Capítulo 24
Desde que descubrí que James no era James, parecía como si todo fuese cuesta abajo. Unas navidades raras, extrañas y fuera de lo común. He estado estudiando, aunque no lo debería y en el trabajo he hecho horas extra. Así que acabo totalmente rendida al final del día y sin fuerzas. No pude reunirme con mi familia como tenía previsto, caí enferma y no quise contagiar a nadie, así que me quedé en casa sola para el día de Noche Buena y Navidad. Para fin de año, pude reunirme con ellos y abrí mis regalos que aún me esperaban bajo el árbol, creo que fue el único momento de gloria, pero solo estaba en el ojo de la tormenta. Nunca pensé que este año iba a comenzar tan mal.
Apenas unos días después de Año Nuevo, Donna me llamó desesperada. No entendía lo qué quería decirme puesto que estaba atacada, de verdad que me preocupé en ese momento, y no sabía cómo calmarla para que me dijera qué había pasado.
— ¡Han robado la tienda, Sky! ¡No han dejado absolutamente nada en la caja fuerte! —gritó en llanto a través del teléfono.
— ¡¿Cómo?! ¡¿Cuándo?!
— Hace unos minutos, he llamado a la policía y ahora a ti —hablaba angustiada—. ¡Me han apuntado con un cuchillo y me han obligado a ir hasta la caja fuerte y abrirla!
Estuve al teléfono con ella hasta que supe que llegó la policía y me apresuré en llegar allí para estar con ella, lo pasó fatal, estaba muy asustada y no dejaba de temblar. Una mujer como ella no merece lo que le han hecho, es su negocio familiar y no soportaba la idea de que ella tuviera que cerrarlo, todo porque unos delincuentes fueron a robar a una simple pastelería. ¿Qué esperaban encontrar? ¿Miles de dólares? El dinero que había allí no compensaba el riesgo que corrían.
Ahora tiramos con lo poco que Donna tenía ahorrado en el banco, que no era mucho. Continuo con las horas extra, haciendo más dulces, activa en las redes sociales para hacer promociones y sorteos para que venga más gente a comprar, pero va a ser imposible conseguir una cifra adecuada para que la pastelería continue en pie. He estado practicando en hacer tartas con decorados para también abrir ese servicio. Me duele el alma solo de pensar en que un negocio humilde deba cerrar por culpa de unos indeseables.
Donna se ha venido abajo completamente, y cree que deberíamos asumir que esto tiene fecha de caducidad. Pero me niego a cerrar su local sin tan si quiera haber luchado por él.
Tras salir de mis clases, me dirijo directamente a la pastelería para continuar haciendo pasteles y seguir vendiéndolos. Donna se ha encargado de hacer los de esta mañana, y ahora soy su relevo. Y todos los días son así desde que sucedió la tragedia. Sé que ella no está bien, está agotada y aún tiene recuerdo de ese día cuando le apuntaban con el cuchillo, debió de ser horrible y no sé qué habría hecho yo en su lugar.
Mientras camino con destino a la pastelería, pienso en posibles soluciones, algo que atraiga a la gente. Sin embargo, me doy cuenta de que algo extraño está sucediendo en la calle dónde se encuentra la pastelería, algo fuera de lo común. Hay una larga cola que ocupa toda la calle, lo primero que pienso es que debe de venir de alguna tienda en la que estén regalando algo. La gente se está amontonando, ilusionados. Hay furgonetas de prensa y seguridad.
¿Qué?
Continúo andando calle adelante hasta que me doy cuenta de que la larga cola, proviene de nada más y nada menos que de la pastelería. Pero, ¿cómo es posible? Lo primero que pienso es que una de las promociones que publiqué en las redes ha funcionado bastante bien o que se ha corrido la voz y quieren ayudarnos. Qué se yo, no hay nada que pueda explicar tremenda cola de personas y creo que jamás he visto a tanta gente haciendo una.
Sorprendida me acerco sin dejar de mirar a todos los que esperan para entrar, la gente parece muy nerviosa y hablan entre ellos con papeles en sus manos, cámaras, bolígrafos, cajas... A medida que me acerco, me doy cuenta de que hay personas que controlan la cola. No sé qué está pasando y a qué esperan todas estas personas. Me acerco con precaución a la entrada, pero me detengo al escuchar a unos periodistas con una gran cámara.
— Es una de las pastelerías más antiguas de la ciudad de Kansas City, hace poco sufrió un robo que les arrebató todo lo que tenían y a punto estaban por cerrar cuando ha ocurrido este acto tan noble por su parte —relata la reportera con micrófono en mano y frente a la cámara.
Arrugo aún más las cejas. ¿Acto noble? ¿Por parte de quién?
Vuelvo a centrar mi atención en la entrada, la cual tiene dos hombres grandes a ambos lados y otro gestionando a los que entran. La gente está alterada, pero aún no veo qué es lo que está pasando.
— Debe esperar a la cola —me detiene uno de los hombres al darse cuenta de que quiero pasar.
— Trabajo aquí. Soy Sky —le digo de inmediato alterada. El hombre dice algo por una especie de auricular que lleva en su oído y tras unos segundos me deja pasar.
Me adentro entre la gente del interior y me encuentro con lo que menos me esperaba. Jamás habría imaginado que se trataba de esto o quizás lo último que se me pasara por la cabeza.
Porque es él, el chico que mintió sobre su identidad, que fingió ser un chico normal y al que había perdido de vista desde hace unas semanas.
— ¡Ay, Dios mío! ¡Asher! —chilla una chica a mi lado provocando que pestañee un par de veces asimilando esta situación.
— ¡Te quiero, Asher! ¡Eres el mejor! —grita otra.
No consigo reaccionar. ¿Qué está pasando? ¿Por qué parece que estoy otro sueño del que no puedo despertar? ¿Qué hace un jugador de fútbol sentado con una mesa al frente, firmando autógrafos, haciéndose fotos, con el uniforme puesto y un par de rayas negras bajo los ojos, en una pastelería?
Pues sí, efectivamente. El tal Asher Jackson, estrella de fútbol americano, está vestido con el uniforme de los Chiefs y sacándose una foto con una fan que acaba de comprar algo de la pastelería.
No doy crédito a nada de lo que está pasando. El futbolista está rodeado por dos personas más, una mujer y un hombre con el mismo uniforme que los de la puerta. La mujer parece decirle cosas al oído a lo que él asiente y da paso a la siguiente persona de la cola.
— ¡Ya era hora, niña! —grita Donna tras el mostrador—. Continúa atendiendo a estos clientes, tengo que sacar los croissants del horno.
Mi jefa vuelve a entrar en la cocina e inmediatamente me pongo a atender a los que esperaban impacientes. Observo todo lo que hay a la venta, Donna se ha esmerado haciendo el triple de todo lo que solemos vender. Y sé que, aun así, tendremos que hacer más si queremos aprovechar el resto del día. El siguiente es un chico, hace su pedido, se lo cobro y, a continuación, se hace una foto con el futbolista, seguidamente se va feliz con su foto en el móvil. Por un segundo, mis ojos se desvían hacia él, que me observa mientras espera al siguiente. Conectamos nuestra mirada y me guiña un ojo acompañado de una sonrisa ladina. Termino por sonrojarme y mi corazón comienza a latir inesperadamente.
No deberías ponerte nerviosa, Sky, te mintió.
La cola es larguísima, dudo que podamos atender a todos porque la voz se corre cada vez más y a medida que unos se van, otros se ponen en la cola y así sucesivamente. Donna decide relevarme y yo entro en la cocina para seguir haciendo dulces. Al parecer hay una persona más ayudando en la cocina, ésta se presenta y me dice que está a mis órdenes. Por un momento me he sentido una verdadera chef e inmediatamente le he estado dando instrucciones.
El dinero no deja de entrar en la caja, está llenísima, más de lo hubiera llenado en dos meses, y aún quedan personas y día. La cocina no para de hacer dulces, es increíble lo que estoy trabajando hoy, aunque los ingredientes que habían traído se están gastando y llega un momento que no puedo hacer más. Pero, ¿por qué? ¿Por qué está haciendo esto? ¿Cómo ha sabido de nuestros problemas? Aun no nos hemos hablado en el día de hoy, solo miradas curiosas hasta que me metí en la cocina. Creía que todo había quedado claro, que no volveríamos a vernos y ahora está aquí haciendo esto.
La prensa ha seguido por aquí haciendo un reportaje, ha entrevistado a muchos fans y sé que saldrá en periódicos y revistas, por no hablar de en internet. Siento que esto nos da la oportunidad para un nuevo comienzo, para volver a retomarlo todo. ¿Puede ser posible salvar esta vieja pastelería?
Al pasar la tarde, todo se ha agotado, así que, se decide cerrar por hoy para disgusto de muchos fans que no han podido aprovechar la oportunidad de tener una foto con él.
— Sky, puedes ir recogiendo la cocina, yo termino aquí —me informa Donna con una amplia sonrisa a pesar del cansancio.
— De acuerdo —le devuelvo la sonrisa.
Vuelvo dentro de la cocina y cierro la puerta tras de mí apoyándome sobre ella. El muchacho que me estaba ayudando se fue cuando terminamos el último cocinado, por lo que estoy sola. Respiro hondo, pensando en que ahora tendré que hablar con él y sinceramente no sé cómo agradecerle esto. Cuando Donna cuente el dinero ganado hoy, sé que se me van a saltar las lágrimas de la emoción.
Empiezo a limpiar toda la cocina, que me lleva alrededor de media hora. Estoy de espaldas a la puerta cuando ésta se abre, escucho unos pasos y se vuelve a cerrar. Hay silencio en la cocina. Y sé que es él porque noto su mirada sobre mí a pesar de estar de espaldas. Está ahí detrás esperando a que me gire para enfrentarle, pero no sé qué debo decirle, cómo actuar ante él tras esto. Suspiro y, finalmente me giro lentamente encontrándome con su intensa mirada, echado sobre la puerta y con una expresión algo seria. Estoy a punto de decir algo, pero no puedo mirarle a la cara porque aun me cuesta hacerlo y no pensar que no es quien yo creía que era.
