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Capítulo 11

James, así se llama el misterioso chico de WhimApp, la aplicación que tantos quebraderos de cabeza me ha dado. Para mí era todo un misterio, pero por suerte y sin esperarlo, está resuelto por fin. Cuando nos despedimos comencé a dudar sobre si debería esperar unos días antes de mandarle un mensaje o si debería esperar a que él me llamara y estuve a punto de molestar a Kenzie con mis cavilaciones. Entonces mi móvil vibró y esperaba ver una simple notificación de alguna app molesta, pero no, era él:

«Que descanses, Sky»

Y claro, no pude evitar sonreír como una tonta. No quiero hacerme ilusiones porque aun no sé nada de él, ni si quiera el por qué ha decidido buscarme después de aferrarse a sus normas. Y lo cierto es que todo esto es demasiado bonito para ser real y todos sabemos que detrás de algo tan perfecto, hay algo realmente malo. No sé. O puede que quizás sí que lo sea. Él es tremendamente guapo y yo soy demasiado simple a su lado. ¿De verdad le gusto? ¿O solo le intereso para follar?

De verdad que si sigo así voy a entrar en cólera y no es nada sano. Mejor déjate llevar por la situación, Sky, y ya vamos viendo.

Después de una semana de infierno sola en la pastelería, las vacaciones de Donna han terminado por fin y he vuelto a las clases culinarias. Así que tampoco he estado tan pendiente de mis pensamientos, pero sí de sus mensajes casuales. Tampoco es que hayamos mantenido grandes conversaciones, nada más allá del "¿Qué tal estás?" y el "¿Cómo ha ido tu día?". Supongo que lo importante preferimos dejarlo para cuando estemos frente a frente, que después de una semana ya me estoy cuestionando cuando llegará ese momento o si debería ser yo la lo proponga.

Sin embargo, hoy debo dejar todo eso a parte y centrarme en mi familia pues hoy es día de reunión por fin, hacia mucho que no los veía. Estarán todos mis hermanos y su compañía (a excepción de Noah), volviendo a reanudar nuestra tradición de comer en casa de mis padres al menos una vez a la semana, que, en temporada, suele ser cuando los Chiefs juegan. Es increíble que un equipo de fútbol decida sobre nuestras vidas, pero así somos. Pero hoy no hay partido, así que disfrutaré aún más del día.

Cuando llego con el coche a mi casa, me encuentro con que soy la última en llegar, lo cual no es ninguna sorpresa. Subo las escaleras del porche y abro la puerta con mi llave esperando encontrarme más movimiento como de costumbre, pero lo cierto es que todo está bastante tranquilo.

— ¡Hola! —saludo a toda la casa esperando a que alguien conteste.

— ¡Hola, cariño! Estoy en la cocina —anuncia la dulce voz de mi madre a la que acudo con una sonrisa.

— Hola, mamá —saludo dándole un beso en la mejilla y un abrazo—. ¿Dónde están todos?

— En el jardín... pero... —comenta con angustia en su voz dedicandome una mirada de preocupación—. ¡Ya he regañado a tu hermano!

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Pues... a él se le ha ocurrido que traer a Finn como de costumbre a comer era una buena idea.

— ¡¿Qué?! ¿Pero qué le pasa a Axel? ¿No sabe que a los ex de su hermana no se le suelen invitar a reuniones familiares porque pueden llegar a ser incómodas?

— ¡Lo sé! Pero él le dijo a tu hermano que estabais bien, que erais amigos y que no te importaría, y sabes lo que me cuesta decir que no a estas cosas.

— ¿Amigos? Nos toleramos por educación, pero no somos amigos. Y Axel debería haberme preguntado primero si me parecía bien a mí. Joder, tiene un hijo y aun no ha madurado en absoluto.

— Solo espero que tengamos la fiesta en paz.

— Pues yo espero que me dirija la palabra lo menos posible.

Salgo de la cocina y me dirijo hacia el jardín, donde efectivamente allí estaban todos, mis hermanas, mi hermano junto a su novia e hijo, mi padre y... Finn.

— Hola a todos —saludo de no muy buena gana por cierto estorbo, me ha estropeado mi día.

— ¡Sky! Por fin llegas —Todos me saludaron, estaban sentados en una mesa, bebiendo y comiendo aperitivos que mi madre les había servido.

Me dirijo directamente hacia mi sobrino Marcus, estaba jugando en el césped con sus juguetes cuando acudo a darle millones de besos en sus esponjosos y suaves mofletes. A él también le agrada tenerme aquí subiendo sus pequeños bracitos para que lo coja y como buena tía que soy, atiendo a todos sus caprichos. A él es el único que verdaderamente he echado de menos y al que he estado viendo mediante videollamada en mis ratos libres en el trabajo. Y mientras le hago cariños a mi querido sobrino, disimuladamente cojo de la oreja a su padre llevándolo a rastras hacia dentro de la casa alejados del ser que ha invadido esta reunión familiar.

— ¡Axel Jenkins! ¡¿Se puede saber qué te pasa?! —grito sin alarmar a nadie.

— ¿De qué hablas?

Se atreve a hacerse el loco. Juro que lo mato.

— ¿Qué hace ése aquí? —seño con la cabeza hacia el exterior de la casa.

— Ése, tiene nombre.

— Si, ¡ahg!, ese es su nombre.

— Sky, no te pases con él.

— ¿Qué no me pase? No, si encima tendré que hacerle un recibimiento especial y darle las gracias por todo lo que ha hecho mal conmigo.

— Pero ya lo habéis olvidado, habéis roto, es pasado ¿no?

— Cómo se nota lo poco que has sufrido tú por estas cosas —Empuño su camiseta para acercarlo a mí cosa que, a su hijo en mis brazos, le causa cierta gracia—. Es mí ex, ¡MÍ EX!

— Antes de eso fue mi amigo, no es mi culpa que lo hayas tenido de novio.

Axel se despega de mi agarre mientras Marcus nos mira a los dos muy atento y sin entender absolutamente nada.

— ¿Insinúas que yo soy la culpable de que no puedas invitar a tu querido amigo? Lo que verdaderamente me sorprende es que lo siga siendo. Te ha hecho muchas putadas y tú sigues perdonándolo.

— No digas tacos delante de mi hijo —me reprende a lo que contesto rodando los ojos—. ¿Qué quieres que te diga?

— Que lo tengas lejos de mí, porque yo decidí que no quería aguantarlo más. Si quieres verlo y ser los mejores amigos, que sea en mi ausencia.

— No exageres, Sky. Que esté ahí no quiere decir que tengáis que volver a tener relación, pasa de él y ya.

— ¡Ahhg! No te enteras de nada. Eres insoportable —salgo de nuevo al jardín aun con un confundido Marcus en brazos que no tiene claro si reír o preocuparse.

Decido dedicarle toda mi atención al pequeño sentándome en un balancín que conservan mis padres desde que éramos pequeños. Y como era de esperar, Finn no podía estarse quietecito en su silla charlando con el resto, no.

— Hola, te he traído una Coca-Cola —Aparece delante de mí la lata de refresco, pero parece que a Marcus le causa más gracia que a mí.

— Ya, gracias. Pero lo cierto es que nunca me ha gustado —comento con una falsa sonrisa decorando mi expresión.

Ocho años y ahora se entera.

— Ah... ¿no? Pues olvídala, puedo traerte lo que quieras.

— No es necesario, puedo hacerlo yo.

Gracias Kenzie, por tus palabras.

— Oh, bien —Noto cómo comienza a ponerse nervioso, quizás las cosas no han empezado como él imaginaba—. ¿Cómo estás?

— Igual que la última vez que nos vimos —dejo de mirarle para darle la atención a mi sobrino.

— Genial.

Por suerte para mí, mi salvadora madre sale al jardín con una bandeja en sus manos y obliga a que todo el mundo se siente en sus respectivos lugares, incluido Finn, que lo hace en la otra parte de la mesa, lejos de mí.

La mesa no podría estar más llena de platos con comida, así es mi madre, herencia de mi abuela por supuesto. Siempre ha sido la que se ha encargado de la comida en esta casa y nunca ha dejado que nadie lo haga por ella. Yo solía ayudarla y sigo haciéndolo cuando vengo, creo que es pasión de ambas.

Todos comenzamos a comer, charlamos entre todos y en mi caso lo hago con mi querida cuñada, Regina. Que suerte tuvo Axel de encontrar a una persona tan maravillosa como ella, es una excelente madre y al contrario que muchas personas, no le importó quedarse embarazada a temprana edad.

— Sky, ¿qué tal tu novio? —escucho decir a Finn en el único momento en el que todos habíamos concluido las conversaciones y había silencio para dar pie a otro tema. Pero no esperaba que fuese ese en concreto y ya había olvidado el detalle de que le dije una pequeña mentira. Tengo que beber un poco de agua antes de decir algo para evitar ahogarme y morir en este instante.

— ¡¿NOVIO?! ¿Qué novio, Skylar? —grita mi hermana Anne.

— ¿No nos lo cuentas? ¡Deberías de haberlo traído! —exclama mi madre por otro lado. Los miro a todos pidiendo ayuda, no sé qué hacer ni qué decir. Miro a Finn que me observa con una sonrisa un tanto extraña, sé que sospecha que no tengo nada y está esperando a que diga algo.

— ¿Es de los Chiefs? —gruñe mi padre—. Como sea de los Patriots...

— O de los Rams —añade Axel.

— Eh... bu-bueno, a ver, aun no somos novios del todo, estamos en ello... Y no suelo preguntar de qué equipo de fútbol es porque no me interesa.

— ¿Qué quieres decir? ¿Sois con derecho a roce? —pregunta mi hermana pequeña, Emma, a la que mi madre reprende con un manotazo en el brazo.

— ¡No! Es que estamos casi —me empiezo a sonrojar, a ponerme nerviosa—. ¡Aún no hemos definido la relación! Entonces... Ya os lo presentaré, cuando todo esté aclarado.

Finn me mira con cara de satisfacción, lo sabía, aquel día no se lo creyó, sigue pensando que mentía y que sigo estando sola, que he caído tan bajo como para inventarme un novio.

Todos se miran extrañados, pero como mi familia que son, confían en que sea verdad, no les puedo decir ahora que es mentira, yo misma me sentiría avergonzada de haberlo hecho. Todo porque ese maldito imbécil ha tenido que soltarlo delante de todos, estoy segura de que lo tenía planeado, pensaría que a mi familia no le puedo mentir, y es cierto, pero voy a tener que hacerlo por su culpa.

Aunque si lo pienso bien, puede que tampoco sea una mentira tan mentira, quiero decir, resulta que sí estoy conociendo a alguien y quien sabe si va a más. Ojalá pudiera ahogar a Finn con sus palabras y devolverle este bochorno. Lo odio.

La comida transcurrió con tranquilidad el resto de la tarde y no volvió a dirigirme la palabra lo cual agradecí, pude disfrutar de mis padres y hermanos con tranquilidad. Cuando todos comenzaron a irse por la noche, al poco lo hice yo también volviendo a mi piso.

Decido mensajear a Kenzie contándole lo sucedido esta tarde y su contestación me ha sacado una carcajada:

«Será hijo de puta, te juro que cómo me lo cruce por la calle pienso empujarlo a la carrera, le escupiré en toda la cara, le daré dos patadas en su estómago, le haré saber lo ruin y miserable que es por hacerte lo que te hizo durante gran parte de vuestra relación y luego saldré corriendo para huir de la policía, pero me habré quedado a gusto.»

Es todo lo que necesitaba leer para finalizar el día. Me voy a dormir hasta que el despertador interrumpe mi sueño y me indica que debo empezar el día de nuevo con la rutina.

Las clases de hoy son todas teóricas, una de ellas es "Introducción a las plantas" con una chef especializada en el tema y debo decir que me ha resultado de lo más interesante. Más tarde, corro, directa al trabajo porque siempre ando justa de tiempo, pero, aunque llegue algo tarde, mi jefa es tan increíble que lo entiende perfectamente y sabe de sobra que me esfuerzo en llegar a tiempo.

Nada más llegar, me pongo a cocinar todo lo que haga falta o lo que tengamos en el día de hoy, y lo servimos para volver a abrir la tienda. La gente entra para sus meriendas, sirvo cafés y pasteles durante toda la tarde hasta que llega la hora de calma.

Para mi sorpresa, mientras ando limpiando la cocina, mi móvil comienza a sonar, el cual está en el mostrador, así que mequito los guantes de limpieza y acudo a cogerlo. Para mi sorpresa, el nombre "James" aparece en la pantalla e inmediatamente mi corazón comienza a dar volteretas. No lo dejo esperar más, paso el dedo para descolgar y llevarme el aparato a la oreja.

— Hola —digo con una amplia sonrisa en mi cara.




🥂FELIZ AÑO NUEVO🎆

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