Capítulo 10
Parte 2. Epifanía
¿Sabéis de estas veces que en un día todo va mal y no puedes hacer otra cosa que llorar? Ese es el día de hoy, no puedo evitarlo, solo quiero llorar. ¿Por qué? No lo sé, no puedo más, hay demasiada gente en la pastelería y yo todavía sin salir de aquí. A mitad de día, comenzaron a gastarse las existencias y las reglas de mi jefa fueron claras: "No dejes que los dulces se acaben antes de la hora de cerrar". Con lo que no tuve otra opción que cerrar al medio día para seguir haciendo más dulces y hacer la lista de pedidos de ingredientes que faltan y así tenerlos aquí para mañana. Ha sido demasiado estresante, y temo que mañana sea lo mismo. Mi cabeza va a explotar de un momento a otro, apenas he pisado mi pequeño piso, y ya no sé nada de mi familia. Kenzie también tiene trabajo, al parecer el cumpleaños que mencionó ha sido un éxito y ha ganado muchos seguidores, no puedo ni hablar con ella un rato. No me salen los dulces como yo quisiera y encuentro a la gente más borde que nunca. ¿Qué está pasando en el mundo? ¿Acaso me he vuelto loca ya?
Está bien, quizás esté exagerando.
Apenas me quedan unos minutos para cerrar por hoy, estoy agotada y solo quiero pensar en estar en mi cama por fin. Cuando casi voy a cerrar la puerta, esta se abre haciendo sonar el timbre que me avisa de que ha entrado alguien. Al estar cansada no me apetece atender a más clientela.
—Buenas noches, lo siento, pero estoy a punto de cerrar —digo con la cabeza inclinada hacia abajo contando el dinero ganado hoy.
- No he venido a comprar precisamente -un escalofrío recorre mi cuerpo de abajo a arriba, me detengo sin dejar de mirar el dinero y me paro a pensar que no es posible.
Una racha de aire entra por la puerta haciendo que me llegue el aroma de la persona aquí presente. No hay duda, esa voz... ese olor... ¿son ciertas mis creencias? ¿Es él? ¿Está aquí? Me quedo de piedra, pero no puedo perder la oportunidad de ver su rostro. Tal vez haya sido un cliente todo este tiempo y no me he dado cuenta, o tal vez me ha estado viendo por la calle y no sabía que estaba a mi alrededor. La cuestión es, ¿cómo sabe que soy yo? Ya lo sabía aquella vez en el bar del hotel. Pero, ¿cómo es posible que me haya encontrado aquí? Todas estas preguntas me llegan de repente sin darme cuenta de que tengo que levantar la cabeza de una vez. Respiro profundamente de nuevo, intento levantar mi vista lentamente, con miedo a qué encontrarme.
Hasta que por fin lo veo, aunque no del todo, pero no puedo creerme que sea él. ¿Es un sueño? ¿Estoy soñando?
Es un chico de posiblemente mi edad, lleva puesta una gorra negra que casi le tapa los ojos, encima de la gorra una capucha, unos vaqueros negros y unas deportivas.
—¿E-eres tú? —balbuceo, nerviosa—. ¿Star?
—El mismo.
—No me lo creo... —digo casi en un susurro porque apenas consigo que me salga la voz.
—¿Sorprendida, Sacher?
—Mucho.
Mi corazón comienza a latir frenéticamente, no esperaba esto hoy. En realidad, ningún día.
Tras este pequeño momento de shock, mis piernas comienzan a moverse con el fin de comprobar que es cierto, que es él y que está aquí a la vista de todos. Una vez lo tengo delante, aún me es difícil verle por completo para crear esa imagen de él sin ser solo una silueta con voz en la oscuridad. Así que, me tomo libertades para comenzar por quitar su gorra, la cual cubre un cabello rubio, corto por ambos lados y algo más largo arriba, peinado hacia un lado, aunque algo alborotado por la gorra. Bajo mi vista hasta sus ojos, los cuales me miran fijamente con un color azul con motas verdes, tan preciosos que me quedaría mirándolos todo el día. Me saca por lo menos una cabeza y su cuerpo está en forma aparentemente con algo de músculo en los brazos. Es prácticamente una obra de arte, un modelo de revista de moda.
Me permito llevar mis manos hasta su rostro, comprobando así que no es un sueño, que está aquí y es real. Uno de mis pulgares se pasea por sus labios acariciándolos y son justo como la imagen mental que tuve de ellos al besarle, siendo realmente apetecibles.
