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Capítulo 39

Parte 5. Fama

— No es tan malo —dice mientras sostiene la revista con sus manos sin quitarle la mirada.

— ¿Qué no? —levanto ambas cejas ante su comentario.

— No.

— Ocupa todo.

— ¿Y qué?

— Pues que no me siento a gusto.

— Te acostumbrarás.

— No lo creo.

— Ni si quiera se ve tu cara bien, Sacher.

— Asher, se me reconoce perfectamente.

— Bueno, ¿y qué quieres que haga? De verdad que, si pudiera, mandaría que toda la prensa fuera eliminada.

— Es que no tenías que haberlo hecho.

— O puede que sí—ruedo los ojos y le doy la espalda ante su contestación.

— Le dijiste a tu hermana que me llevara engañada hasta el césped.

— Vale. Lo siento, no tenía que haberle dicho a Sasha que te bajara si ganábamos y tampoco debí haberte besado delante de toda la prensa. Pero, gané la Super Bowl, comprende que lo que más quería era celebrarlo contigo.

— Con eso no solucionas nada —le reprocho.

— Sky, no puedo ir por todas las tiendas quitando toda revista en la que salga la foto, y lo haría por ti si sirviera de algo, pero lamentablemente no solo está en papel, también está en Internet.

— ¿Sí? ¿Lo harías? —me giro mirándolo a los ojos.

— Sabes que sí.

— Pues tampoco me soluciona nada —vuelvo a darle la espalda.

— No te enfades... además tengo algo que decirte.

— ¿Qué? —sigo en la misma posición.

— Mírame y te lo diré —suspiro y me giro para mirarle—. Mi cumpleaños se acerca, todos los años hago una fiesta a lo grande con amigos y quiero que vengas.

— ¿Tu cumpleaños? —cuestiono con entusiasmo ya que ni si quiera sabía cuándo era el día en el que nació al igual que él tampoco sabe el mío, no es algo que haya surgido en nuestras conversaciones. Sin embargo, pienso en lo de la fiesta, alguien como él, que puede hacer fiestas a lo grande, debe llamar la atención de la prensa y no sé si la idea de asistir de nuevo a un lugar donde esté con múltiples ojos sobre mí me causa agrado.

— Sí.

— Estará la prensa —concluyo volviendo a cruzar los brazos, empiezo a pensar que lo hago instantáneamente cuando algo no me convence.

— Por eso no te preocupes, no pueden entrar, hay seguridad. Suelen quedarse fuera.

— Nos verán llegar.

— Entraremos por otro lugar y si quieres, hasta puedes meterte en el maletero mientras accedas a venir, me da igual.

— Pero habrá más cámaras en el interior, tus amigos harán fotos y las subirán a las redes.

Asher comienza a perder la paciencia con mis inseguridades, llevándose una mano a la cadera mientras que con la otra se revuelve el pelo.

— Sky, tampoco hay mucho que esconder ya —levanta los hombros.

— Ya lo sé, pero es que no me gustaría darles más imágenes para hablar en tan poco tiempo.

Cojo la revista de nuevo y vuelvo a leer la exclusiva:

"Asher Jackson estrena nueva novia tras ganar la Super Bowl."

La imagen que aparece en portada es la que tuvieron la oportunidad de sacar cuando me evadí de la situación y Asher me cogió en brazos para besarme. Su titular me hace ver como una más, como si fuese un objeto que él enseña a cámara. Qué asco.

En cuanto al interior, aparecen más imágenes que me sacaron durante la celebración, donde se me ve con más claridad. Solo son capaces de compararme con su exnovia, la modelo e influencer Hayley Carter. Ella es todo lo contrario a lo que yo muestro, es alta y glamurosa, mientras que yo soy una más del público y eso al parecer les ha impactado bastante. Además, se hacen múltiples cuestiones sobre mí, como a qué me dedico o cual es mi nombre dando por hecho algunos datos de los que es imposible que sepan y que tantas personas se terminan creyendo.

"Acaba de ganar su primera Super Bowl y parece que el joven futbolista tiene más razones por las cuales quedarse en Kansas City, pues la expareja de Hayley Carter finalmente ha encontrado el amor en una kanseña de a pie, según nos cuenta un allegado."

