CAPÍTULO 28: DUELE TANTO TU TOQUE
Capítulo +18 espero que os guste^^
BETTY
Era un momento agridulce, una leve brisa que calmaba en el momento pero que, cuando cesara, la realidad nos azotaría con tanta fuerza que despertaríamos de golpe completamente desorientados. Sufriríamos más si seguíamos adelante, si ambos nos volvíamos cordiales con el otro, pero la naturaleza humana es así. Quizás Adam era un ángel, pero en el pasado fue un humano y hay comportamientos que jamás se olvidan.
Pero aquellas pequeñas alas estaban ahí para recordármelo, recordarme que él jamás será mío y que quizás estaba condenada a no conocer el amor de verdad. Intenté alejarme de la calidez de sus manos, pero no podía. Su cuerpo me obligaba a dar varios pasos hacia atrás hasta toparme con el colchón de la cama. Cuando me giré y la miré antes de volver a mirar a Adam a los ojos, supe en seguida lo que iba a hacer. Estaba dispuesto a sufrir por mí, por darme algo del amor que necesitaba desde hacía mucho tiempo.
Aquel acto desinteresado me hizo derramar algunas lágrimas silenciosas. Él sonrió ante ellas como si fueran un regalo para él, pero para mí era algo cruel de aceptar.
-Por favor...no lo hagas-Le susurré casi sin fuerzas, pero él no parecía estar dispuesto a ceder en su empeño. Sus ojos se volvieron más brillantes, más profundos. Sentí un cambio en él como si se le quitara un peso de su autocontrol. Me tumbó en la cama sin miramientos y sin posibilidad de negarme a lo que estaba dispuesto a hacerme. Cuando intenté hablar, él se llevó el dedo a los labios y dijo en voz baja:
-Ahora es hora de que te traten como mereces, como siempre mereciste, pero no tuviste esa suerte. Déjame decirte que es un honor ser yo el que te devuelva un poco del amor que necesitas. Me gusta ser el causante de esa arruga en la comisura de tus labios, de ser parte de tus recuerdos felices.
Mi pecho se hinchó de aire desplegándose cientos de mariposas por todo mi cuerpo desde la boca del estómago.Cuando sus manos rodearon mis mejillas, le dije sin apenas fuerza:
-No te condenes por mí, debes de salvarte.
-Lo siento nena, pero ya me condené en el momento que me dijeron que tenía que protegerte.
Y entonces la locura se sirvió en bandeja de plata sin poder detenernos. La toga que llevaba encima se deslizó por completo mostrando mi ropa interior. Mi piel ardía a pesar de lo tibio de aquel lugar, de la ausencia de sensaciones térmicas fuertes.
Adam se deshizo pronto de la pequeña porción de tela que llevaba de cintura para abajo. Aquel extraño atuendo le quedaba divinamente; si, era aun adjetivo realmente interesante para un ángel de verdad.
Aquel cinturón cayó al suelo y con ello mi voluntad. Su piel completamente aterciopelada esta ante mí como lo trajeron al mundo y que mundo más bello me parecía ahora al albergar a semejante criatura.
Su cuerpo se mantuvo lejos del mí en todo momento, como si temiera el contacto directo con nuestras pieles. Cuando estuve a punto de decir algo, llevó su dedo índice a mis labios y me ordenó:
-Silencio, deja de pensar y pone boca abajo ahora mismo. Estás a mi merced y nada ni nadie va a impedírmelo.
Una risa nerviosa se escapó de mi boca, pero su rostro marcado por el deseo no dejaba dudas de que hablaba en serio.
La esencia de sus pícaras bromas seguía allí pero su actitud tenía algo diferente; una especie de respeto y admiración por mí.
De espaldas a él y acostada sobre mi estómago, mis nervios afilados como agujas, se clavaban en mi bajo vientre. La expectación y la sorpresa que se abría paso dentro de mi cabeza me hacía sonreír.
La boca de Adam se colocó cerca de mi oído, rozando sus labios ligeramente con el lóbulo de mi oreja. Aquel leve cosquilleo hizo que diera un pequeño salto. El aire caliente de su aliento levantó mi piel que alcanzaba cada vez más y más grados.
