-Confiaba en que tu Aziraphel, estarías de acuerdo con mi forma de pensar, creí que habiendo pasado tanto tiempo con humanos, te darías cuenta de lo inferiores y banales que son y lo poco que valen, nadie nunca se puede fiar de ellos, es un razonamiento lógico, pero tú, no, tu haz sido influenciado por ellos, ahora ya no eres un ángel, haz decepcionado a tu raza, le ha faltado a todo lo que representamos, debí imaginarlo, teniendo a ese demonio siempre a tu lado era obvio que terminarías como el, ¡Ahora eres un ángel caído Aziraphel!

Crowley y Aziraphel se quedaron atónitos, Metatron caminaba hacia ellos, pero era totalmente diferente Ya no sangraba y su aura era imponente, llegando incluso a sentirse como la de el mismo satán.

-La idea era – siguió Metatron – que al terminar tu misión haciéndonos ganar la guerra, tu desaparecerías Aziraphel, te daríamos por muerto en batalla y seguiríamos con la reconstrucción de la tierra. Pero tenías que llegar y echar todo a perder demonio. De no ser por ti el plan iría a la perfección

-Lamento ser tan entrometido, cualidad de demonio. - comento Crowley

-Muy gracioso, ustedes no tienen idea de lo que están provocando, ¿enserio piensan que un demonio y un ángel pueden estar juntos como ustedes creen?, hay consecuencias y ustedes ya están condenados

-bueno, talvez eso no sea posible, pero, yo no descansare hasta que Aziraphel se libre de ustedes, conozco sus tácticas, se de lo que son capaces solo para tener a las personas comiendo de su asquerosa mano.

-Oh, si, se me olvidaba que alguna vez fuiste uno de nosotros... Baraquiel

-Yo no me llamo así - lo interrumpió

- te contare un secreto Baraquiel, tú eras el favorito de dios, siempre alardeaba sobre ti, de tu facilidad para crear universos, de cómo tu serias el arcángel supremo perfecto, siempre justo y sin una pizca de malicia, pero todo acabo. caíste, tú no solo eres una desgracia andando, eres la representacion de lo patetico, pudiste ser alguien importante, y gracias a mí, Gabriel se convirtió en el nuevo arcángel supremo, lástima que siguió tus pasos y empezó a dudar de las decisiones de la todo poderosa, ya no era necesario en el cielo, no tenia de otra más que deshacerme de él, de la misma forma en que me deshice de ti.

-Fuiste tu... tú me empujaste, ¡tú provocaste mi caída!

-que inteligente.

- eres un ser despreciable - hablo por fin Aziraphel – no deberías ser un ángel

-Aziraphel, tú siempre has sido tan ingenuo, mira que creer que podías hacer la diferencia en el cielo, tu iniciaste esta guerra, eres tan culpable como yo, es hora de que te des cuenta que YO TENGO EL CONTROL DEL CIELO ¡todos me obedecen a mí! - dijo extendiendo sus brazos a la inmensidad - Aun puedes ser parte de la diferencia - miro a Aziraphel - únete a mí, juntos podemos hacer que el cielo este por encima de todo, es lo justo el cielo es lo mismo que el bien.

- tus palabras solo dan a relucir tu desesperación - hablo Crowley – me di cuenta de algo, tu no trajiste a Aziraphel al cielo por su experiencia en la tierra, lo trajiste aquí para separarlo de mí, tienes miedo de lo que los dos podemos hacer juntos, cuando hicimos el milagro para ocultar a Gabriel te diste cuenta de lo poderosos que podemos ser si trabajamos juntos y lo único que se te ocurrió fue ofrecerle a Aziraphel una oferta que nunca rechazaría, pero eso no fue toso, querías que fuera certero, usaste el café de almendras para que no hubiera fallas. Y sabias que yo rechazaría la oferta, nos separaste, sabias que al irse Aziraphel yo perdería todo el interés en la tierra y no pondría resistencia a tu plan.

-Y yo que creí que los demonios eran estúpidos.

-Tu único error fue creer que Aziraphel sería fácil de manipular y no contemplaste que el efecto de la almendra no sería para siempre.

- un íbamos bastante bien, en eso te equivocas Baraquiel, yo si sabía que el efecto no era para siempre, por eso idee un plan para evitar eso, veras me di cuenta que por mucho que lo intentara Aziraphel nunca se olvidaría de ti, llegaría algún momento en que te iría a buscar y tu sin pensarlo lo ayudarías, bastante predecible si me preguntas, le designe un ángel para seguirlo, en algún momento Aziraphel volvería a sus antiguas costumbres de ingerir alimento humano y ahí seria su perdición, no solo la almendra nos afecta, hay una sustancia más poderosa y más efectiva. Tiene algunos efectos secundarios, pero, funciona.

-Crowley...

El demonio miro a su ángel y el miedo se apodero de él, sus ojos regresaban al morado intenso.

- ¡Aziraphel!

-es demasiado tarde, él ahora es al Arcángel Supremo, te lo dije, YO tengo el control de todo.

Los golpes no tardaron en llegar nuevamente, esta vez con más fuerza e intención de aniquilar, Crowley se defendía con todas sus fuerzas, tuvo que lanzar uno que otro golpe para tratar de aturdir al ángel, pero todos fueron en vano.

Aziraphel estaba fuera de control, había tomado su espada nuevamente y esta vez por más insistencias del demonio, no reaccionaba.

En el caos de la batalla Muriel nunca perdió de vista al demonio, y tan pronto logró liberarse de los arcángeles con los que luchaba junto a Saraqael, le saltó encima al ahora arcángel, enfrentándolo con la poca fuerza que poseía.

-Muriel, ¡que carajos haces! Déjalo, te matara.

-Señor Aziraphel, soy yo Muriel, necesita regresar en sí señor, el Señor Crowley es muy gruñón y solo usted puede tranquilizarlo, además la librería necesita quien la atienda.

-Quítate de enfrente insignificante ángel, no creas que por ser uno de los nuestros no te matare – dijo apuntándole al cuello con su espada - aléjate.

Muriel no dudo y se lanzó contra el abrazándolo, Aziraphel se quedó frio como estatua, debido a la impresión dejó caer su espada

De pronto, Metatron batió las alas, levantando un viento hediondo. Subió en el aire, y luego se precipitó sobre Aziraphel, atacándolo con una espada. Descargó un golpe rápido, hábil y mortal., pero dio en el vacío, porque las habilidades de pelea del jefe de los ángeles ahora eran más fuertes, algo en su ser le advirtió del peligro un segundo antes y alcanzó a esquivar, echándose hacia un lado.

Con su brazo Aziraphel empujo a Metatron, el brutal impulso empleado en la estocada desequilibró al ángel mayor, quien se fue hacia delante, tropezó, cayó de rodillas y su espada se golpeó contra el suelo.

 Crowley levantó la espada corriendo en direccion al mayor para traspasarlo de lado a lado, pero no alcanzó a completar el gesto porque un golpe en la nuca lo tiró de boca.

Miguel y Uriel habían regresado, algo golpeados, pero ahí estaban.

-Que paso con Saraqael – pregunto Muriel.

-Lo mandamos a descansar un rato, con suerte talvez para siempre.

-No.... -las lágrimas de Muriel empezaban a salir recorriendo su rostro.

-Muriel, ve a ayudar a Saraqael, yo me encargo de ellos

- ¿está seguro señor Crowley?

-Si, ahora ve, me distraes.

Muriel salió volando en dirección a donde había visto por última vez a Saraqael con la esperanza de que no fuera demasiado tarde.

-Siempre fueron muy prepotentes, eso siempre me molestaba. Todos ustedes con sus aires de grandeza, con su horrible cara e insistente síndrome de superioridad

-Tú no puedes juzgarnos, caíste, les diste la espalda a los tuyos, la todopoderosa te tenía demasiadas consideraciones y como le pagaste, traicionándonos, seguiste los ideales de Samael, preferiste el pecado a lo bueno. - dijo Miguel

-Yo no preferí el pecado a lo bueno, si ese es el caso mi único pecado fue hacer preguntas, por otro lado, Samael era más divertido, ustedes siempre están amargados.

-Los demonios son tan banales y básicos. Siempre comportándose con tanta despreocupación, solo les importan ellos y hacer el mal, no ven por el bien común, solo piensan en ellos. -hablo Uriel

-si de pensar en nosotros mismos, creo que se podrían morder la lengua, o no han visto lo que están haciendo solo para que ustedes estén al mando. - cuestiono el demonio

-son ordenes de dios, nosotros no cuestionamos lo que se nos ordena

- ¿están seguros que son ordenes de dios?, ¿a alguno de ustedes alguna vez dios les dijo que esto era lo que quería?

-Metatron es el vocero de dios, hablar con él es como hablar con dios.

-y dicen que los demonios son idiotas, ven ese es el problema de no cuestionar nada, por su ignorancia ahora ustedes están ayudando a ese viejo a tener el control de todo, no creo que dios quiera tener a su merced a la tierra, ¿para qué?, nunca le importaron los humanos y de un día para otro quiere destruirlos, no lo sé, pero para mí suena como un plan mal hecho.

-pero Metatron dijo...

-Metatron es un pobre diablo que es capaz de lo que sea con tal de estar al frente de todo, se deshizo de mí y de Gabriel, ¿qué les hace pensar que después de esto no hará lo mismo con ustedes?

-No lo escuchen - hablo el anciano, levantándose con dificultad – es un demonio, mentir es parte de su ser.

-No está mintiendo – hablo Aziraphel – tu empujaste a Crowley y provocaste su caída, tu querías estar al frente del cielo y cuando escuchaste que dios lo nombraría arcángel supremo lo primero que pensaste fue en deshacerte de él, lo mismo con Gabriel, cuando prefirió la paz sobre la guerra lo sacaste de su puesto.

-Son tonterías, tu deberías de estar bajo mi control, que está pasando, tus ojos siguen estando Morados.

-La verdad... ni yo lo sé, pero creo que el abrazo de Muriel me ayudo un poco, ahora tú y yo vamos a aclarar las cosas de una vez por todas.

-me estás diciendo que tu un ángel bondadoso vas a pelear conmigo, un ángel anciano.

-No, podemos discutirlo como ángeles civilizados, no tenemos la necesidad de pelear. Podemos arreglar todo esto sin derramar sangre inocente, podemos....

Aziraphel de pronto empezó a toser con fuerza a los ojos de los ahí presentes varias gotas de sangre empezaron a salir de su boca, de un momento a otro, la tos no se detenía y la sangre no paraba de salir

- ¡Aziraphel! ¿Estas bien? – dijo Crowley corriendo a su lado.

-No sé qué pasa, cof cof, la sangre no deja de salir, cof cof.

- ¡Bastardo que le hiciste! – grito Crowley a Metatron

Por su lado Metatron empezó a reírse frenéticamente, Miguel y Uriel lo veían expectantes, el ángel estaba fuera de sí.

-Te dije que habíaefectos secundarios Baraquiel, ¡ESTA MURIENDO!