Capítulo 41
Parte 6. Delirio
Nunca antes me había comunicado por señas, y para ser sincera no pensé que se me diera tan bien. He discutido y rogado con Asher mediante señales para que no se le ocurra hacer ninguna tontería, pero al número diez eso no le ha bastado, de hecho, le ha parecido hasta divertido y continúa castigándome moviéndose en mi interior mientras que, con uno de sus dedos acaricia la zona sensible de mi entrepierna. La mujer que espera impaciente su turno da unos cuantos toques en la puerta esperando una respuesta por mi parte ante mi gemido.
— ¡S-sí... no se preocupe! —grito, desesperada por salir de aquí.
— ¿Necesitas algo? —vuelve a insistir la mujer.
— ¡No! —suelto con demasiado ímpetu a causa del placer que Asher no deja de darme a pesar de saber lo mal que lo estoy pasando ante esta situación—. No, de verdad —digo mientras reprimo las sensaciones que está creando en mí, además de darle golpes en el hombro exigiendo que pare, aunque sin éxito.
— ¿Seguro?
— Enserio... Asher para por favor —ruego en un susurro cargado de emoción para después centrarme en la persona que espera al otro lado—. ¡Seguro!
— Córrete en mis dedos y pararé —ordena saliendo de mí para centrarse en los movimientos con sus dedos.
Me aferro a él cuando comienza a moverse rápido, no puedo soltar ni un solo ruido más por lo que me llevo uno de mis dedos a la boca para morderlo en lugar de expresarme mediante jadeos o gemidos. Con su cuerpo me sostiene en la pared, mientras mantengo mis piernas totalmente abiertas para él, que con una de sus manos se encarga de salir y entrar a través de mi cavidad, en lo que con la otra continúa moviendo sus dedos de arriba abajo con rapidez sobre mi clítoris. Resuenan los pasos de la mujer al otro lado de la puerta dando vueltas de un lado para otro, compaginándose con los movimientos que Asher realiza sobre mi feminidad. Todo esto recrea en mí una coalición de emociones y sentimientos que suben y bajan en mi interior y que jamás sería capaz de explicar con palabras pero que termina en la liberación de mis placeres sobre las manos del provocador.
— ¿Te queda mucho? —Es todo lo que se escucha mientras intento volver a recuperar mi respiración.
Asher no puede dejar mirarme, cada movimiento que produzco le parece prestigioso y digno de ver en estos instantes mientras muestra una sonrisa de satisfacción.
— ¿Contento? —le cuestiono en un tono aptos para ambos dos.
— Mucho —deposita un pequeño beso sobre mis labios antes de separarse y dejar que mis pies vuelvan a tocar el suelo.
En lo que volvemos a colocarnos la ropa, no dejo de pensar en la mujer de fuera la cual no deja de hacer resonar sus tacones por el suelo, dejando en claro que se encuentra a escasos centímetros de nosotros y que desconoce que acabamos de realizar un acto voluptuoso.
Cuando acabamos, Asher y yo nos quedamos mirándonos para comprobar que todo está en orden. Me doy cuenta de que tiene manchas de mi pintalabios rojo por su mandíbula e intento quitárselas como puedo mientras él peina mi cabello porque probablemente esté enredado.
— Salgo yo primero y después lo harás tú —le indico manteniendo el tono bajo.
— Ella va a querer entrar.
— ¿Crees que no lo sé? —bufo antes de poner la mano sobre el manillar y prepararme mentalmente.
Al abrir la puerta me encuentro con una mujer de mediana edad, de cabello rojizo y luciendo un traje de lo más glamuroso. Nada más salir, me rastrea al completo con extrañeza.
— ¡Disculpe la tardanza! —Con un ávido movimiento, me coloco en el lado contrario a la puerta del aseo captando su atención de tal manera que en su campo de visión no entre la puerta del aseo—. ¡No sabe lo que me ha costado! —La mujer arruga su nariz haciendo una leve mueca de repulsión, mientras Asher comienza a salir a su espalda—. ¡Ponerme un tampón, claro! Me cuesta mucho ponérmelos, ¿sabe? Cada vez que lo intento gasto unos cinco, ¿no es un despilfarro?
