Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25

Esta es la situación. Voy a tener una cita con un tal Asher Jackson, jugador de futbol americano que, sin saber por qué, decidió ayudar a la pastelería usando su fama. Así es como me siento o cómo debería contárselo a la gente, porque, aunque físicamente sea el mismo, no lo es realmente para mí. Es otra persona totalmente diferente, y no es solo por su nombre, tiene otro trabajo, otra forma de vida, y por no hablar de la fama. Es más complicado de lo que parece, antes no se me ocurría que estando con él por la calle, podía salir en una revista, o en la tele y ahora no dejaré de pensar en si alguna vez nos vieron juntos o en si los periodistas del otro día nos relacionaron de alguna manera. Y ahora, le debo una cita. No quería volver a verle por mi bien, porque no puedo vivir con tantos altibajos en tan poco tiempo. En fin, supongo que tengo que asistir, porque se lo debo, pero nada más allá, y después de eso, no quiero volver a pensar en él, debo centrarme en mí y en mi aspiración en la vida.

Ahora entiendo por qué iba siempre con capucha, gorra y gafas de sol, que no quisiera salir a cenar o a dar un paseo, o sus normas tan estrictas cuando quedábamos en la habitación del hotel. Puede que yo no lo hubiera reconocido, pero otras chicas sí, y eso supondría que la prensa explotaría ante tal chisme y probablemente le suspenderían del fútbol. Toda su vida se iría a la mierda solo por querer pasar una buena noche.

Recordaba su nombre, lo había escuchado antes. Supongo que en el partido con el que fui con Kenzie, o quizás en casa de mis padres, los hinchas de los Chiefs. De hecho, creo recordar que fue su camiseta la que me puse en aquel partido o que a mi hermana pequeña le parecía guapo. Pero nunca, en ninguna de esas ocasiones, quise saber su aspecto y quizás debí haberlo hecho para evitarme todo este lío.

Me pruebo mil y un vestidos, pero ninguno se adapta a la situación. De repente, no tengo nada bonito, y me empiezo a poner muy nerviosa. Estoy segura de que iremos a un sitio adaptado a su estatus social real, donde acuden todos los famosos o gente de dinero. No tengo vestidos caros, todos son de tiendas de toda la vida, de gente honrada, no son marcas como Gucci, Chanel o Versace. Son vestidos que puede llevar todo el mundo a una fiesta que hacen los vecinos o tu prima.

Se acerca la hora en la que quedamos y no puedo quedarme de brazos cruzados. Cojo cualquier vestido que haya usado en alguna boda, pero que no sea demasiado elegante, se trata de uno negro que se adapta a mi cuerpo, liso y sencillo, pero elegante. Cojo unos tacones a juego, me maquillo un poco e invento con mi pelo hasta quedar con algo medianamente decente para la ocasión. Cuando miro el reloj, compruebo que he ido demasiado justa, debe estar al caer y mis nervios florecen. Y no son como los de antes con los vestidos, estos son por verle de nuevo, de esos que vienen con mariposas incluidas. Estoy colocándome los pendientes en mis lóbulos, cuando escucho el sonido del timbre.

Es él.

Corro hacia la puerta, la abro encontrándome con un chico alto, rubio, de ojos azules, vestido con un traje de color azul oscuro que le queda como un guante y con una sonrisa que provoca que sus ojos se achinen ligeramente haciendo que me pierda con solo una mirada en él.

Santo Dios bendito, sácame de ésta como puedas.

¿Por qué me siento como una quinceañera en su primera cita? Tal vez porque no tengo citas así desde aquel entonces. Él me lanza una mirada de arriba abajo y muerde su labio inferior, lo cual me saca los colores.

— Hola, Sacher —pronuncia tras volver a mis ojos.

— Star —saludo también usando su apodo y en cierta forma me relaja saber que sigue siendo ese chico misterioso, no el que se creó después.

— ¿Estás lista?

— Sí... Solo cogeré el bolso y abrigo.

— Pues vamos, te espero —cojo las cosas y salgo junto a él, hasta subirnos a su coche aparcado en la puerta. Noto que no es el mismo coche que normalmente traía, este es mucho más caro, lo cual me hace pensar que era cuidadoso con los detalles.

— ¿Dónde vamos? —me atrevo a preguntar una vez nos ponemos en marcha, para así calmar un poco el ambiente y sacar algo de conversación.

— A cenar.

Bufo ante su respuesta tan ingeniosa.

— Muy agudo, pero, ¿a dónde?

— No voy a cocinar yo, por si es lo que te preocupa. —Me muestra una sonrisa cuando me mira por un segundo y yo se la devuelvo—. Vamos a un restaurante, creo que te gustará.

— Entonces estoy tranquila.

En el camino, no hablamos demasiado, de hecho, el silencio reina y temo que el resto de la cena sea de la misma forma, es como si fuéramos desconocidos y esto una cita a ciegas. Cuando llegamos a la zona del restaurante, me aferro a la ventanilla del coche abriendo mucho los ojos de la sorpresa, no puedo creerlo. No puede ser.

— ¿Estás de broma? —me giro hacia él incrédula, solo puede mostrarme una sonrisa de medio lado.

— ¿Por qué iba a estar de broma?

— No puedo entrar ahí, por Dios, mira cómo voy vestida.

— Vas perfecta, no te preocupes por eso.

Me doy las gracias por haberme puesto este vestido, creí que iba a ser demasiado, pero nada de eso, no para un sitio así.

— No tienes mesa ahí.

— La tengo.

— Es imposible.

— Tengo mesa para dos esta noche. No es imposible.

— Sé bien que cogen reservas con un año de antelación.

— Lo sé.

— ¿Hiciste reserva hace un año?

— No.

— ¿Cómo lo has hecho entonces?

— Estás haciendo muchas preguntas. ¿Por qué no simplemente disfrutas?

— ¡Porque no me puedo creer que vaya a cenar en uno de los restaurantes más famosos de la cocina! ¡Es el maldito restaurante del chef Grant Keller! No tienes ni idea de cuánto lo admiro, tengo todos sus libros sobre cocina.

— No esperaba menos de ti, por eso te he traído aquí.

— No puedo permitirme esto. —Caigo en cuenta de ese detalle.

— ¿De verdad crees que voy a dejar que pagues algo hoy? Yo te invité a una cita, y eso lo incluye todo. Déjate llevar.

Bajamos del coche y una chica vestida de uniforme coge las llaves de éste para aparcarlo. No puedo creer que esté en un sitio en el que te aparcan el coche, esto es tan diferente a mi vida. Hace tiempo decidí ahorrar para poder venir a un sitio como este, pero entre unas cosas y otras me ha sido imposible. Todos mis profesores nos recomiendan asistir a uno de estos restaurantes por lo menos una vez en la vida, para poder degustar todo lo que hacen y como futura chef, debía hacerlo, aunque no estuviera en mi mejor momento económicamente. El chef es toda una celebridad en el mundo de la cocina, además, ha salido en numerosos programas de televisión y en concursos de cocina como jurado.

Camino detrás de Asher, mirándolo todo con detalle, la arquitectura de la entrada ya me asombra, no quiero pensar el interior. Hay una persona en la entrada que abre la puerta del lugar dándonos paso a la zona donde comprueban nuestros nombres en las reservas. Asher habla con él y pronto nos guían hasta nuestra mesa. Por dentro, es demasiado bonito, como esperaba. Todo tiene una temática algo extraña, no sé bien cómo explicarlo, es como si fuese un lugar en ruinas y que, con el paso del tiempo, la vegetación se ha apoderado del lugar. Es precioso. Hay pocas mesas, es lo normal en estos sitios, por eso solo pueden abrir las reservas un año antes, hay demasiada gente a espera y yo estoy aquí cuando hasta hace una hora no contemplaba la posibilidad de venir a un lugar así.

El camarero nos pregunta qué queremos para beber, y Asher me pregunta si me gusta el vino, al asentir, pide uno que sé bien lo caro que es.

— Espero que tengas hambre —dice cuando el camarero se marcha.

En estos sitios, aunque los platos se vean de pequeñas raciones, es porque se trata de una degustación en la que entran unos veinte platos. Sé que vamos a pasar aquí un buen rato y voy a llenarme enseguida, pero voy a hacer un esfuerzo por probarlos todos, esto es toda una experiencia que debo aprovechar.

El camarero nos explica todos los platos que van trayendo, los primeros son más ligeros, simulando a un cóctel, con técnicas como espumas o esferificaciones. Después vienen los que incluyen pescados o carnes y todos con su respectivo proceso de servicio y explicación. Siento como si estuviese en clase, analizando cómo se hace todo e intentar retenerlo en mi cabeza. Los sabores explotan en mi boca creando una sensación increíble y no puedo creerme que esté probando todo esto. Mis profesores tienen razón, es algo que hay que hacer una vez en la vida. Después del postre, nos invitan a tomarnos una copa en una preciosa terraza con bastante intimidad y nos sentamos en los sofás de jardín. He comido demasiado como ya sabía que iba ocurrir, pero ha sido genial.

— Con todo esto, no he podido decirte que estás preciosa —rompe el silencio con nuestros copas ya servidas.

— Gra-gracias —digo avergonzada—. Tú estás muy guapo también, te favorece ese traje.

— Espero que te esté gustando la cita. Quise que fuese especial y algo que realmente te merecieras.

— No lo merezco, no soy nadie especial para merecer algo así.

— Tienes razón, eres mucho más que eso. Para mí lo eres. Por eso he querido que estés aquí hoy, sabía que algo así te ilusionaría.

— Te has pasado —desvío la mirada para evitar que me vea sonrojada por lo que acaba de decir.

— Lo siento mucho, Sky —suelta de repente pillándome por sorpresa.

— ¿Qué?

— Perdona por todo lo que te he causado. No espero que me perdones ahora, mi intención nunca ha sido que esta cita te hiciera olvidar, solo quería compensarte por los malos momentos que has pasado por mi culpa. Es lo justo.

— Sabes que no lo puedo olvidar, no así como así. Yo te conocí siendo James y me resulta extraño que de repente no seas el mismo, por mucho que lo seas físicamente.

— Lo sé. Lo único que espero es poder arreglarlo.

— ¿Ah sí? ¿Y cómo piensas hacerlo? ¿Me vas a borrar la memoria?

— Si tuviera ese poder, no lo usaría, no me gustaría que borraras lo que hemos pasado, aunque haya malos momentos, la mayoría son buenos. Si me dejas, podemos empezar de nuevo.

— Eso ya lo dijiste.

— Sé lo que dije, y no estoy orgulloso. Debí decírtelo todo desde el principio, pero entiende que es una situación difícil para mí. Así que, quiero empezar de nuevo, pero esta vez de verdad.

— ¿Y crees que funcionará?

Déjame probarlo.

— Está bien.

Se toma unos segundos, respira hondo y deja salir el aire. Entonces se gira de nuevo a mí y se acomoda poniendo un brazo sobre el respaldo del sofá. Le observo minuciosamente, esperando ver que va a hacer.

— Hola, preciosa, ¿qué tal? —suelto una carcajada, pero a pesar de que él se ríe, me pide seriedad—. Te he visto aquí sentada y he decidido acercarme.

— Bastante bien. Me alegro de que te preocupes por mí —digo aguantándome la risa—. ¿Y cómo se llama el caballero?

— Soy Asher James Jackson —afirma hablando totalmente en serio, entonces me doy cuenta de que no está mintiendo y que en el nombre tampoco lo hizo—. Pero todos me conocen como Asher Jackson. ¿Y la señorita?

— Me llamo Skylar Jenkins, aunque me llaman Sky. Un placer, Asher —siento como si fuese real, nunca se ha presentado como tal, lo supe por mi cuenta y no tuvo oportunidad de presentarse como quien realmente es, aunque James sí que resultara ser parte de su nombre—. Y no sé, cuéntame algo sobre ti.

— Pues, nací en Boston, estuve allí unos años, pero nos mudamos mi familia y yo a California así que prácticamente he crecido allí —eso fue igual a lo que me contó en la única cena que he tenido con él, por lo menos dijo algo real.

— ¿Y tu familia? ¿Cómo es?

— Mi padre fue jugador de fútbol como yo aunque no tan famoso y jugaba en una posición diferente a la mía, y ahora se está centrando en mi carrera, forma parte de mis representantes. Y mi madre se dedica a pintar cuadros, es realmente buena y no es porque sea mi madre. Tengo una hermana pequeña, seguro que os llevaríais bien —nos miramos a los ojos y sin evitarlo me sonrojo, él se ríe al verme.

— ¿Y cómo llegaste a ser jugador profesional?

— ¿Quieres la versión larga o la corta?

— Larga, quiero saber cómo lo hiciste, cómo nace una estrella —me acomodo, cruzo las piernas y le presto toda mi atención.

— Bien, pues todo comenzó en el instituto, aunque no lo creas, jugaba beisbol, baloncesto y fútbol. Sin embargo, aunque disfrutaba haciendo todo eso, se me daba mejor el fútbol por mis marcas. Terminé siendo jugador de tres estrellas y fui uno de los mejores. Al final comprendí que no había nada que pudiera superar lo que disfrutaba jugando al fútbol, y me comprometí con la Universidad de Stanford.

— Guao —me sorprendo porque sé bien lo difícil que es entrar ahí.

— Comencé el año "freshman", primer año, siendo suplente del quarterback del equipo, el chico se lesionó y fue mi oportunidad, así que di todo de mí y disfruté como un niño. El resultado fue batir el récord de un jugador de primer año. En "sophomore", segundo año, fui titular en todos los partidos, obteniendo buenos resultados. Al llegar a "junior", tercer año, volví a romper registros de la NCAA y gané un premio por ser el mejor pasador del país. Después de aquello, fui nombrado al Equipo Académico All-American y yo no podía creerme hasta dónde había llegado. Pero sentía que podía ir más lejos, tenía que exigirme más, arriesgarme. Así que, decidí dejar el equipo universitario para presentarme al draft de la NFL, dónde los equipos seleccionan a los jugadores. Como ya sabes, el Kansas City Chiefs me seleccionó, y sentí que estaba soñando cuando firmé el contrato. Todos tenían el ojo sobre mí, pronto comencé a salir en la prensa por todos mis méritos en el pasado y la fama iba creciendo poco a poco. Empecé mi primer año como suplente, me dieron la oportunidad de jugar en mitad de la temporada y ayudé al equipo a ganar, fue la primera vez que me vieron jugar y brillé, confirmando lo que todos sospechaban. Hace algo más de un año, tras finalizar la temporada, traspasaron al quarterback del equipo a otro, y eso me convirtió en el quarterback oficial de los Chiefs. No coseguimos llegar a la final, pero sí que hubo una mejora en el equipo. Así que, esta es mi segunda temporada siendo titular en todos los partidos, siendo la promesa del equipo. Puedes imaginarte la responsabilidad que llevo encima, todos esperan que lo dé todo en los partidos, que ayude al equipo a llegar a la Super Bowl y ganarla. Un solo fallo, y me hundirán.

— Eso no es justo.

— No lo es, pero es en lo que me han convertido, en la joven estrella tan esperada del equipo. La prensa deportiva da forma a los jugadores, crea expectación y hacen que un país entero crea en mí. El equipo depende de mí, porque soy su promesa, aquello por lo que apostaron. Si lo hago mal, imagínate lo que puedo causar. Hay gente que ve todo esto como su negocio, invierten, apuestan y al final dependen de que un jugador haga lo que le han prometido. Tu verás que me he convertido en un producto, en parte es cierto, pero yo solo estoy aquí para jugar al fútbol, el resto me da igual.

— No quiero imaginar la presión que debes tener siempre encima.

— Intento no pensar en ello, como he dicho, solo juego al fútbol.

— Estoy segura de que conseguirás grandes cosas, te has esforzado mucho para estar donde estas ahora.

— Gracias, está bien escucharlo de vez en cuando —me sonríe y le respondo de la misma forma—. Me alegro de estar aquí contigo y que me dejes empezar de nuevo.

— Bueno, no te he prometido nada.

— Lo sé, lo sé... —me otorga una sonrisa triste.

— ¿Por qué no me dijiste tu nombre y quién eras en realidad desde un principio? —pregunto entrecerrando los ojos, él suspira.

— Porque... ya te dije que no se me daba muy bien esto del amor, ¿verdad? —asiento—. Todo comenzó con la fama, puede que sea algo guay y bueno, pero tiene sus partes oscuras. Digamos que eso saca una parte muy fea de algunas personas, y por desgracia he tenido experiencias con ellas. He salido con chicas que pensaba que les interesaba algo, pero al final solo querían colgarse de la fama. Es solo un resumen de todo lo que he pasado con esto, pero al final me cansé y decidí no volver a interesarme. Pero entonces llegaste tú, te interesaste por mí sin conocer mi físico, mi vida y aun así quisiste que me quedara, que hablara contigo, y conocerme más. Es raro hablar con alguien al que no ves la cara, que te caiga bien con la primera conversación y quieras seguir conociéndole. Cuando nos vimos físicamente, vi que no me reconociste y, siendo sincero, me sentí como antes, cuando mi identidad era privada, cuando nadie me conocía y quise seguir así un poco más, pero no lo tenía previsto, salió solo. Cuando te mentí con otra vida, con el tiempo me di cuenta que tú jamás te interesarías por mi dinero y fama, pero ya era demasiado tarde, y temía decirte la verdad y que pasara lo que ha pasado.

— ¿Y por qué no me lo dijiste cuando decidimos ir enserio? Prometiste decir la verdad.

— ¡Pero pensaba decírtelo, enserio! Solo que... te adelantaste en saberlo. Lo siento, lo último que quería era hacerte daño, fui un gilipollas lo sé. No es fácil decir algo así, quería que fuese en el mejor momento en el que pudiera explicarme y tú pudieras entenderlo. Por eso quiero que empecemos de nuevo, como estamos haciendo.

— ¿Me vas a prometer de verdad que no más mentiras?

— Pienso decirte toda mi vida atrás y espero poder contar una contigo. Si tú quieres, claro... —mi corazón late aún más fuerte con esa declaración.

— ¿Puedo conocerte más y luego decidir? —digo tras unos segundos de silencio.

— ¡Claro! Esperaré el tiempo que sea. Contestaré a todas y cada una de tus preguntas con total sinceridad. Te llevaré a mi casa, a la de verdad porque lo cierto es que la otra era de un amigo. Y, una cosa más que debes saber.

— ¿Qué?

— Tengo una hija.

— ¿¡Cómo!? —casi me caigo del sofá. Tengo demasiados sentimientos encontrados en este momento.

— Sí. Tiene tres años. Digamos que fue algo inesperado. ¡Pero la quiero un montón, y no la cambiaría por nada!

— ¿Y su madre? —es todo cuanto pregunto, y debo admitir que me arrepiento, yo solo estoy pensando en qué es la madre de la niña para él.

— Ella y yo lo dejamos cuando aún estaba embarazada, éramos muy jóvenes y no fuimos responsables. Ahora solo somos amigos, por el bien de nuestra hija. Ella es Zoë, la que viste en el teléfono.

— Aja, sí, la recuerdo... ¿Y cómo se llama tu hija?

— Anya. Algún día te la presentaré, siempre que quieras, claro.

— Encantada la conoceré. Me gustan mucho los niños pequeños. Yo tengo un sobrino y lo adoro.

— No sabes lo feliz que me haces por cómo te lo estás tomando.

— Hago lo que puedo con tanta información.

— ¿Nos vamos?

— Está bien.

Salimos del restaurante y decidimos dar un paseo antes de despedirnos. Nos devuelven el coche en la entrada y nos subimos a él. Asher conduce hasta algún lugar, y mientras lo hace, no puedo evitar que mis ojos se desvíen a su rostro mientras conduce. Es tan guapo, mi hermana tenía razón después de todo. No puedo creer que un futbolista famoso me haya invitado a uno de los restaurantes a los que siempre he querido ir. Esto no tienen ningún tipo de sentido, mi vida no tiene sentido últimamente. Llegamos a una zona alta de la ciudad, donde apenas hay personas, algún turista que otro. Estoy segura de que ha estado buscando lugares bonitos que enseñarme y donde no puedan molestarnos ni ser vistos, debe de ser un fastidio para él no poder caminar por las calles con alguien. Desde aquí se ve la ciudad, y las luces de la ciudad centellean como si fueran estrellas. Nos bajamos del coche y nos apoyamos sobre él, sin saber bien que decir, solo observamos las vistas, aunque sé que ninguno de los dos está pensando en ellas precisamente.

Como si estuviéramos compenetrados, los dos giramos la cabeza para mirarnos, lo que nos saca una risa nerviosa, pero después volvemos a mirarnos al uno al otro. Él levanta su brazo y coloca un mechón de mi pelo por detrás de mi oreja, me mira a los ojos con una mirada que, francamente, hace que me derrita. Inclina su cabeza en busca de mis labios, estoy tan hechizada que dejaría que me besara. Sin embargo, pasa de ellos y pone su rostro en mi cuello, lo besa delicadamente y apoya su frente sobre mi hombro.

— Lo siento, Sky, de verdad que lo siento. Soy un imbécil, perdóname. Te he echado tanto de menos... no he podido dejar de pensar en ti desde la última vez que te vi. He pasado unas semanas horribles, solo podía pensar en lo que te hice y en que quizás nunca iba poder volverte a ver. No quería perderte.

— Asher... —intento hablar, aunque apenas me sale la voz, pero el continua.

— No te lo mereces, Sky, tú mereces lo mejor y no he sabido verlo a tiempo para poder dártelo.

— Ya, para —le empujo el pecho para tenerlo de frente, aunque no es capaz de mirarme a los ojos—. Mira, creo que he podido entenderte un poco. Me dolió, sí. Es difícil aceptar que no eras quien decías, pero con el tiempo, eso se enfrió un poco, y creo que ha sido el mejor momento para contarme todo lo que me has contado hoy. Te voy a dar una última oportunidad, solo una más.

— ¿Enserio? —dice mientras levanta la cabeza, sorprendido.

— Pero eso no quiere decir que partamos desde donde lo dejamos, empezamos de nuevo, como conocidos. ¿De acuerdo?

Sé que mis palabras lo han hecho feliz, de sus labios aparece una amplia sonrisa. Vuelve a acariciar mis pómulos para después inclinarse y susurrarme al oído:

— Te voy a volver a conquistar.



AAY POR DIOS

QUE ME MUERO DE AMOR

¿No os pasa? 

¿Creéis que Asher lo conseguirá?

💜💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro