Capítulo 37
Hacía tiempo que no iba de viaje con mi familia y no recordaba que fuese tan caótico, pero es evidente que somos algunos más en la estirpe lo cual, tiene sentido.
Cuando era pequeña, solíamos visitar a tío Merton en San Diego, eran pocas las ocasiones en las que podíamos pisar la arena de una playa, por lo que no nos importaba escuchar sus interminables historias sobre sus aventuras en un pesquero si después podíamos pasar el día bañándonos en el agua salada.
Recuerdo la última vez que le visitamos, Noah estaba en su peor etapa de adolescencia con diecisiete, recuerdo que ese año le compraron un teléfono móvil y no dejaba de mensajearse con alguna que otra chica. Anne le seguía con trece años, en pleno cambio hormonal, dónde los juegos de niños le parecían una bobada y prefería ver series "más maduras". Axel con ocho años, era todo un gamberro, seguido por mí, con seis años, a la que arrastraba en todas sus travesuras y, a su misma vez, con la que no dejaba de discutir. Por último, la pequeña Emma aún estaba en la barriga de mi madre por lo que no cuenta demasiado. Éramos todo un cuadro. Tener cuatro hijos y uno en camino, con edades tan dispares, era algo que podía ser un auténtico caos. Pero gracias a la estrategia por parte de nuestros progenitores, aprendimos a cuidarnos mutuamente y no ser una total carga para ellos. Aun recuerdo cuando Axel y yo debíamos ducharnos siempre juntos y él tenía que encargarse de lavar mi pelo, qué tiempos aquellos.
Con el paso del tiempo, cuando Noah comenzó a asistir a la universidad, tuvimos que privarnos de los viajes o de comprar más de una bolsa de patatas. Era algo que mis padres siempre tuvieron en mente, que todos poseyéramos el derecho y la oportunidad de estudiar, aunque pasáramos penurias. Por esa razón decidí trabajar a la misma vez que estudiaba, para poder pagarme la matrícula sin que ellos tengan que sacrificarse. Aun así, he recibido algunas prestaciones por su parte, las cuales devolveré de alguna manera cuando tenga un trabajo con un salario algo más alto.
Por eso, esta ocasión es especial para todos, volvemos a viajar en familia años después, aunque con algunos cambios. Por desgracia, Noah no ha podido asistir como bien dijo, por mucho que quisiera. Sin embargo, en esta ocasión contamos con una Emma más crecidita, además de invitados especiales como Jack, el novio de Anne, Regina y el niño de nuestros ojos, el pequeño Marcus. Todos en pie a las tres de la mañana para estar en el aeropuerto a las cuatro y esperar a que el avión salga de Kansas City a las cinco, con dirección a Miami, Florida.
Porque sí, queridos míos, nos vamos a ver la Super Bowl.
No hubo ningún tipo de inconvenientes durante el vuelo y solo tenía una duración de tres horas. Mi asiento estaba junto a la ventanilla, mientras que al otro lado tuve a Emma. A pesar de que veníamos preparadas con unas películas, acabamos totalmente dormidas durante todo el viaje, es normal si te despiertas a las tres de la mañana. Finalmente llegamos a Miami cuando ya ha amanecido y nada más salir del avión, el sol nos recibe aportándonos calidez. No viajaba desde el verano pasado con Kenzie, y la sensación de salir de la rutina es increíble. Suerte la mía la de tener una jefa tan increíble como es Donna, ella estaba más ilusionada que yo con que viajara a Miami para ver este acontecimiento, si no fuera por el trabajo, la traería conmigo. Con nuestras pequeñas maletas ya en mano, salimos del aeropuerto y pedimos dos taxis grandes para que nos lleven al hotel. Por lo visto, es el hotel donde se hospedan todos los familiares e invitados de los jugadores, desconocía que se reservara todo un hotel para eso. Asher se encargó de que todos mis parientes que quisieran asistir, tuvieran una habitación y sus respectivos pases, a pesar de que le insistí de que podíamos pagarnos nosotros el hotel.
