Dicen que toda persona debe ganarse su lugar porque así demuestras de la pasta que estás hecho y yo no era una excepción. Digamos que no prediqué con el mejor de los ejemplos y, básicamente, no seguí las reglas que regían mi propia raza.

A pesar de que los ángeles nos movemos entre los humanos como uno más, estamos protegidos por un selecto grupo de arcángeles que, básicamente, son mis jefes.

Como cometido tenemos el velar por el bien de la humanidad y a cada uno de nosotros se nos asigna a alguien desde su nacimiento. A mí, por ejemplo, me tocó una mujer que, por desgracia, me llevó por un camino que no debía.

Los ángeles se suponen que son criaturas que no tienen deseos sexuales y que debemos mantenernos intactos para no corrompernos por la maldad y la lascivia humana. Las relaciones se nos están terminantemente prohibidas porque eso siempre genera el sentimiento de celos, y cuando eso ocurre, el caos está servido.

Pero un par de copas y una lencería sugerente me hicieron acostarme con mi protegida y con ello, perdí mis alas.

Dejé de ser un ángel y me convertí en un prisionero, un esclavo para mis queridos jefes, pero ellos me tenían algo reservado para redimirme y, básicamente, quitarse mierda de su tejado.

Había una humana realmente problemática que no asentaba su culo con ningún hombre y eso, en idioma de los ángeles, estaba mal porque, si no hay embarazos, no hay humanos y entonces no hay a quién proteger. Si...somos los cupidos de los humanos...

Y eso es justo lo que tengo que hacer: que una maldita humana se junte con un repeinado y tengan muchos bebés.

Y con eso, ganaría cada una de las plumas de mis preciadas alas, siendo por fin libre.

PRÓXIMAMENTE....