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Capítulo 40

Durante el trayecto al restaurante donde Asher reservó su cena de cumpleaños conmigo, no dejo de darle vueltas a la cabeza. ¿Por qué después de un año, Finn se atreve a mandarme un mensaje como ese? Es un simple saludo sin ningún tipo de acompañamiento, pero es que quizás ese es el verdadero problema. No le he contestado y tampoco pienso hacerlo. Si quiere algo más serio y urgente, una llamada sería lo más apropiado, por lo que su mensaje está totalmente fuera de lugar.

Pero, ¿qué será lo que pretende?

Cuando cortamos, borré todos los mensajes con él de mi teléfono, además de fotos en las que solo salíamos solo los dos, y ver que ha vuelto a aparecer su nombre en mi dispositivo solo me revuelve las tripas. Ya son varias las ocasiones en las que he visto que intenta acercarse a mí de nuevo y me niego después de todo lo que pasé. No quiero volver a ser la persona a la que él pida ayuda, no quiero que me venga con más llamadas de atención para que vuelva con él porque ya no soy la misma, he pasado página y no solo una, casi un libro entero. No voy a caer en su trampa, ya no.

— ¿Sky? —pregunta la persona a mi lado sin dejar de mirar hacia delante mientras conduce, se le ve tan guapo con las luces de la ciudad chocando con su rostro.

— ¿Qué? —respondo dulcemente a pesar de estar sumergida en mis pensamientos.

— ¿Estas muy callada? ¿Te pasa algo?

— No —niego con la cabeza despertando de mi mundo—. No me pasa nada... ¿Puedo saber dónde vamos?

— Solo debes saber que es un lugar apto para que tú y yo tengamos la cena en paz.

— Entiendo que ese sitio es un restaurante pijo dónde la comida es toda una exquisitez.

— Algo así, pero tiene algo diferente.

— Estupendo, ahora tengo intriga. ¿Por qué parece más mi cumpleaños que el tuyo? Un vestido nuevo, una cena en un restaurante caro y una fiesta. No quiero pensar qué pasará cuando lo sea de verdad —comienzo a reír a lo que él se une.

— Eso lo sabrás cuando llegue el día.

Al cabo de unos minutos en los cuales me centro únicamente en la música y en la zona por dónde estamos pasando, terminamos llegando al restaurante. Evidentemente, es uno pijo, donde todos parecen ir vestidos para una boda y con aparcacoches en la entrada. Para mi sorpresa, no tenía conocimiento del lugar, y me intriga saber qué tipo de comida se presenta aquí. Aunque si algo sé, es lo caro que debe ser, porque un lugar que fuese apto para mi bolsillo no estaría decorado con mármol puro ni los camareros llevarían estos trajes. Al entrar, es más que evidente que todos reconocen a Asher y lo reciben con mucho agrado, ofreciéndonos la mesa que había reservado en una zona íntima del establecimiento. Soy consciente de que las personas a nuestro alrededor nos están mirando, y lo más fuerte es que no son simples personas adineradas, son famosos de la zona que conozco de la tele o Internet, pero intento no mirarles demasiado.

Nos sentamos en la mesa de tal manera que tengo al número diez mirándome con sus ojos color cielo a mi frente. Tras obtener la carta con todos los menús y platos por parte de uno de los camareros, la ojeo sin evitar que mis ojos se vayan al precio.

Este menú cuesta mi sueldo de un mes.

Noto que Asher comienza a reírse y no precisamente de algo que haya visto, sino más bien de mi cara al leer las cifras. Cuando me doy cuenta, frunzo el ceño lo que le causa aún más risa.

— ¿Qué pasa? —termino por cuestionar.

— Me encanta como abres los ojos y te cabreas mirando los precios.

— Pues bueno, es normal que me escandalice y eso que soy consciente del trabajo que se ejerce en la cocina, pero esto es demasiado incluso para mí.

Te quejas demasiado. ¿Acaso vas a pagar tú?

— Si tengo que pagar yo, prepárate para correr.

— Elije lo que quieras, Sky, es cocina francesa.