Sin decir nada, agacha su cabeza para acercarse a mí y me besa.
Me quedo sin aliento, pero no me importa. Ni si quiera puedo cerrar los ojos, no quiero perderme nada de lo que está pasando. Su beso es tierno y superficial, como si estuviera demostrándome que es él. No cabe la menor duda de que lo es y que esto es tan real como mi nombre.
Segundos después se separa y volvemos a mirarnos a los ojos los cuales me niego a creer que sean tan bonitos. Y como si existiera una atracción parecida a la de los imanes, me pongo de puntillas y volvemos a juntarnos en un beso, pero esta vez se parece más a los que estábamos acostumbrados. Nos puede el ansia, nos comemos mutuamente sin tapujos ni reparos. Es diferente, y es increíble lo que puede cambiar el poder conocer su físico. Su lengua perfila mis labios con la punta y no puedo evitar que de mi salga un gemido.
Me separo de él sin despegar mi mirada de la suya porque no quiero perderle de vista. Me acerco a la puerta y cambio el cartel de "Abierto" por el de "Cerrado", y cierro la puerta con la llave.
Me giro de nuevo hacia su figura y me sonríe, provocando que colores salgan en mis mejillas de forma inmediata. El corazón me late con fuerza, sin creerse como yo, que esté aquí y que las luces estén encendidas. Se acerca a mí y me sorprende agarrándome de la cintura para meter su nariz en mi cuello depositando un beso tierno pero lleno de pasión. Crea un camino de ellos hasta llegar a mis labios de nuevo y no duda demasiado en insertar su lengua de nuevo para que juegue con la mía.
—Espera, aquí nos ve todo el mundo —le digo entre besos. Le cojo de la mano, apago la luz de la pastelería y le llevo a la cocina cerrando la puerta.
Me aseguro de poner las mejores luces para poder mirar con detalle cada parte de él y juro que no se me va a escapar nada. Conectamos de nuevo y me estremezco solo de pensar que está aquí de pie mirándome, siendo más real que nunca.
No es solo que tengamos una conexión o que lo hagamos divinamente, es que encima está más bueno que cualquier dulce de esta tienda. ¿Qué estoy haciendo yo con una persona así?
Lentamente me acerco a él, con cuidado, como si fuese un cervatillo que se asusta con facilidad. Por su parte, hace una inspección rápida de mi cuerpo y se muerde el labio inferior a consecuencia.
Cuando finalmente lo tengo frente a mí, lo atrapo rodeando su cuello con mis brazos y él agacha su cabeza para poder besarme de nuevo. Se siente igual, pero diferente, como un soplo de aire fresco. Sus manos revolotean por mi espalda, bajando por ella y moldeando mi cuerpo hasta llegar a mis glúteos, que los amasa con ganas. Entre besos, consigue que giremos para así quedarme entre él y la pared. Nos separamos para poder coger algo de aire pues todo ha comenzado demasiado intenso y necesitamos recomponernos. Pero tampoco perdemos el tiempo, porque el calor está empezando a surgir en todo mi ser, especialmente en mis zonas más sensibles y más que nunca quiero mostrarle aquello que no pudo ver por la oscuridad. Me deshago de mi camiseta sin quitarle la vista del rostro, no quiero perderme su reacción. Sus ojos inmediatamente se desvían hacia mi sujetador y claman librarse del obstáculo. Lentamente bajo uno de los tirantes para después hacer lo mismo con el otro. Veo la desesperación en sus ojos, como arden de pasión y es justo lo que quería provocar. Finalmente lo desabrocho y éste cae ante nuestros pies, mostrándole esta parte de mí que tan bien conocía ante el tacto. Él no deja de admirar mis pechos como si los estuviese comparando con los de su imaginación, sin embargo, yo también espero ver todo lo que imaginé de él.
—Ahora te toca a ti —anuncio de forma sensual mirando su torso.
El chico capta lo que me estaba refiriendo y enseguida se despoja de todo lo que llevaba en la parte superior. Tiene los abdominales algo marcados, la espalda ancha y músculo formado en sus brazos, justo como imaginé que serían con el tacto. Y me encanta.
Me tomo la libertad de poner mi mano derecha sobre su pecho y comienzo a recorrerlo por completo. Es agradable, uniforme y terso en algunas zonas. Su piel se pone de gallina por mis delicadas caricias y su bulto es cada vez más intenso. Adoro ver lo que causo en él.
