CAPÍTULO 17: MI MONA LISA
Adam en la foto^^
ADAM
Me encontraba completamente perdido aspirando el aire fresco del exterior en aquella terraza donde su aroma venía a encontrarme. Decidí indagar un poco en sus recuerdos para averiguar un poco de lo que pasó aquel día, pero perdí las fuerzas ante su mirada cetrina.
Me tenía atrapado y ella era la araña que había tejido mi cómoda trampa. No quería escapar de sus manos, pero me veía obligado a ello por culpa de una misión que tenía que cumplir. Debía de juntarla de nuevo con el cabrón de su ex marido para que pudiera procrear como una buena humana debe de hacer.
Pero mi forma de pensar era completamente diferente a los típicos ángeles, yo creía en la libertad de hacer lo que a uno le plazca y con quien le plazca. Si fuera libre, mis labios estarían sumergidos en los suyos mientras que rodábamos en aquella moqueta.
Me pedí un tiempo para mí mientras que Colin se despertaba y se marchaba al trabajo, con suerte ella también se iría y podría estar en un terreno un poco más neutro y no tan personal como su apartamento.
Escuché las voces de Betty y Colin mientras que hablaban de lo sucedido. Parecía ser que se había tragado que se había desmayado de repente, agradecía que no recordase nada de lo que había visto.
Pero había que tener más cautela en un futuro porque no quería dejar a varios humanos ingresados en los loqueros del país. Parecía que la cosa se había calmado e incluso no escuchaba a Betty, lo que me hizo pensar que quizás se había marchado a trabajar, por lo que entré de nuevo en casa.
Sugar se me quedó mirando con curiosidad y yo me agaché para acariciarlo. Era una buena compañía y la verdad es que era bastante mono y difícil de resistirse a él.
- ¿Necesitas mimos como yo, amigo mío?, al menos tú tienes los cojines del sofá-Le dije mientras le rascaba el cuello y ronroneaba feliz. Al menos uno de los dos estaba recibiendo algo de cariño.
Él corrió en dirección a la habitación de Betty y yo fui tras él; lo cierto es que al menos me mantenía la mente un poco ocupada el jugar con aquel animalito. Necesitaba un rato en soledad antes de presentarme en el trabajo de Betty y verla enfundada en esas faldas de tuvo que tan indecentemente marcaban su jugoso trasero.
Cuando entré casi entro en un coma completo y absoluto. Pensé que mi retina se había roto o que había muerto y que mi propio ángel se me había aparecido para llevarme al más allá. Era demasiado para mí, demasiado para alguien a quien tiene prohibido el amor.
Betty estaba completamente desnuda rebuscando en el cajón de la ropa interior de su mesilla y yo la estaba mirando completamente bloqueado. Sus formas eran tan increíbles y su suavidad podía sentirse hasta en la lejanía. Pude ver un lunar en su glúteo derecho que parecían unas adorables orejas de oso, aquel detalle tan inusual me hizo sonreír.
La longitud de su espalda, sus manos pequeñas y delicadas, todo era un festival para la vista. Y quería ver más.
Cuando ella se sentó sobre sí misma, giró su cabeza en mi dirección y un grito sonó de su garganta. Tal fue el susto que cayó rodando hacia atrás de la cama, impactando contra el suelo. Corrí hasta ella sin pensar en que estaba desnuda, dándome de bruces con su generoso busto. Mis ojos no pudieron posarse en otro lugar que no fueran esos hermosos y sedosos montes. Pero Betty se cubrió roja de la vergüenza:
- ¡¿Qué narices estás haciendo?!-Me gritó mientras cerraba los ojos e intentaba controlar mis manos que amenazaban con tocarla. Ella quería moverse para alejarse de mí pero tenía la pared justo detrás y no podía moverse. Mis ojos pasaron de sus manos a su rostro y sentí que mi cabeza se había ido de viaje.
-Betty... ¿Por qué me haces tan complicado vivir?
Ella no entendió mi pregunta, pero era cierto; me complicaba la vida con su belleza, con su carácter y su fuerza. Con su elegancia, con su ardiente personalidad, con su mirada llena de sueños, deseos y promesas.
Mi mano ascendió por sus costillas y ella echó hacia atrás la cabeza liberando un suspiro que me hizo temblar. Lo que me robó totalmente la razón fue cuando ella involuntariamente abrió ligeramente las piernas. me mordí el labio mientras que mis manos se deslizaban hasta sus manos que cubrían sus pechos. Ella las apartó y me dio total acceso a ellos.
-Me has condenado bella mujer...Le susurré mientras que mi boca se posaba en su estómago. Su cuerpo vibraba ante mi boca y mis manos que sujetaban sus pechos tan suaves y tiernos que me tenían en una nube. Aquel cuerpo era demasiado magnífico para mí y la necesidad de desfogarme con él me estaba carcomiendo.
-Me has hecho tu esclavo, muñequita.
Acorté la distancia que parecía ser abismal entre ambos y la besé con un rugido de necesidad que hizo eco dentro de su boca. Mi maldito cuerpo reaccionó a su suspiro de satisfacción colocándome encima de ella amoldando mi pecho descubierto contra el suyo.
-Adam...
La tomé entre mis brazos y la tumbé en la cama degustándola con los ojos clavados en los de ella. Su cuerpo iba ascendiendo de temperatura al mismo tiempo que el mío. Mis pantalones tiraban de mi cintura haciendo presente cuan excitado estaba.
Pero me prometí probarla un poco, solo un poco sin llegar a hacer el amor con ella. Como dijo Daryl, mis pelotitas en mi cesta.
Cuando las manos de ella comenzaron a acariciar mi bajo vientre me tensé echando mi cabeza hacia atrás interrumpiendo el beso. Sus manos eran tan livianas, tan tiernas y consideradas pero cargadas de pasión. Era la combinación perfecta para perder la cabeza, de ser capaz de vender tu alma porque una mujer como ella te mirara con ese fuego, con esa necesidad de ti.
Me sentía tan grande y poderoso que apenas podía mantener mis gruñidos en mi boca; estaba completamente a su merced. Sus dedos juguetones comenzaron a desabrochar mis pantalones y casi me parto en dos cuando puse mi mano sobre la suya. Apreté la mandíbula con fuerza y le dirigí una mirada de completa desesperación
-Lo siento muñequita, pero no puedo, no puedo hacerlo contigo. Puedo darte placer, pero nunca acostarme contigo.
-No...no entiendo Adam... ¿Es que no te gusto?
Me coloqué encima de ella poniendo la mirada de depredador para que quedase claro lo que me rondaba por la cabeza y lo que sentía por ella.
-Me cortaría el brazo ahora mismo por hundirme hasta el fondo dentro de ti, aunque fuera una sola maldita vez. No tienes idea...no tienes idea de lo que provocas en mí. Es algo demasiado difícil de explicar...me falta el aliento cuando te veo, maldición.
-Explícame porque no podemos hacerlo y te prometo dejarte en paz si eso es lo que quieres-Me dijo con gran tristeza en su voz. Intenté no desmoronarme, pero no tenía opción; debía de decírselo:
-Porque si me acuesto contigo me volveré una criatura mortal, dejaré de ser un ángel. Pero en mi caso no sé si me castigarían por haber pecado antes. Las alas que tú ves que tengo son unas que salen solamente por emergencias porque te estoy protegiendo, si cumplo mi misión me devolverán las mías.
Ella se cubrió con la manta en silencio y me lanzó una última pregunta que no supe contestar:
- ¿Y te compensa seguir siendo inmortal?
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