Con pasos silenciosos, el jugador número diez consigue salir del baño sin que la mujer se dé cuenta de su presencia y ni si quiera sospecha de lo que hemos estado haciendo ahí dentro.
— Bueno, se lo he dejado todo limpio, no se preocupe. ¡Adiós!
Salgo del baño antes de que continue diciendo aún más barbaridades referidas a mi ciclo menstrual y cómo me coloco los productos para gestionarla. Debe de haber pensado que estoy loca o algo por el estilo, no es muy normal contarle a la gente que no conoces, tus dificultades con los tampones.
Mi respiración está algo agitada al salir del baño, no pensé que tuviese que enfrentarme a algo así en toda mi vida, pero es lo que da chispa a nuestro día a día y si no fuera por Asher, seguiría apagada. Así que en cierto modo y visto desde fuera, ha sido excitante y arriesgado. Echo la vista a todo el interior del restaurante, pero no le localizo por ningún sitio, así que decido salir fuera y comprobar que no continue más con su "sanción".
— Ha sido el mejor regalo de cumpleaños, sin duda alguna —escucho que susurra tras de mí rodeándome con sus brazos.
— La forma en la que te cobras los regalos es un tanto extraña, por no hablar de que tienes unos curiosos fetiches.
— Así es —ríe dejando chocar el aire que sale de su nariz en mi oreja—. Pero no me puedes negar que ha sido una buena experiencia.
— No lo niego.
— Haber follado en el baño era bueno, pero no contaba con alguien al otro lado, ha sido todo un plus y, joder, mejor de lo que pensaba. Me ha encantado ver la angustia que sentías por ser pillados mientras intentabas no mostrar cuánto estabas disfrutando.
— Creo que tienes una fiesta —me zafo de su agarre al notar calor de la lujuria de nuevo por mi cuerpo y me encaro con él.
— Eso parece, aunque yo me quedaría contigo, nos iríamos en coche a un lugar perdido y volvería a hacer lo que ahí dentro hace unos minutos.
— Estás muy salido en el día de hoy, Jackson.
— Por ti, estaré lo que tú me digas.
De repente, una música proveniente de mi móvil suena rompiendo el fuego que se estaba comenzando a propagar entre nosotros y creo que, si no llega a haber sonado, ahora mismo estaríamos haciendo el plan alternativo de Asher. Es una llamada y por el tono diría que es mi fiel amiga Kenzie, a la que avisé en mitad de la cena de que sí iríamos a la fiesta.
— Hola, Kenz —contesto mientras Asher me coge de la mano para dirigirnos al coche.
— ¿Dónde estáis? ¡Llevo media hora esperando!
— Ahm... sí, ya vamos de camino.
— ¿Qué hacéis para tardar tanto?
— Ya... ya te contaré. Ya nos hemos subido al coche, vamos para allá.
— ¡UHHHHH! —me grita en el oído a través del aparato, tanto que debo apartarlo ligeramente.
— Ahora nos vemos —me despido.
Indico a Asher dónde queda la casa de Kenzie usando el mapa del móvil, ya que ni si quiera sé en qué parte de Kansas City queda el restaurante. Cuando llegamos, ella ya está en la puerta esperando, como siempre. Luce un vestido ajustado y corto de color morado oscuro con toques brillantes que resplandecen con el reflejo, por no hablar de su maquillaje y peinado, adoro el buen gusto de mi amiga.
— ¡Buenas! —saluda con un tono algo pícaro, sabe perfectamente a que me había referido antes.
— ¡Hola! —decimos Asher y yo al unísono.
— ¡Feliz cumpleaños, Asher!
— ¡Gracias! —contesta con una sonrisa mostrando su dentadura.
— Oye, Ash, he oído que tus fiestas son geniales, ¿es cierto? Necesito una noche loca —pregunta al conductor.
— Supongo que sí, espero que os lo paséis bien. Yo estaré ocupado saludando a todos, así que mi diversión vendrá más tarde. Vosotras podéis ir a vuestro rollo y pasadlo bien. Ya me pasaré a bailar contigo —me mira guiñándome un ojo.
Cuando habían mencionado que iba a ser una fiesta a lo grande, nunca imaginé que se trataba en el club más prestigioso de toda la ciudad, pero no es para menos. Tampoco pensé en la cantidad de periodistas que iban a estar esperando en la puerta a la llegada del cumpleañero. Casi podría tratarse de un estreno de alguna película en la que los actores pasan por la alfombra roja en lo que van llegando. El coche se para justo en la puerta, los guardias deben controlar a los paparazzi que luchan por obtener una foto del jugador esta noche, entonces siento como se va formando un nudo en mi estómago.
— ¡Madre santa bendita! ¡Jamás pensé que llegaría a entrar en este lugar! —exclama mi amiga con entusiasmo—. Dios mío, mira todos esos periodistas, va a ser increíble.
— No estoy tan de acuerdo —digo automáticamente sin si quiera pensarlo.
— Sky, si no quieres entrar por aquí, puedo decirle a aparcacoches que os lleve a la parte trasera. Hay más periodistas de los que normalmente aparecen.
— No, da igual, no importa. Dije que me iba a acostumbrar a esto, y eso voy a hacer. Debo introducirme en tu mundo.
Sin pensarlo más, agarro la manilla para después hacerla interactuar y abrir la puerta del coche. Las piernas salen primero, y posteriormente el resto de mi cuerpo, que es iluminado al instante por diferentes flashes intercalados que llegan a cegarme por completo, obligándome a colocar una mano delante de mis globos oculares. Un cuerpo mucho más grande que el mío se interpone entre las luces y al mirar hacia arriba, me doy cuenta de que se trata de un hombre trajeado con pinta muy seria. Con una de sus manos, me indica cual es el camino que debo tomar rodeando el coche y llegar hasta Asher, que acapara todos los flashes una vez sale del automóvil. Kenzie se posiciona a mi lado y una vez que estamos todos, varios de los hombres grandes nos acompañan hasta la puerta impidiendo que los periodistas se acerquen a hacer sus preguntas.
Sé que mañana volveré a estar entre numerosos artículos, pero ni si quiera me voy a interesar por ellos. Es algo que tarde o temprano iba a ocurrir, no puedo posponerlo para evitarlo porque siempre habrá alguien que saque una foto y puede llegar a ser incluso peor si lo sacas de contexto.
Nada más poner un pie en el interior, un foco se posa sobre Asher y la música se para en seco. Todos los presentes comienzan a cantar a capella el cumpleaños feliz, a lo que Kenzie y yo nos sumamos cuando somos capaces de procesar la situación. Él se muestra muy sonriente y da las gracias a todos con gestos, ya que es imposible escuchar ni una de sus palabras si no lo tienes a tu lado.
El local es uno de los más pijos de todo Kansas City, también es el más seguro para este tipo de fiestas porque cuenta con una buena seguridad en las entradas. Los lujos en estos lugares no faltan y la gente va vestida con lo más glamuroso que puedas encontrar en el mundo de la moda. Hay más gente de la que me esperaba, y por un momento dudo en si todos son amistades de Asher, pero teniendo en cuenta que en un equipo de fútbol hay aproximadamente unos sesenta jugadores, más los que no estén relacionados con el deporte además de familiares y acompañantes de invitados, no resulta descabellada la cantidad de humanos que se encuentran bailando.
La música vuelve a sonar y a la gran e inmensa mayoría de personas no las conozco de nada. Asher me agarra del brazo para acercarme a él y poder decirme al oído que luego me buscará, me da un pequeño beso sobre mis labios y se pierde entre la multitud a la que va saludando. Inmediatamente me engancho del brazo de Kenzie para que no se pierda, y ella me arrastra hasta la barra para pedir algo de beber para las dos. Conseguimos un par de asientos en la barra y diría que la música no resuena tanto en esta posición, porque puedo hablar con mi amiga sin elevar tanto el tono de voz.
— Bueno, ¿qué ha pasado en la cena? Ya puedes estar contándomelo —casi me ahogo con lo que estaba bebiendo al escuchar las palabras de Kenzie cerca de mi sistema auditivo y recordar qué es lo que he estado haciendo—. Oh... tiene que ser algo fuerte.
— Pues... —antes de contarle el tema del baño, recuerdo el tema de Lizzie, algo que le será de más interés puesto ella también era su amiga—. En el restaurante al que hemos ido he visto a Lizzie, trabaja de camarera.
— ¡¿Qué?! ¿Lo dices enserio? ¿Era uno caro? —asiento—. Así que ahí ha acabado la puta... ya podía haberle tocado uno mugriento.
— Me ha dado su número y quiere que nos veamos para contarme su versión.
— ¿Estás de coña no? —Niego mientras sorbo mi bebida alcohólica que sabe bastante bien para mi sorpresa—. ¿Y lo vas a hacer? —me encojo de hombros—. ¿Y por qué ibas a hacerlo?
— Porque supongo que tiene derecho a explicarse, se la veía angustiada y arrepentida.
— ¿Y qué? Que sufra. Te ponía una amplia sonrisa cuando a tus espaldas se estaba tirando a tu novio. ¿Quién dice que no lo volverá a hacer de nuevo?
— No creo eso, Kenz. Creo que juzgar no es justo si no conozco ambas partes y por el momento, solo conozco la versión de Finn, que sabemos lo poco fiable que es.
— En eso te doy la razón, pero es que no sé. Su puñalada me dolió como si fuese a mí.
— Lo sé, al principio pensé tirar el número, pero luego recapacité en que podía hacerlo una vez y si no me convence, estoy en mi derecho a decirle que no quiero verla nunca más.
— En cualquier caso, llámame si quieres que te rescate —da un buen sorbo a su bebida antes de volver a hablar—. Ahora cuéntame lo que de verdad ha ocurrido en el restaurante.
— No se te escapa una, pensé que ya lo habías olvidado.
— Cómo si no me conocieras ya, querida. Cuenta —insiste moviendo las manos.
— Pues, verás... Asher estaba enfadado porque le dije que no iría a su cumpleaños, ni si quiera le felicité en todo el día e incluso lloré porque me sentía fatal, pero todo resultó ser una broma porque ALGUIEN —hago énfasis en la última palabra—, le había contado lo que me ocurría. Lo cual agradezco.
— De nada —admite orgullosa.
— El caso es que al final me compró este...
— ¡Sky! —escucho que alguien grita mi nombre de forma eufórica desde la lejanía, la busco desesperada hasta que doy con la persona de la que procede—. ¡Te queda genial el vestido! Di en el clavo. ¿Te ha gustado?
Sasha llega a nosotras para terminar dándome un abrazo y volver a observarme con la tela puesta. Ella lleva un vestido corto, negro y ajustado, que deja los hombros al descubierto, decorado con plumas del mismo color, le queda como un guante.
— Sí, es precioso y casi no comenta que le ayudaste a elegir, pero me lo intuí —asiento.
— ¡Oh! Siempre quiere llevarse el mérito, por suerte le conoces. Estás deslumbrante. Eres la comidilla de la fiesta, he escuchado a más de uno hablar de ti y que menos, eres la causante de que últimamente se encuentre en las nubes.
— Trato de acostumbrarme a estar en boca de algunos, no es que sea muy agradable, a decir verdad.
— Te entiendo —me sonríe mientras coge mi mano como si quisiera consolarme por ello—. ¿Eres amiga de Sky? —Su atención repercute en mi rubia amiga y ella asiente devolviéndole la sonrisa—. ¡Qué ilusión! Soy Sasha, encantada.
— Yo soy Kenzie, y sí, soy la mejor amiga de Sky —responde echando su brazo por detrás de mi cabeza.
— Pues, chicas, coged vuestras bebidas y, ¡vamos a bailar! —tira de mí para arrastrarme hacia la pista y me aseguro de llevar la copa conmigo—. Os presentaré a mis amigas.
