Capítulo 1
Parte 1. Limerencia
El reloj marca las doce del mediodía, llevo mirándolo desde hace más de una hora sin parar y los minutos no pasan. El profesor de "Técnicas culinarias de Vanguardia" no ha dejado de hablar durante toda la clase. ¿Quién dijo que estudiar gastronomía solo era cocinar? Cuando el profesor mira su reloj, pasada ya la hora a la que tendría que haber terminado la clase, se disculpa con un simple "Lo siento, podría estar hablando hasta mañana", como dice en cada clase. Una vez cierra el libro que sostenía sobre la mano, todas las personas de esta sala, salen disparadas como si fuese el día de las rebajas de verano.
Recojo mis cosas con rapidez, las cuales llevaban guardadas en mi bolso desde que se había cumplido la hora de clase y esperaban como yo, que nos largáramos de una vez. Al salir del aula, mis amigos de clase y yo nos dedicamos a quejarnos de los despistes horarios del profesor y nos despedimos como de costumbre. No es que tenga una gran relación con ellos, ni si quiera tengo tiempo de reunirnos para hacer los trabajos de clase, pero al menos me aceptan en su círculo y entienden que mi vida es demasiado ajetreada.
Para mi sorpresa, cuando salgo del edificio del centro culinario de Kansas City, Finn, mi "novio", ha venido en mi búsqueda. Se encuentra echado sobre su coche de miles de dólares el cual su padre le compró cuando cumplió los dieciocho y se hizo adulto a la vista del estado. Supongo que habrá venido para intentar solucionar la pelea de esta mañana, siempre pasa lo mismo, nos peleamos y pretende solucionarlo teniendo un gesto amable. El problema está en que estos gestos no suele hacerlos desde hace años, por lo que no es muy creíble. ¿Debo seguir esforzándome por un amor inexistente?
— ¿Qué haces aquí? —pregunto fríamente, algo alejada de él.
— Quería tener un detalle contigo y recogerte. ¿He hecho algo malo? —se cuestiona abriendo ambos brazos.
—Sí, lo has hecho. Durante meses —respondo tajante y entrecerrando los ojos.
—Ya estamos otra vez... —Cambia radicalmente la expresión a una más seria y coloca sus manos sobre ambos lados de su cadera tras despegar la espalda del coche, dejando escapar un suspiro—. Ya lo hemos hablado, te pedí perdón, y te lo he explicado mil veces. Pensé que ya lo habíamos superado. Sky, yo te quiero —dice mientras comienza a acercarse a mí.
— Eso dices siempre y mi pregunta es, ¿debo creerte? —doy un paso atrás.
—Por supuesto que sí. Ya sabes lo que pasó, pero si tengo que demostrártelo una vez más, lo haré. Haré lo que haga falta para que estemos bien de nuevo. —Me suplica con pena en su rostro.
—Vale, me lo demuestras. ¿Y después qué? —Me cruzo de brazos.
—No te entiendo.
—Finn, ¿has pensado alguna vez en mí? En cómo me ha podido sentar todo esto, por ejemplo. Porque, bueno, no éramos la pareja ideal, pero tampoco estábamos tan mal. Por lo menos hasta que me enteré de lo que hiciste con esa hija de...
—¡Ya lo hemos hablado muchas veces! —interrumpe exasperado sin importar quienes nos estuvieran viendo.
— Y yo lo entendí perfectamente. Que me engañes una noche, tal vez puedo pasarlo, pero dos meses es algo muy fuerte —intento andar ignorando su invitación de llevarme.
— ¡Skylar! ¡Espera! ¿Vamos a tirar ocho años, así como así? —grita a mis espaldas.
—¡Tú lo has querido así! —grito con tanta fuerza que hasta cierro los ojos. Menudo show estamos montando—. Mira, para serte sincera, llevo mucho tiempo sin sentir absolutamente nada por ti en lo que a amor entre parejas respecta. Y después de esto, no es solo eso, me estás empezando a dar asco y, por mí, como si quieres volver con esa. Me harías un favor.
Después de esa declaración, le doy la espalda para seguir caminando. Pero no, él no podía quedarse con eso solo.
— ¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres que rompamos?
Freno en seco y me giro para mirarle de frente con unos metros de diferencia. Ocho años mirándole, queriéndole y cuidándole. En ocho años pueden pasar muchas cosas y no todas han sido buenas, pero las superamos porque nos conocíamos bien y compartíamos mucho. No es fácil decirlo, no cuando hay tanto que nos une. Pero todo tiene escrito un final, de una forma u otra. Y es absurdo seguir alargando esta relación sin sentido, lo perdió mucho antes de saber que me ponía los cuernos.
—Sí, es lo que quiero. —No quería llorar y mostrar dolor porque no se lo merece, pero no puedo evitar que esto me afecte de alguna forma—. Y en estos días he comprendido que debimos haberlo hecho hace mucho tiempo. Finn, tú no me quieres, solo me necesitas para satisfacerte a ti, para tener a alguien a tu lado por si lo requieres y esa es la única razón por la que aún me retienes. Nunca pensaste en mí como yo lo hacía en ti. —Me tomo una pausa para respirar y encontrar las palabras más adecuadas—. Ya no soy la misma, después de esto no puedes pretender que sea la misma que te saca una sonrisa cuando te ve. Ahora mismo lo único que quiero es aire fresco y creo que tengo que empezar por cortar esto. Espero que te vaya bien, Finn.
Empiezo a andar de nuevo acelerando mucho más el paso mientras mis lágrimas terminan por caer atravesando el valle de mis mejillas. A lo lejos y resonando por toda la calle, escucho la puerta de su coche cerrándose bruscamente y se siente como el punto y final de nuestra larga relación.
Hay dolor, hay pena, pero también me siento mucho más ligera y no me había dado cuenta de que estaba llevando un peso enorme sobre mi espalda. Se ha acabado y es una sensación muy extraña que tardaré en comprender. Al igual que intentar superar el dolor que me había causado saber que estaba siéndome infiel, a mí, que tanto he hecho por él y así me lo paga. Quizás decepción es la palabra más adecuada, pero, ¿por qué la siento más en mí misma que por él?
Hace una semana descubrí que me ponía los cuernos con nada más y nada menos, que con una de mis amigas. Un asco, ¿verdad? Porque no solo pierdes una relación sentimental, también una amistad.
Una relación de ocho años, un amor que partió desde la adolescencia. Siempre se ha dicho que los amores de instituto no duran, pues este sí. Y ocho años no se pueden tirar a la basura fácilmente y no sentir nada al respecto por mucho que no se lo merezca. Más aún después de todo por lo que hemos pasado. Algo como una infidelidad no se puede perdonar porque la fidelidad es la base de la relación, si eso se pierde, ¿qué es lo que queda? Pierde todo el sentido, al menos para mí. Y si a todo eso le sumamos la carencia de cualquier tipo de sentimiento que debería sentirse con la persona que se supone que es tu pareja, ¿por qué iba a tener que soportar encima una infidelidad y perdonarle como si nada?
Siempre he sido una chica muy sencilla. En mi vida nunca ha habido nada fuera de lo que se considera normal. Estudios, trabajo, familia, amigos y novio. Poco más. Y debido a ciertas circunstancias, considero que me he privado de muchas cosas que me hubiera gustado probar. Me he dado cuenta de que apenas tengo experiencia, me he centrado tanto en mi vida diaria y luchado por mantenerla estable, que jamás he llegado a hacer algo que se considere nuevo.
La infidelidad de Finn ha sido como un globo explotando a mi lado, despertándome de un largo letargo, de una vida gris y aburrida. Porque para ser sinceros, por muy estable que fuese mi día a día, eso solo estaba generando una falsa alegría. No era verdadera felicidad, solo una forzada. Ahora comprendo que quizás esto era lo que necesitaba, ha sido un palo doloroso, pero me ha permitido darme cuenta de que tengo que buscar esa chispa que me haga vivir como merezco, que haga salir mi yo interior.
Ya no sé ni lo que digo.
Después de mi jornada de trabajo, corrí a mi casa en busca de la soledad para permitirme expresar lo que tenía en el pecho luchando por salir. Nunca antes había actuado tan normal delante de mi jefa y he debido de hacerlo bien puesto que no ha sospechado nada, y ella es de las que lo detectan todo en una persona. No me apetecía hablarle de esto tan pronto a alguien, y de ser así, me habría pasado toda mi jornada de trabajo con los pañuelos a un lado. Ya en mi casa y con la noche comenzando a caer, me derrumbo sobre el sofá en el que me paso horas fabricando lágrimas tristes mientras miles de pensamientos se cruzan por mi mente. Finalmente caí rendida en los brazos de Morfeo, aunque ni si quiera dejé de pensar en los sueños.
A la mañana siguiente, me sorprendo mirándome al espejo y comprobando la hinchazón que se ha producido alrededor de mis ojos. Podría parecer que he tenido una reacción alérgica o algo parecido. Llorar sin medida para desahogar penas tiene sus desventajas, después de todo. Aún tengo secuelas de la ruptura y por ello pienso que no hay nada mejor que una ducha que renueve el cuerpo y a ser posible, mi estado de humor. Y mientras dejo que el agua recorra mi cuerpo, pienso que es el momento de contárselo a alguien, y con alguien me refiero a una chica rubia a la que considero mi mejor amiga. Kenzie siempre acude si le pido ayuda con algo, es una gran persona y una gran amiga. Nos conocimos en el instituto y desde entonces no nos hemos separado, sabemos demasiado la una de la otra.
Cojo mi móvil y entre mis contactos favoritos, allí se encuentra su nombre. Arrastro mi dedo y pronto comienza a dar las llamadas hasta que finalmente contesta y me deja escuchar su tan distinguida voz.
—¡Hola, guapa! —suena con un tono dulce a través del aparato.
—Kenzie... —dejo arrastrar mi voz, que se encuentra apagada, al contrario que la suya que irradia armonía.
—¿Qué ocurre? Cuéntame.
—Mejor en persona —le hago entender. Y ahí está otra vez el maldito nudo en mi garganta.
—Ay, Sky. Pero, ¿qué ha pasado ahora? —noto como su tono cambia a uno preocupado. Ella ha estado ocupándose de mí durante esta semana, ayudándome a ordenar mi mente y tener claras mis acciones.
—Rompimos.
—Voy para tu casa.
—Vale —antes de que le pudiera dar las gracias, Kenzie ya había colgado.
Desayuno mientras la espero: café y magdalenas que sobraron ayer en la tienda. Sería una pena que se pusieran malas y que nadie se las comiese.
A la media hora suena el timbre y sé perfectamente de quien se trata, así que abro la puerta sin reparo y al instante me veo envuelta en un calor particular mezclado con un aroma afrutado que tanto la caracteriza, mientras me apretuja cada vez más contra su cuerpo.
— ¿Cómo estás? —me pregunta con una expresión de pena, lo que me causa aún ganas de llorar.
—Es extraño, ¿sabes? —digo entre algunos sollozos que se llegan a escapar sin permiso, entonces la dejo pasar hasta sentarnos en el sofá donde abrazo uno de mis cojines.
—¿Fue él quien rompió?
—No, fui yo. Ayer peleamos otra vez y quiso volver a solucionarlo con su amabilidad —hago comillas con las manos refiriéndome a la última palabra—, pero es que no hay nada que pueda hacer que borre esas fotos de mi cabeza y todo lo que ha hecho. Y no es capaz de entenderlo.
—Es un cabrón, has hecho bien. Nunca me llegó a gustar para ti, mereces a alguien mucho mejor.
—Sé que lo he hecho bien y no me arrepiento. Pero, es mucho tiempo compartiendo todo con alguien y resulta que cuando crees que confías lo suficiente, te clava un cuchillo en la espalda lo más hondo y dolorosamente posible. Así es como me siento.
—Normal. Pero si te digo la verdad, siempre esperé eso de él y me sorprende que no lo haya hecho antes. Bueno, ¿quién dice que no lo haya hecho? En fin, eres libre de todo eso, nena. Una carga menos en tu vida, porque a mis ojos eso era Finn, una carga bien grande.
—Aunque no lo creas, estoy feliz. Mucho, además. Porque si lo pienso, ahora puedo cambiar muchas cosas de mi vida. Incluso me apetece cometer alguna locura sin que nadie me esté comiendo la oreja después y consiga hacerme sentir mal.
—Me parece una idea estupenda y, de hecho, justo eso iba a decirte. Necesitas distraerte a partir de ahora, no pensar en lo que ha ocurrido esta última semana. Sé que ahora duele, pero lo vamos a superar juntas, ¿me oyes? Ese bastardo no merece una sola gota de tus lágrimas.
Vuelve a abrazarme mientras me da numerosos besos sobre mi mejilla provocando que sonría después de tantos días de pura seriedad y falsedad. Kenzie es la única que consigue esto y le estoy muy agradecida.
—¿Recuerdas el viaje que teníamos pensado hacer? —cuestiono al separarme de ella y mirarla a los ojos con ilusión.
—¡Claro!
—Podríamos hacerlo oficial, nuestro primer viaje juntas. ¿No crees? Podemos comprar una hucha y vamos metiendo algo de dinero poco a poco. Para este verano seguro que reunimos suficiente.
— ¡Ay, sí! Necesito unas buenas vacaciones en cualquier lugar que tenga playa —contesta dando algunas palmadas con alegría—. Tenemos que buscar vuelos ya de ya. Eso déjamelo a mí.
—Ya tienes mucho trabajo, yo puedo organizar también.
—No te preocupes, ya sacaré tiempo. Esta misma noche los tendré, probablemente.
—Qué locura —digo con una sonrisa aun sin creerme que ayer corté mi primera y única relación sentimental y hoy esté planeando mi primer viaje fuera del país con mi amiga—. Esto era lo que necesitaba, sin duda.
—Hablando de locuras. Se me ha ocurrido una que podrías hacer y que estoy segura de que te despejaría.
—¿Qué? —cuestiono con curiosidad.
—Hay una aplicación...
—Ay, no.
—Sí. Esa morada —dice con una sonrisa de lo más pícara que, viniendo de ella, asustaría a cualquiera.
—Kenzie, no.
—Esa que tiene un ojo...y en el centro una "W".
—No —repito, negándome rotundamente con los ojos bien abiertos como si así pudiera quitarle la idea de la cabeza. Pero Kenzie es mucho más cabezona de lo que parece.
—Tienes que usar WhimApp, sin duda. —Concluye asintiendo al contrario de lo que yo intentaba decirle y parece de lo más convencida.
WhimApp es una aplicación que está disponible en todos nuestros teléfonos desde hace algunos años. No es como Tinder o cualquier otra aplicación para tener una cita, al menos no como te lo pintan, esta es más directa: Si quieres follar, úsala.
Claro, que esa no es la función principal de la aplicación, ni cómo te la venden. Pero las personas terminamos convirtiendo una idea original, en algo que se acomode a nuestras necesidades. Y si a ellos les da dinero, ¿quiénes son para negarse?
— ¿¡Qué!? ¿Estás loca? Es una idiotez, es una de esas aplicaciones con la que quedas con un extraño que puede ser un completo loco que no deja de seguirte, te droga y al final acabas flotando en la piscina del motel al que te ha llevado.
—No es una idiotez, estás exagerando. Además, esta aplicación es diferente y muy segura. Mira, tú te registras, pones algunos de tus datos por tu seguridad y después te hace algunas preguntas para, posteriormente, ofrecerte lo que estás buscando.
— ¿Me estás diciendo que quieres que tenga sexo con un desconocido? —entrecierro los ojos cual gato.
—Te prometo que no te vas a arrepentir —asegura cerrando los ojos mientras mueve la cabeza de lado a lado.
—¿Y cómo sabes eso, Kenzie? —Ella se limita a sonreír de forma ladina, levantando una ceja. Mis ojos se abren como platos ante tal declaración y no puedo creer que nunca me lo haya mencionado—. ¿¡Tú la utilizaste!?
—Sí, créeme que no te arrepentirás, te vas a sentir mejor, acabarás más relajada y con una nueva experiencia. Lo que querías.
—¡Qué fuerte! No te veía capaz de... estas cosas —digo casi en estado de shock.
—No es para tanto, no tienes que pagar ni nada parecido. Puedes tener solo una cita, o quedar directamente para follar, eso lo decides tú. Pero la gran mayoría de las personas que la usan, solo es para satisfaceros a ambos sin compromisos. Ni si quiera tienes que poner foto de perfil, eso es algo que solo os pasáis en privado y si ambos queréis. Déjate llevar, nena.
—Yo no soy así. ¡Ayer corté con mi novio! ¿Recuerdas?
—¿Y qué? El periodo de luto por ruptura quedó anulado en el momento en que te puso los cuernos, y te recuerdo yo a ti, durante dos meses. Dos. Deberías perder todo el respeto por él, no se lo merece.
—Sabes que no suelo hacer estar cosas... —murmuro.
—Por eso mismo, deberías hacerlo. Solo una vez, Sky. Y después sigues con tu vida.
—A ver... Tienes razón en todo eso del respeto hacia ese imbécil, pero llegar hasta ese punto, no sé. ¿De verdad me ves capaz de esas cosas? Siempre he criticado esas aplicaciones.
—Mira, yo te la voy a descargar. —Coge mi móvil de la mesita frente al sofá con total libertad y comienza a teclear—. Solo, piénsalo. —Me agarra la mano para dejar mi móvil sobre ella—. Me tengo que ir, he quedado para comer con una pareja de futuros novios a la que debo organizar una boda en mitad del desierto.
Sé de sobra por su expresión, que le resulta una pésima idea para hacer una boda, pero también sé que la hará espectacular como siempre.
—Vale, gracias por venir tan rápido. —La acompaño hasta la puerta dándole unos cuantos besos en su mejilla y un abrazo.
—Siempre me vas a tener, para lo que necesites. Si te vuelve a dar el bajón, llámame. Y si te decides por usar la aplicación, llámame también—besa mi mejilla y me abraza de nuevo.
—Lo haré. ¡Que te sea leve! —digo refiriéndome a su trabajo y cierro la puerta.
Me giro y me echo sobre la puerta, soltando un suspiro sonoro. Está claro que haber hablado con Kenzie me ha sentado bien, aunque haya sido poco tiempo. Y la idea del viaje ha creado una nueva meta en mi vida, tengo que ahorrar lo suficiente. Estoy segura de que tener eso en mente, me la despejará y me ayudará a olvidarme de todo lo que ha ocurrido durante esta horrible semana.
Y luego está eso de la aplicación. ¿Está loca? ¿Yo usando ese tipo de aplicaciones? Y lo más fuerte es que ella la ha usado sin decirme una sola palabra. Aunque si lo pienso, contárselo a alguien que las odia no es la mejor de las ideas. Aun así, aun manteniendo mi opinión respecto a su uso, siento como si mi móvil me estuviera llamando. Como si dijera mi nombre varias veces atrayendo mi atención. Y no puedo evitar mirarlo, reposando sobre mi sofá justo donde lo dejé. Sé lo que quiere, quiere que vaya hasta él y mire esa condenada aplicación morada que seguro que ha terminado de instalarse.
Esto es una completa locura.
Me digo a mí misma y dejo de mirarlo para dedicarme a hacer otras cosas. Es mi día libre, tanto de clases como de trabajo, por eso amo los sábados. Intento despejarme con cualquier cosa que se me ocurra, como, por ejemplo, limpiando el pequeño piso en el que vivo de alquiler, a fondo. He puesto varias lavadoras, tendiendo y recogiendo cada una de ellas. He estado innovando, haciendo los platos de esta semana en clase, pero dándoles mi toque personal. Y, por último, mi tarde se basa en películas románticas acompañadas de un gran bote de helado de chocolate negro. Planazo.
Miro atenta cada escena de sexo. Me fijo detalladamente en la expresión que muestran ambos. Sé perfectamente lo que quieren transmitirnos, que ambos dos disfrutan de lo que se están haciendo. Y eso me lleva a pensar sin poder remediarlo, que he estado con el mismo chico ocho años, de los cuales seis hemos estado realizando dicho acto. Y aunque no estaba mal la forma en la que lo hacíamos, siempre tuve la sensación de que no era como realmente debería hacerme sentir. A veces disfrutaba más dándome ese placer a mí misma que con él, y estoy segura de que eso no es lo normal. Pero claro, eso no lo sé con certeza puesto que es el único chico con el que lo he hecho. Quizás si tuviera con quien comparar, la cosa cambiaría.
En un descuido en el que mi cuerpo se hace con el control, miro de reojo hacía la mesa donde se encuentra ahora mi móvil. Vuelvo a notar cómo continúa llamándome. ¿Es una locura? ¿Debo hacerlo? Dios mío, ¿qué pensaría mi madre de esto?
No puede ser. ¡Me lo estoy pensando! Debo de estar volviéndome loca, acabo de romper una relación definitivamente, tienen que ser efectos secundarios. O simple curiosidad. Incluso que mi cuerpo lo desee de forma natural. Sí, debe de ser algo de eso.
Sin embargo...
Me levanto y camino hasta la mesa para coger el teléfono.
Tal vez... registrarme solo para ver cómo va... eso no es pecado...
Vuelvo al sofá, paro la película y enciendo el móvil para desbloquearlo. Allí veo la aplicación, WhimApp, descargada en la pantalla. El icono presenta el dibujo de un ojo rodeado de cabello morado. El iris de éste va a juego con el cabello y en su interior se encuentra la letra "W" de color blanca. Tengo que decir que el estilo del dibujo es creativo y el toque del cabello morado fluyendo alrededor del ojo, le da un efecto místico o incluso fantástico. Lo dicho, es como si te estuviera observando e intenta llamar tu atención. Y como si hubiese sido víctima de su hipnosis, pulso sobre ella y ésta comienza a abrirse, mostrándome una imagen más amplia del ojo ocupando toda la pantalla.
"Bienvenid@"
Es lo primero que me encuentro al entrar en ella. Por lo menos son educados.
"¿Quiere registrarse y pasarlo bien? ¡Es muy sencillo!"
Aparece seguidamente y justo debajo las opciones de registro o inicio de sesión. Coloco la yema de mi dedo sobre la opción de registro y a continuación aparece el logotipo de la aplicación celebrando que estoy intentando registrarme, me parece graciosa. Antes de nada, me advierten de que todos los datos a poner a continuación no serán visibles por otro usuario, y básicamente pone que es por mi seguridad. El primer requisito es mi nombre y apellidos, eso es fácil: Skylar Jenkins. A continuación, quiere que indique de dónde vengo, aquí es dónde coloco: Kansas City, Misuri. Lo siguiente es mi edad, bastante importante si quieren quitarse a los menores, aquí coloco veinticinco. Por ahora todo bien, no piden muchos datos más, solo mi documento de identidad, algo que es entendible si se quiere comprobar que no tiene algún tipo de antecedentes penales o cualquier otro dato. Y finalmente, mi apodo.
¿Un apodo? Jamás he tenido un apodo.
Justo arriba se avisa que es lo único que será visible para los usuarios, y advierten de que no debe contener nada que se refiera a algo personal. Por lo visto se toman enserio el anonimato, aunque seguramente habrá más de uno que se salte las reglas o decidan dar esos datos si así quieren.
A ver, ¿qué se supone que debo ponerme? Si tengo que alejarme de algo personal, tiene sentido que escoja algo al azar. Tras pensarlo mucho, decido que lo mejor es coger una de mis comidas favoritas, aunque eso me tomaría demasiado tiempo para decidirme por una. Por eso, pienso en postres. Mi tarta favorita y la que mejor me sale, es la tarta Sacher. Creo que podría ser un buen apodo.
Con el apodo ya seleccionado, entro en el feed de la aplicación. Tengo la opción de ser el capricho o de buscar el capricho. Como no quiero ser el capricho de nadie, decido pinchar en buscar el capricho. Automáticamente me hacen preguntas para describir que tipo de capricho me gustaría tener, y tras varias preguntas que llegan a incomodar bastante, decido tener el básico por así decirlo. Al hacerlo, aparecen numerosos apodos de otras personas, evidentemente al elegir cual es mi orientación sexual, doy por hecho que todos son chicos. Simplemente tengo que escoger un apodo entre todos los que hay. Veo algunos que no me llaman para nada, no creo que "perritosexy" sea una buena opción. Me paro en uno, no por nada en especial, simplemente quiero probar que ocurre si pulso. Su apodo es "Star", algo bastante sencillo para ser sincera. Al abrirle, directamente me envía a su perfil con varias opciones: "Eres mi capricho", "Chat" y más pequeño, "Bloquear".
Así que esto es la aplicación... Simplemente te registras dejando varios datos personales que no serán públicos, te pones un apodo, indicas que tipo de experiencia quieres tener y decides entre los distintos usuarios, que supongo que también son de mi ciudad. Hay más personas de las que yo pensaba, lo cual me sorprende.
Qué tontería.
Pienso mientras sigo observando la aplicación, hasta que decido salir de ella. Pero cuando quiero hacerlo, para mi desgracia, mi torpeza hace una repentina aparición provocando que el móvil se escurra en mis manos y como puedo, intento evitar que caiga al suelo cogiéndolo como reflejo. Miro de nuevo la pantalla que sigue encendida. Si no estuviera sentada ya, me habría caído directamente al suelo. En su lugar abro mucho los ojos y sé que actualmente estoy tan pálida como la camiseta que llevo puesta.
— ¿¡Qué!? —le grito a la pantalla del móvil—. No, no, no, no. ¡No!
He pulsado sin querer en la opción "Eres mi capricho", y ahora estoy a la espera de ser aceptada para serlo. Soy estúpida. ¿Qué acabo de hacer? A ver, todavía no está todo perdido, aun me tiene que aceptar, puede que no lo haga. ¿¡Por qué no hay una opción de cancelar!?
Tiro el móvil a un lado en el sofá como si de repente quemara mis manos. Me pongo de pie y doy vueltas por la habitación pensando en lo que he hecho. ¿Cómo soy tan torpe? Joder.
Al cabo de unos minutos, el móvil estaba sonando, era una notificación. Lo cojo con miedo deseando que no sea de esa aplicación, y tras encender la pantalla compruebo que solo es un mensaje de Kenzie. Ella no deja de escribirme preguntando cómo me encuentro desde que se ha marchado esta mañana. Estoy a punto de contestarle para explicarle toda la situación y que ella me diga qué tengo que hacer, pero aparece un mensaje más en mi pantalla.
Star acaba de aceptar ser tu capricho.
Star acaba de enviarte un mensaje: "Hola, guapa"
Quiero gritar del pánico. El misterioso chico acaba de contestarme. ¿Qué hago ahora? Debería desinstalarme la aplicación, meterme bajo mis sábanas y no volver jamás en la vida a hablar del tema.
O simplemente decirle que no me interesa. Quizás sea más convincente. Sí, haré eso y todo habrá acabado. Kenzie me las va a pagar por ponerme esta aplicación en mi móvil.
Entro en la conversación y comienzo a escribirle. Quiero ser educada, por lo que comienzo con un saludo cordial.
Sacher: Hola, ¿qué tal?
Cuando lo escribo en la conversación me doy cuenta de lo tonto que suena preguntarle que tal está a un tipo que solo quiere acostarse conmigo. Ay, Dios, lo estoy empeorando todo.
Star: Bien. Puedo quedar en una hora, ¿te viene bien?
Ni si quiera me ha preguntado como estoy yo, está claro que ha pensado que soy una inutil. Intento como puedo escribirle que ha sido una broma y que realmente no queria hacer esto, pero mis manos tiemblan demasiado como para escribir tan rápido como lo hace él.
Star: Antes de nada te explico mis normas. Te voy a dar la dirección de un hotel, yo estaré en una habitación, en recepción te dejaré una llave. Una vez llegues, no puedes encender la luz, solo lo hago a oscuras, y nada de preguntas personales, ni si quiera mi nombre real, tampoco quiero saber nada sobre ti, así es más sencillo. ¿De acuerdo?
Sus normas son un tanto extrañas, pero a la vez entiendo que si solo quieres tener sexo, es mucho más fácil si ninguno de los dos sabe nada del otro. Además el simple hecho de hacerlo a oscuras hace que te centres en la experiencia y no en la apariencia y los prejuicios. Tal vez sea un chico como yo, tímido, y por esa razón prefiera hacerlo así.
Lo cierto es que si lo pienso, la vida me está dando la oportunidad de tener una experiencia de la manera más sencilla posible y de la única forma en la que yo sería capaz de hacerlo.
¿Y si...? ¿Y si no es tan descabellada la idea? Puede que si lo necesite y es el momento de descubrir el mundo más allá de Finn. Pero no deja de aparecer el pensamiento de que ayer puse fin a nuestra relación y un día después estoy con esto sobre las manos.
A la mierda.
Sacher: Me parece bien. ¿Dónde se encuentra el hotel?
Segundos después, contesta con la dirección.
Star: Houston Plaza Kansas City Downtown. Solo di tu apodo en recepción y te darán la llave. Quedamos a las 23.00h.
Santo cielo. Sé bien de qué hotel se trata. Es un hotel de cuatro estrellas y se encuentra junto al centro de convenciones de Bartle Hall en el distrito de ocio de Kansas City. Debe de ser alguien con dinero para coger una habitación ahí solo para acostarse con una extraña.
Voy hasta mi habitación, me pongo el primer vestido que veo de los pocos que tengo decentes y unos tacones negros. No estoy muy acostumbrada a llevarlos, en algún que otro evento especial o cuando he salido de fiesta —lo cual no suele ocurrir mucho—, solo espero no caerme. Me maquillo con algo de sombra, rímel, colorete y pintalabios rojo. Quizás es demasiado para lo que es, pero sé que tipo de gente se mueve en esos hoteles y no quiero aparecer con ropa informal.
Sin demorarme mucho más, cojo las llaves del coche y pongo la dirección en el GPS del coche una vez subida a él. Mientras conduzco pienso en varias ocasiones si debería dar la vuelta, pero por alguna razón, no llego a hacerlo.
Al llegar, aparco en el parking del hotel y cuando me apeo, me quedo asombrada con el edificio, ya lo había visto antes, pero nunca con la intención de hospedarme en él. Las piernas me tiemblan al andar, estoy demasiado nerviosa, tanto que vomitaría en uno de los jarrones del hall. No es un hotel de cinco estrellas, pero podría serlo perfectamente, esto es puro lujo para mí. Aún no son las once, he venido algo temprano. Quizás deba sentarme a esperar a que llegue la hora.
Miro a mi alrededor y me topo con una zona apartado a la izquierda de la recepción. Se trata del bar del hotel, donde varias personas bien vestidas se toman una copa mientras charlan tranquilamente. No es muy propio de mí, pero quizás sea lo que necesite para llevar bien esta situación, que ya suficiente me está haciendo pasar. Camino hasta llegar a la barra y me pido una copa a lo que el camarero asiente y comienza a prepararla.
Alcohol. No sé qué me pasa. ¿Cuándo me he pedido una copa yo sola?
Me quedo sentada en la barra bebiéndomela una vez me la sirven, y espero a que den las once de la noche para poder pedir la llave y subir a la habitación. Me siento como una extraña entre todas las personas presentes, este no es mi entorno. ¿Habrá más personas que hayan venido aquí por la misma razón que yo? ¿Y por qué me siento como una criminal?
Esto es una locura. No puedo creer que Kenzie haya conseguido que lo haga y lo peor es que no me dejará tranquila en cuanto se lo diga.
Compruebo de nuevo el reloj, confirmando que ya es la hora. Le doy un último trago a la copa y me despido amablemente del camarero para después poner rumbo a la recepción.
—Ho-hola —tartamudeo.
La recepcionista me recibe con una sonrisa recibiendo mi saludo.
—Hola, buenas noches. ¿Tiene reserva?
—Sí... Bueno, está a nombre de Sacher.
—De acuerdo, déjeme mirar —teclea algo en el ordenador y tras revisarlo por unos segundos, rebusca algo dentro del mostrador y, por último, vuelve a mirarme a los ojos—. Aquí tiene la llave de su habitación. Octava planta, puedes subir por el ascensor o por las escaleras, la puerta se encuentra justo al lado. Disfrute de su estancia.
—Gracias —es todo cuanto digo en un mar de nervios.
Acepto la tarjeta de la habitación algo indecisa. Yo no quería hacer esto, ¿por qué? ¿Qué estoy haciendo? ¿Sería demasiado vergonzoso si ahora me fuera y huyera de esto? No tendría ninguna repercusión, solo le habría hecho perder el tiempo a un chico que no conozco. Bastaría con desinstalar la aplicación y ya.
Me subo a ascensor y presiono la tecla ocho, entonces la máquina comienza a subir. Una vez llega a la planta, salgo y camino buscando el número que aparece en la tarjeta. Cuando la encuentro, me pongo enfrente, suspiro, miro la tarjeta una última vez y la meto en el interior de la ranura hasta que aparece una luz verde que indica que la puerta está abierta. Ésta se abre dando lugar a una oscura habitación, y no muy decidida, entro en ella deseando que todo pase rápido.
Primer capitulo
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Espero que estéis disfrutando, no os olvidéis de darle magia con la estrellita⭐
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