Leo por encima algunos párrafos más, llegando a un nivel de abatimiento que me obliga tirar la revista lejos de mí.

— Sky, esto iba a pasar tarde o temprano, pensé que eras consciente —su tono muestra culpa y arrepentimiento, aunque no tendría que sentirse así. Porque no se equivoca, pues yo ya debía saber desde el momento en el que decidí tener una relación formal con un famoso futbolista, que esto acabaría sucediendo.

— Lo sé, sabía dónde me estaba metiendo, lo sé. Pero es que creo que nunca voy a estar preparada para estar en todos lados, es una sensación extraña. Siento que llevamos muy poco tiempo saliendo y ya todos están haciendo un mundo de esto, señalándome como la "nueva novia" de Asher Jackson. ¿Qué pasará cuando sepan algo más de mí? ¿Podré hacer mi vida normal? No sé, todo es tan abrumador...

Asher se me queda mirando por unos segundos hasta que termina abrazándome con fuerza. Respiro profundamente e intento asimilar lo que acaba de proponerme, la celebración de su cumpleaños. Quizás no sea para tanto, quizás sea una fiesta con amigos normal y ya, aunque sé que todos esos amigos harán publicaciones en las que puede que yo aparezca junto a él. Tengo claro que no voy a ser famosa, no es lo que busco tampoco, pero la gente cambia cuando se trata de alguien cercano a sus ídolos. Los analizan, los juzgan, los siguen y no les tiembla el dedo cuando publican mensajes dañinos desde el otro lado de la pantalla. Porque la fama tiene sus partes buenas, pero tras ellas, se abre una puerta a las malas.

— Sé que estas asustada ahora mismo con todo esto, puede que no lo pensara de la mejor manera posible y quizás esté siendo egoísta al introducirte en mi vida pública sin tu permiso. Ha estado mal, lo siento. Pero, realmente me gustaría estar contigo ese día, me gustaría presentarte a todas mis amistades porque son parte de mi vida. Entiendo que no quieras y puede que lo mejor sea que vayamos más despacio y te los presente en otro ambiente.

— No —digo tras su pequeño discurso mientras me consolaba, separándome de sus brazos—. Es totalmente normal que quisieras que estuviera contigo en la celebración porque yo tampoco habría aguantado verlo todo desde arriba y acabaría bajando por mi propio pie para celebrar contigo como hacen el resto de jugadores. Con o sin beso, al final habrían sacado sus propias conclusiones y estaríamos en las mismas. Esto no es culpa tuya, Asher. Eres famoso, forma parte de tu sueño y yo no soy nadie para echarte en cara nada. Así que perdóname por mis inseguridades, solo necesito algo de tiempo para hacerme a la idea por mucho que no me guste, porque si para estar contigo tengo que pasar por todo esto, lo haré encantada en esta vida y en todas las siguientes.

Tomo aire tras mis palabras mientras Asher y yo nos miramos a los ojos. Su mirada está inquieta y un brillo peculiar se ha formado en sus ojos. Ni si quiera lo piensa demasiado para agachar su cabeza y plantarme un beso de película, de esos que provocan que el corazón palpite de una forma dulce y acelerada. Su forma de acunar mi rostro, de pellizcar sus labios con los míos, es sencillamente como estar en las mismas nubes de las cuales no querría bajar nunca. Antes de separarse del todo, nos damos pequeños besos impulsivos entre risas que terminan con miradas intermitentes frente con frente. Los dos lo hemos sentido, ha sido un golpe de amor que ha surgido de la sinceridad de nuestras palabras y no puede ser más bonito. Y lo tengo claro, más que nunca.

— Te quiero —resuena en la habitación, palabras que salen a través de nuestros labios sin previo aviso y al mismo tiempo.

Tanto Asher como yo, quedamos sorprendidos ante nuestras declaraciones y que lo hayamos confesado a la vez lo hace aún más especial. Lágrimas botan de mis ojos, llenas de felicidad y cariño. No me puedo creer que me lo haya confesado, que lo hayamos hecho a la vez. ¿Cuántas veces ocurrirá esto en el mundo?

Asher está afectado, y diría que sus ojos están tan llenos de lágrimas como los míos, entonces me envuelve en sus brazos y besa mi cabello.