Las amigas de Sasha son muy parecidas a ella, aunque todas con sus propias peculiaridades. Nos integran entre ellas sin problema, es algo curioso que suele causar el alcohol, no te importa hablar y bailar con gente que no conoces de nada, si se muestra amigable contigo, es como si fueseis amigos de toda la vida.
Bebemos y bailamos, pero no quiero llegar al estado de embriaguez porque no quiero hacer el ridículo si se presenta algún tipo de ocasión en la que me puedan estar grabando. Sin embargo, lo que bebo baja más rápido de lo que yo quisiera y la urgencia de ir al baño se hace cada vez más necesaria por mucho que quiera evitarlo. Mientras bailo, procuro divisar los aseos, y al encontrarlos en el fondo del local, me excuso frente a todas las chicas, prometiendo que volvería en unos minutos. Así es que, como puedo entre todas las personas, camino hasta los baños en los que nada más entrar me encuentro con varias chicas que se miran al espejo en lo que producen otra acción. Entro en uno de los cubículos para expulsar durante unos largos segundos todos los líquidos que mi pobre vejiga retenía. Al salir, me encuentro totalmente sola en los lavabos, en los que aprovecho para retocar el pintalabios que se había desgastado desde que salí de mi casa y que gran parte se quedó sobre la piel de Asher. La puerta se abre dándome un pequeño susto, y al mirar hacia la procedencia del sonido, observo a la chica que acaba de entrar.
Hayley Carter.
Ambas nos miramos por unos segundos, hasta que ella avanza posicionándose frente a uno de los lavabos de mi lado, me observa a través del espejo en lo que guardo el pintalabios en mi bolso.
— ¿Siempre nos vamos a encontrar en el baño? —suelta una risa tras su cuestión. Para ser sincera, me sorprende que recuerde mi rostro de la última vez que nos encontramos.
— Eso parece... —respondo con una sonrisa tímida.
— Así que... Eres la novia de la que todos hablan —se mira al espejo, adecentándose el cabello.
— La misma —respondo no muy conforme con estar en boca de todos y temiendo el camino por el que iba la conversación. Todos sabemos cómo son las exparejas, yo tengo a Finn, que ha intentado recuperarme en varias ocasiones, y él la tiene a ella, pero desconozco qué puede intentar al estar aquí esta noche.
— Cuando te vi en el partido, noté algo en ti y grabé tu aspecto en mi memoria, no me preguntes por qué, supongo que mi subconsciente me decía algo. Ahora lo sé.
— ¿Te estaba diciendo que era el enemigo o algo así? —bromeo.
— No, no creo que pudiera ser tan perspicaz —sonríe—. Pero sí que serías alguien con quien me volvería a topar, y míranos.
— Curioso —admito afirmando con la cabeza.
— Cuanto más —reina el silencio incómodo mientras rebusco algo en mi bolso, aunque no es nada en concreto—. Si piensas que te considero mi enemigo por estar saliendo con Asher, quiero que sepas que no es así —capta de nuevo toda mi atención, sorprendiéndome por su directa sinceridad.
— Tampoco lo eres tú para mí —confieso a lo que sonríe al escuchar mis palabras.
— Tengo que saberlo —se dirige directamente a mí—. ¿Te habló de mí?
— Solo una vez, porque yo se lo pregunté.
— Entiendo. Al fin y al cabo, me lo merezco. Él me ofreció todo de sí mismo y yo lo eché a un lado. Le fui infiel, ¿sabes? Y no con una persona, con cientos —Pestañeo perpleja—. Me obsesioné con las redes sociales, con las pasarelas, las campañas de famosas marcas de moda... y lo cierto es que eso se asemejaba más a una relación que lo que tenía con él. No sé qué te habrá contado sobre mí, pero me imagino que nada bueno.
— No fue muy gentil, para ser sincera, pero no voy a juzgar por mí misma algo que no he vivido. Por esa razón, no tengo que tener nada en contra tuya.
— Eres buena... Disculpa, ¿Cuál es tu nombre?
— Sky.
— Un placer, Sky. Soy Hayley. No sé si nos volveremos a ver de nuevo, aunque me imagino que siempre estarán estos acontecimientos para ello. De igual forma, te diré que nunca te obsesiones con algo que no puedes ver y tocar, céntrate en lo que tienes contigo, que te apoya en todos los sentidos. Ámalo, cuídalo y aférrate a él, no cometas mí mismo error, y te lo digo porque creo que realmente mereces la pena para él, aunque ni si quiera te conozco. Ya te lo he dicho, mi subconsciente —coloca su dedo índice sobre su cabeza con una sonrisa a lo que respondo devolviéndosela.
Ambas salimos del baño dividiéndonos en distintos caminos. Finalmente, resulta ser alguien agradable y que quizás sufrió al darse cuenta de lo que había perdido.
Me dirijo de nuevo hacia el lugar dónde había dejado a las chicas bailando, dándolo todo en la pista, pero antes de que pueda reunirme con ellas, mi brazo es agarrado y tira de mí para girarme. Me encuentro con el rostro de Asher, que me observa sonriente antes de depositar un beso sobre mis labios.
— ¿Te lo pasas bien, Sacher? —me dice al oído para que pueda escucharle, asiento varias veces—. Me debes un baile.
— Lo sé —grito.
Le doy la espalda y me pego completamente a él, moviendo mis caderas al ritmo de la música, provocándole excitación. Coloca sus manos sobre ellas y se deja llevar por mis movimientos.
— ¿Quieres que vayamos al baño a...? —lo escucho decir pegado a mi oído, lo que provoca que frene mi baile y me gire para encararlo de nuevo.
— Asher, no —le advierto reprimiendo una sonrisa.
— ¡Es broma!
Comienza a reírse cogiéndome de la mano para volver a hacerme bailar con él y eso hago.
Sin embargo, nuestro baile es interrumpido tiempo después, cuando la música se pausa, las luces se apagan y posteriormente entra en escena una enorme tarta iluminada por multitud de velas, además de unas con el número veinticinco de las que saltan chispas. La sorpresa de Asher se hace notar en su rostro, lo cual quiere decir que no se esperaba este detalle. Le dejo ir de mi lado, y se dirige hacia la tarta, todo el mundo comienza a cantarle la canción de cumpleaños al unísono a lo que yo también me uno. Asher sopla las velas por completo, aunque le lleva rato y aplaudimos cuando lo consigue. Uno de sus amigos aparece a su espalda con un micrófono deseándole un feliz cumpleaños y pidiendo que diga unas palabras a todos los invitados.
— Quería dar las gracias a todos los que han podido venir hoy, es un día muy especial para mí porque es cuando puedo estar con vosotros y pasarlo bien juntos —intento ponerme más o menos en primera fila, pero personas que no conozco, intentan mantenerse en primera plana con una amplia sonrisa para llamar su atención y tapando mi campo visual—. Espero que estéis disfrutando y...
Consigo por fin colocarme en primera fila, y cuando dirijo mi mirada hacia él, me doy cuenta de que no continua su discurso. Todos están a su alrededor mirándole con atención, mientras que él solo me mira a mí. Su mirada es intensa, y con el silencio de todo el lugar, recrea una situación bastante extraña. Entonces da un paso hacia adelante, y luego otro, y otro, hasta que me doy cuenta de que lo tengo delante de mí, completamente embobado.
Carraspea hasta que se lleva el micrófono de nuevodelante de su boca.
— Y sobre todo... No sabéis lo feliz que me hace tener una persona tan especial como ella aquí, porque es la causante de que vuelva a ser el que era antes de que mi vida cambiara y me siento afortunado de tenerte a mi lado —hace una pausa sin dejar de mirarme a los ojos—. No sabes lo enamorado que estoy de ti, Sky.
Mi corazón bombea cada vez más fuerte y seguido, mientras un calor invade todo mi cuerpo poco a poco hasta llegar a mi rostro. No me puedo creer que esté diciendo todo eso delante de tanta gente. Es notable su leve embriaguez, pero ya sabéis lo que dicen: Los borrachos y los niños nunca mienten.
