Capítulo 22
Sé cómo es ella, lo supe en cuanto pronunció unas palabras, esa voz era inconfundible y la había estado escuchando recientemente. Esa chica que no deja de hablar tras tener sexo, sacando temas con cuidado de no ser nada personal sobre nosotros porque no quería incumplir ninguna de mis normas. Parecía como si viniera con una lista de conversaciones, solo para que me quedara más tiempo. A veces daban las dos de la mañana, y yo debía irme para descansar pues no puedo ir sin apenas dormir a un entrenamiento. Claro que me hubiera gustado hacerlo, me gustaba hablar con ella, pero debía volver a mi vida.
Me recordó a cuando era adolescente, aquellos días en los que hablaba por chat con la chica que me gustaba en el instituto, nos quedábamos hasta las tantas sin poder dejar de hacerlo. Es una chica diferente y a veces me daba la impresión de que follar conmigo, era lo de menos, ponía más entusiasmo a lo que venía después, tumbados en la cama charlando con un desconocido.
Me fotografió con su amiga, era ella, no tenía ninguna duda. Sky. Su nombre salió de la boca de su acompañante cuando le pidió que se preparara y quedó grabado a fuego en mi cabeza. Analicé su rostro con detalle mientras sacaba la foto, su color de cabello, su estatura, su tono de piel, su ropa, ojos, labios... todo. Porque cuando volviera a solicitarme, la recordaría, la tendría en mi mente, sabría con quién lo estoy haciendo. Eso me llevaría al pasado, cuando mi identidad no le interesaba a nadie, y fue como estar ahí, en mi casa, y con una chica que acabara de conocer. Es el precio que debía pagar por dedicarme a lo que más me gusta.
Ella fue aquel día al partido y lo di todo, solo para que se fijara en mí. Finalmente, no tuve ocasión de hacer un touchdown para impresionarla, pero igualmente conseguí bastantes puntos para el equipo. Ganamos, y como un idiota, estuve revisando toda la grada, esperando verla con una sonrisa mirándome, pero era imposible. La realidad no era que ella estuviera allí por mí, ni que estuviera animándome, ni tampoco esperaba que le dedicara un touchdown. Pero, me sentí como si nos conociéramos, como si yo la hubiera invitado a aquel partido. Ahí comprendí de lo mucho que necesitaba tener a alguien así. Su olor, su tacto suave, su risa, su dulzura e inocencia... Me encantaría hablar más con ella. Sé que no me solicita solo por tener sexo sin más, viene porque le falta algo en su vida, y yo soy posiblemente algo parecido a lo que busca. Por suerte no me reconoció, no dije ni una palabra cuando la tenía delante por miedo a que todo se viniera abajo.
Y no veo el momento en el que vuelva a usar la aplicación, volver a sentirla. Porque dejó de solicitarme.
Han pasado unas semanas, tuve vacaciones, y al volver comenzó la pretemporada. Pero sigue sin solicitarme. ¿Habrá preferido solicitar a otra persona? No me gustaría que lo hiciera.
Siguen pasando los días, hasta que la temporada está a punto de dar comienzo, es el momento de más apogeo, es mi momento de brillar como una estrella y debo centrarme. Sin embargo, una noche en la que no hago nada en especial, tonteo con el móvil y sin si quiera pensarlo, decido volver a usar la aplicación, no la he usado desde que la chica apodada Sacher dejó de dar señales de vida. Otras chicas me solicitan, pero las rechazo porque no quiero que un día ella aparezca y no esté disponible.
Entonces sucede, y doy un salto del sofá cuando por fin vuelvo a ver ese apodo que tanto he echado de menos. Por supuesto que acepto su petición y comienzo a hablarle, es lo mismo de siempre, le digo que nos vemos en el mismo hotel, en la misma habitación y a la misma hora.
Aunque aún queda tiempo, comienzo a prepararme y salgo de casa en coche, conduciendo hasta el reencuentro. No pensé que iba a llegar este día, de hecho, estaba por perder toda esperanza, pero eso ya no importa, porque ha vuelto. Llego al hotel con media hora de antelación a la hora acordada, así que pienso en si debería subir ya o quedarme por la zona. No es bueno que esté al público y no es por la gente que asiste a este hotel, porque la mayoría son personas que vienen suelen ser de fuera del país, lo sé bien. Más bien, pienso en los periodistas, puede que haya alguno oculto o quién sabe.
A la izquierda de la recepción se encuentra la zona bar del hotel, decido dar una vuelta por allí y pedirme algo, solo por hacer tiempo hasta que llegue el momento. Me apoyo sobre la barra con intención de que el camarero tome mi pedido, pero como si de un ángel se tratara, mis ojos toman contacto con una chica sentada también frente a la barra, está algo seria, o nerviosa, mirando la copa que se ha pedido. Me dejo llevar por la situación e ignoro al camarero que ya me había preguntado qué quería, pero me separo de la barra y camino en su dirección hasta quedar a su espalda. Mis brazos se cuelan por su cintura lentamente, despertándola de sus pensamientos. Es evidente que está extrañada y probablemente piense que soy un borracho que quiere molestarla. Me acerco lo suficiente a su oído y susurro para él:
— ¿Dónde has estado estas semanas? —Ella no puede moverse, sabe que soy yo y eso la ha dejado de piedra. Que la misteriosa persona con la que lo ha estado haciendo a ciegas sabe cómo es su aspecto, debe de ser impactante —. Te estuve esperando, pensé que no volverías.
— Yo... yo... —Susurra tan bajo que apenas puedo oírla con claridad.
— Necesito sentirte.
Es un grito de desesperación por mi parte, aunque no lo haya expresado como tal. Sí que necesitaba sentirla y más aún cuando he vuelto a verla de nuevo. Es tan diferente cuando hay contacto visual a hacerlo completamente a oscuras, pero no me queda otra que seguir de esta forma, aunque deseara poder encender la luz y ver cómo se corre conmigo dentro, ver su rostro cuando tiene un orgasmo. Joder. Desearía que pudiera gritar mi nombre.
Solo asiente con la cabeza, así que cuando sé que ha captado lo que quiero, me separo de ella y desaparezco entre todas las personas, volviendo a estar camuflado. Subo en el ascensor y llego hasta la habitación, preparo todo con rapidez porque sé que ella está subiendo. Cierro cortinas, preparo los condones y apago las luces, a la espera de que ella entre por la puerta. Al cabo de un periodo corto de tiempo, ella entra y la puerta se cierra por detrás, solo puedo escuchar su agitada respiración y posteriormente, sus palabras.
— Y-ya me tienes aquí.
Y así surgió la magia.
Con ella siempre supe que llegaría este día. El día en el que se daría cuenta de lo bien que lo pasamos hablando y que quizás mereciera la pena seguir haciéndolo en persona. Porque es evidente que tenemos algo, que conectamos. Pero para mi desgracia, eso no puede ser, de ninguna manera. Por mucho que yo quiera, debo aceptar que eso podría suponer demasiado para ambos.
— Y por si no ha quedado claro, voy a desinstalarme la aplicación, así que, adiós.
Eso sonó como si me tiraran un cubo de agua fría.
Fue un golpe lleno de realidad, y por primera vez, ella salió antes que yo de la habitación. Nunca había pensado que por mucho que yo no quisiera, ella podía decidir cortar por lo sano y no quedar nunca más. Y no le falta razón. ¿Para qué iba a seguir quedando con un chico que ni si quiera puede ver físicamente? Es estúpido y probablemente yo haría lo mismo.
No estoy nada bien, y creo que lo que siento es lo más parecido a cuando te rompen el corazón. Una sensación de vacío, que me cuesta hasta respirar. Me quedo tumbado en la cama boca arriba, en la habitación del hotel y solo.
Me levanté de la cama una vez asimilé la situación porque es una tontería seguir aquí tumbado en la cama a oscuras. Encendí la luz y busqué mi ropa tras darme una ducha. Cogí los pantalones, la camiseta, la gorra... Pero, no estaba mi ropa interior. Miré por todas partes, pero no estaban a la vista. Finalmente me tiré de rodillas sobre el suelo y miré por debajo de los muebles. Pero no di con mis boxes precisamente, eran unas bragas negras de encaje. Sonreí al caer en la cuenta de que eran de ella. ¿Se habría llevado ella mis calzoncillos?
Sonrío solo de pensarlo. ¿Y si eso era el hilo invisible del que tantos hablan? Puede que nos hiciéramos un nudo y no supimos.
Empuño las bragas y termino de vestirme para después salir de la habitación llevándomelas conmigo.
Después de aquella declaración, no podía dejar de pensar en ella, en que quizás la haya dejado partir sin haber movido un solo dedo. Me hago preguntas sobre qué habría pasado si hubiera aceptado quedar y vernos el uno al otro. Quizás se sorprendería al principio, pero luego entendería por qué lo hacíamos a oscuras y reiría, me lo contagiaría y terminaría mirándola a los ojos.
Río imaginándome ese momento. Ojalá fuese cierto.
