas ricas que no les importa no hacer nada en su vida para poder irme contigo mañana —hago un puchero como si estuviera a punto de llorar de verdad.
— Te terminarías aburriendo de mí —ríe y aunque no le vea al estar apoyada en su pecho, sé que muestra su dentadura.
Una alarma proveniente de mi teléfono móvil, comienza a sonar, indicándome la hora de comenzar a vestirme para la ocasión si no quiero llegar tarde a nuestra quedada. Me levanto con mucho pesar y paso a darme una ducha, después me seco el pelo para dejarlo suelto, me coloco la ropa seleccionada la cual no es nada especial solo un pantalón de cuero pegado y una blusa. El maquillaje no es el más esmerado del mundo, pero creo que es suficiente. Una vez salgo ya completamente lista para salir por la puerta, me encuentro a Asher de pie para despedirme. Debe acostarse ya si quiere levantarse temprano para el viaje.
— ¿Volverás tarde? —cuestiona poniendo su mano sobre un lado de mi rostro.
—Si me pides que no lo haga, no lo haré, una copa y listo —le digo totalmente en serio, pero él solo muestra una sonrisa complaciente.
— Pásalo bien, Sacher —me besa con dulzura, pellizcado mis labios con delicadeza, pero de tal manera que las mariposas que viven en mi estómago no dejan de revolotear por él y ojalá no dejen de hacerlo nunca—. Por cierto, coge paraguas, está lloviendo.
— ¿Lloviendo?
Al salir a la calle, compruebo que lo que decía Asher era cierto, del oscuro cielo de la noche, están cayendo miles de gotas que forman el fenómeno de la lluvia. Ello me recuerda a la frase que aquella señora mencionó hace algún tiempo, ella dijo que no saliera a la calle en un día como este, pero, ¿con qué propósito? Hay muchas personas que salen bajo la lluvia y no es nada malo, solo es agua.
Despliego el paraguas con intención de lanzarme, pero un mensaje en mi móvil me llama la atención, pensé en que sería de las chicas, y en cierto modo no me equivoqué, era de Kenzie.
Kenzie:
Finalmente nos vemos en pub Jefferson de la avenida Holton.
No pensé que fuéramos a cambiar de lugar, siempre solemos ir al mismo, pero es posible que esté cerrado o no haya sitio. No le doy más vueltas al asunto y pongo rumbo al lugar. Por suerte, la zona en la que vivo está cerca del centro y el lugar nuevo de quedada está incluso más cerca que el anterior. La lluvia es bastante tranquila y totalmente manejable, odio esos días en los que se combina con el aire y por mucho paraguas que se lleve, al final resultas completamente empapada.
Llego al pub en el que no hay demasiada gente, y tampoco veo por ninguna parte a mis dos locas amigas, debo ser la primera en llegar. Debido a la lluvia, hay menos personas de lo normal, pero eso no es impedimento para venir a pasar un buen rato. Decido esperar en la barra mientras vienen, pidiéndole al camarero algo para beber. El tiempo pasa y tanto Lizzie como Kenzie no han aparecido por el lugar ni han dado señales de vida, he tenido conversaciones con los camareros al otro lado de la barra y mirando el Instragram en varias ocasiones, pero se me agotan las estrategias de entretenimiento. Les he mandado miles de mensajes y llamadas, parece que se las haya tragado la misma tierra.
Por los dioses, ¿qué les habrá ocurrido?
No se me ocurre razón alguna por la que no avisen o respondan al teléfono y eso llega a preocuparme bastante por si algo malo les ha pasado, pero en tal caso, ¿por dónde debería comenzar a buscar?
— ¡Hola, Sky, cuánto tiempo! —Me giro para ver de quien es la voz que ha mencionado mi nombre.
— ¿Finn? —cuestiono su presencia en este lugar mientras se sienta a mi lado, aunque es posible que haya vuelto a recaer en la bebida y ande visitando todos los pubs de la zona.
— ¿Qué haces aquí sola?
— Esperaba a mis amigas, pero parece que no van a venir... así que voy a volver a casa.
— No, déjame invitarte a algo —dice mientras se sienta a mi lado.
— No, de verdad, estoy cansada, ha sido suficiente por hoy.
— Insisto, no acepto un no por respuesta —responde de forma educada, no reconozco su comportamiento y tras observarle veo ciertos cambios en su imagen, siempre ha sido bastante atractivo pero su forma de ser es razón suficiente para merecer todo el asco del mundo.
— Esta... está bien —él sonríe, llama al camarero para pedir las bebidas.
— Bueno, ¿qué tal? —devuelve su atención a mí.
— Bien, feliz. ¿Tú? —me gusta recalcar mi felicidad en este momento de mi vida, dejándole claro que todo va bien y que no tengo intenciones de volver a su lado.
— Pues por ahora parece que las cosas van mejor, pero está por verse aún —responde con una sonrisa.
— Ajá... me alegro —respondo, aunque en realidad me importa una santa mierda.
— ¿Cómo vas con tu novio? He visto que ya eres conocida, has salido en algunas noticias. —Sabía que sacaría la pregunta tarde o temprano.
— Estamos muy bien, nuestra relación es perfecta. Pero se va a Los Ángeles por la mañana, aunque iré con él la semana que viene —sin saber por qué, quise restregarle que hacíamos viajes en pareja, algo que nunca hice con él.
— Ah... qué bonito.
Empezamos a beber y hablar, no sé ni por qué le estoy dedicando tanto tiempo, pero lo hago como pasatiempo por si alguna de mis amigas apareciera en algún momento. Noto cómo mi cuerpo comienza a descontrolarse sin mi permiso, todo me arde a causa del alcohol que he ingerido con tres copas. Estoy en ese nivel de borrachera en la que cualquier acción que haga me importa una mierda, y la prueba está en que estoy riendo con Finn.
— No puedo más, no puedo parar de reír —digo entre risas y lágrimas.
— Oye Sky, cuéntame más sobre qué es estar con una estrella, ¿dónde os conocisteis? Sé sincera —pregunta con una sonrisa torcida.
— No lo vas a creer —digo entre más risas—. ¿Conoces la aplicación WhimApp?
— Si... —responde queriendo saber más.
— Pues la usé nada más dejarte porque Kenzie me la recomendó, quedé con un chico en el hotel que se encuentra al lado de Bartle Hall. Al llegar todo estaba oscuro y me sentí ridícula.
— ¿Y qué hicisteis?
— Follar —vuelvo a reír como una posesa—. Comenzamos a quedar muy a menudo, pero no tenía ni pajolera idea de cómo era su aspecto, hasta que finalmente nos vimos porque nos gustamos y resultó ser una estrella de fútbol. ¿Puedes creerlo?
¿Pero qué coño le acabo de decir?
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