Capítulo 42
Parte 7. Presagio
El vídeo se ha hecho viral, está por todas partes. Personas lo comentan, cuentas de fans lo suben con ediciones, aparece en revistas, páginas webs y programas de televisión, tanto el nombre de Asher como el mío están en el trending topic de hoy en Twitter. Toda mi familia lo ha visto y me han escrito mensajes, hasta parientes lejanos que apenas conozco. Allá donde mires, es lo primero que aparece:
"Famoso jugador de fútbol, confiesa su amor a una chica en una fiesta"
"La nueva pareja de Asher Jackson se llama Sky"
"Todo lo que sabemos de Sky, la nueva novia del futbolista"
Siento que han invadido mi propiedad, es como si hubieran entrado en mi casa y hurgado en mis cosas sin llevarse nada. Mis fotos tienen miles de likes, los seguidores suben, y tengo un montón de mensajes en mi buzón de Instagram de gente que no conozco de nada. No puedo respirar bien, es como en el sueño, me ahogo. Entonces veo una publicación de alguien más por casualidad, es otra cuenta de fans y en ella veo una captura de pantalla donde aparece el usuario de Asher que ha comenzado a seguir mi cuenta.
— ¡Asher! —grito saliendo del baño—. ¡Asher! ¿Qué has hecho?
Continuaba durmiendo hasta que levanta la cabeza, desorientado, sin apenas poder abrir los ojos. Su extrañeza hace visible el desconcierto, no sabe de lo que le hablo.
— ¡Me has seguido en Instagram, ahora todos saben mi usuario y me están acosando! ¡Y para colmo, alguien ha subido el video de tu discurso de anoche!
— Espera, cariño, más despacio, acabo de despertarme y estoy algo espeso. ¿Qué has dicho de un vídeo? —se coloca boca arriba con los ojos cerrados y con una mano sobre su frente.
— Asher, alguno de tus amigos subió un vídeo del discurso que diste anoche donde me decías lo enamorado que estabas y mi nombre.
— Sí, lo recuerdo. ¿Hicieron un vídeo? No tenía ni idea.
— Y no solo eso, porque hay muchas personas que se llaman Sky en las redes sociales. ¡Me has seguido! Lo que dio a mucha gente la información que querían, ¡mi usuario!
— No te he seguido, Sky —abre los ojos y gira su cabeza para mirarme arrugando sus cejas.
— Sí, lo has hecho.
— No, lo recordaría.
— Bien, pues compruébalo.
Me subo a la cama junto a él mientras coge su teléfono de la mesita que tiene en su lado, y tras desbloquearlo, abre la aplicación y busca mi usuario, sorprendiéndome al ni si quiera reparar un momento en pensarlo. En la pantalla aparece claramente la palabra "siguiendo". Le doy un manotazo en su brazo para indicarle que tenía razón.
— Pues no recuerdo haberte seguido, no iba a hacerlo hasta que me dijeras que... ¡Un momento! Ya lo recuerdo, ¡tú me lo dijiste!
— ¿Qué? —arrugo las cejas.
— Tú me dijiste que lo hiciera, de hecho, me quitaste el móvil de las manos, ¡lo hiciste tú!
— No recuerdo haber hecho eso.
— Haz memoria de anoche.
— Diste tu discurso, comimos tarta y continuamos bebiendo copas —me pongo pensativa mirando al blanco techo e intentando recordar cada paso de anoche, incluido el encuentro con Hayley.
— ¿Y qué más?
— Bailamos.
— ¿Solo?
— Hubo un momento en el que estábamos con las copas subidas y casi subías una foto conmigo a tus historias públicas, pero finalmente lo hiciste para mejores amigos —Asher se toma un momento para comprobar lo que estaba diciendo.
— Es cierto, aquí está —muestra la pantalla de su teléfono en la que salimos los dos dándonos un beso entre la cantidad de personas.
— Bien, y cuando lo subiste vimos las historias de tus amigos en las que habías sido etiquetado. Entonces... —paro en seco al recordarlo todo con claridad, esta mañana no era la primera vez que había visto el video.
— Entonces, ¿qué? —levanta una ceja mientras yo aprieto mis labios queriendo tragarme mis palabras.
— No vuelvas a dejar que beba alcohol en la vida —termino por decir.
— ¿Qué pasó? —cuestiona con una sonrisa.