— ¿Por qué has hecho esto? —consigo decir al fin.
— ¿Y por qué no? —contesta rápidamente—. Te habría dado el dinero en mano sin más, pero, ¿lo habrías cogido?
— No —admito para después volver a darle la espalda y continuar limpiando la superficie—. Pero no tenías por qué haber hecho nada, no tenías nada que ver en esto y no debe importarte nada de lo que me ocurra.
— Sí que me importa lo que te ocurra, no soportaría verte triste.
— Pero yo no quería volver a verte, no podrías verme triste.
— Pero yo sí quería volver a verte, Sky, aunque fuera en la acera de enfrente, desde la lejanía. —Noto que da unos pasos más, me giro y lo encuentro justo delante de mí a escasos centímetros, aun con su uniforme puesto.
— ¿Q-quién te lo ha dicho? —cuestiono nerviosa por su cercanía, volver a ver a esos ojos azules causa que mi corazón lata de nuevo, aunque quiera negarme—. ¿Cómo has sabido lo que había ocurrido aquí?
— ¿Qué más da quién? Yo quería ayudarte, me alegra haberlo hecho y lo haría una y otra vez.
— Pues no sé si ha sido una buena idea.
— ¿Por qué? ¿No estás feliz?
— Sí que lo estoy, no te imaginas cuánto, pero...
— ¿Qué? —sigue con la mirada a mis ojos los cuales quieren evitar mirarle.
— Ahora no sé cómo agradecértelo.
— Yo sí sé cómo.
— ¿Cómo? —conecto mi mirada con la suya—. Porque no tengo ni idea de qué es lo que equivale a algo así.
— Una cita.
— Jam... —ruedo los ojos—. Asher...
— Tú y yo solos, una cena. Solo eso. —Se acerca aún más a mí sin romper la conexión—. No sabes cuánto me gusta que digas mi nombre.
— Pero no puedo hacer eso. Tú y yo...
— Si quieres devolverme el favor, esto es lo único que quiero y tiene que ser contigo —interrumpe—. Déjame reconquistarte una vez más, por favor —sus ojos muestran desesperación y arrepentimiento. No puedo evitar desviar la mirada a sus labios que tan cerca están de los míos y esas líneas negras bajos sus ojos lo hacen aun más atractivo de lo que ya era.
— Está bien... —Dejo salir el aire que tenía contenido—. Pero solo una cita. —Mi respuesta le devuelve la sonrisa y la felicidad en sus ojos.
— Solo voy a necesitar una.
— ¿De verdad lo crees? —cuestiono incrédula. Se acerca de nuevo y yo doy un paso atrás, pero me encuentro con la encimera, que me impide seguir. Posa sus manos encima de la superficie a ambos lados de mi cintura en lo que yo busco la forma de separarme de él, pero es imposible.
Acerca sus labios a mi oído y susurra:
— Estoy seguro.
En ese momento, Donna entra en la cocina con una amplia sonrisa. Empujo con todas mis fuerzas a Asher para que se separe de mí y no nos vea juntos, aunque sé que ha sido demasiado tarde.
— Ahora lo entiendo todo. Con que buenos amigos... —Donna se cruza de brazos y levanta una ceja tras ver la escena en la cocina de hace unos segundos.
— ¿Qué? —arrugo las cejas mirándolos intercaladamente.
— Y lo somos —asegura Asher.
— Ya, ya... Bueno, venía a deciros que, ¡hemos recaudado muchísimo! Ha sido increíble y gracias de nuevo, chico.
— ¿¡Enserio!? —grito de emoción—. Dios... ¡podemos mantener esta pastelería por mucho más tiempo! —salto de alegría y me lanzo a Asher abrazándolo. Cuando me doy cuenta de lo que acabo de hacer, me separo inmediatamente, avergonzada.
— ¿Es suficiente? —le dice Asher a Donna preocupado, dispuesto a ofrecer más ayuda.
— ¿Bromeas? Con eso puedo seguir un año más, y con lo que vayamos recaudando, podremos seguir adelante.
— ¡Que alegría, Donna! Hemos podido salir de esta, ¡te lo dije!
— Sí, y en parte es gracias a ti, has trabajado muy duro. Así que, tienes toda la semana de vacaciones, necesitas descansar —se da la vuelta para abrir la puerta, pero antes de irse, vuelve a echarnos un ojo— Y... supongo que necesitarás tiempo para este guaperas —señala a Asher antes de marcharse de nuevo dejándome con palabras en la boca. ¿Eso ha querido decir que lo acepta?
— Me alegro mucho, Sky —dice cuando la puerta se ha cerrado y volvemos a estar solos.
— Muchas gracias... Mmm —dudo en decir su nombre de nuevo, pero se queda esperando a que yo lo pronuncie—. Asher. — Vuelve a sonreír mostrando su gran felicidad.
— No puedo esperar a me lo agradezcas de verdad.
— Eso ya lo veremos —echo en cara reprimiendo una sonrisa.
¿Dónde me estoy metiendo de nuevo?
Uhh😏
Veremos que ocurre en esa cita
Heheheheh
Dadle amor al capítulo 💜
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