— ¿¡Francesa!? —Mis ojos vuelven a la carta, pero en esta ocasión se centra en los platos, dándome cuenta de sus nombres y su origen francés—. Ahora entiendo los precios, la importación de algunos ingredientes puede costar bastante. Por favor, no te rías con mi pésima pronunciación.

— Lo intentaré —afirma intentando retener la sonrisa, aunque le resulta casi imposible.

Le gra-tin dau-pino, no, dauphi-nois —él no para de reír provocando que los colores se me suban a mi rostro.

— ¿Eres consciente de que no tienes que decir el nombre? Para algo están los números. Tú dile el número que quieras y el camarero te entenderá.

— Qué gracioso, eso lo haces porque no te atreves a pronunciarlos.

De un momento a otro, uno de los camareros llega a nuestra mesa y con mucha profesionalidad nos cuestiona qué es lo que vamos a cenar junto con la bebida, Asher me deja pedir a mí un vino de entre la galería que el restaurante ofrece.

— Te queda genial el vestido —la voz de Asher despierta algo en mí que sin saber cómo, consigue sonrojarme de nuevo.

— Gra-gracias... —digo para después dar un sorbo de agua y mirar hacia un lado evitando su intensa mirada.

— Tengo buen gusto, ¿no?

— Te conozco lo suficiente como para saber que no ha sido cosa tuya. ¿Kenzie? —entrecierro los ojos esperando a ser descubierta su pequeña mentira.

— Te equivocas, y me ofende tu declaración.

— Di la verdad.

— ¡Está bien! El vestido fue cosa de mi hermana.

— ¡Lo sabía! —señalo rápidamente con mi dedo índice mostrando mi orgullo por mi acierto.

— Pero yo di mi visto bueno, porque sé qué te favorece.

— Gracias por hacer que no me pierda esta noche. Le doy demasiadas vueltas a la cabeza y me siento muy tonta.

— Entiendo que se las des, esta no era tu vida y estás experimentando cosas muy diferentes en poco tiempo. Cuesta asimilarlo, te cuestionas si es lo que quieres y al principio te intimida tanto que lo dejarías todo. Pero poco a poco vas comprendiendo cuál es tu papel y te vas haciendo con él hasta que te acostumbras. No es fácil, eso puedo asegurártelo, habrá en su mayoría buenos momentos, aunque te encuentres con los peores comentarios que te hayan hecho jamás, lo que recomiendo encajarlos de la mejor forma posible aprendiendo a convivir con ellos y no dejar que te hundan jamás. Porque si no, no vas a salir vivo de aquí —cuenta con total seriedad en su rostro y con la mirada fija en la mesa, hasta que al decir esa última frase la levanta para mirarme a los ojos.

— Es lo que sentiste tú, ¿no es eso? Cuando comenzaste a ser conocido.

Lo confirma con un movimiento afirmativo con la cabezaa la vez que tuerce sus labios a un lado.

— Espero que no te ocurra a ti, por lo menos no tan constante. Ahora todos están en una incógnita, no saben quien eres y de donde has salido, por ello estarán más encima que nunca. Y te advertiré de una cosa más. La fama puede ser engañosa, a simple vista puede tratarse de algo bueno y de lo que todos envidien, pero la realidad es que puede consumirte si la dejas. Debes mantener el control siempre, de lo contrario, crearás en ti una obsesión que no podrás reparar, no sin ayuda profesional. He visto más personas de las que me gustaría pasar por eso. Pasaron de ser unas personas agradables, a convertirse en insoportables e inestables, que siempre quieren estar por encima de otros y que lo más importante en sus vidas son los números.

— Eso no me ocurrirá —alcanzo su mano, que descansa sobre la mesa, colocando la mía sobre ella otorgándole mi calor—, pero si alguna vez pasa, espero que me ayudes como yo lo haría contigo, porque yo no quiero que mis seres queridos me vean así.

— Te lo prometo, aunque tenga que llevarte a un hipnotizador.

Rompe su seriedad con una amplia sonrisa mostrando su blanca dentadura lo que relaja de nuevo el ambiente que habíamos creado y que tan necesario era para mí, pues es un tema que no me dejaba dormir con tranquilidad. Saber que estamos juntos en esto, que nos apoyamos mutuamente, me ayuda a enfrentarme a los focos y flashes que de ahora en adelante encontraré en más de un lugar.

— Aquí tienen —la voz de una chica es la que nos trae los platos, al contrario del que nos hizo el pedido, colocándolos en los sitios respectivos—. ¿Sky? —levanto la mirada al escuchar mi nombre por parte de la camarera, no esperaba ser yo la atención de alguien esta noche, eso es más probable para Asher.

Mi respiración se detiene al ver a la muchacha a un lado de la mesa con el traje de camarera puesto y portando una bandeja sobre sus manos. No esperaba verla aquí, de hecho, no creía si quiera que estuviera en Kansas City. Lizzie, la animadora, la más popular entre todos los chicos, una de mis íntimas amigas junto a Kenzie, y la persona con la que Finn me fue infiel.

— Lizzie... —pronuncio con extrañeza, nunca pensé que llegara a volver a verla y menos en un sitio así.

— ¡No me lo puedo creer! ¡Qué alegría verte! ¿Qué tal estas? —su alegría me perturba demasiado, pensé que habría más tensión cuando llegara este momento.

— Bi-bien...

— Cuanto tiempo, ¿no? No hablamos desde... —Sus palabras se van desvaneciendo hasta que recuerda cuando fue la última vez que hablamos, no fue en persona, y yo dije mucho más de lo que parecía porque lo único que hice fue ignorar todos sus mensajes y llamadas—. Sky, llevo tiempo queriendo hablarte para que quedemos y hablar de lo que ya sabes. Entiendo tu decisión y la respeto, pero creo que deberías darme la oportunidad de dar mi versión de los hechos ahora que todo se ha enfriado con el tiempo.

No esperaba que fuese tan directa, ni si quiera esperaba que volviera a dirigirme la palabra si nos encontrábamos. Supongo que aquello me cegó en absolutamente todo y no es para menos. Después de todo, puede que tenga razón y deba dedicarle, aunque sea unos minutos para dar su versión, lo que no quiere decir que la vaya a compartir. Está muy cambiada, ya no queda nada de aquella chica que animaba en los partidos de fútbol y sus únicos problemas eran con quién aceptaría ir al baile del instituto.

— Bueno, ahm... —No sé muy bien qué decir, me encuentro ante una situación muy extraña, en un restaurante que sobrepasa mis límites económicos, con una camarera a la que le eché las cruces hace mucho y con una estrella de fútbol observando como un espectador un drama de las cuatro de la tarde.

— ¡Genial! Después te paso mi número, no es el mismo de antes. Te veo muy bien... —dice tras desviar su vista hacia mi acompañante soltando una pequeña risa—. Perdonad la interrupción. Que os aproveche —se va con una amplia sonrisa.

— ¿Qué acaba de pasar? —cuestiono arrugando las cejas.

— ¿Quién es? —Asher interroga mientras se lleva a la boca un trozo de pescado.

— Una antigua amiga.

— ¿Antigua? Eso no suena muy bien.

Suspiro y exhalo el aire por la boca.

— Pues, Finn me puso los cuernos con ella.

— Qué hijo de pu... ni me lo menciones. 

— En fin, da igual. Olvidemos ese tema, por favor. Centrémonos en ti, en tu cumpleaños y en que después debemos de asistir a tu fiesta.

Continuamos comiendo los manjares franceses con nombre de imposible pronunciación por mi parte. He de admitir que me han fascinado algunos sabores totalmente exóticos para mi paladar y que me gustaría incluir en algunos de mis platos para darles otro toque, no veo el momento de volver a la cocina. Finalmente, Asher pide la cuenta cuando hemos terminado, a lo que el camarero del principio vuelve para dejarla sobre la mesa junto con el datáfono para pagar con tarjeta.

— Parece que te han dejado algo ahí.

Debajo del aparato, hay un papel en el que puedo leer "Lizzie". Al cogerlo compruebo que se trata de su número de teléfono nuevo. Lo cojo y lo guardo en mi bolso porque sé que me está observando y no quiero ser descortés, aunque no garantizo que la vaya a llamar.

— ¿Nos vamos? —digo al ver que Asher no tenía intenciones de levantarse.

— Espera. He estado pensando todo este tiempo en que mereces algún tipo de sanción por romper la promesa que me hiciste, no puedes irte así como así —dice con una sonrisa de medio lado que, aunque enciende algo en mí, no es una buena señal.

— ¿Qué? ¿La broma por teléfono no te ha bastado?

— No.

— ¿¡Que no!? ¡Pero si me has hecho llorar! ¡Casi me da algo! —expreso con los ojos muy abiertos.

— Pues no ha servido, me he pasado un poco —se echa hacia atrás respaldándose en la silla.

— Vale, y qué quieres —me cruzo de brazos mientras levanto una ceja.

— Tú y yo, en el baño de este restaurante, ahora mismo —me susurra. Abro los ojos aún más si cabe más tras su proposición de castigo.

— Será una broma, ¿no? —digo incrédula a lo que él niega con la cabeza manteniendo esa sonrisa burlona—. No, definitivamente, no.

— Si hubieras cumplido, no estarías en esta situación. O quizás sí, no sé.

— ¿Estás loco? ¿Y si alguien nos ve?

— ¿Entiendes lo que es una sanción? ¿Un castigo? Sabía que no te iba a gustar la idea, pero a mí me excita bastante —confiesa con una sonrisa malévola provocando que mis pulsaciones vayan a mil por hora y casi se me salgan los ojos de la órbita—. Ve tu primero, cuando no haya nadie me avisas con un mensaje.

Noto cómo me arde la cara, la vergüenza que me produce imaginarme allí y que alguien nos sorprenda. Sin embargo, a mi cuerpo le parece una buena idea pues lo busca desesperadamente.

Asiento, y me levanto cogiendo el bolso y el abrigo. Trago saliva y avanzo lo más normal que puedo aparentar hasta los servicios en los que me encuentro con una mujer muy bien vestida que se está adecentando frente al espejo. Hago lo mismo que ella y saco el pintalabios que tengo en mi bolso para empezar a retocarlos. Los baños son bastante elegantes y acordes con el lugar en el que nos encontramos. Cuando cruzas la puerta y entras en el interior, das con el lavabo y el espejo además de un pequeño sillón para esperar, a la derecha hay otra puerta que da a la habitación dónde se encuentra el inodoro, la cual puedes cerrar desde el interior. El riesgo es menor en este tipo de baños, por lo que calmo levemente mis nervios, aunque me sigue preocupando nuestra privacidad y no entiendo cómo Asher puede atreverse con algo así. Cuando la mujer termina, sale del servicio. Espero un poco más por si alguien más quisiera entrar, al ver que no lo hacían, cojo mi móvil y le mando el mensaje a Asher para después meterme en el pequeño aseo. En pocos segundos, el famoso color azul hace acto de presencia significando que lo ha visualizado y probablemente esté de camino.

Ay dios mío...

Tengo nervios en la garganta, siento como suben y me dificultan la respiración. La puerta se abre dejando ver al responsable de mi desequilibrio y a la loca estrella de fútbol que tengo por novio. Entra en el aseo cerrando la puerta tras su espalda, dedicándome una mirada de deseo recorriendo mi cuerpo de arriba abajo. Escucho cómo el pestillo se cierra para después dar un paso hasta mí.

— Apuesto que mañana sale en la prensa que Asher Jackson ha entrado en el baño de mujeres —consigo bromear a pesar de esta situación y mis nervios. Él se ríe en voz baja.

— Lo negaré todo.

Paso mis brazos por su cuello sin dejar de mirarnos a los ojos. Tengo el corazón a mil cuando el comienza a besarme, juntando lengua con legua de la forma más sensual posible. Me aprisiona con la pared que tengo detrás, sus besos llegan hasta mi cuello lo que me provoca que cierre los ojos y lance pequeños jadeos sintiéndome muy excitada y completamente mojada.

— Asher... ¿y si nos pillan?

Él me calla volviendo a besar mis labios.

— Shh... no hables, solo disfruta y no nos pillaran —susurra cerca de mi oído con un tono áspero.

Sus manos recorren mi cuerpo, desde mis muslos hasta mis pechos que los masajea con dulzura. Mis manos actúan por sí solas entrando por debajo de su camiseta.

En ese instante la luz del baño se apaga, quedándonos totalmente a oscuras. Se trata de un interruptor de luz que ahorra energía, normalmente duran lo que una persona puede tardar en el baño, pero es evidente que nosotros no hemos venido a eso y por lo tanto nos hemos quedado sin luz. Recuerdos vienen a mi memoria, cómo lograba hacer esto mismo con alguien a quien ni si quiera podía verle la cara. Esta vez es distinto, está claro, y a ninguno de los dos nos importa hacerlo de esta forma porque no podemos parar.

Asher sube mi vestido hasta la altura de mi cintura con el fin de poder acariciar mis glúteos y rozar sus dedos por mi húmeda entrepierna logrando que mis primeros gemidos salgan de mi garganta. Muerde cada parte de mis labios, nuestra respiración choca y cada vez está más acelerada. Aparta a un lado mis bragas e introduce dos de sus dedos dentro de mí, para después sacarlos y repetir el proceso de manera continua. Me bate tan rápido que siento que en cualquier momento voy a venirme, pero no quiere que eso ocurra tan rápido.

— Joder, Asher... —me quejo entre jadeos.

— Te está gustando, ¿eh, Sacher? Dímelo.

— Me gusta, sí.

— ¿Qué es lo que te gusta? Dilo todo, no te dejes nada.

Aun con la luz apagada mis ojos están cerrados sintiendo cada paso que da por mi cuerpo. Baja mis braguitas para después escuchar el sonido de un plástico romperse, suponiendo que se trata de la protección.

— Me gusta... —muerdo mi labio—, que lo estemos haciendo aquí, en un baño de un restaurante. Que me metas los dedos en mi coño y me hagas gemir tentando a que alguien nos escuche.

— Te lo mereces, Sacher —susurra en mi oído para después mordisquear mis lóbulos—. Y te mereces que te folle aquí mismo.

— Me lo merezco... —gimo.

Con sus dos manos, se encarga de que mantenga la espalda apoyada sobre la pared permitiendo que agarre mis piernas para entrelazarlas alrededor de su cintura sintiendo cómo me penetra de un solo movimiento al que no puedo evitar soltar un gemido que calla con sus labios de nuevo. Sus movimientos son lentos y sensuales por el momento, pero se hacen más rápidos a medida que la excitación es mayor. El sonido de ambos gimiendo por la fricción que provocan nuestros cuerpos al unirse, es el mejor sonido que voy a escuchar jamás.

La luz del baño vuelve a encenderse, provocando que nuestras pupilas se vuelvan pequeñas de nuevo y acto seguido, unos pasos de tacones bastante ruidosos se escuchan al otro lado de la puerta. Sin embargo, eso no parece importarle a Asher, que no deja de moverse con el objetivo de llegar a la esperada culminación. Creo que por el simple hecho de que la señora esté presente, ha ocasionado que el riesgo sea mayor y, por lo tanto, nuestra excitación. Al llegar al clímax, por mucho que haya evitado hacerlo, suelto un pequeño grito que no puedo reprimir, provocando una gran vergüenza en todo mi ser, como si me hubieran pillado desnuda.

— ¿Estás bien? —cuestionan desde el otro lado.

Juro por Dios, que nunca lo había pasado tan mal a pesar de haber tenido una de las mejores experiencias sexuales de mi vida.















Capítulo post vacaciones 🙋🏻‍♀️
¿Qué tal las vuestras?

Espero que las historia os vaya gustando y deciros que quedan muchas cosas aún 👀

¿Alguna teoría?

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