CAPÍTULO 13: ¿QUIÉN PUÑETAS ERES?
BETTY
Mi cara era de tráiler de película de terror o de telenovela barata, de esas en las que la actriz principal sobreactúa demasiado, pero en mi caso no podía reaccionar de forma más suave y menos violenta.
Aquel tipo que me salvó del robo, era el mismo que me había salvado ahora y, para colmo, es el mismo hombre rubio que ronda por mi cabeza desde hace varias semanas.
No podía decir nada, aún seguía en el suelo y Adam me tendía la mano con una cara estática lejos de su típica sonrisa amable que tanto me hacía suspirar, ¿Y si ése no era el verdadero Adam? ¿Era posible que me estuviera espiando?
Tenía miedo de coger su mano porque era evidente que yo estaba en su punto de mira y no de la forma que me hubiera gustado. Aquel tío quería algo de mí y esperaba que no fuera un secuestrador porque corría el riesgo de...dejar que lo hiciera.
Incluso en esos momentos en los que tenía un enorme miedo de él ahora que lo veía con otros ojos, el magnetismo de su presencia era innegable. Pero debía de ser cautelosa porque bien había sufrido en mi propia piel por culpa de los hombres.
Me levanté rechazando la ayuda de Adam, pero por su cara resignada en cierta manera lo comprendía. No sabía cómo romper el silencio; estaba en un estado de shock tan grande que mis piernas no respondían. De pronto, Adam parecía alarmado, tomándome en brazos y cargándome sus hombros, ¿Qué demonios estaba haciendo?
-¡¡Adam, más te vale soltarme!!-Le grité mientras corría a gran velocidad y yo estaba boca abajo en sus espaldas. Pero él no se inmutó y seguía corriendo, ¿Pero de qué escapábamos?
Cuando pude retorcerme un poco y mirar atrás, enfoqué la vista y pude ver como una limusina nos seguía bastante de cerca. Cuando vi que había un muro que indicaba el final del camino porque era un callejón sin salida, pensé que todo estaba acabado. Ese coche tenía intenciones serias de arrollarnos y, por lo que podía comprobar y medir nuestras probabilidades de supervivencia, iba a conseguirlo.
Pero entonces, Adam saltó tan alto que parecía que estábamos levitando por encima del muro, muy cerca de los últimos pisos del edificio que teníamos a nuestra derecha. Cuando miré abajo, la gran distancia que había entre nosotros y el suelo me hizo gritar de miedo; tenía tremenda fobia a las alturas.
-¡No grites Betty, llamarás la atención de la gente!
-¡Oh disculpa por no saber fingir que me da pánico las alturas!¡Además, que no tienes que mandarme después de la aparición que has hecho!
Cuando los pies volvieron a tocar el suelo, él siguió corriendo sin mirar atrás, esquivando con gran facilidad a todos los ciudadanos que andaban despreocupadamente al trabajo. Extrañamente, nadie nos miraba, era como si no existiéramos.
-Adam...hay algo raro...-Le dije mientras miraba los rostros de las personas que pasaban por delante de nosotros y no nos dirigían una sola mirada.
Adam parecía comprender mi duda, por lo que me explicó:
-No pueden vernos porque así quiero que sea. Pero el que no nos vean no significa que no nos oigan, por eso no quiero que grites. No podemos llamar demasiado la atención, así que cálmate.
-Veo que lo del tipo sonriente y amable era una burda mentira, ¿Eres así de idiota en realidad?
-Efectivamente, tú misma lo dijiste; soy un tipo insufrible que aparentaba ser amable para acercarme a ti-Me dijo con un tono neutro, ¿Es en serio?
Estaba deseando llegar a donde puñetas me estuviera llevando para hablar por fin cara a cara. Debía de darme unas cuantas explicaciones y no iba a parar hasta conseguirlas. No quería tener que llamar a la policía porque sería un desperdicio mandar a alguien como él a la cárcel, pero no iba a arriesgar mi culo por un delicioso bombón.
Cuando vi que se dirigía a mi apartamento, un escalofrío me recorrió la espalda, ¿Y si fue él el que se coló en mi casa aquella noche?
El miedo me hizo temblar y forcejear mientras seguía en el hombro de Adam. De pronto, puso con fuerza su mano en mi trasero para mantenerme más quieta, ¿Pero con qué derecho hacía eso?
-¡Cálmate fiera, pronto llegaremos a tu casa!-Me dijo mientras apaleó mi trasero con la palma de su mano como un jinete palmea el trasero de su caballo, ¿Pero qué demonios?
Sin necesidad de usar la llave, Adam saltó de nuevo y se coló por el balcón de casa. Estaba tentada a usar el móvil que se encontraba en mi bolso pero él parecía ser más rápido que yo y no lo conseguiría. Además no quería complicar las cosas porque no sabía lo peligroso que podía ser.
Él se sentó en el sofá sin pedir permiso y se me quedó mirando, ¿Me estaba pidiendo algo para beber? ¿Era en serio?
-Es lo menos que puedes hacer después de salvarte la vida-Me dijo mientras se estiraba en el sofá, ¿Me había leído la mente o fue mi imaginación?
-No, no fue tu imaginación, aunque no es difícil leerte. Eres transparente como el cristal.
Me llevé la mano a la boca sin poder creer lo que estaba escuchando, ¿Aquel tipo podía leer la mente de las personas? ¡¿De verdad?!
-¡Si maldición, deja de preguntártelo!, todo tiene una explicación pero antes dame una cerveza para poder hablar sin que mi garganta se resienta.
-¿Me estás mandando en mi propia casa?-Le pregunté incrédula pero él parecía orgulloso de su estupidez así que fui al frigorífico a regañadientes. Tomé la cerveza más caliente y se la tendí con rayos en los ojos.
-Más vale que comiences a hablar...
Adam me miró un momento y comenzó a reírse a carcajadas. Pegó un trago a su cerveza y me dijo:
-Creo que no estás en disposición de exigirme nada y menos que llevo protegiéndote un tiempo para evitar que te ocurra algo. Digamos que alguien me contrató para tenerte vigilada porque se sospecha que hay una organización detrás que quiere secuestrarte para pedir un rescate por ti. Saben que eres la hija de un famoso terapeuta que trabaja con famosos, vamos que saben que eres de una familia adinerada y eso van a usarlo en tu contra.
-¿Quién te ha contratado?-Le pregunté amargamente. Todo estaba comenzando a torcerse, primero Gabriel y ahora esto...
-Tu padre. Está realmente preocupado y quiere asegurarse que estés bien vigilada. Quizás no fue el mejor padre del mundo pero te quiere a su manera. Así que digamos que me tendrás que aguantar por aquí pero no te preocupes, me haré invisible para que nadie excepto tú pueda verme.
-Esto debe de ser una broma o estoy teniendo el sueño más extraño de mi maldita vida...
Adam me sonrió de una manera diferente a la que estaba acostumbrada. Su torso desnudo mostraba una serie de tatuajes extraños escritos en una lengua que no conseguía distinguir. Con una voz ahogada, me dijo divertido:
-He de decirte que ojalá fuera un sueño, para mí esta situación no es la más idílica. Será temporal hasta que se calmen las cosas pero hasta entonces...seré tu sombra, nena.
Miré al techo implorando por mi suerte. Mi vida cada vez se parecía más a un culebrón y yo temía el final porque, en la mayoría de los casos, la protagonista acababa con el corazón roto, la pierna rota o ambas cosas.
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