— Joder... —le escucho decir con una voz gangosa—. Eso ha sido muy bonito.

Dejar soltar el aire con una risa.

— Sí. Puede que seamos unos cursis, pero ha sido algo único y quizás una señal —hablo con la cabeza apoyada sobre su pecho y rodeándole con mis brazos. Decido moverme para poder mirarle y me doy cuenta de las lágrimas que caen finalmente por sus mejillas—. Es la primera vez que te veo llorar.

— También es la primera vez que te veo llorar a ti.

— ¿Somos dos tontos que lloramos porque hemos confesado que nos queremos a la vez?

— No. Somos dos afortunados por habernos encontrado.

— Ahora quiero llorar más —me quejo con un gran nudo en mi garganta provocando que se ría con sus ojos humedecidos.

Es posible que para muchos estemos exagerando, pero lo cierto es que así son las emociones, intensas. Y hay ocasiones en las que no merece la pena reprimirlas porque lo mejor es sacarlas y exponerlas. Para mí, lejos de ser algo ridículo, es uno de los momentos más especiales y reales que he vivido con una persona. Nunca antes me había parado a pensar lo necesario que es mostrarte así a alguien porque eso demuestra que confías verdaderamente en ella.

Decidimos tumbarnos sobre la cama y solo abrazarnos disfrutando de nosotros. No necesitamos hablar, solo pensar y sentir, y está resultando como si nuestras vidas estuvieran pausadas por unos minutos, lo cual creo que necesitábamos.

— Asher —decido hablar reacomodándome a su lado sobre la cama, para poder mirarle a los ojos—. Sobre lo de antes, para que quede claro, estoy dispuesta a empezar a ser vista junto a ti públicamente, porque después de todo, ya me han visto demasiadas personas en uno de los mayores eventos deportivos de este país. Así que, quizás no deba desperdiciar este momento, ya que puede que después no me atreva dar el paso y eso termine por afectar a nuestra relación y no es lo que quiero.

— ¿Estás segura?

— Sí, creo que es lo mejor —asiento varias veces—. Tengo que aprovechar que estoy en boca de todos ahora y dar el paso porque así se olvidarán de mi antes, o eso quiero creer.

— Entonces, ¿vendrás a mi cumpleaños? —una expresión de ilusión aparece en su rostro.

— Supongo que sí... Pero solo si Kenzie viene con nosotros.

— Está bien. ¿Lo prometes?

— Lo prometo.

Jamás imaginé que ir a la Super Bowl era ir a romper con mi privacidad. Después de darme cuenta de que todo el mundo tenía los ojos sobre nosotros, apareció Anya junto al resto de su familia. Intenté no pensar en que probablemente esas fotos estarían en alguna revista, pero no creía que aparecería en portada de muchas de ellas y en múltiples artículos en internet, además de las cuentas de fans y noticias de las redes sociales.

A pesar de eso, lo pasé realmente bien aquel día y no creo que vuelva a vivir algo así porque la alegría de la primera vez no se vuelve a sentir, es una sola oportunidad en la vida. Ver lo felices que estaban los jugadores, la sonrisa de Asher que no se borraba de su rostro y como levantó el trofeo acompañado de sus compañeros, me hizo sentir realmente bien por él. Nos hicimos un montón de fotos. Después hubo una fiesta privada donde seguimos disfrutando, incluso mi familia estuvo ahí dándolo todo. Una gran experiencia sin duda.

Sin embargo, había algo que me inquietaba. En aquel ambiente, los familiares estaban al lado de sus campeones, como en nuestro caso lo era Asher. No pude evitar compararme con el resto de parejas de los jugadores de los Chiefs, en cómo lucían en un estadio de futbol, como si todas fueran influencers en Instagram. Y sin saber por qué, comencé a sentirme inferior y fuera de lugar, cuestionándome si yo debería ser igual que ellas.

Al llegar a Kansas City, todo fue incluso más increíble. El aeropuerto estaba lleno de seguidores que no pudieron viajar, esperando a tener una foto o una firma de sus ídolos. Hicieron una ruta en autobús por la ciudad y terminaron celebrando sobre un escenario con los aficionados de los Chiefs que disfrutaron de la fiesta. Kenzie y yo estuvimos por la zona, pero no fue hasta que terminaron que me reuní con Asher.

Pensar en la fiesta de cumpleaños me da algo de inseguridad, sobre todo después de comunicárselo a Kenzie la cual me cuenta que sus fiestas siempre son muy criticadas por la prensa por lo exclusivas y grandes que suelen ser, así que la de su cumpleaños no será menos. A ella asistirán todos sus amigos y gente del gremio, por lo que veré a personas con alto nivel adquisitivo y con vidas totalmente diferentes a la mía. Me pregunto si yo seré capaz de encajar con ellos, si conseguiré seguir sus conversaciones porque es evidente que no estoy en su misma onda.

A pocos días de la celebración, mi mejor amiga comienza con la búsqueda de un atuendo apropiado para ponerme y que no ponga en cuestión cuánto he podido gastarme en él. No ha dejado de enviarme enlaces de tiendas online, pero ninguno de los que me enseñaba me parecía que fuese a sentirme cómoda o simplemente no podía permitírmelo. Sé que parece una tontería y que no debería fijarme en esas cosas porque es solo un trozo de tela bonita, pero no me gustaría ir desacorde con el resto.

Finalmente, a tan solo un día antes de su cumpleaños y de la gran fiesta, sigo sin nada que ponerme y mi amiga está desesperada por encontrar algo que sea perfecto en cada uno de los sentidos. Decidió dejar su tarde libre solo para que fuéramos por las tiendas de la ciudad, pero lo cierto es que no ha habido suerte.

— Kenzie, ¿tienes idea de que hora es? —mis pies van a reventar en cualquier momento cuando mi rubia amiga decide entrar en otra de las tantas tiendas del distrito comercial—. Vámonos a casa, déjalo.

— ¡No! Tienes que encontrar el look perfecto —dice mientras me coge de la mano arrastrándome literalmente en el interior del establecimiento.

— ¡Vámonos! Es imposible, no hay nada perfecto para mí que se ajuste a mí y a mi bolsillo.

— Sé que sí, ya verás, algo te tiene que gustar.

— Las tiendas van a cerrar, hemos entrado en más de cincuenta tiendas por lo menos, y estoy reventada, enserio, Kenz, para —freno en seco, en mitad de la tienda mientras los dependientes nos miran con cara de pocos amigos cuando estaban a punto de cerrar.

— No exageres. Sky, sabes que eres preciosa y que tienes un cuerpazo que pocas tienen. No importa lo que te pongas —la miro incrédula, sé que está intentando animarme, pero es que a estas alturas va a ser misión imposible.

— Claro, y como tengo un cuerpo especial pues pocos vestidos hay para mi cuerpo especial —digo en tono sarcástico.

— Skylar, hablo enserio, tienes que ir —cambia su tono a uno digno de una madre.

— ¿Y cómo? Si para empezar no tengo nada digno para ponerme que pueda pagarlo.

— Que te he dicho que lo vamos a acabar encontrando. Podemos pagar algo a medias de esta tienda.

— Déjalo Kenzie, no estoy hecha para estas fiestas, no soy una modelo con mil looks en su armario, no soy rica ni tengo una mega mansión como todos a los que irán a la fiesta. Tampoco pretendo serlo.

— Sky, no digas eso... No necesitas ser nada de eso para ir a las fiestas de tu novio.

— Lo triste es que no, porque me he dado cuenta de lo muy diferente que soy de todas esas personas. Porque esta no será la única fiesta, y aunque encontremos algo que ponerme, no puedo estar comprándome cosas para cada evento, tendría que vender todos mis muebles. Me sobrecargan estas situaciones, así que lo mejor es evitarlas para mi estabilidad mental —continúo caminando, pero mi amiga detiene mi paso.

— Espera... ¿estás diciendo que no vas a ir?

— No lo creo —me deshago de su brazo y sigo con mi camino fuera de la tienda.

Finalmente, Kenzie accede a llevarme a casa en su coche ya que yo acudí caminando a su encuentro a principio de tarde, no hablamos en todo el camino lo cual resultó incómodo. Me siento culpable en parte porque ella ha hecho todo lo que ha podido, me ha aguantado toda la tarde y yo ni si quiera se lo he puesto fácil. Admito que soy una persona pesimista en muchos aspectos que se viene abajo con poco, y esta tarde ha sido una prueba de ello. Pero es que tras mirar hasta el fondo de mi armario y en todas las tiendas posibles de Kansas City, no había nada que me hiciera sentirme cómoda conmigo misma en un entorno así, entonces comencé a sentir la presión sobre mi pecho y cualquier cosa que me enseñara mi querida Kenzie, no me servía.

Llego a casa dejando las llaves en su respectivo cuenco de la entrada tras despedirme de mi amiga con unas disculpas y un enorme beso en su mejilla. No estoy orgullosa de mi comportamiento, pero sentía que me iba a volver loca por momentos y no podía continuar. Entro a mi habitación dejándome caer sobre la cama, pensando en todo y a la vez en nada, en cómo me está superando algo tan simple como asistir al cumpleaños de mi novio, porque no es solo por la ropa, hay otras razones de peso que me preocupan más. Doy un suspiro de molestia y me levanto en busca de mi móvil cuando escucho que suena desde mi bolso en la entrada. Al encenderlo y abrir la aplicación, compruebo que se trata de Asher.

Asher: ¿Sabes que existo y que te echo de menos a pesar de que llevo un día sin verte?

Sky: Sí, lo sé. Iba a llamarte más tarde.

Asher: No puedo esperar mucho más, te aviso.

Sky: Eres un impaciente.

Asher: Sky, ¿te pasa algo?

Sky: No, nada.

Asher: Recuerdas que mañana es mi cumpleaños, ¿no?

Sky: Sí, lo recuerdo.

Asher: Mañana te recojo a las siete, cenaremos antes juntos, ¿ok?

Sky: Asher, es que no voy a poder ir, lo siento, te prometo que saldremos otro día a celebrarlo.

Asher: Sabía que algo te pasaba, incluso por mensajes. Dijiste que ibas a venir, dime la verdad. ¿Qué ha pasado?

No puedo encontrar las palabras exactas para explicar por qué he decidido no asistir. Me da vergüenza admitir que me siento cohibida por sus amigos y por todos los que esperan que asista. Y tampoco quiero decirle que no he encontrado nada para ponerme porque además de que no es la verdadera razón, es ridículo. Decido no contestar, porque simplemente no sé qué responderle, estoy demasiado cansada para pensar en lo que debería decir para no lastimarlo porque sé que mi ausencia le causará daño.

Ni siquiera encuentro mi apetito para hacerme algo de cena, así que decido quedarme tumbada en mi cama pensando en lo muy enfadado que debe estar conmigo Asher en estos instantes. Probablemente me haya llamado tras ver que he leído su mensaje pero que no he querido responderle, así que apagué el móvil justo antes de comenzar a quedarme dormida.

Durante la mañana siguiente asistí al trabajo con pocas ganas y algo inquieta, había recibido mensajes y llamadas cuando volví a encenderlo, pero no he querido ni mirarlas por temor a los que haya podido responder. Trabajar me evade de todos mis malos pensamientos, atendiendo a los clientes con la mejor sonrisa que puedo enseñar en estos instantes. Al llegar a casa después de la jornada laboral, he estado subiendo algunas fotos de recetas que he estado creando estos últimos días añadiendo los ingredientes que necesitan y el procedimiento para hacerla. No es un proceso sencillo, tengo que editar las fotos de tal manera que quede acorde con los colores de mi cuenta de Instagram y cuadrarlo todo me lleva bastante más tiempo de lo que esperaba, pero al menos me mantiene ocupada. Una vez acabo de subir las publicaciones, me dedico a mirar las historias de las personas a las que sigo, y entre ellas aparecen las de Asher, el cual ha compartido las felicitaciones de sus amigos y conocidos. Entonces pienso en que he estado evitando tanto el tema que ni si quiera lo he felicitado y eso me hace sentir bastante mal.

Mierda. Soy una idiota egoísta, además de cobarde que no sabe afrontar los problemas.

Así que, sin ser muy dueña de mis actos, me traslado hasta mis contactos y decirlo llamarle de una vez por todas o es probable que la culpa me consuma del todo.

Hola —dice bastante seco tras dar unas cuantas llamadas, está claro que está molesto, suele ser muy dulce conmigo.

— Asher... ¡feliz cumpleaños! —digo con miedo, no es como me imaginaba que se lo iba a decir, pero es mejor que no decir nada. Espero su respuesta, pero está en silencio, lo que me inquieta.

Gracias...

— ¿Estás enfadado conmigo?

Pues sí —no esperaba una respuesta tan directa de su parte y juro sentir cómo mi corazón se ha quebrado.

— Lo siento yo...

Creo que todas las personas más cercanas me han felicitado hoy, Sky, creo que eres la última cuando esperaba que fueses la primera y estuvieras aquí a mi lado. No pretendo ser egoísta, pero sabías que lo que más deseaba era pasar el día contigo y te niegas a venir, encima sin explicación alguna.

— ¡Quise dártela, pero no sabía cómo hacerlo para que me entendieras!

Pues me has arruinado el día, la verdad.

— No me digas eso... Tienes que pasarlo bien con tus amigos y mañana podemos hacer algo juntos, te lo prometo.

— ­También me prometiste que ibas a venir, ¿lo has cumplido? —su voz empieza a subir de tono a uno mucho más serio. Le explicaría el motivo, pero no creo que esté en condiciones como para entender mi posición, porque ni yo misma sé explicarlo con claridad.

— Asher... yo... —un nudo se forma en mi garganta que impide que hable con claridad.

Da igual Sky, no hace falta que quedemos otro día.

Entonces, tras esas duras palabras, siento como me rompo por dentro. Mis lágrimas comienzan a salir nublando mi visión, y rompo en un llanto cuando escucho que cuelga la llamada. 

No me puedo creer que haya sucedido esto, que haya hecho las cosas tan mal solo por mis inseguridades. No quiero que se aleje de mí, pero he sido tan estúpida que me lo merezco.

Estoy nerviosa, pero intento llamarlo de nuevo, aunque me resulta muy difícil temblando, con lágrimas en los ojos que me impiden ver con claridad y, además con una llamada a la puerta de forma insistente.

Maldigo a la persona que se le ocurra venir a visitarme en estos instantes, porque claramente no me encuentro en condiciones de recibir ni si quiera al vecino que pregunte por sal. Me limpio las lágrimas antes de recibir a quien quiera que sea, doy un pequeño suspiro para tranquilizarme y abro la puerta.

Mi rostro muestra sorpresa cuando veo a esos ojos azules que pertenecen a la razón absoluta de mis lágrimas, Asher Jackson. Está apoyado en el marco de mi puerta con una sonrisa de medio lado y una mano en su espalda. Su móvil suena en su mano derecha, él lo mira y sonríe enseñándome quien lo llama, apareciendo mi imagen en el aparato a pesar de que la llamada no era intencionada, sino, un descuido por mi parte al no bloquear el teléfono.

— ¿Y esas lágrimas? —me limpia una de la mejilla con su dedo pulgar usando a la vez un tono burlón—. No habrás llorado, ¿no? ¿Quién te ha hecho daño? Que me lo cargo.

— E-eres... ¡eres un idiota! —le empujo hacia atrás provocando que pierda el equilibrio—. ¿Cómo se te ocurre hacerme una broma así? ¿Sabes que me iba a dar un infarto? —Él se limita a reír a carcajadas—. ¡No le veo la gracia!

— Eres tan inocente... —sigue riéndose de mí, así que decido cerrarle la puerta y dejarlo en pleno pasillo, pero es tan veloz que pone su pierna antes de que cierre. Entra y cierra la puerta quedando frente a mí—. No serás tan mala de dejarme aquí fuera por mi cumpleaños.

— ¡Pues sí! Te lo mereces.

— ¿Yo? Eres tú la que no cumple promesas.

— Jopé, lo siento.

— ¿Vas a llorar? —me cruzo de brazos desviando la mirada, evitando que vea mis lágrimas salir—. ¿Eh?

— ¡Sí! Me siento muy mal conmigo misma —digo con voz gangosa y lágrimas resbalando por mis mejillas.

— En realidad, no tenía pensado lo de la llamada, pero me ha venido de perlas. Ha sido un pequeño castigo por decirme que no pasas conmigo mi cumpleaños e ignorarme todo el día. Pero admito que me he pasado, discúlpame —coloca una mano sobre su pecho a modo de disculpa y entonces saca lo que tenía escondido a su espalda, se trata de una caja cuadrada y plateada—. Toma anda.

— ¿Qué es?

— Ábrelo —la cojo y la observo con detenimiento, aspirando las mucosidades y tranquilizando el llanto.

— Se supone que yo soy la que te tendría que hacer un regalo, ¿no?

— ¿Quieres abrirlo ya y dejar de quejarte?

Bufo y prosigo a abrirlo encontrándome con un papel casi transparente envolviendo algo en concreto. Pongo la caja sobre la mesa y saco lo que hay envuelto. Se trata de un vestido de color blanco con destellos. Tengo que admitir que es precioso y al ver la marca noto que es de los más caros.

— ¿Qué es esto? —cuestiono entrecerrando los ojos.

— ¿Pensabas que no ibas a venir por no encontrar algo que ponerte?

— ¿Cómo sabias...? Ah, Kenzie —caigo rápido en la cuenta a lo que él asiente apretando los labios.

— Cuando me dijiste que no venias la llamé a ella por si sabía algo. ¿Por qué piensas que no eres perfecta si te lo recuerdo cada día? —No sé qué responder, me siento horrible. ¿Es qué Kenzie le ha contado cada palabra de lo que dije? Tengo que tener una seria conversación con ella—. Sky, me da igual cómo sean los demás, yo te quiero por cómo eres y no me importa lo que tengan que decir sobre ti, porque quien se meta contigo, que sepa que tenerme de enemigo no es recomendable —le miro a los ojos y él me responde con un beso rápido en mis labios salados por las lágrimas.

— No soporto que me compren cosas porque sí —refunfuño volviendo mirar el vestido—. Pero es muy bonito, gracias.

— Vamos, lávate esa cara tan preciosa que tienes, póntelo y vamos a cenar —me limito a asentir para después dirigirme al baño con el vestido en mano.

Es increíble como en cuestión de minutos todo ha cambiado en mí y en mi entorno. Hace una hora estaba intentando no pensar en que Asher estaba enfadado conmigo, he llorado y casi me da algo al pensar que nuestra relación se había roto por mi culpa. Entonces aparece y vuelve a poner mi vida patas arriba y con un vestido que ponerme. No merezco tanto.

Me tomo una ducha rápida que no me toma demasiado tiempo, me peino y me maquillo disimulando que acabo de llorar, tampoco me hago nada especial más allá de la base y algo de rímel. Aliso mi cabello concluyendo mi look. Me miro al espejo con el vestido puesto, pasando las manos por mis caderas y no puedo mentirme a mí misma, me veo bastante bien.

¿Cómo es posible que sepa lo que me queda bien? Aunque, no sería descabellado pensar que Kenzie también estaba detrás del vestido.

Tras verme durante unos minutos frente al espejo, observándome con detalle, decido que estoy preparada para lo que se viene esta noche y vuelvo al salón. Entro como si fuese una modelo presentando la nueva temporada de primavera-verano. Asher se levanta del sofá de inmediato nada más verme y observo cómo él se muerde el labio inferior provocándome una pequeña risa.

— ¿Qué tal? ¿Estoy... bien? —hablo mientras doy una vuelta sobre mí misma, pero al no obtener respuesta por su parte, comienzo a ponerme nerviosa—. Me queda mal, ¿verdad?

— ¿Bromeas? Con ese vestido la única pega es la de miradas que vas a captar esta noche —se acerca para cogerme de la cintura y apegarme a él. Nos miramos a los ojos y finalmente acabamos en un beso con mucha pasión—. ¿Nos vamos?

— ¡Sí!

Cojo el bolso y juntos salimos por la puerta, en lo que bajamos, escucho mi móvil con un mensaje. Lo busco en el bolso y deslizo mi dedo para desbloquearlo, abro la aplicación en lo que mi expresión cambia totalmente.

"Hola"

Este mensaje ha sido enviado por nada más y nada menos que por Finn, lo que provoca que mis cejas se arruguen y mis pelos se pongan de punta, como cada vez que pienso en él.

Pero, ¿a qué viene esto?















Pan con matequilla 💜🙋🏻‍♀️

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