Voy de camino a un entrenamiento, los chicos del equipo hablan a mi alrededor, pero estoy totalmente distante a lo que ellos hablan. Al pasar por el lado Morgan, una mujer que trabaja para el equipo, recuerdo el día que reconocí la voz de Sky. Ella siempre está aquí presente cuando entramos a entrenar o a algún partido, ella puede recordar a aquellas dos chicas. Mi cuerpo comienza a caminar hacia ella antes de salir al campo, asegurándome de que nadie me sigue o me prestan atención.
— ¡Hola, Morgan! —saludo con una sonrisa, lo que a ella sorprende pues no suelo acercarme personalmente a ella, pero me recibe bien de igual forma.
— Buenos días, Asher.
— Quería preguntarte algo. ¿Recuerdas un día de partido, en el que había aquí dos chicas? —ella arruga sus cejas intentando recordar ese día—. Sí, era una chica con una cámara que sacaba fotos a la otra. Una de ellas era rubia. ¿Recuerdas?
— ¡Oh! Sé de quién me hablas. Debes de hablar de la chica a la que invité a venir.
— ¿La invitaste a venir? —cuestiono con un tono interesante.
— Sí, esa chica es todo un amor. Organizó mi boda, ¿sabes? Lo hizo bastante bien, es muy profesional. Una organizadora en toda regla, por eso la invité al partido y a que os viera, me lo agradeció bastante.
— Organizadora... —comento mientras asiento.
— Sí. ¿Por qué preguntas? Si puede saberse.
— Verás es que ella me sonaba, sabía que era la organizadora de eventos de la que tanto me han hablado. ¿La chica que iba con ella era fotógrafa o algo?
— No, que yo sepa. Le di dos pases, debió de ser su amiga.
— Entiendo. Me gustaría organizar un cumpleaños a un amigo, por todo lo alto. Oí hablar de ella, pero no estaba seguro. Si la has contratado, será porque tienes su contacto.
— Por supuesto. De hecho, si me permites, creo que tengo la tarjeta en algún lado de mi bolso. Déjame buscarla y si lo hago, te la entrego.
Me despido de ella con un ademán acompañado de una sonrisa. A veces me doy miedo a mí mismo por la capacidad de improvisación que poseo. No tenía ni idea de que era organizadora de eventos, pero prácticamente me lo ha dicho todo. Si consiguiera su contacto, podría estar cerca de saber algo de Sky. Por algún lugar debía empezar. Todavía no tengo claro si debo presentarme ante ella, pero me gustaría saber dónde encontrarla si así fuera.
Cuando salgo de las duchas y camino hacia los estacionamientos, escucho la voz de Morgan a lo lejos. Detengo el paso y ella me alcanza con una tarjeta en su mano, además de una sonrisa en su rostro.
— Te dije que la tendría en algún lugar. Quédatela, ya la tengo localizada para cualquier cosa.
— Gracias, Morgan. Eres la mejor.
— Se hace lo que se puede.
Vuelvo a despedirme y camino hacia mi coche. Una vez llego a casa, me siento en el sofá y saco la tarjeta del bolsillo donde la metí cuando me despedí de Morgan. La observo con detenimiento. "Kenzievents". Es todo cuanto pone en una de las caras de la tarjeta acompañado de algunos decorados de flores. Le doy la vuelta y encuentro algo interesante, sus redes sociales. Lo que me da por pensar. Si ellas dos son amigas, Sky debe seguir la cuenta de eventos de su amiga y viceversa.
Agarro mi móvil con una mano mientras que con la otra sujeto la tarjeta para comprobar el usuario. Me meto en Instagram y en el buscador coloco lo que en la tarjeta pone. Me lleva directamente al perfil de la organizadora, donde parece ser también su perfil personal, es algo así como una influencer, tiene bastantes seguidores, así que no le irá tan mal. En el apartado de cuentas a las que sigue la tal Kenzie, aparece otro buscador para buscar entre ellos. Coloco el nombre de Sky, apareciendo unas cuantas cuentas, pero no demasiadas. Miro una por una, en busca de mi Sky, hasta que doy con ella, "skyjen_". Ese es su usuario. Su perfil está lleno de fotos suyas entre muchos platos de comida. En la descripción aparece la frase de "futura cocinera profesional".
Así que quieres ser cocinera, Sky.
Sin embargo, a simple vista no me da nada que me sirva para saber donde localizarla o saber por qué zonas se mueve. Abro el apartado de etiquetas donde me muestran las fotos dónde ella ha sido etiquetada y... ¡bingo! Tras mirar unas cuantas, doy con una en especial. Se trata de una foto en la que ella posa al lado de una señora, y tras ellas un local con el nombre "El rincón de Donna". Es una foto reciente, y en la descripción aparece la frase: "Las mejores pasteleras en la mejor pastelería de Kansas City". Eso deja claro que es el lugar donde ella trabaja, es una buena opción.
No dudo en salir de Instagram para ir directo al buscador de Google y coloco el nombre del local junto a Kansas City. Tras la búsqueda, aparecen fotos del local, es igual a las fotos donde sale Sky, y la dirección dónde se encuentra.
Ahora que sé dónde poder encontrarla, no estoy tan seguro como al principio. Siempre queda esa opción en la que ella se asuste por mi fama y ya no me vea de la misma forma. O puede que termine siendo como las chicas con las que he estado. No tengo ni idea de lo que puede ocurrir, pero lo que sí sé, es que, si no lo hago, no volveré a tener contacto con ella y no sé si ahora mismo es lo que quiero.
Paso toda la tarde pensando qué debería hacer, incluso el día siguiente, a todas horas. Mientras entrenaba, mientras volvía a casa, mientras comía hasta pasar de nuevo la tarde, echado sobre el sofá dándole vueltas. Si no puedo sacarla de mi cabeza puede ser porque realmente me importa a pesar de la vida que llevo, quizás sí deba hacerlo, puede que sufra o puede que sea el hombre más feliz del mundo, pero eso solo lo sabré si doy el paso.
Aun confuso por lo que debería hacer, me doy una ducha y cuando salgo, busco entre los armarios lo que ponerme. Al abrir uno de los cajones de la mesita de noche, doy con sus braguitas. No las he lavado puesto que de ser así perderían su olor impregnado en la tela y eso es lo que las hacen especiales.
¿Es esta la señal de que debería lanzarme?
Sí, definitivamente.
Cojo las llaves del coche y voy hasta la cochera para subirme a él. Compruebo de nuevo la dirección y me pongo en marcha. Nunca me había sentido tan nervioso, no para ir a ver a una chica y mi corazón está a punto de salir por la boca y no puedo respirar de forma normal. No tardo en llegar al lugar y por un segundo pensé que era demasiado tarde para encontrarla abierta, pero por suerte veo luz en el local. Aparco el coche dos calles más abajo y camino con la capucha puesta para evitar que me reconozcan. Llego hasta la puerta de la pastelería que se encuentra cerrada, pero puedo verla a ella a través del cristal, está con la mirada baja haciendo algo tras el mostrador. Decido abrirla y pasar dentro haciendo sonar un pequeño ruido que indica que alguien ha pasado. Ella escucha el sonido, pero no levanta la mirada para comprobar quien ha entrado.
— Buenas noches, lo sentimos, pero estamos a punto de cerrar —dice aun sin mirarme.
— No he venido a comprar precisamente... —me atrevo a hablar para captar su atención.
Tras retirar mis accesorios de camuflaje, ella me observa detenidamente. No parece sorprendida por ver quien soy. No parece importarle. Y eso me da esperanzas de que todo esto pueda salir bien.
Sin mediar muchas palabras, comenzamos a dejarnos llevar por la situación y por nuestra atracción.
Nunca pensé que terminaría haciéndolo en la cocina de una pastelería y empolvado con la harina de los sacos sobre los que hemos follado. Ha sido excitante. Aunque creo que todo se rompe cuando ella comienza a cuestionar:
— ¿Cómo te llamas?
Eso llama mi atención. Me sorprende hasta tal punto que mi cabeza no asimila su pregunta. Pensaba que ya sabía mi nombre, por eso no comencé presentándome.
— ¿No sabes cómo me llamo? —respondo con una pregunta, asegurándome de que no esté de broma.
— No, ha sido todo tan natural, que ni si quiera hemos pensado en eso o quizás habíamos dado por hecho de que los sabíamos. Pero lo cierto es que no me llamo Sacher y seguro que tú no te llamas Star.
Ella sonríe y quedo embelesado por el brillo de su dentadura, contagiándome de ella. Pero, no puede ser. ¿No sabe quién soy? ¿Realmente soy alguien desconocido para ella? Esto lo cambia todo, sigue siendo igual que cuando lo hacíamos en el hotel, mi identidad sigue oculta. ¿Debería decirle que soy jugador de fútbol? Pero, ¿y si no es como pienso? ¿Y si resulta ser igual a las demás y acaba asombrándose por la jugosa fama?
— Es cierto, no me llamo Star.
— ¿Y bien? —insiste alzando las cejas.
— Mi nombre es... James.
Ni si quiera sé por qué dije eso.
— Encantada James, soy Skylar, pero todos me llaman Sky. Un placer por fin saber algo más de ti.
Entonces supe que aquella pequeña mentira, que me daría un poco más de tiempo como una persona normal, me traería muchos problemas algún día.
Y no me equivoqué.
😓😓😓
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