La noche pasa bastante rápido, Asher no se volvió a separar de mi lado y me presentó a casi todos los invitados, incluyendo a sus mejores amigos y a Hayley formalmente. No me había cuestionado el por qué ella estaba invitada si se suponía que ya no tenían relación, pero Asher me explicó que tiempo después de su ruptura, notó su cambio, pero que ya no sentía nada por ella, así que todo se quedó en una amistad a la que sigue invitando a eventos como este.
Llegados hasta cierto punto, no me encuentro muy bien del todo y decido volver al baño por si mi cuerpo nauseabundo decidiera que es el momento de echar todo lo consumido por la boca. Alcanzo la puerta y al abrirla, la atravieso sin mirar demasiado, pero cuando me doy cuenta, no estoy en el baño, sino, en la calle, en medio de la nada. Es una zona dónde los edificios están demasiado lejos como para ir caminando y el camino solo está iluminado por farolas cada ciertos metros. Me quedo pensativa, cavilando cómo podría regresar a la discoteca, aunque no puedo tener respuesta porque ni si quiera sé dónde me encuentro. Una gota cae sobre mi mejilla, y no son lágrimas, aunque tenga ganas de llorar, proviene del cielo oscuro y tras ella, caen muchas más. La lluvia no cesa, y sigo sin destino. Empapa mi cabello, rostro y ropaje, lo que dificulta mi estar por el alto pesaje. Cuando me quiero dar cuenta, siento que mis pies están hundidos y me cuesta caminar. El diluvio continúa mientras busco una salida, hasta que finalmente mis pies no tocan el suelo y he de nadar. Por mucho que avance, los edificios siguen lejos y no los puedo alcanzar. El agua llega a mi boca, alzo la cabeza todo lo que puedo para no tragarla. La desesperación hace que nade más deprisa y la angustia me está matando por dentro.
No puedo salir. No puedo respirar. Me voy a ahogar. ¿Este es mi final?
Y cuando creo que no hay vuelta atrás, abro los ojos levantando medio cuerpo de la cama mientras aspiro todo el aire que puedo como si llevara varios minutos sin su presencia. Todo ha sido un mal sueño.
Miro a mi alrededor mientras respiro frenéticamente, no estoy en mi casa, sino, en la de Asher. Él está dormido boca abajo sin camiseta, mientras que el resto de su cuerpo es tapado por la blanca sábana. Siento el corazón que bombea sin parar, y mis manos tiemblan como si lo que acabara de pasar hubiese sido verdad. Era tan real.
Tuvimos que beber demasiado anoche, es difícil parar cuando te lo estás pasando tan bien, y sin recordar muy bien cómo, he terminado durmiendo en su casa. Adoro levantarme y tenerlo a mi lado, su rostro es tan tierno cuando duerme, es como un niño pequeño. Pero uno de sus ojos se abre lentamente y me observa con dificultad.
— ¿Qué te ha pasado? —cuestiona con una voz áspera.
— Nada, solo ha sido una pesadilla.
— Maldigo a las pesadillas por interrumpir tus preciosos sueños.
— Yo también... —asiento mientras recuerdo lo real que ha sido.
Desvío la mirada hacia mi izquierda, donde veo que el reloj digital que hay sobre la mesita indica que es plena tarde de un domingo. Tuvimos que llegar al amanecer para haber dormido tanto. Me encuentro en ropa interior y siento que estoy mugrienta, así es que decido darme una ducha y de camino cojo mi teléfono móvil para comprobar las notificaciones que tenga sin leer.
Al desbloquear el teléfono, las compruebo y observo que en su gran mayoría provienen de Instagram. Nunca había visto tantas notificaciones a la vez, ni si quiera la aplicación puede poner el número exacto. No entiendo nada. Al comprobar mi perfil, veo que he pasado de tener ochocientos seguidores, a tener cien mil. Cien mil personas.
Adiós a mi vida privada.
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