— Vimos el video, y creo que asumí que ya todos sabían sobre mí, así que te dije que me siguieras porque ya no importaba.
— ¿Y? —insiste.
— Y tú me dijiste que no porque solo habías dicho mi nombre, pero yo insistí porque soy una paranoica y más cuando estoy borracha. Así que, yo cogí tu teléfono y me auto seguí con tu cuenta desatando esta bomba. Mierda —cierro mucho los ojos queriendo esconderme en cualquier lugar donde no ser vista nunca.
— Si vemos el lado bueno de las cosas, mucha gente verá tus recetas y lo majestuosa que eres en la cocina. Eso es bueno ¿no?
— ¡No! No lo es. Porque no solo subo recetas, también es mi cuenta personal, saben cómo es mi rostro y todo sobre mí, no hay que ser muy listo, solo tienen que indagar a fondo en el perfil.
— Pues cámbiala a privada.
— ¡Tengo cien mil seguidores, Asher! ¡En unas horas! ¿De qué serviría? —coloco mi espalda sobre el cabecero de la cama cruzando los brazos y haciendo un puchero con mi labio inferior como haría mi sobrino Marcus cuando no le dan chocolate.
— Sky, me siento mal por cómo repercute mi vida en ti, si puedo hacer algo, lo haré, así que dime.
— No quiero que te sientas mal por eso, tampoco es culpa tuya tener fans y seguidores, es parte de tu trabajo. Y en parte, es mi culpa por ser una incompetente cuando estoy borracha, puedo hacer cualquier cosa de lo que me arrepentiré al día siguiente. Así que, no me queda otra que intentar llevarlo con total normalidad —digo intentando calmarme y puede que lo consiga hasta que vuelva a mirar mi teléfono—. Por cierto, yo también estoy muy enamorada de ti.
— Dios, menos mal, si no, habría sido un palo —bromea echándose sobre mí para besarme.
Ni si quiera entré en las redes sociales durante los días siguientes, tenía miedo de ver lo que se comentaba sobre mí en ellas. Es raro pensar que millones de personas conocen de tu existencia y se creen con el derecho de opinar sin si quiera conocer. ¿De eso trata la fama? Supongo que tendrá sus cosas buenas, ¿pero de qué sirve si las malas son incluso peor? Solo debo esperar a que todo pase, a que todo el mundo asimile que Asher Jackson tiene novia y es feliz con ella.
Últimamente estoy más en la casa de Asher que en mi pequeño piso, él no tiene entrenamientos ya que ha acabado la temporada y tiene más tiempo libre. Aunque aún le quedan sesiones de fotos, promociones y entrevistas en programas de televisión o radio, es lo que tiene haber ganado una Super Bowl, que todas las marcas quieren tener tu imagen en su publicidad y los medios quieren que les dediques unas palabras sobre cómo lo hicieron o qué sintieron. Pero lamentablemente yo continuo con mi cansada rutina, ir a clase y trabajar en la pastelería cada día, no tengo opción alguna. Por eso odio madrugar a su lado y dejarlo durmiendo plácidamente en la cama cuando yo tengo que salir al frio para ir a clase.
Por suerte, la mujer que cocina para Asher, me prepara el desayuno cada mañana y aunque algo en mí me dice que está mal aprovecharme, eso me permite dormir un poco más. Tras comer algo, voy directa a la ducha y con mi ropa preparada la noche anterior, termino de vestirme y arreglarme en menos de diez minutos.
La primera clase del día es Tecnología de los alimentos aplicada a la gastronomía. Me gusta esa asignatura, porque practicamos diferentes técnicas de vanguardia con los instrumentos necesarios o conocer las formas de cambiar la materia de los alimentos. Todos nos sentimos como científicos con la bata que nos otorgan o cuando cogemos las gafas protectoras, aunque si lo fuese de verdad probablemente seria de las que hacen explotar cualquier experimento. Y, por último, la asignatura de Análisis sensorial en gastronomía, es algo más aburrido, pero a veces resulta interesante. Era evidente que todos mis compañeros, o al menos la mayoría, iban a hablar sobre mí. Escucho susurros que decían "Es la nueva novia de Asher Jackson" o "Está saliendo con el quarterback de los Chiefs", entre otros tantos más del mismo estilo. Mis amigos algo sospecharon cuando de pronto les contaba que iba a partidos e incluso a la Super Bowl cuando sabían que no me interesaba ver el deporte, pero, aun así, alucinaron cuando se enteraron. Incluso los profesores me miraron con una sonrisa que decía "Buena pesca" y juro que es demasiado incómodo.
Al acabar las clases, debo ir directa al trabajo mientras me como un sándwich vegetal que compré en una tienda a la que suelo asistir la mayoría de días. De camino a la pastelería, en lo que como, paseo por las calles que más me atajen el camino. Todo iba con normalidad, como cada día, el sol iluminaba los callejones que disponían de comercios de diferentes tipos y la gente realizaba sus tareas rutinarias. Entonces diviso la tienda de mobiliario que tanto me gusta, han cambiado el escaparate debido al cambio de temporada que se acerca. Adoro pensar en remodelar el pisito de estudiante que mantengo como puedo y hace ya que no dedico algo de mi sueldo en algún elemento decorativo. Hay cuadros, jarrones y alfombras que me encantan, pero sobre todo una cómoda estilo vintage, eso sí fue amor a primera vista. Pero el precio no lo es tanto, es prácticamente la mitad de mi sueldo y bueno, aunque ahora esté ahorrando algo al estar más en la casa de Asher, quizás no deba gastar tanto en un mueble y sí en otras cosas como por ejemplo en cursos para aprender otro idioma o incluso de cocina. Mientras pienso en si debería o no, dos personas salen de la tienda portando un espejo en el que me veo reflejada que llama también mi atención, y no porque me haya gustado, que también, sino por la forma en la que lo están llevando. No se encuentra protegido, es como si directamente lo hubieran cogido del expositor y quisieran llevarlo a algún lugar. Y sucede, a uno de ellos se le termina por resbalar la mano y la esquina inferior del espejo toca con brutalidad el suelo, resulta pesado porque finalmente la otra persona no puede con el peso y finalmente cae por completo. Mis reflejos actúan y cierro los ojos a la vez que coloco uno de mis brazos frente a mi rostro para protegerlo. Al abrirlos de nuevo, me encuentro con cientos de trozos de cristal esparcidos por el suelo, y al mirar abajo, mi cara está manifestada en uno de ellos.
— ¿Estás bien, chica? —me pregunta la mujer que portaba parte del espejo ahora roto.
— ¡Sí! No se preocupe, solo ha sido el susto —respondo con una sonrisa para tranquilizar su inquietud.
— Menos mal que el marco sigue impoluto, tendremos que retrasar la entrega hasta que consigamos ponérselo de nuevo —le dice el muchacho a la mujer.
Decido no darle más importancia al suceso y saco mi teléfono para fotografiar la cómoda y seguir considerando su compra en mi casa. Continuo con el camino hasta la pastelería, que no me lleva más de diez minutos, Asher prometió recogerme así que no estoy haciendo uso del coche últimamente, de esa forma puedo hacer algo de ejercicio caminando. Al llegar a mi trabajo, me encuentro con varias personas en la entrada, decido hacerme paso entre alguna de ellas pensando que habría algo de cola por alguna complicación, pero al fijarme en ciertos complementos que portaban, entendí que estas personas no estaban allí por la pastelería. De pronto se formó un barullo en el que me encuentro implicada, no me dejan avanzar para entrar en el local y los flashes me ciegan por momentos en los que me cuesta abrir los ojos sin ver esa mancha por la luz.
— ¡Sky! ¿Esta pastelería es tuya?
— ¿Qué opinas de los comentarios que dicen que pretendes colgarte de la fama de tu novio para ser influencer culinaria?
— ¿En qué escuela de cocina estudias?
— Sky, ¿cómo conociste a Asher?
— ¿Qué se siente al estar con alguien tan famoso?
— ¿Se escuchan campanas de boda? ¡Cuéntanos!
Ni si quiera puedo descifrar quien de todos ellos han hecho las preguntas, de repente estoy rodeada por teléfonos móviles y algún micrófono que otro, además de cámaras que graban o sacan fotos. Me encuentro totalmente desconcertada, no esperaba que esto fuera lo que me encontraría al llegar a trabajar. No me salen las palabras, ni si quiera para decirles que se vayan de aquí y me dejen en paz. Diría que hay más de los que vi esperando en la puerta, entre todos me empujan mientras continúan haciéndome preguntas y puedo ni si quiera reaccionar.
— ¡Todo el mundo fuera ahora mismo! ¡Dejad a la pobre chica tranquila de una vez, por Dios! —la voz de Donna, mi jefa, resuena por encima de las voces de los periodistas, se abre paso entre ellos como pueden y consigue agarrar mi brazo para meterme en el interior de la pastelería, pero antes de cerrar la puerta, saca la mitad de su cuerpo y vocifera—. Sois una manada de hienas que se alimentan del primer cotilleo que salga a la luz, ¡pues no va a salir ni una sola palabra de su boca!
La puerta se cierra cuando termina de hablar, provocando un silencio en el ambiente que mi cuerpo tanto deseaba, porque iba a terminar por explotar mi cabeza. Donna cierra con llave y me arrastra hacia la cocina donde me examina con detenimiento, supongo que sospechaba que hubieran forzado o hecho algún tipo de herida. Al comprobar que todo está aparentemente bien, suelta un largo suspiro mientras me observa con los brazos en forma de jarra.
— ¿Qué ha pasado, Skylar? —cuestiona con preocupación en la mirada.
— Han descubierto cual era mi nombre y mi perfil en las redes. Si Asher consiguió encontrar dónde trabajaba, ellos también lo han hecho —tomo aire para después soltarlo como si pesara—. Siento que esto haya salpicado a la pastelería, y entendería si debo dejar de venir un tiempo.
— ¿Qué? Niña, ¿qué dices? No te dejaría sin trabajo solo porque la mayoría de este mundo se tan chismosa. No es culpa tuya. Lo que haremos, será que procures entrar por la puerta de atrás, te daré la llave, y pasarás el tiempo que puedas en la cocina, así nadie podrá verte ni molestarte en tu trabajo. ¿De acuerdo?
— ¡Sí! Gracias Donna, qué haría sin ti.
— Muchas cosas, mi niña, de eso estoy segura —dice mientras me envuelve en un abrazo.
Hago lo que me dice y mantengo dentro de la cocina, horneando sin parar. No dejo de pensar en lo que acaba de ocurrir, en la cantidad de personas que esperaban que llegara a trabajar. ¿Cuánto tiempo estarían ahí? ¿Me van a seguir cuando salga? No he ido a mi piso desde lo que pasó, ¿habrán descubierto también donde vivo?
Esa misma noche, vuelvo a mi piso ya que Asher debe viajar para poder asistir al plató de un programa de televisión en Nueva York. Por suerte, no me he topado con nadie sospechoso que pueda sacar una noticia sobre mí así que por el momento mi casa es totalmente libre y un lugar seguro. Amanezco allí mis días echando de menos hacerlo con mi número diez por mucho que odie dejarlo dormir en la cama. Tampoco tengo a alguien que me prepare el desayuno, así que debo apresurarme para no llegar tarde a clase, suelen dejar fuera a los que se demoran demasiado.
Apunto estoy por salir por la puerta cuando mi bolso decide desprenderse el asa que me permite colgarlo de mi hombro, cayéndose todos mis libros al suelo. Maldigo en voz alta, pero no demasiado para no molestar a los vecinos y vuelvo a mi habitación para buscar otro bolso en él pueda llevar los materiales. Al abrir el armario, algo se cae al suelo sorprendiéndome, resulta ser el bolso que usé para el cumpleaños de Asher, saliendo de él mi pintalabios y un pequeño papel, recojo ambas cosas, pero no recordaba que tuviera una hoja. La desdoblo encontrándome con un número de teléfono. La imagen de Lizzie se me viene a la mente al instante recordando el momento en el restaurante, con todo esto se me había olvidado por completo. Quizás sea una especie de señal, una forma de distraerme del tema de los paparazis y los cotilleos. Cojo mi móvil y añado el número en mis contactos sustituyendo al anterior que ella tenía. Entonces decido mandarle un mensaje para proponerle vernos hoy.
Sky: Hola Lizzie, soy Sky. ¿Podemos vernos hoy?
Continuo ordenando mis cosas en la habitación hasta que encuentro una vieja mochila, meto todas las cosas de clase en ella y corro hacia clase como si me fuera la vida en ello. Por suerte, no me han penalizado por llegar un poco tarde y he podido tener la clase en paz, hasta que llega un mensaje a mi teléfono.