Tanto mi familia como yo, nos quedamos sorprendidos cuales turistas que apenas han salido de su ciudad, con las calles de Miami. La sensación de costa, de calor, las palmeras que adornan cada rincón, nos dan una impresión increíble por muy absurdo que parezca, pero es algo que sube el estado de ánimo. Es tan diferente a Kansas City, en todos los sentidos, pero supongo que cada ciudad tiene sus diferencias en cuanto al lugar y a su gente. Lo que no esperaba encontrarme, es la ambientación que ha puesto toda la ciudad con decorados de la NFL, celebrando que es la ciudad anfitriona para la Super Bowl de este año. Hay carteles, pantallas, banderas y estatuas, además de los aficionados, en los que nos podemos incluir, que llegan y se pasean con las camisetas puestas desde que llegaron para mostrar su amor por el equipo. No soy fanática de estas cosas, pero me impresiona ver cómo la gente se une con un mismo fin, conocen gente nueva y lo pasan bien.
Asher ha estado ocupado desde hace unos días, tuve que despedirme de él porque lleva aquí desde principios de semana haciendo entrevistas, sesiones de fotos, eventos y grabando promociones. No tenía ni idea de lo que supone estar en algo así, ni la repercusión que tiene para todo el mundo. Mañana por la noche, será lo que todos estén viendo en sus televisores o escuchando en la radio, animarán a un equipo u otro y, observarán con detalle cada acción y jugada que realicen. Siempre he visto el partido desde mi casa y sin darle mucha importancia, acababa mirando Instagram o cualquier otra cosa que se encontrara en el aparato con tal no aburrirme, pero ahora es diferente y no tengo ni idea de cómo he llegado a sentir tanto interés en el juego, aunque la respuesta más obvia es el jugador con el número diez a su espalda. De igual forma, siento interés más allá que Asher, también quiero que los Chiefs ganen el trofeo y supongo que se debe a tantos años de disciplina en casa, porque en ocasiones no se hablaba de otra cosa.
Al llegar al hotel, damos nuestros nombres en recepción y mostramos la información que los recepcionistas nos requerían, para que después nos diesen los respectivos pases para entrar en las habitaciones. No recuerdo habernos hospedado en un hotel toda la familia, la casa de tío Merton era suficientemente grande para todos, aunque tuviéramos que compartir camas, por eso todo esto se me hace raro.
— ¡Es enorme, Sky! —grita Emma nada más entrar, dirigiéndose a los grandes ventanales que dan luz a la habitación a pesar de tener las cortinas corridas, lo cual no dura demasiado tiempo antes de que la niña las abra con brusquedad—. ¡Mira que vistas!
Doy unos cuantos pasos hacia delante posicionándome a su lado y observar lo mismo que hace ella con brillosos ojos: el gran océano Atlántico.
— ¡Estoy deseando bañarme! —exclama.
— Estamos a principios de febrero —anoto—. Aunque no puedo negar que hace un calorcito agradable y que el agua está apetecible.
— Esto es distinto, Sky. ¿No has traído bikini? —cuestiona abriendo mucho los párpados.
— Claro que sí, solo porque leí que hay piscina climatizada y jacuzzi en el hotel.
— Póntelo, nos vamos a la playa —comienza a abrir su mochila, sacando miles de prendas de ropa que jamás pensé que cabrían en un espacio de ese tamaño.
— Pero, ¿ya? Apenas he podido ver la habitación del hotel.
— ¡Qué más da! Póntelo, avisaré al resto por si quiere venir —sale de la habitación sin coger la tarjeta para abrir la puerta cuando vuelva, así que asumo que seré yo la responsable total de llevarlas siempre encima.
La habitación es bastante amplía, luminosa y fresca. Nos abastece con dos camas de sábanas blancas, mesitas de noche y un escritorio con una lámpara y una silla. También hay un mueble que, si lo abres, aparece una enorme televisión y una mini cocina con una nevera llena de aperitivos. El baño también es amplio, tiene una ducha de esas en las que el agua cae como la lluvia, todo de primera clase.
Hago lo que Emma exigía hace un momento y preparo un bolso con lo básico y necesario. Minutos después llaman a la puerta y procedo a abrir encontrándome con mi hermana y mi pequeño Marcus.
— ¡Mira quien se apunta! —anuncia Emma, por mi parte cojo a mi sobrino para apretujarlo y besar sus suaves y esponjosas mejillas—. El resto quiere hacer turismo, pero luego se unirán a nosotros.
