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CAPÍTULO 26: INMERSA EN LA LOCURA


BETTY

Los murmullos de todos los mercaderes y sus clientes se hicieron más y más altos sin apartar la vista de mí. La idea de marcharme por donde había venido se hacía cada vez más atractiva; si me quedaba por más tiempo allí, de seguro me metería en un buen lío y la ira de Adam sería colosal.

Las miradas de incredulidad pasaron a unas que conocía bien y no me gustaban. Me miraban como un trozo de carne a la que hincar el diente, entonces recordé las advertencias de Adam al mencionar que no podía salir al exterior por precaución. Aún me parecía muy extraño que todos esos hombres no hubieran visto nunca a una mujer; era completamente surrealista y de seguro vivían vidas muy aburridas.

Comencé a dar varios pasos hacia atrás, pero uno de ellos se plantó delante de mí en un abrir y cerrar de ojos. Su mirada era dura, seria, pero guardaba un volcán en el fondo de sus plateados ojos. Su mano estaba alrededor de mi muñeca con firmeza, sin hacerme daño, pero lo suficiente como para provocarme ciertos espasmos. La presencia de aquel hombre era completamente imponente; con su cabello largo hasta casi sus caderas y sus ojos grises era casi un sueño. Pero no me provocaba las sensaciones que Adam me proporcionaba con su sola presencia; fuera de cuestión cuando tenía la suerte de ser tocada por sus manos.

Temía el tener alrededor a tantos hombres atractivos y no sentir el mínimo de atracción, eso solamente significaba que para mí Adam era algo más que un simple capricho y eso era algo que iba a pasarme factura. Era alguien inaccesible para mí, eso ya me lo dejó claro, por lo que no podía mantener el contacto con él porque de hacerlo cada vez caería más y más en sus redes.

El tiempo que me iba a quedar en este mundo debía de ser lo más pacífico posible por mi salud mental; la relación con Gabriel me dejó en muy mal estado y no quería repetir la experiencia ahora que me encontraba un poco más estable.

Debía de salir corriendo y escapar de las garras de aquel extraño que me estaba sujetando. Todos a nuestro alrededor parecían haberse quedado en silencio en cuanto aquel hombre se me acercó, ¿Quién demonios era?

Intenté mover mi brazo, pero era completamente imposible, así que era hora de ponerle en su lugar: ángel o no, no iba a tolerar cualquier falta de respeto hacia mí:

- ¡Eh! ¿Cuál es tu problema? -Le grité mientras tironeaba intentando liberarme de sus garras, pero él parecía impasible. Nadie hacía nada por ayudarme, tan solo se limitaban a quedarse mirando la escena.

Tras unos instantes extraños, la boca de él se curvó en una sonrisa y una voz delicada pero masculina salió de ella:

-No deberías de hablarme así y menos si estás en un mundo que no te pertenece. He oído hablar de ti, pero pensaba que era una broma, aunque veo que los rumores eran ciertos; una mujer humana está pisando la Morada.

- ¿Y a mí qué me preguntas?¡No fue idea mía venir aquí!¡Me vi obligada a ello! -Le respondí completamente enfurecida. La tranquilidad de aquel tipo me sacaba de mis casillas, las ganas de lanzarle un derechazo iban en aumento.

Temía no poder salir de allí, yo no tenía poderes ni tampoco fuerza suficiente para enfrentarme a él o a cualquiera de ellos. Solo imploraba por que alguno de ellos se apiadase de mí y me defendiese.

De la nada, un estruendo se escuchó a mis espaldas y el suelo comenzó a temblar. Los ojos de aquel hombre ya no me miraban a mí sino a alguien que había tras de mí.

- ¡Suéltala Nicolae!¡Siempre tenemos problemas contigo!

La voz de Adam me hizo suspirar de alivio; por fin me sentía completamente a salvo.. Esperaba que no terminara malherido por mi culpa o que se metiera en líos.

Una débil sonrisa apareció del rostro severo de Nicolae y el agarre de mi muñeca fue disminuyendo poco a poco hasta poder ser libre. Aproveché para girarme y mirar a Adam, el cual no cesaba en su contacto visual con ese tipo.

-Betty, ven aquí, tenemos que irnos.

La voz de Adam era firme y se notaba una gran molestia. En cuanto llegásemos a su casa, de seguro me caería una buena pero esta vez admitía que tenía toda la razón para hacerlo. Tras el desliz del pasado, la reputación de él no era muy buena. Me limité a seguirlo en silencio dejando atrás a todos los hombres que paseaban por el mercado que aún no apartaban la vista de mí.

No tenía ninguna excusa que darle, pero tenía que disculparme. En cuanto intenté hablar, él me detuvo con el pretexto de que no era el momento para ello así que seguí en silencio.

La forma tan fría de Adam me asustaba; él no era tan cerrado ni cuando intentaba ser un capullo para alejarme de él. Se le notaba dolido y quería hacerme perdonar.

Cuando pusimos un pie dentro de casa, él se quitó la capa que llevaba puesta quedando con su pecho al descubierto y esa especie de falda blanca larga adornada con un cinturón. Me odiaba a mi misma cuando lo miraba así pero no podía evitarlo.

Y no era el momento adecuado; mis hormonas estaban hablando por mí a voces y estaba completamente fuera de control. Sin quererlo, me quedé más tiempo del debido mirándolo con la boca medio abierta y entonces me di cuenta que Adam me había pillado.

Su rostro lleno de molestia se suavizó en una mueca burlona que conocía bien. Eso me hizo sentir mejor al verle como siempre; eso significaba que el asunto quizás no era tan grave como parecía.

Lentamente fue caminando hacia mí deslizando sus ojos por cada parcela de mi cuerpo. La toga que llevaba resaltaba ligeramente mi pecho. Sin tocarme, Adam me estaba calentando lentamente. De pronto, mi pensamiento sobre el mantener la distancia con él me vino como un flash. No iba a interferir en su vida y en sus decisiones; él me dejó claro lo que quería y yo no estaba en sus planes. Antes de que fuera demasiado tarde, le sonreí tiernamente y le dije:

-Perdóname por haber salido, la curiosidad pudo más que yo y no estabas esta mañana. Ha sido culpa mía, prometo no ponerte en problemas, que pases buena noche.

Me despedí de él y fui directamente a mi habitación sin esperar su respuesta. Tenía que poner distancia antes de que me encariñase con él más de lo que ya estaba, aunque dudaba que eso fuera ya posible.

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