Capítulo 20
Hay veces en las que crees que estas viviendo una situación imposible, pero es tan real, que sientes la angustia, los nervios o puede que la felicidad. Hasta que, por distintas razones, despiertas y te das cuenta de que es un sueño. Lo he vivido muchas veces, tanto buenos como malos, pero son solo sueños, qué más da. Sin embargo, hay veces que esperas hacerlo, despertar, pero no lo haces. Porque básicamente... ya lo estás.
El chico que tengo delante, el cual es increíblemente apuesto, y del que lamentablemente siento demasiada atracción, me mintió. Aunque, técnicamente no lo hizo si es cierto lo que dice. Ya no sé qué creer, estoy hecha un auténtico lio. Esta vez parece ser sincero, lo está pasando mal y sé que ha tenido malas experiencias antes, pero yo también las he tenido y por eso necesito asegurarme de que va a ser honesto conmigo.
Porque no solo me está confesando que le gusto, si no, que quiere que vayamos más enserio y saltarse todo eso del "nos estamos conociendo". ¿Y todo así de la noche a la mañana?
— ¿Y por qué debería confiar en lo que dices ahora? —respondo tras unos segundos para interiorizar todo lo que acababa de confesarme. Mi tono de voz es serio e incrédulo.
Quizás mi respuesta no ha sido la que esperaba porque no era capaz de formular una respuesta a eso. Se reajustó en el sofá para poder mirarme a los ojos.
— Sky, la he cagado, lo sé —comienza a decir—. No tendrías que haber visto eso, aunque me alegro de que fueras tú y no otra chica, porque sé que ahora me sentiría fatal. Ha sido una gilipollez.
— Está bien, quiero decir, no me agradaba la idea de que lo hicieras con otras chicas, pero a ver, no somos nada y no tienes que explicarme nada.
— Entiendo que sea complicado confiar en mí, porque apenas sabemos nada el uno del otro, pero ahora será diferente, porque te estoy pidiendo otra oportunidad para que volvamos a empezar. Y te aseguro, Sky, que estamos en la misma carretera y subidos en el mismo coche si me dejas.
— ¿Por qué estas tan seguro de eso ahora? —cuestiono escéptica levantando una ceja y cruzándome de brazos—. Me dijiste que no podías darme una respuesta para solo conocernos, y ahora quieres saltarte todo ese paso.
— Porque después de casi cagarla, y sentir nuestro distanciamiento, me he dado cuenta de que no quiero perderte, y siento que quiero estar contigo. Lo tengo más claro que nunca. Además... es evidente que nos deseamos —susurra tras guardar unos segundos, con una voz algo más ronca mientras me mira a los ojos.
Desvío la mirada al instante. Joder, ¿por qué es tan provocativo? Tiene unos ojos que seducen a cualquiera, una voz que hace que me tiemblen las piernas y una sonrisa que definitivamente enamora. El conjunto de todo lo anterior descrito, solo puede provocar que mi corazón bombee sin parar y que aparezcan las mariposas. No puede jugar a eso, no puede usar esas cartas para convencerme.
— Para —le digo con seriedad, evitando su mirada.
— ¿Qué quieres que pare?
— Lo que estás haciendo.
— No sé, ¿qué estoy haciendo ahora?
— ¡Todo eso que haces! Mirarme de esa forma, hablar de esa forma... —termino por explotar moviendo las manos en el aire.
Sé que está sonriendo mostrando todos sus blancos y perfectos dientes, pero sigo sin querer mirarle.
— ¿Estás evitando mirarme?
— No, simplemente no quiero hacerlo.
— Eso es evitarme. No puedes hacerlo para siempre.
— Sí que puedo.
— No, porque no puedes resistirte y lo sabes.
Me levanto del sofá para alejarme de él, necesito pensar fríamente, no sé a dónde estamos llegando. Yo no quería volver a verle y ahora me encuentro con él en mi casa, intentando solucionar lo que hizo.
— Sky —se levanta y me sigue por detrás—. No tienes que darme una respuesta ahora, puedo esperar lo que sea necesario.
— Es que, es complicado.
— ¿Qué lo hace complicado?
— Vengo de una relación en la que se convirtió en una mentira los últimos años. Él mentía, yo mentía. ¡Y eso es una mierda! —conseguí mirarle a los ojos de nuevo y quiero que me tome en serio, que comprenda.
— Te prometo que puedes confiar en mí, no habrá mentiras y nos lo contaremos todo.
— ¿De verdad vas a comprometerte a eso?
— Sí... me comprometo. Porque, sé que eres tú, la chica que buscaba —se acerca a mí lentamente, no pongo objeciones, quería que siguiera hablando—. Pensaba que era imposible, pero apareciste, Sky, y ahora no puedo sacarte de mi cabeza. No me puedes negar que sientes por mí, lo mismo que yo por ti —acaricia mi mejilla con el dorso de su mano para después colocar un mechón tras mi oreja—. Lo has conseguido, me has roto la coraza, ahora soy tuyo, completamente. ¿Qué es lo primero que vas a hacer?
Vuelvo a hacerlo, reviso cada parte de su rostro, incluido sus ojos. Sabía que esto pasaría, que volvería y me haría enloquecer. ¿Qué puedo hacer? ¿Olvidarle? Lo tengo aquí rogando, prácticamente le falta arrodillarse. Aprieto mis labios pensando una y otra vez qué es lo correcto para mí, pero es que es imposible que pueda pensar con cordura con esos intensos ojos azules mirándome.
Mierda.
Agarro el cuello de la camiseta que le había dejado antes, y tiro de él para acercarlo a mí, a escasos centímetros de mi cara. Apenas pestañea, sigue con su mirada fija en la mía y dejándose llevar.
— Puedo ser rencorosa, ¿sabes? Procura no hacerme daño —le digo devolviéndole la mirada.
— ¿Es un sí? —cuestiona arrugando sus cejas.
— Es un probemos.
— No te arrepentirás —susurra—. Pero, debo comentarte algunas cosas que debes saber de mí.
— ¿Pueden esperar?
— Bueno... —No dejo que termine su frase y estampo mis labios en los suyos, un beso ansioso, porque en el fondo, no podía aguantar más. Lo habría hecho mucho antes, pero no era el momento ni la situación.
Él no duda en responderme de la misma forma puesto que también deseaba hacerlo. Suelto su camiseta y paso mis brazos alrededor de su cuello para atraerlo aún más hacia mí. Los besos comienzan a volverse más apasionados, jugamos con nuestras lenguas y en la habitación solo se escucha nuestra agitada respiración entre el sonido de nuestros labios al desearse. Sus manos bajan hasta mis glúteos, los cuales aprieta para aprisionarme más contra él, notando su miembro duro. En un rápido movimiento, agarra mis piernas para enroscarlas alrededor de su cintura y me lleva hasta el sofá donde me deja sentada. Se quita la camiseta permitiendo que pueda tocar sus abdominales y músculos. Coloca sus manos sobre mis hombros y me empuja hacia atrás, dejando mi espalda contra el sofá. Se inclina para besarme a la vez que agarra el elástico de mis pantalones para bajarlos junto a mi ropa interior dejándome expuesta ante él una vez más. Abre mis piernas y finalmente, se arrodilla ante mí, aunque no imaginé que fuera en estas circunstancias. Besa el interior de mis muslos y lame la parte baja de mi vientre, evitando la zona que deseo que toque. Me está torturando.
— ¿Por qué siempre me haces lo mismo? Torturarme de esta manera —consigo decir entre jadeos.
— Adoro tu expresión de deseo, de impaciencia y de querer que te folle.
La punta de su lengua roza levemente mi zona ya húmeda y justo dónde más me gusta. Está jugando conmigo y le gusta hacerme rabiar. El hecho de que solo esté palpando, provoca que arquee mi espalda, que gima con solo sentir su tacto, pero no continúa. Agarro su rubio cabello y empujo su cabeza levemente hacia mi feminidad, exigiendo que lo haga de una vez. Escucharlo reír, disfrutando de mi agonía y de mi desesperación, hace que quiera callarlo contra mi vagina hinchada por el deseo. Finalmente lo hace, chupa la zona interna como si de una golosina se tratara. Chillo cuando lo hace, ha resonado por todo el piso, y mis gemidos solo provocan que lama aún más rápido. Comienza a meter un dedo en mi interior, lo saca para después volver a meterlo, repitiendo la acción rápidamente mientras continúa lamiendo.
— Me voy a correr... —jadeo teniéndolo su cabeza entre mis piernas.
Deja de lamer para centrarse en los dedos, que no dejan de salir y entrar, y con la otra mano se encarga de masajear mi clítoris hasta hacerme gritar con el orgasmo.
Cuando termina, se pone en pie y coloca sus manos sobre mi cuerpo para darme la vuelta quedando de espaldas a él. Sé cuál es su intención, así que me sitúo mientras se pone el preservativo. Se posiciona detrás de mí, y comienza a besar mi cuello mientras masajea mis pechos debajo de la camiseta, apretando mis pezones. Se recoloca y agarra mis caderas para después entrar en mí de una vez, llegando hasta el fondo. Un gemido se escapa de mi boca y siguen haciéndolo cada vez que me embiste, lo hace rápido y salvaje, necesitaba que fuera así y lo está haciendo justo como quería. Oigo sus gemidos en mi oído, además de nuestras pieles que hacen sonido al chocarse y eso hace que me ponga aún más caliente. Toco el éxtasis antes que él, pero continúa hasta que percibo cómo se me echa encima totalmente derrotado.
Tras recobrar la respiración, se separa de mí quitándose el preservativo. Posteriormente se tumba en el sofá y continúa recomponiéndose. Me coloco sobre él, sintiendo su piel con la mía, y apoyo mi barbilla sobre su pecho mirándole con atención, tiene los ojos cerrados, pero los abre cuando siente que le estoy observando.
— ¿Qué estás mirando? —cuestiona con una leve sonrisa.
— Entonces... ¿Qué se supone que debo decir que somos?
— Seré lo que tú quieras que sea, Sacher —enseña su increíble sonrisa—. Me gustas demasiado.
— Solo quieres ponerme colorada.
— Lo digo enserio, me vuelves loco. Y me encanta cómo eres y la vida que tienes.
— ¿Mi vida? —bufo—. ¿Qué tiene de especial mi vida?
— Puedes ser tú misma, vestirte como quieres, hacer lo que quieres... No sé, es una sensación que echo de menos y que no valoraba lo suficiente.
— No te entiendo. ¿Por qué hablas así?
— Quizás no sea el mejor momento para decirt...
Mi móvil suena en alguna parte de la casa, no me queda otra que levantarme y buscarlo, por el sonido continuo, sé que se trata de una llamada. Lo encuentro en la cómoda de mi habitación, debí dejarlo ahí cuando cogí la ropa para James. Al mirar la pantalla, veo la foto de Kenzie en ella con una gran sonrisa, una foto que le hice desprevenida y que incluso así, sale estupenda.
Eso me hace recordar que debería decirle que he vuelto con James, y tal vez no le haga demasiada gracia. En parte, tengo yo la culpa, quizás dramaticé demasiado con ella y probablemente ahora mismo le odie, y no verá correcto que hayamos decidido intentarlo. Pero intentaré explicárselo y se lo presentaré para que vea ella misma lo bueno que es conmigo, además de lo increíblemente guapo que es.
— ¿Kenzie?
— Sky, ¡está lloviendo mucho! No creo que esta tarde pueda ir a tu casa.
— Lo imaginé. Pero, de todas formas... no es momento para que vinieras —río avergonzado y sin saber cómo iba a decírselo sin sentirme con una tonta, sin que piense que he vuelto con él a la primera de cambio.
— ¿Como? ¿A qué te refieres? ¿Ha ocurrido algo?
— Veras...
— ¿Qué está pasando, Sky? —dice con un tono al que me recuerda a mi madre, no sé por qué, pero le tengo algo de miedo, es como si tuviera que contárselo a ella.
— Sé que esto quizás no era lo que tenía planeado y que puede resultar algo pronto o que quizás me he dejado embaucar, ¡pero no se trata de eso!
— Al grano nena.
— James ha vuelto y me ha pedido otra oportunidad para que lo intentemos, y le he dicho que sí.
— ¡¿Que, qué?!
— ¡Sé lo que parece! No me mintió cuando me dijo que no utilizaba la aplicación y no se acostaba con otras chicas mientras lo hacía conmigo. Cuando le pregunté si queríamos lo mismo, él quiso comprobar si realmente quiere estar conmigo de la forma más estúpida posible, usando la aplicación, y se alegra de que fuera yo la que fue aquella noche. Te prometo que me he hecho de rogar y aunque no me mintiera, quería saber si podía confiar en él. ¡Casi le ha faltado ponerse de rodillas, Kenzie!
— Sky, lo pasaste fatal aquel día, te sentiste como una mierda aquel día. ¿Seguro que lo has pensado bien? Puede que no te mintiera, pero no sé...
— Lo he pensado, sí, lo he tenido en mente todo el rato, pero, en fin, supongo que puedo darle una oportunidad. Se presentó en mi casa y estaba muy mojado de la lluvia, no podía dejar que se resfriara así que le invité a pasar. Vino con la intención de contarme sus sentimientos, por qué lo hizo y bueno... ¡Le gusto mucho, Kenzie!
— ¿Crees de verdad que has tomado la decisión correcta?
— Él quiere estar conmigo. Y yo con él.
— Bueno... ¡debes presentármelo! Así podré dar mi aprobación, es lo único que te diré.
— Me conformo. ¿Quieres que te pase una foto?
— No, quiero que la primera vez que lo vea, sea en persona. ¿Y si os invito a mi casa mañana por la noche?
— Creo que estaría bien, se lo comentaré ahora.
— Bien, ya concretamos.
— ¡Besos! ¡Te quiero!
— Y yo a ti, cariño.
Tras colgar la llamada con Kenzie, me dirijo de nuevo al salón, donde dejé a James. Al llegar a él, me lo encuentro en la misma posición, pero con sus ojos cerrados. Se ha quedado dormido.
Me quedo observándole de pie. Por los dioses, es demasiado guapo, podría ser un modelo. Además de que es gracioso, atento, cariñoso y simpático, entre otras muchas cosas que quiero seguir descubriendo sobre él, sus defectos, debilidades, su potencial y su historia en esta vida, quiero saberlo todo de él.
No puedo sentirme más afortunada.
🥰
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