— Estupendo —añado mientras sigo molestando con besos al niño.
Vigilo a Marcus el cual solo corretea por toda la habitación balbuceando palabras que aún le cuesta decir, en lo que Emma se coloca el bikini. Mientras, recuerdo que llevo sin mirar mi móvil desde que subimos al avión y tuve que desconectarlo, así es que lo saco del bolso para comprobar las notificaciones. No hay nada importante, solo un mensaje de Asher en el que me deseaba un buen vuelo. Decido contestarle, aunque no tengo muy claro si podrá verlo el día previo al gran día con todo lo que tendrá que hacer.
Yo: ¡Estoy sana y salva! Hemos llegado al hotel y ahora bajaremos a la playa. Espero que estés disfrutando de todo esto, ¡mañana es tu día! ¡Mucha suerte, estoy segura de que ganaréis!
En cuanto termino de enviar el mensaje, Emma sale del baño dispuesta a irnos, así que meto el móvil en mi bolso junto a las tarjetas para abrir la puerta y nos disponemos a bajar por el ascensor hasta la recepción. Por suerte, la playa está a un cruce de carretera, incluso podría saltar desde la ventana y ya estaría en ella, aunque me mataría en el intento.
Hace un día estupendo, con un sol radiante que incita a que te quedes en bikini tomándolo, aunque solo me he quitado la camiseta. Marcus juega en la arena haciendo hoyos o montañas, mientras que disfruto viendo como Emma grita por lo fría que está el agua, era algo lógico dadas las fechas. A pesar del buen día, decidimos marcharnos al pasar allí casi dos horas, para finalmente ser nosotros los que nos reunimos con el resto de la familia y dar un paseo por la ciudad. En cualquier lugar nos encontramos con turistas que han venido hasta aquí para ver el acontecimiento de mañana, hay pequeños espectáculos con las mascotas de los equipos, música y un ambiente festivo bastante entretenido.
Volvemos al hotel cuando se acerca la hora de la cena, reservé mesa para todos en un restaurante antes de venir. Estuve investigando la comida que se suele servir aquí y tuve en cuenta la cantidad de personas que vendrían a la ciudad y que lo más probable es que nos quedáramos sin mesa. Al llegar a la habitación de nuevo, me ducho y me visto más acorde con el lugar al que iremos, es en esas cuando escucho que me llega un mensaje.
Asher: Me alegro de que estés bien y que estés disfrutando tanto como yo, esto es increíble, Sky. Me siento como un niño en el mejor parque de atracciones del mundo. Ojalá poder tenerte a mi lado.
Mi corazón lo está pasando realmente mal con este mensaje, porque tanto él como yo queremos estar también a su lado. Cito su último mensaje y le envío emotes tristes.
Cuando Emma y yo estamos preparadas, salimos de la habitación con la intención de ir hasta el vestíbulo, dónde hemos quedado toda la familia
— ¡Ekay! —escucho una voz dulce e infantil al fondo del pasillo, no puedo evitar girarme y comprobar qué se trata de la única personita que me llama así.
— ¡Anya! —Ella corre pasillo a través para alcanzarme pillándome por sorpresa, me agacho con los brazos abiertos y la atrapo una vez llega hasta a mí—. ¡Qué sorpresa! ¿Cómo estás, preciosa? —le doy varios besos en una de sus rosadas mejillas.
— ¡Bien! Ekay, mira es mi mamá. —La pequeña rubia señala hacia atrás, encontrándome con una chica de cabello largo e igual de rubio que el de Anya, de piel rosada y ojos azul oscuro.
— ¡Hola! —saluda nada más alcanzarnos acompañada de un chico más alto que ella de cabello castaño y una frondosa barba.
Es evidente por sus rostros que no tienen ni la menor idea de quien es la chica a la que su hija ha acudido corriendo con tanto entusiasmo, mucho menos cuando la pobre no puede pronunciar bien mi nombre.
— ¡Hola! —respondo sonriente—. Debes de ser Zoë. Soy Sky...
— ¡Oh! —exclama interrumpiendo mi presentación, diría que sabe perfectamente quien soy—. La novia de Asher, claro. Disculpa a mi hija, no sabe pronunciar bien algunas palabras —se agacha a la altura de la niña—. Cariño, se dice "es-ca-i" —intenta explicarle pausadamente cada sílaba.
— "E-ca-i" —repite ella sin éxito lo que me provoca una carcajada.
— No te preocupes, poco a poco —animo en lo que vuelve a ponerse a mi altura.
— Es un placer conocerte por fin, Asher no deja de hablar de ti y Anya me dijo que lo pasó muy bien contigo. Por cierto, él es mi prometido, Oliver —el muchacho saluda con un ademán.
— Igualmente, encantada. Y sí, es mi pinche de cocina favorita —le guiño un ojo a la pequeña—. Tenéis que probar nuestras galletas, ¿verdad Anya?
— ¡Sí! —exclama con mucho entusiasmo alzando las manos.
— ¡Estamos deseando! —ríe con ternura—. Nos veremos mañana en el partido. Encantada de conocerte, Sky.
Es una chica muy bonita, y se la ve justo como Asher la ha descrito en ocasiones, una buena persona. Anya me da un abrazo de despedida lo que me significa mucho para mí, es una niña estupenda al igual que lo son sus padres. Me despido también de la pareja para después regresar junto a Emma en el ascensor, bajando al vestíbulo dónde ya se encuentra toda mi familia.
— ¿Dónde nos vas a llevar esta vez, hermanita? —Axel pasa un brazo alrededor de mi cuello mientras salimos del hotel.
— ¿Vas a cuestionar una de mis decisiones? Siempre os llevo a buenos sitios.
— Desde luego, nos has traído a la final de la Super Bowl con los Chiefs en el campo. ¿Qué más podemos pedir?
— ¡Por eso siempre fue mi hija favorita! —grita mi padre unos metros más adelante.
— ¡Eh! —gritan mis hermanos al unísono.
Sonrío, y mucho. Aunque la razón de este viaje sea ir a ver un partido de fútbol, necesitaba volver a tener estos momentos en familia. Desde que empecé a estudiar y trabajar, apenas he podido disfrutar con total tranquilidad, siempre ha habido alguna inquietud o alguna razón por la cual debía irme antes o no asistir a algunas reuniones. Gracias a Asher, que, aunque solo sea porque han conseguido llegar hasta aquí, nos ha otorgado la oportunidad de reunirnos y hacer este viaje.
El restaurante que reservé, se encuentra junto a la playa, es un lugar elegante pero no como los que Asher me lleva. Quería probar los platos típicos de esta zona, y la carta de este lugar creo que los reúne todos. La cocina de aquí tiene muchos platos influenciados por la gastronomía caribeña y latina, por eso es muy típico ver por aquí las famosas arepas, el ceviche o el churrasco, no podía perderme la oportunidad de probarlos.
— ¿Qué creéis? ¿Ganarán los Chiefs? —cuestiono con mi plato delante y comenzando a comer.
— Por supuesto —responde Emma tan rápido como puede aun con comida en la boca.
— No solo lo creo, ganarán —afirma mi padre apuntando con el tenedor desde un extremo de la mesa—. Esos chicos están en plena forma este año, irreconocibles, se sienten sus ganas de ese trofeo hasta en China. Y por no hablar de tu chico, es el responsable de que el equipo esté en alza, llevábamos esperando un fichaje así desde hacía años y no se equivocaron.
— Creo que decir que tiene toda la responsabilidad del equipo es demasiado —respondo obteniendo la mirada de todos.
— ¿Sabes cuál es la función del mariscal de campo, Sky? —cuestiona mi hermano.
— Bueno, más o menos. Sé que es el que empieza todas las partidas, si es que le pertenece al equipo comenzarlas, y su cometido es hacer que el balón llegue a la zona dónde se hace el touchdown —respondo orgullosa de mi poca sabiduría en el deporte y que he aprendido en tan poco tiempo.
— No está mal, para ser tú. Pero también es el líder del equipo ofensivo, y prácticamente lo es de todo el equipo, porque es el que debe decidir qué jugada van a realizar. Por lo tanto, sí, tiene gran parte de la responsabilidad.
— Por eso es importante tener a un buen quarterback, y Asher lo es, es lo mejor que hemos visto en los Chiefs en mucho tiempo —añade Anne que se suma a la conversación—. Pero entiendo lo que dices, supongo que no te gustaría que todos le señalaran por una mala jugada.
— Es que es injusto, y demasiada presión sobre una sola persona de entre tantos. Ser una estrella del fútbol americano puede ser tan bueno, como malo al mismo tiempo.
— Así es el juego, son las reglas y creo que él sabe perfectamente a lo que se enfrenta, Sky —noto como Axel coloca una mano sobre mi hombro.
— No tienes de qué preocuparte, cariño. Mañana lo va a hacer genial —interviene mi madre, a lo que todos asienten, ella siempre sabe cómo hacemos sentir mejor.
Sin embargo, creo siempre voy a tener el miedo de que algún día, todos le echen la culpa porque pierdan algún partido importante y eso provoque que se venga abajo. Es muy fácil caerse en el camino del estrellato, y por lo que estoy acostumbrada a ver en redes sociales o revistas sobre cotilleo, si alguien hace algún acto que no le guste al público, todos se ponen de acuerdo para hacerle la vida imposible. Porque en este cuento, el enemigo no es solo una persona, son millones y no conviene hacerles enfadar.
Tras la comida, la cual estaba incluso mejor de lo que imaginaba, damos un paseo por las calles de la ciudad. Cada vez hay más personas celebrando el evento por todos lados, hay zonas dónde los fans se reúnen para pasarlo bien mientras animan al equipo con canticos o vitoreando los nombres de los jugadores. El equipo al que se van a enfrentar los Chiefs, se trata de Los Ángeles Rams. No tengo ni la menor idea de cómo serán de buenos ni si serán mejores que el equipo de Kansas City, pero solo espero y deseo con todas mis fuerzas que mañana pierdan el partido, con todos mis respetos. Así es que, este fin de semana, Miami está teñida de rojo y azul en su mayoría, representando a ambos equipos.
Finalmente, regresamos al hotel a una hora prudente. Mañana aterrizará un terremoto con pelo rubio a Miami, así es que debo estar despierta para recibirla y pasar parte del día con ella. Kenzie no podía creer que también la invitaría a ver el partido, estuvo gritando unos quince minutos sin parar, no sé cómo sigue conservando la voz.
Emma y yo llegamos a nuestra habitación derrotadas por el día de hoy, no hemos parado un solo segundo para descansar y mañana nos espera un día con más emociones aún. Sin apenas intercambiar palabras, la pequeña se cepilla los dientes, se peina su castaña melena la cual le llega por los hombros, y se acuesta en su cama. Mis pasos no son muy diferentes a los suyos, me coloco el pijama que traje y me acuesto en la mía.
A punto de cerrar los ojos, mi móvil vibra alarmándome por completo, recordándome que debo silenciarlo y mostrándome un mensaje nuevo de Asher, algo que no esperaba.
Asher: Buenas noches, Sacher.
Arrugo las cejas al ver este mensaje, es bastante tarde para él, que normalmente mantiene una hora a la que acostarse y dormir unas ocho horas diarias. Quizás no sea nada, y simplemente esta noche tenían permitido estar hasta algo más tarde despiertos, o tuviesen algún evento.
Mientras mi hermana ya ronca a mi lado en su cama, decido contestarle.
Sky: Buenas noches, estrella.
Me quedo mirando la pantalla por unos minutos esperando a que responda de nuevo, pero al ver que no lo hace, supongo que habrá sido un simple mensaje para darme las buenas noches como de costumbre cuando no dormimos juntos, que últimamente suele ser más a menudo de lo que me gustaría. Dejo mi teléfono sobre la mesita que tengo a un lado de la cama y me doy la vuelta cerrando los ojos.
Sin embargo, parece que mi destino esta noche no es el de dormir precisamente, cosa que necesito para afrontar el día de mañana. Al cabo de unos minutos, me parece escuchar unos ligeros golpecitos en la puerta de la habitación. Por un momento pienso que se trata de alguna broma de cualquiera de los huéspedes del pasillo, lo cual no me causa ninguna gracia, y cuando vuelve a suceder, decido acudir a abrir la puerta con un humor poco deseable para quien haya decidido hacer este acto a estas horas de la madrugada.
Al abrir la puerta, la luz da directamente sobre mis ojos, los que ya se habían acostumbrado a la oscuridad, así que me lleva unos segundos enfocar al responsable que había golpeado la puerta.
Y quizás era la última persona que esperaba que me visitara a estas horas de la noche.
— ¡Asher! —me tapo la boca inmediatamente cuando me doy cuenta de lo alto que he hablado para las horas que son. Compruebo que mi hermana no se haya despertado, y lo confirmo cuando suelta otro pequeño ronquido—. ¿Qué haces aquí? —susurro.
— No podía irme a dormir sabiendo que estás en la ciudad, que no he podido verte en todo el día y que ni si quiera iba a tener un beso de buenas noches.
Siento como mi rostro empieza a arder, y sé perfectamente el color que tendré por su culpa. Solo espero que no lo vea con esta semi oscuridad.
— No puedes venir aquí, a estas horas y decirme eso sin más.
— Claro que no.
Coloca sus manos sobre mis mejillas y lleva mi rostro hacía el suyo estampando sus labios sobre los míos. Juro por Dios que es el beso con más deseo que he dado en mi vida, porque verdaderamente llevo todo el día pensando en ir a verle estuviera donde estuviera, pero me he estado conteniendo porque sé que esto es importante para él y yo podría ser una distracción.
Comienza a darme besos pequeños, pero al pellizcar su labio inferior, es como si hubiera pulsado un interruptor y comienza a ser algo más ardiente. Los mordiscos que intercambiamos el uno con el otro es lo único que suena en estos momentos, siendo el mejor sonido del mundo.
Nos separamos soltando el aire que conteníamos con los besos, y él posa su frente sobre la mía mirándome a los ojos.
— No me puedo creer que hayas venido hasta aquí solo para darme las buenas noches —río contra él.
— No sabía si estabas despierta, por eso te envié el mensaje, para comprobar que lo estabas.
— Ahora todo cobra sentido. —Nos quedamos en silencio unos segundos antes de volver a hablar—. ¿Estás bien?
— Estoy disfrutando de todo esto, hemos hecho muchas cosas estos días, y no me puedo creer que mañana vaya a jugar una Super Bowl. Pero, después de todo eso, acabo extasiado y fatigado, necesito estar con alguien que me devuelva la estabilidad.
— ¿Soy tu estabilidad?
— Eres muchas cosas para mí, y esa es una de ellas. Y créeme que estos minutos contigo, aunque incumpla mis horarios, son vitales para lo que me enfrento mañana.
Siento que mi corazón va a atravesar mi pecho en breves instantes como continue diciéndome cosas así. Me quedo mirándole unos segundos, permitiéndome observarle con detalle. Siento lo nervioso que está y el peso que lleva sobre sus hombros, entonces comprendo mi papel en esto.
— Asher, mañana vas a brillar como nunca antes habías brillado. Vas a demostrar que eres mucho más que una estrella, porque, ante todo, eres un chico que disfruta jugando al fútbol y no te va a importar las personas que estén mirándote, solo tu juego, y en que vas a hacerlo tan bien que vais a ganar tú y tu equipo. Confía en ti y en tus acciones, van a ser las acertadas. Y recuerda que las personas que te queremos, estaremos animándote en las buenas y en las malas, eso no lo olvides jamás.
Ni si quiera he pensado algo de lo que acabo de decir, y por primera vez creo firmemente que ha salido de mi corazón. No quita su mirada de mí, probablemente esté procesando mi pequeño discurso.
— No te merezco, Sky —susurra.
Se separa de mí para volver a besarme intensamente, sintiéndose a despedida, como si la próxima vez que nos vayamos a ver, sea en un largo periodo de tiempo. Incluso puedo notar la tristeza cuando dejas a alguien ir, mientras veo como se aleja por el pasillo.
Sin embargo, no se va lejos, y tampoco por mucho tiempo. Ambos sabemos que nos veremos mañana de nuevo de una forma u otra.
Porque mañana, señoras y señores, es la gran esperada Super Bowl.
Ya toy aquí 💁♀️
He venido a cambiar tu día.
Disfrute 💜
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