Lizzie: ¡Por supuesto! No sabes cuanto me alegra tener un mensaje tuyo. Solo dime dónde y cuándo.
Sky: Tengo un momento para comer antes de irme a trabajar, podemos comer hamburguesas en el Jack's.
Lizzie acepta sin problemas, solo me queda pasar la hora de clase sin que termine durmiéndome sobre mis brazos.
Finalmente salgo de clases y acudo al lugar de quedada en el que ella ya se encuentra sentada en una mesa. Su aspecto ha cambiado bastante desde la última vez que la vi. Su largo perlo ahora está cortado por los hombros, con un color azabache haciendo un contraste notable con el anterior. Le gustaba llevar siempre eyeliner y diría que eso es lo único que se mantiene, además de sus labios rojos. Siempre ha destacado y hoy no es la excepción, la he reconocido entre múltiples personas a pesar de su cambio.
— Gracias por acceder a venir —dice con una amplia sonrisa levantándose para darme un beso en la mejilla como saludo.
— No me las des, solo creo que es justo que expongas tu versión de los hechos —me sincero sentándome en la silla frete a ella.
— ¿Todo bien en tu vida ahora?
— Sí, bueno, soy muy feliz, salvo por ciertas cosas que aun debo asimilar.
— Me lo puedo imaginar, he visto el video, es muy bonito lo que dice de ti. Es increíble que estés con Asher Jackson, te lo habrá dicho mucha gente.
— Sí, alguna que otra.
Un camarero se acerca a la mesa y toma nota de lo que queremos tomar, como es evidente pido la hamburguesa más gourmet que tenga la casa junto a un refresco y patatas fritas.
— ¿Cómo os conocisteis? —cuestiona nada más marcharse el camarero dejándonos solas de nuevo.
— Pues verás... fue gracias a Kenzie, ella me llevó a un partido, yo le saqué fotos con los jugadores y él se fijó en mí —he decidido usar la versión de Asher, es más creíble.
— ¡Qué bonito!
— E inesperado, a decir verdad. Bueno, comencemos a hablar de lo importante.
Carraspea.
— Sí, creo que es lo mejor. No sé bien por dónde empezar, estoy algo nerviosa, quiero contarlo bien y no sé si podré expresarme.
— ¿Cómo ocurrió? ¿Cómo llegó hasta ti?
— Todo empezó en Instagram. Sabes que me gusta subir fotos mías, pero no tengo ninguna intención con ellas, solo lo hago porque me apetece y es una forma de salirme de mi vida rutinaria por un momento. Un día subí una de mis fotos a una historia y él la respondió. Dijo que estaba preciosa. Estaba extrañada, nunca antes me había hecho el más mínimo caso, ¿y de repente me soltaba aquello? Le di las gracias por cortesía y no tuve intención de volver a hablarle. Seguí subiendo fotos días después y a todas respondía con un cumplido, pero ya no respondía. Siguió haciéndolo hasta que le pregunté por qué lo hacía si estaba contigo, y me contestó que habíais roto hacía tiempo. Tengo capturas de todo, Sky, las hice con intención de enseñártelas. No teníamos demasiada comunicación en ese momento, estábamos ocupadas cada una con lo nuestro y le creí. Pero de igual forma, no significó que le siguiera el rollo y comenzamos a hablar de temas naturales, de nuestra vida, de cómo nos iba. Un día me dijo que podríamos quedar para hablar en persona de esas cosas y cometí el error de decirle dónde trabajaba, que, en ese momento era camarera de un bar en Platte City. Finn se presentó allí al día siguiente y esperó en una mesa hasta que acabara mi turno. Accedí a tomar algo con él, pero solo por ese día. Lo que no sabía es que se iba a presentar cada día. Me invitaba a copas y accedí por no ser una maleducada, aunque ello derivó a que finalmente nos acostáramos. Sabía que estaba mal, porque eras mi amiga, por eso me negaba a volver a sentarme en aquella mesa, pero sin saber cómo, conseguía que lo hiciéramos de nuevo. Hice mal, me arrepiento demasiado, Sky. Porque no lo hice una vez, el insistía, volvía y repetíamos, era como estar en un bucle. Un día me llamó y me dijo que lo nuestro se había terminado, ni si quiera sabía a qué se refería porque no había nada nuestro desde mi punto de vista. Entonces quise contártelo, porque no me sentía nada bien, pero me di cuenta de que rechazabas mis llamadas e ignorabas mis mensajes y finalmente vi que me habías bloqueado de todas partes, comprendía dónde me había metido sin quererlo. Kenzie me habló, aunque solo recibí insultos por su parte, diciendo que era la peor persona del mundo por haberme acostado con tu novio.
— Nunca creí las palabras de Finn. Y ahora sé que no me equivocaba, porque en el fondo sabía que lo terminaría haciendo, tú fuiste la elegida, caíste en la trampa. A él nunca le perdonaré por todo lo que me ha hecho, pero supongo que a ti si puedo darte otra oportunidad, Lizzie.
— ¿De verdad? —sus ojos desprenden un brillo de felicidad.
— Sí, hay personas que la merecen de verdad, otras no. Finn ha sido un mal en nuestras vidas y lo será en las vidas de aquellos con quien tenga afinidad. Así que, propongo que nos olvidemos de todo y volvamos a como estábamos antes —confirmo con una sonrisa que solo provoca que aumente su alegría.
— Prometo no volver a caer en ninguna trampa jamás en mi vida, al menos no de este tipo.
Creo que es lo justo y me siento bien por haber perdonado, de vez en cuando hay que hacerlo porque la vida ya es lo suficientemente dura como para juzgar y condenar a todos por igual. Hay ocasiones en las que es mejor poner la otra mejilla, empezar de cero, nadie es perfecto y podemos cometer errores que nos cambian la vida porque aprendemos de ellos. Lizzie solo fue una víctima, ha tenido contacto con la misma persona que me hizo daño a mí y se lo hizo a ella, engatusándola para hacer algo que sabía que estaba mal.
La comida llega a la mesa y pronto se relaja el ambiente entre nosotras dos, rememorando momentos del instituto entre cotilleos de algunos conocidos.
— Así que, trabajas en ese restaurante francés, deben pagarte bien —puede que suene descarada, pero es que es más que evidente tras ver ese lugar.
— No te equivocas —se lleva una patata a la boca—. Fue una casualidad, cosas que pasan una vez en la vida y no es que me encante, a decir verdad, pero necesito pagar la universidad. En cuanto tenga un trabajo de lo mío, adiós a los restaurantes.
— ¡Lo mismo digo! —me llevo una de mis patatas a la boca—. Aunque me encuentro bastante a gusto con Donna, pero no puedo dedicarme a hacer solo pasteles. Oye, ¿me pasas la sal? Les falta un poco —señalo las patatas. Lizzie me pasa el salero y al cogerlo vierto el bote sobre el alimento dos veces, pero decido que una tercera seria lo mejor hasta que al realizar la acción, la tapa del bote se desprende dejando salir todo su contenido. La sal se había derramado en la mesa y en mis patatas.
— Vaya, que mala suerte. Pediremos otras.
Después de la comida con Lizzie, fui directa a la pastelería, donde entré como me indicó Donna, por la puerta trasera para así evitar cualquier tipo de preguntas que se les ocurran hacerme. Solo espero poder tener un día de calma y paz.
El paso de la tarde transcurre con normalidad y tras comprobar que no había ni rastro de las hienas con cámaras, Donna me da paso a ocuparme de los últimos clientes del día mientras ella limpia y ordena la cocina. Atiendo a todos por igual, y cuando estaba a punto de colocar el cartel de cerrado en la puerta, una señora con vestido y pelo canoso bien peinado, entra pidiendo unos dulces para su antojo dulzón.
— Tenga —le ofrezco los dulces en la bolsa—. Le he puesto uno de más que corre por mi parte.
— Gracias, linda, eres muy amable —sonríe mientras busca algo en su bolso.
— Nada. Recuerde que servir a los antojos de vez en cuando no tiene nada de malo, de hecho, nos da algo de felicidad.
— No te falta razón —finalmente saca un billete del bolso que me entrega con una sonrisa — Por tu amabilidad, te daré un consejo: No salgas a la calle en una noche tormentosa —la escucho decir.
— ¿Qué? —cuestiono esperando una explicación mientras le doy el dinero de cambio, ella no solo coge su dinero, sino, que resguarda mi mano con las suyas mientras me dedica una sonrisa dulce.
— Recuérdalo niña, no salgas a la calle en una noche tormentosa.
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