Me despego de él y le doy permiso con una mirada sobre mis pechos, lo capta a la perfección cuando coloca sus manos sobre ellos, acunándolos con cuidado y comprobando su peso. Pronto los estruja, juega con ellos, juntándolos y separándolos. Cierro los ojos disfrutando de su tacto sobre mis cumbres y me vuelvo loca cuando su húmeda lengua hace contacto con mis pezones, lamiéndolos varias veces uno a uno. Introduce en su boca uno de ellos y succiona con delicadeza, lo justo como para que necesite agarrarme a algo. Pero lo que verdaderamente preciso es que lleguemos de una vez a la parte importante.
Hacer esto en un lugar como la cocina de la pastelería resulta ser un sitio bastante excitante, y aunque sé que nadie va a pillarnos, se siente como si corriéramos ese riesgo.
En lo que él continua con mis tetas, me preocupo por quitarme el pantalón. Al darse cuenta de mi tarea, decide ayudarme a quitármelos, pero de una forma más detenida y dejando un rastro de besos que bajan con mis pantalones. Me deshago de los zapatos y termino por quedarme únicamente con las bragas puestas. Antes de volver a incorporarse, el chico se centra en mi entrepierna, admirando la zona y dejando pequeños besos sobre la tela. Tener por fin al chico de la aplicación a la vista y arrodillado frente a mí, está desatando toda una odisea en mi interior.
Uno de sus dedos se cuela arrastrándose por encima de mi ropa interior ya húmeda y repite la acción varias veces hasta que es toda su mano la que pasa a acariciarme.
—Mierda... —jadeo cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.
Sin dejar de acariciarme, sube a mi altura para ocuparse de morder y besar mi cuello. Decido acelerar el proceso viajando con mis manos hacia sus glúteos por el interior de su pantalón, tirando de él hacia abajo con desesperación. Finalmente se despega completamente de mí y se dedica a desabrocharse el pantalón para quitárselo, pero no sin antes sacar algo del bolsillo trasero y colocárselo en la boca en lo que termina la acción. Es un condón. Es tan atractivo verlo con eso en la boca, que juro que me voy a derretir antes de tiempo.
Despertando del trance en el que él me envuelve, decido buscar una zona más cómoda donde hacerlo. Y tras varias opciones, la mejor sin duda son los sacos de harina que tenemos en un rincón en el suelo. Me siento sobre ellos de tal forma que podría parecer un sillón algo más duro de lo normal, pero al menos no es como el frío suelo. Siguiéndome con la mirada, el chico se coloca a horcajadas sobre mi vientre mostrándome su gran bulto de la entrepierna deseando librarse del escudo que lo protege. Río al recordar que tengo uno de sus boxers, iguales a los que lleva puestos ahora y los que insinúa que quite. Mimo su erección por encima de la tela haciendo su cuerpo tiemble por un segundo. No quiero hacer la espera más larga, así que tiro del elástico hacia abajo con cuidado y su palo sale directo apuntando hacia arriba. Aun me resulta esto demasiado extraño, pero aquí está aquello que sentía con mi mano y dentro de mí sin tener una imagen previa. Lo admiro con deseo y lujuria, quiero complacerlo y por ello mi mano lo envuelve para darle el placer que desea. Mientras lo hago, observo su expresión, cómo cierra los ojos y se muerde el labio, es absolutamente maravilloso.
—Aguarda un momento, preciosa —dice con voz seductora mientras se separa de mí.
Al segundo comprendo queél también quiere verme, por eso le doy la facilidad de abrir mis piernas ylevantar mis caderas para que pueda retirar mis bragas limpiamente. Observa mivagina relamiéndose, y no duda en tocarme e introducir sus dedos de formarepetitiva surcando sobre mis flujos. Todo tipo de corrientes suceden en mí cadavez que lo hace, gimiendo y jadeando sin hacer demasiado ruido, como si alguienfuera a escucharnos. Y casi llego al culmen cuando siento sus labios besar miclítoris.
Sin embargo, frena todo movimientos para volver a coger el plástico cuadrado abriéndolo con los dientes y sacando de él la gomita que coloca sobre su erección.
—Me encanta cuando gimes en susurros —menciona de forma hipnótica sobre mi oído y se siente como si picara.
Mi reacción a eso fue plantarle un beso que casi le quita el alma, quedándonos un rato así, comiéndonos a besos, con lenguas mezclándose y sonidos perversos. Nos separamos solo cuando no podemos más con excitación del momento y él comienza a introducir su miembro a través de mí, deslizándose poco a poco. Y no dejamos de mirarnos en el proceso, gimo y él también, creando una sintonía inédita.
A medida que avanza, mi cuerpo se mueve ayudando al proceso. Lo enredo entre mis piernas y mis manos se agarran sobre su espalda. Ambos cuerpos se mueven de arriba abajo, gemimos labios contra labios y la velocidad aumenta cada vez más.
Finalmente llegamos juntos al pico más deseado y sentir nuestras voces unidas por el placer, resulta ser indescriptible. Un fuerte movimiento ha sido el que nos dio el orgasmo a ambos, pero, además, dio para hacer explotar uno de los sacos de harina sobre el que estaba mi cabeza apoyada, dejando que ésta salga disparada sobre nosotros. No puedo evitar reírme ante ésta inesperada situación y a él se le contagia, pero finalmente cae rendido encima de mí.
Ambos respiramos profundamente tratando de recuperar la respiración. Cuando consigo volver del mismo cielo, él sale de mí y se quita el preservativo usado para después tirarlo en la basura que señalo con el dedo. Busco mi ropa, él hace lo mismo y empezamos a vestirnos de nuevo en silencio, lo que me incomoda un poco. Al terminar, me doy cuenta del desastre de la harina y recaigo en mí en consecuencia.
—¡Ay, Dios! ¡Mi pelo está lleno de harina! —rio mientras cojo uno de mis mechones. Él me mira y yo me sonrojo sin razón, aun no me acostumbro a que tremendos ojos me anden mirando—. Y tú... también tienes —río, avergonzada.
—¿De verdad? —cuestiona llevándose la mano a su cabello con una leve sonrisa.
—Sí, y en la cara un poco.
—Tú también tienes en la cara —me sonríe mostrando todos sus dientes, y con ello me doy cuenta de que está incluso más guapo cuando lo hace—. ¿Hay algún grifo aquí?
—Sí, ven —le llevo hacia el fregadero donde normalmente lavamos los cacharros.
Ambos nos quitamos la harina de todas partes como podemos pues no hay espejo en el que mirarnos. Me subo sobre la encimera cuando termino, observando sus movimientos intentando eliminar toda la harina de su cabello.
—¿Cómo te llamas? —rompo el silencio mientras él se peina hacia un lado quedándosele estupendo con la ayuda del agua.
Me observa un momento como si le sorprendiera mi pregunta, pero lo cierto es que ni si quiera hemos empezado por ahí.
—¿No sabes cómo me llamo?
—No —niego y no puedo evitar reírme—. Ha sido todo tan natural, que ni si quiera hemos pensado en eso o quizás habíamos dado por hecho de que lo sabíamos. Pero lo cierto es que no me llamo Sacher y seguro que tú no te llamas Star.
Se contagia de mi risa y se queda pensativo durante unos breves segundos.
—Es cierto, no me llamo Star —afirma alzando ambas cejas.
—¿Y bien?
- Mi nombre es... James.
—Encantada James, soy Skylar, pero todos me llaman Sky. Un placer por fin saber algo más de ti —nos sonreímos mutuamente—. No pensé que fuera a volver a hablar contigo.
—Ya... Bueno, perdona por lo de la otra noche. No sabía qué hacer.
—Quizás te presioné demasiado y debí haberte dejado unos días para pensarlo.
—No, o sea, entendí tu forma de actuar. Es normal que no quisieras perder el tiempo con alguien a quien no puedes ver. Tampoco pensé que fuese a conocer a alguien en la aplicación, así que no había pensado en eso.
—Entiendo. Pero no pasa nada porque estás aquí y ni si quiera sé cómo.
—Tampoco yo lo sé, a decir verdad. Comencé indagando, tu apodo me dio ciertas pistas, pregunté a personas y al final di con la tecla. Tampoco esperaba encontrarte, pero supongo que la vida sí que quiso que esto continuara —cuenta mostrando una leve sonrisa haciendo alusión a aquello que le dije antes de salir por la puerta aquella noche.
—En el bar sabías cómo era yo, es decir, ya me habías visto antes. Supongo que eso también fue una ventaja a tu favor.
—Sí... Te vi una vez, reconocí tu voz.
—¿Registrándome en el hotel?
Asiente apretando los labios y desviando la mirada hacia el suelo.
—Me alegra que hayas cambiado de idea —admito algo avergonzada.
—Y yo —responde sonriente.
A pesar de este momento tan excitante y pasional, mi estómago me recuerda que he estado todo el día trabajando y apenas me dio tiempo a comer algo al medio día.
—¿Tienes hambre, James? Porque yo la verdad es que tengo demasiada, han sobrado delicias saladas, puedo calentarlas. ¿Te parece bien? Aunque si tienes prisa...
—Está bien, yo también tengo algo de hambre —interrumpe mi nerviosismo el que parece que le causa gracia.
—Vale, genial —balbuceo, cortada al darme cuenta de que quizás estaba hablando de más— Podemos comer en una de las mesas. Coge la bebida que te apetezca de la nevera.
Le muestro donde se encuentra la nevera de bebidas que tenemos para los clientes, y lo dejo allí mientras me adentro en la cocina para calentar algunas empanadillas entre otros restos que han sobrado en el día de hoy. También preparo una selección de dulces en una bandeja por si le apetecen. Cuando lo tengo todo preparado, salgo con las dos bandejas y lo veo sentado en una de las mesas con su bebida en la mano, me ha sacado otra para mí.
—Una cena totalmente improvisada —anuncio al acercarme, él me ayuda con una de las bandejas—. Eres un privilegiado, mi jefa no deja que nadie externo se coma las sobras.
—No si pago por ellas.
—¿Estás de broma? Ya está la puerta cerrada, así que, oficialmente son sobras invendibles —Al parecer todo lo que digo le causa cierta gracia, pero también puede ser por mis nervios de la primera vez, aunque realmente no lo sea—. No importa, de verdad, invito yo.
—Gracias —agradece antes de darle un bocado a una de las empanadillas y por su expresión diría que le ha gustado—. ¿Esto lo haces tú?
—Sí, el relleno es una receta secreta que me enseñó mi abuela. Cuando se las di a probar a mi jefa, me contrató de inmediato, con la condición de que las hiciera a diario para venderlas.
—Normal, están increíbles.
—Me alegro de que tegusten —Me lanzo a probar bocado y alimentar a mi estómago que tanto llevabarugiendo. Nos quedamos un instante en silencio mientras comemos, pero entoncesse me ocurren cientos de cosas que preguntarle—. Ya que sabes en qué trabajo, tienesque devolverme la información.
- Pues... soy... entrenador.
—¿De qué?
—Fútbol. De niños.
—¡Oh! ¿Te gustan los niños?
—Sí, los manejo bien.
—Eso es genial, y si te gusta el deporte, pues mejor.
Continuamos comiendo mientras hablamos de cosas totalmente triviales, pero está resultando ser bastante agradable y no hay gran diferencia a cuando hablábamos solo a oscuras.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Me atrevo a decir, no estaba segura si era apropiado pero la curiosidad me estaba atosigando todo este tiempo.
—Claro.
—¿Por qué decidiste usar esa aplicación? O sea, ¿qué te empujó para querer hacerlo con quien fuera?
—Bueno, la verdad es que es una larga historia.
—Entiendo. ¿Crees que algún día me contarás? Si después de esta noche quieres que sigamos viéndonos, claro.
—¿Crees que he estado buscando la manera de encontrarte solo para verte esta noche?
—Puede que no fuese lo que pensabas.
—Estoy seguro de que ya te conocía lo suficiente como para tenerlo claro. Así que, sí, quiero que sigamos viéndonos —dice eso último apoyándose sobre la mesa de brazos cruzados para que estemos más cerca el uno del otro.
—Pu-pues qué bien, porque yo también quiero...
—¿Me darías tu número de teléfono, Skylar?
—Claro, pero por ser tú, puedes llamarme Sky. —Me sonríe y casi me derrito aquí mismo junto a los pasteles. Ambos sacamos nuestros móviles y nos registramos mutuamente. No me puedo creer que ya pueda ponerle nombre.
—Llámame o mándame un mensaje cuando quieras —consigo decir con timidez.
—Lo haré —responde. Miro a sus preciosos ojos y termino sonrojándome una vez más—. Porque ya tengo ganas de volver a hacerlo.
AHHHH
¡¡¡YA SE VIERON!!!
😳😳
¿Qué os ha parecido?
Si os ha gustado, no olvidéis darle un toque de magia con una estrellita⭐
Besoos😚
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