-Como buen ángel que soy, voy a llevarte al cielo por mis propios medios.
Comencé a reírme a carcajadas, pero al sentir como las manos de Adam se deslizaban por mi espalda, mi risa fue cortada por un pequeño gemido de alivio.
Sus manos eran realmente suaves, delicadas como aleteos de colibríes. Una dulzura que realmente no conocía me hizo sorprender gratamente cumpliendo la promesa de hacerme sentir importante y querida. No me sentía un objeto sino algo preciado, único e irrepetible.
-Lo eres cariño, eres especial, tanto que ni te lo creerías en toda tu vida mortal.
Agarró mi trasero con ambas manos, besando cada nalga mientras que sus manos me masajeaban. Su boca era caliente y mi cabeza estaba girando tanto que comenzaba a tener vértigo.
Nuestras risas se entremezclaban con nuestros gemidos, pero temía que las manos de Adam no me fueran suficiente. Lo necesitaba por entero, necesitaba su alma pegada a la mía para sentir esa magia que emanaba de nuestra piel.
De golpe, ya estaba boca arriba con la mirada incandescente de Adam a la altura de la mía. Sus ojos eran profundos, mucho más que de costumbre e incluso podía vislumbrarse un destello de luz en el fondo de ellos.
Mis piernas se colocaron a ambos lados de sus caderas, abriéndome completamente a él ofreciéndole todo lo que pudiera darle. Sus puños contra el colchón apretaron con fuerza mirándome una y otra vez el centro de mi feminidad y mis senos erizados. Se contenía y podía sentirlo, podía sentir la energía dentro de él.
Entreabrió su boca liberando una pequeña nube de aliento tomando mis rodillas con sus manos ardientes para abrir más aun mis piernas. una punzada de timidez me atravesó el pecho; demasiado tiempo sin encontrarme en una situación como aquella.
Pero él era paciente e iba lentamente para que me fuera acostumbrando a su presencia, aunque algo me decía que nunca me acostumbraría a algo así. Su boca se deslizó por mi vagina sin previo aviso, primeramente, por los labios ahora sensibles y luego introduciendo su lengua más y más en mi interior.
Todo mi ser fluía en aquella comunión sensual y placentera, agarrando la almohada colocada tras de mí a modo de salvavidas. En uno de los momentos que levanté mi vista hacia él, podía ver cómo su erección era monstruosa y el sudor corría por sus sienes además de por su pecho. Sabía que no podía tener relaciones conmigo, pero al menos quería darle algo de alivio.
-Adam...-Susurré como buenamente podía. Él no tenía palabras, solamente podía morder sus labios. Su espíritu estaba a punto de doblegarse ante el deseo y yo iba a calmarle como buenamente pudiera sin traicionar la promesa que él hizo.
Tiré de su cuello para hacerlo caer sobre mí. Un aullido salvaje salió del fondo de su garganta al igual que la mía al sentir el choque del calor de ambos.
La necesidad de que me penetrara era demasiado intensa, pero pensé en lo que él era. Un ángel no puede dejar de ser puro.
Porque si no se vuelve mortal y eso era lo que él no deseaba.
Con toda la fuerza que albergaba mi cuerpo, me puse sobre él aprovechando su estado afiebrado. Una vez que estaba arriba sobre su torso, lo besé poniendo todo lo que sentía en la carne de sus labios.
Entonces me senté a su lado sobre el colchón para comenzar a acariciarlo, a mimarlo para que pudiera sentir un poco de alivio y consuelo. Justo cuando mi mano iba directamente a su miembro, la mano de él cogió mi muñeca y me detuvo:
-No...no lo hagas...no puedo aguantar...no podría...
-Confía en mí-Le dije tomando su mano con suavidad y depositándola en la entrada de mi sexo. De nuevo, un rugido de puro deseo salió de su garganta y ambos comenzamos a explorarnos a la vez. Aquella noche no había hecho más que comenzar y el tiempo era algo que por fortuna, ahora teníamos a nuestro favor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro