Capitulo 15
Suena mi despertador alarmando las seis y media de la mañana. Una hora horrible, sobre todo para cuando comienza a hacer frio y lo único que quiero es estar metida en mis sábanas. Aunque puede que esta mañana me sienta diferente, feliz y con una sonrisa en mi cara a pesar de que estoy sola en mi habitación. Esta noche ha sido la primera en la que James ha aceptado quedarse a dormir conmigo y ha sido genial. Adoro recostarme sobre su pecho o que se acurruque y me abrace por la espalda. Pero, todo lo que comienza, también termina y esta mañana ha tenido que irse sobre las cinco de la mañana, no sin antes darme un beso de despedida que he saboreado medio dormida.
Sin embargo, tengo que volver a mi rutina y comenzar el día antes de que se me haga tarde. Nada más levantarme, voy al baño a ducharme, desayuno y después me visto para ir directa a clase. Revisando mi horario, hoy toca "Fundamentos de nutrición y alimentación", una tortura de clase, por cierto. Amo las clases en las que tengo que ponerme el uniforme de cocina, pero las teóricas solo causan que continue con mis sueños sobre la mesa del aula.
Y cuando me aburro en clase, tiendo a evadirme en los pensamientos que hay en mi subconsciente. Continúo preguntándome quien es esa Zoë, pero sobre todo qué relación tiene con James. ¿Debería preguntarle? ¿O simplemente pasar? Puede que solo sea un familiar o una amiga, pero ¿y si es otra chica como yo? ¿Y si realmente tiene novia? No sé nada sobre su vida más allá de en qué trabaja, ni si quiera sé cómo se apellida. Podría pensar que la opción de que sea una hermana o prima es la más posible, pero su nerviosismo al ver la llamada en mi presencia es lo que le delata como algo que quizás no debería haber visto. Ni si quiera contestó y acudió a mandarle un mensaje.
Existen ciertos comportamientos en James que me llaman la atención, en muchas ocasiones está más nervioso que otras, y eso solo puede significar que algo oculta que aún no sé o no quiere que sepa.
— ¡Sky! ¿Hola? Baja del cielo, vuelve a la Tierra. —Vuelvo en sí. Resulta que Kenzie estaba hablándome y yo he vuelto a desconectar, llevo así todo el día.
— Perdona Kenz, tengo un día tonto. Ni si quiera he atendido en clase. Y no sé si los dulces han salido buenos.
— Me las he apañado para escaparme del trabajo para poder merendar contigo y verte un rato. Así que espabila y ponme un café con cualquier dulce, hoy necesito darme un respiro, aunque sea engordando —da un golpe en la barra que asusta hasta a algunos clientes.
— Menudo humor. ¿Te ha pasado algo? —cuestiono mientras sirvo el café en una taza.
— No es nada, sólo que tengo demasiado trabajo últimamente. Estoy llevando a la misma vez tres bodas, dos babyshowers y cuatro cumpleaños. Además de mantenerme activa en las redes sociales. Tras esa influencer, estoy en mi época de oro y debo aprovechar el tirón.
— No deberías ponerte tantas cosas para ti sola, necesitas vivir también, ¿sabes? —termino de servirle lo que había pedido.
— Lo sé... Pero si no hago todo eso, no conseguiré ahorrar para montar mi propia empresa. Tengo tantas ganas de perder de vista a mis jefes.
— Sé que al final lo conseguirás, pero primero tu salud, cariño. Prométeme que no te va a dar un ataque al corazón.
— Prometido —deja salir sus palabras levantando su mano mientras pone sus ojos en blanco—. Oye, dejemos mi trabajo, ¿por qué parece que estás más en el espacio que aquí?
— Solo son tonterías que rondan en mi cabeza.
— No lo creo, nunca son tonterías y luego no duermes. Me conozco la historia.
— No quiero que pierdas el tiempo con mis problemas, ya haces demasiado.
— Oye, si se trata de ayudarte, estaré encantada de escucharlas.
— Es solo que... ayer James vino a mi casa, y pasamos el día juntos, lo pasé genial.
— Pero...
— Pero por la noche le llamó al móvil una tal Zoë y no sé quién puede ser o qué relación tiene con él.
— Sabía que esto pasaría —suspira.
— ¿El qué?
— Pues que no sabes nada sobre él y que tarde o temprano la realidad te golpearía de lleno en tu preciosa cara. A ver, ¿quién crees que va a ser esa tía?
— Pues no sé, a ver, no puedo pensar mal a la primera de cambio. Puede que sea un familiar o algo por el estilo.
— Te pasas de ser buen pensada.
— ¿Insinúas que hay más chicas como yo?
— ¿Acaso no habías pensado en esa posibilidad?
— Bueno, sí, pero tampoco quiero dar por hecho las cosas. Solo son suposiciones que, sin pruebas, poco puedo hacer y tampoco voy a husmear en su móvil.
— No te estoy insinuando eso. Puede que necesites estar segura de que esto va en serio, no que os califiquéis como pareja, pero sí que no está jugando contigo mientras lo hace con otras por otro lado.
Y no le falta razón. Creo que tengo que hacer de tripas corazón y tener una conversación más seria con él por mucho que me cueste tener que romper la magia del momento.
Kenzie se marcha en cuanto termina de quejarse un poco más de su trabajo y lo que había pedido. En un momento de calma en la pastelería, donde mi jefa se ocupa de los pocos clientes que hay, me arrastro hacia la cocina y agarro el móvil del bolsillo trasero del pantalón. Lo primero que hago tras desbloquearlo, es meterme en mi Instagram para publicar una foto mía. No espero que tenga muchos likes, pero me apetecía hacerlo. Posteriormente, visiono las historias que han subido a lo largo del día las personas a las que sigo hasta que me sacio de ver sus vidas. Entonces, con el móvil aun en la mano, pienso en si debería mandarle un mensaje a James. Mi última conversación con él terminó ayer cuando apareció por mi casa y yo debería abrir otra conversación.
Yo: ¡Hola!
Comienzo con algo simple, un saludo. Espero un poco, aunque no tenía esperanzas de lo viera ahora mismo. Sin embargo, el tick se convierte en azul, lo cual quiere decir que lo ha visto y ahora comienza a escribir.
James: Hola, guapa. Tengo ya ganas de verte.
Nuevamente hace que mi corazón bombee rápidamente.
Yo: Yo también ): Cuando me vas a invitar a tu casa?»
Veo que está en línea, pero tarda algo más en contestar.
James: ¿Cuándo tienes pensado?
Yo: Cuando tú puedas.
James: ¿Mañana puede ser?
Yo: ¡Claro!
James: Vale, pues pasaré a recogerte a las ocho en tu casa.
Al terminar la conversación, me llevo el móvil al pecho, y me muerdo el labio inferior de la emoción. Voy a poder ver cómo es el lugar donde vive y eso indica que conoceré un poco más sobre él. Imagino que vive en un piso pequeño, como el mío, pero con otro estilo o quizás un loft. Por otro lado, creo que debería sacar el tema mañana y no sé cómo hacerlo exactamente. Es la primera vez que voy a tener este tipo de conversación y no tengo ni idea de cómo va a salir, solo espero que entienda mis razones.
Al día siguiente, a punto está por darme un ataque cuando la hora acordada se acerca y yo sin saber qué me voy a poner. No puedo ponerme otra vez esos vestidos de fiesta que siempre me regala mi alocada amiga con el pretexto de "Quién sabe", para mi cumpleaños. Y tampoco me quedan conjuntos monos porque no soy muy de comprarme mucha ropa, nunca ha sido mi prioridad. Pero no sé bien si debería ponerme unos simples vaqueros o algo más formal. Aunque si lo pienso bien, tampoco voy a conocer a sus padres ni vamos a salir a cenar a un restaurante. Iremos a su piso y allí haremos de todo menos preocuparnos por nuestra ropa.
Así es que, al final decido ponerme una camiseta de tirantes blanca y unos pantalones de rayas que siempre me han gustado como quedan. Ni si quiera me ha dado tiempo a peinar mi larga melena cuando ya están tocando a la puerta.
Al abrir la puerta, veo a James con una camiseta verde oscuro, unos vaqueros y una gorra a juego.
— Estás preciosa —se muerde el labio inferior mientras me hace un chequeo completo—. ¿Preparada?
— Gracias. Sí, cojo algo de abrigo y nos vamos.
Tras coger todo lo necesario, incluido las llaves de casa, salimos del edificio y nos subimos a su coche. Mientras conduce, estamos en silencio, pero no me resulta incómodo porque yo estoy centrada en adivinar a dónde íbamos, es un barrio cualquiera en el centro de la ciudad. Aparca en el parking del edificio, nos bajamos y caminamos hasta el ascensor, donde ya es costumbre dedicarnos miradas para hacerme reír. Nos posicionamos frente a la puerta de la que detrás se esconde su hogar, el lugar donde vive, pero al parecer la llave que introduce no es la indicada, y la siguiente tampoco. Resulta extraño que confunda tanto las llaves de su propia casa, es cierto que hay veces que son muy parecidas que puedes llegar a confundir, pero a la larga te haces con la correcta. Puede ser que esté nervioso o porque vive aquí desde hace poco.
— ¿No sabes que llave es?
— Ahm... sí, son todas tan parecidas que... Aun no me las he aprendido. —Finalmente da con llave indicada y la puerta se abre.
Se hace a un lado para dejarme pasar y compruebo el interior con timidez. Es un piso acogedor, es más amplio que el mío, y con el estilo que imaginaba, aunque no ha resultado ser un loft. Debe de costar bastante al mes, o puede que sea de su propiedad. Comienza a enseñarme las habitaciones y todas las zonas, no se esmera mucho en contar detalle, así que finalmente acabamos en el salón.
— Es muy bonito —opino mirando cada rincón.
— ¿Te gusta?
— El mío en comparación no vale nada.
— ¿Qué dices? El tuyo es bastante acogedor, y se nota tu gusto en la decoración. A mí, esas cosas se me dan fatal.
— Gracias, si quieres asesoramiento alguna vez, ya sabes a quién avisar.
— Por supuesto. Tendrás hambre, he pedido comida y no, no es pizza.
— ¡Oh, vaya! Y yo que esperaba que cocinaras para mí —suelto una carcajada.
— ¿Quieres ponerte enferma? —bromea, pero ambos sabemos que puede ser cierto.
— Vale, probaré lo que has pedido. El hecho de que no te hayas limitado a pedir pizza, ya requiere un gran esfuerzo.
Para mi sorpresa la mesa ya está puesta con platos y cubiertos. Me siento dónde él me indica y vuelve a la cocina, la cual es abierta al salón y comedor. Allí emplata lo que ha pedido y lo coloca sobre la mesa. Se trata de platos bastante caros a mi ojo crítico, deben de ser de un buen restaurante y uno que yo jamás podría permitirme. Comenzamos a comer y lo cierto es que todo está bastante bueno, pero caigo en la cuenta de que no estamos bebiendo nada.
— Oye, ¿tienes algo para beber? Con agua tengo suficiente.
— ¡Sí, claro! Soy idiota, he olvidado las bebidas, perdona —abre la nevera y saca una botella de cristal con agua fría poniéndola sobre la mesa.
— ¿Vasos?
— ¡Ah, sí! Vasos... —empieza a abrir todas las puertas de la cocina en busca de los vasos, parece como si no supiera donde están.
— ¿Vives aquí y no sabes dónde están los vasos?
— Si lo sé, es solo que... —sigue abriendo puertas hasta que parece que consigue encontrarlos—. ¿Ves? Aquí están.
— ¿Estabas revisando que todo estuviera en su sitio? —vuelvo a reírme.
— Normalmente se dice "gracias" —me dedica su mejor sonrisa—. No llevo tanto tiempo aquí.
— ¿En Kansas?
— No, en esta casa.
— No te preocupes, es normal.
Termina de servir la bebida y vuelve a sentarse frente a mí. Le hablo un poco de cómo ha ido mi día y algunas experiencias que he tenido atendiendo en la pastelería. También hablamos sobre su infancia conociendo algo más sobre él.
Acabamos con la comida sobre la mesa y me encargo de amontonar los platos uno sobre otro notando su intensa mirada sobre mis acciones.
— Sky —pronuncia con seriedad
— ¿Sí? —contesto dejando la torre de platos a un lado.
— ¿Piensas besarme esta noche? —cuestiona provocando que me sonroje.
Me levanto de la silla algo temblorosa. Acomodo mi cuerpo sentándome a horcajadas sobre su regazo y rodeo mis manos en su cuello. Lo miro a los ojos durante unos segundos y surge la magia cuando beso sus labios. Un beso cálido, que comienza con pequeños mordiscos y termina lengua con lengua.
— No tienes ni idea de las ganas que tenía de esto —confiesa entre los besuqueos.
— Yo también —digo separándome y mirándole a los ojos a poca distancia.
— ¿Sigue en pie lo de las nuevas experiencias?
— Eso creo.
— Tengo otra parecida a la anterior —me susurra.
— Y... ¿Cómo es? —susurro también.
Él me coge de la mano, me lleva a su habitación sentándome en la cama. Abre el armario y coge algo que no consigo ver.
— Relájate y no digas nada —susurra por detrás de mí. De repente todo lo veo oscuro, me ha tapado los ojos con un pañuelo—. Sé buena y no te lo quites —me pone de pie y comienza a desvestirme prenda por prenda.
Besa mis hombros, suave y detenidamente, aunque de pronto frena la acción para después sentir sus manos subir desde mis pantorrillas hasta agarrar mis pechos. Se deshace de mi sujetador y me coge como a una princesa para tenderme sobre la cama. Muerde mi labio inferior y continúa bajando por la curva bajo mi mandíbula provocando que suelte el aire que tenía contenido.
— Ahora vengo, no te muevas —susurra junto a mi lóbulo.
Percibo sus pasos y pronto vuelve sobre mí. No sé qué es lo que hace, solo escucho ruidos sin ver absolutamente nada. De pronto, algo frio se extiende sobre mi vientre lo que hace que me dé un escalofrío poniendo mi vello de punta.
— ¿Qué es eso? —sigue echando en varias partes de mi cuerpo incluido mis pechos y justo cuando creo que ha acabado, empieza a comérselos, a lamerlos y a besarlos además de otras partes. Sube para besar mi boca y esta vez el beso sabe distinto—. Es... ¿chocolate?
— ¿Te gusta?
— Sí, pero de tus labios sabe aún mejor, quiero más. —Continúa comiéndose todo mi cuerpo mientras que yo noto que estoy cada vez más húmeda.
Se deshace de mis bragas para meter sus dedos entre mis pliegues, sacándolos y metiéndolos con el fin de convocar el placer que busco, pero lo que necesito a este nivel es a él.
— ¿Quieres que lo haga ya? ¿O quieres que te siga comiendo? —me susurra al oído. Adoro su voz susurrante, es tan sexy.
— No, ¡te necesito ya!
— Estoy a tus órdenes —me besa y separa mis piernas. Lame mi vagina lo que provoca que grite ante la sorpresa y no termina cuando de pronto introduce su polla en mi interior con la debida protección, solo lo siento salir y entrar bruscamente mientras que yo solo gimo junto a él moviendo mis caderas para que el placer sea aún más intenso. Llegamos al orgasmo juntos y él termina cayendo sobre mí rendido.
— ¿Puedo quitarme esto ya? —cuestiono entre jadeos.
— Sí...
Él se echa a un lado dejándome libre, pero una racha fría cubre mi cuerpo desnudo lo que me lleva a querer taparme con la sábana. Cuando James se recupera, se levanta para quitarse el condón y tirarlo a la basura, entonces vuelve conmigo a la cama observándome con una mirada pilla. Se arrastra a mi lado y pasa su brazo por encima de mi vientre para atraerme a su cuerpo metiendo su nariz en mi cuello y volver a besarlo.
Se me ocurre que quizás sea hora de hablar, ahora que estamos más relajados y aunque mis nervios me cuestionan si comenzar a emitir palabras o no, trago saliva y me armo de valor para sacar el tema.
— Oye... James. Quería preguntarte algo —consigo decir rozando casi el susurro. Primero quería saber sobre la misteriosa chica de la llamada.
— De acuerdo —masculla aun sobre mi cuello.
— Sé que ahora no tiene nada que ver, pero, ¿quién es Zoë?
Deja su trabajo con mi cuello y sale de él con el ceño fruncido. En cuanto sus ojos conectan con los míos, suaviza su mirada y se prepara para hablar.
— No es nadie de quien te tengas que preocupar.
— Pero... ¿no puedo saber qué relación tiene contigo?
— Es una amiga, pero créeme que no pasa nada con ella.
— Vale —sonrío un poco para restarle importancia, o por lo menos eso es lo que me está exigiendo de forma indirecta—. Me ha encantado la experiencia, por cierto.
— Yo sabía que te gustaría, podemos repetirlo cuando quieras.
— Ahora eres un poco más dulce de lo que eras —ríe conmigo—. James.
— Dime.
— He estado pensando mucho, sobre nosotros. Cómo nos conocimos, y cómo estamos ahora. Me encanta pasar tiempo contigo, y tengo que agradecerte todo esto, porque al final me has hecho sentir viva de nuevo. Has despertado partes de mí que creía latentes o que no existían. Y la verdad es que... cada día me gustas más.
— Tú también me gustas, y cuando estamos juntos, siento que mi vida frena, que puedo desconectar y hacer lo que quiera.
Quisiera celebrarlo como una victoria. Ha confirmado que le gusto y que le gusta pasar tiempo conmigo, pero eso no era lo que quería escuchar exactamente. Ya sabía que le gustaba, de otra forma no seguiría aquí, pero necesito que me diga lo que preciso y el por qué he iniciado esta conversación.
— Yo siento lo mismo. Pero necesito saber que... —carraspeo buscando las mejores palabras—. Tengo que saber si esto que tenemos va en la misma carretera. ¿Me entiendes?
— Eso creo.
— No estoy diciendo que tengamos que ponernos etiquetas ya o que mañana mismo conozcas a mis padres. Solo digo, que me gustaría saber que tenemos la misma intención. Quien sabe, puede que quizás después de un tiempo quedando, nos demos cuenta de que no somos compatibles y que es mejor quedar como amigos. Pero, tengo que saber que, si finalmente todo va bien entre nosotros, estemos de acuerdo en dar el paso a ser algo más serio. Entonces, ¿vamos en la misma carretera?
— Supongo que lo que me cuestionas es si mi intención es conocerte ahora para posteriormente ser pareja oficial. —Asiento apretando los labios y expectante a lo que tiene que decir—. Lo he pensado mucho, ¿sabes? Yo... mi vida no es como piensas y es algo que tengo que pensar bien, sobre todo teniendo el pasado que tengo respecto a este tema. Si tuviera que contestar rápido a tu pregunta, lo primero que diría sin pensarlo es sí, sí estoy en la misma carretera. Pero no sé si debería darte esa afirmación ahora mismo, Sky.
— Ajá... Lo entiendo.
Puede que muestre una sonrisa de aceptación en mi rostro, pero por dentro hay una mezcla de sensaciones que no sé bien cómo canalizar.
Pobre Sky 😿
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro