009
Como no tenía clase hasta el segundo periodo, Yeonjun optó por encender su laptop y buscar el nombre de Beomgyu en la base de datos de la escuela. Quizás, si hubiese sido un detallista obsesivo con tendencias de stalker desde el inicio, hubiese logrado anticipar que se encontrarían en el instituto, pero recién en ese momento se le ocurrió leer la lista completa de alumnos en cada una de sus clases.
Tomó un suspiro de alivio al ver que Beomgyu no estaba en ninguno de los salones de primero o segundo, porque probablemente se hubiese entregado a sí mismo a las autoridades si es que se hubiese metido con un chico por debajo de la edad de consentimiento. Logró sentir una pizca de calma al tener por seguro que estaba en tercero y debía tener 18 años.
Aún así, la diferencia era mayor de la que había anticipado, y se sentía incorrecto. Como lo había visto por primera vez en el bar, había asumido que tenía 20 o más... Sería algo para preguntar en la charla seria que tendrían al finalizar el día.
Eventualmente, encontró su nombre y datos básicos en tercero A. Choi Beomgyu, hombre, 18 años, tercio superior, délégué de classe en primer y segundo año.
Tras buscar la traducción en internet y regresar a la ficha, se dio cuenta de que ese último término indicaba que Beomgyu había sido presidente de clase los dos años que llevaba en el Lycée de St. Geneviève, así que probablemente sería elegido para el rol ese año una vez más.
Enterarse de ello le sacó una sonrisa instintiva, porque implicaba que no solo era popular con sus compañeros, sino que también debía tener una buena reputación entre sus profesores. El lado negativo era que tendría que verlo un día adicional al mes para dialogar sobre las preocupaciones de su aula, pero el lado positivo era que probablemente no querría arruinar su imagen al tratar de involucrarse con un profesor, así que caería en cuenta de que debían dejar de contactarse fuera de la secundaria y olvidar absolutamente todas sus interacciones sexuales y románticas.
Si le hubiesen dicho que el Beomgyu al que conoció por primera vez en medio de una pelea en el bar gay no solo estaba en el tercio superior, sino que también era presidente de su clase, probablemente no lo hubiese creído. Sin embargo, tras haberlo conocido, entendía perfectamente bien que no solo era astuto y atractivo, sino que era bastante espabilado y tenía un vasto conocimiento de literatura... oh.
Curioso, seleccionó la opción para revisar su historial de notas en el curso de literatura. Como era de esperarse, tenía un récord envidiable, siempre por encima de los noventa puntos sobre cien. Para matizar su juicio, procuró revisar los historiales de sus otros alumnos, y si bien todos en tercero A mantenían récords decentes, solo Beomgyu y otro chico, Choi Soobin, habían obtenido notas sobresalientes en todas sus lecciones en el curso desde su primer año.
En el resto de cursos, su récord no era tan admirable. Había estado por encima del promedio, sí, pero en ningún curso brillaba tanto como en literatura.
Yeonjun sonrió frente a la pantalla, comenzando a pintar a Beomgyu como un chiquillo apasionado por la literatura, más que como un lector casual. Seguro que solía mantener largas y ambiciosas conversaciones con la profesora Boyoung, a quien Yeonjun llegó a conocer brevemente antes de su jubilación. Seguro que la tenía de profesora favorita, por el curso y por su disposición gentil...
Y seguro que esperaba algo similar por parte de Yeonjun ahora que estaba en ese rol de docente.
No había pasado mucho desde que le dijo que sería profesor de literatura en St. Geneviève, pero desde entonces se había quedado a dormir en su diminuto departamento estudio, le había confiado un lado más dulce y había hecho el esfuerzo por prepararle el desayuno. Había dejado de tratarlo únicamente como esclavo sexual, y no estaba seguro si había sido una coincidencia o una decisión deliberada.
¿Acaso eso significaba que Beomgyu lo deseaba más porque era su profesor? ¿Le atraía la idea de haber subyugado a un docente suyo a sus caprichos durante las vacaciones? ¿Hubiese cortado su relación de beneficios si es que no hubiese aceptado ese puesto de trabajo?
Mordió su labio al pensar en las posibilidades, aún sonriendo. Era lindo saber que el destino no lo odiaba, que había puesto a Beomgyu y St. Geneviève en su camino por un motivo, y ese motivo era formar una bonita relación con ese chico... su alumno.
ㅡ¿En qué estoy pensando?
Tras un instante fantasioso, perdió la sonrisa, recordando que debía limitar su imaginación, porque en las normas de la ética profesional, bastante clara en las capacitaciones que había recibido, ni siquiera estaba permitido formar una amistad fuera de la escuela con un alumno. No podía darle falsas esperanzas, ni conservarlas para sí mismo, porque lo suyo debía mantenerse estrictamente como una relación de docente y estudiante.
Tomó un suspiro, acomodó su postura y cerró la pestaña de información sobre Beomgyu para dejar de pensar en él. En cambio, se dedicó a preparar los últimos materiales que necesitaba para su primera clase del día, con segundo B.
Por suerte divina, no tendría clases con tercero A hasta el día siguiente, así que esperaba poder entenderse con Beomgyu en la conversación que tendrían al finalizar el día.
Beomgyu se estaba muriendo de sueño. Si su profesora de matemáticas quería que le prestaran al menos una pizca de atención, no debió elegir el horario más ofensivamente agotador de todos: el primer curso del día, de la semana y del año. Peor aún, tuvo la maravillosa idea de tomar solo diez minutos para que todos hablaran de sus vacaciones antes de arrancar con una exposición sobre probabilidades con cero interacción entre estudiantes, así que, duh, la probabilidad de que solo un par de nerds le prestan atención es cien por ciento, Madame Park.
Okay, no es que Beomgyu fuera malo en matemáticas. Solía completar los ejercicios que le pedían y fallaba en menos de la mitad, un mejor resultado que la mayoría de sus compañeros burros que apenas sabían multiplicar.
Quizás no tendría tantos problemas enfocándose esa mañana si es que su cabeza no estuviese ocupada por mil y un ideas de mejores alternativas que escuchar a una bruja vieja hablando sobre números y fórmulas. Desde que supo que Yeonjun sería su profesor, le era inevitable pensar en montárselo sobre la silla del escritorio, o dejar que lo tomara contra un pupitre, o que le diera lecciones privadas...
Por supuesto, solo quería involucrarse con él fuera de clases, pues no estaba tan loco como para arriesgarse a una suspensión de ese tipo. Tenía una reputación que mantener en St. Geneviève, y no era la de la puta del salón que se folla a su profesor para mejorar sus notas.
Era el confiable délégué, respetado prácticamente por todos los compañeros de su clase gracias a que sabía articular sus demandas frente a los docentes, y querido literalmente por todos sus profesores, porque, ¿cómo no adorarlo?
Era miembro del club de natación, parte del equipo bicampeón en las regionales. Era, además, decente en todos sus cursos, pues jamás había desaprobado y se mantenía en el tercio superior. Y, encima de todo, lograba sostener su vida social. ¡Lo mejor de todos los mundos!
Era también, por supuesto, parte del grupito de los más populares del Lycée, el BCBG. Sí, puede que Sua le pareciera insoportable y cruel, Yeosang un insípido obsesionado consigo mismo, Fleur una estúpida con tres neuronas y Yunho y Mingi básicamente un par de gángsters abusivos, pero se supone que eran amigos que formaban el grupo más poderoso del grado, y ahora que estaban en tercero, de toda la escuela. Pasar tiempo con ellos le hacía lucir bien.
Para bien o para mal, sabía lo importante que era manejarse en la jungla de su secundaria y el mundo de apariencias. Sabía que, para su mamá, no era Choi Beomgyu, el apasionado cineasta con una vena artística bien desarrollada, era Choi "hijo perfecto que debe compensar por los errores de su hermano mayor" Beomgyu, heredero de la empresa familiar y experto en networking.
"Porque no importa quién eres, sino qué piensan de ti".
Tantas reglas y precauciones sociales lo dejaban agotado hacia el final de un día en sus círculos de aristócratas. Por eso le gustaba escapar al mundo común y corriente de vez en cuando, sobre todo a Gaia, donde podía explorar su lado de atractivo niño rico superficial, sin someterse a expectativas de su actitud, desempeño o comportamiento.
Pero, por supuesto, no le contaba a sus amigos del BCBG sobre sus escapadas. Dios, si supieran que le gustaban las pollas comunes, se convertiría en un completo paria, marginado de la respetable sociedad de St. Geneviève. ¡Y peor aún si supieran que era la de su profesor de literatura!
Sabía que involucrarse con Yeonjun era riesgoso, pero para ese punto lo necesitaba, y confiaba en su capacidad para mantener su reputación intacta. Estaba seguro que exponer su dinámica sería catastrófico para ambos.
Sus ensoñaciones llegaron a su fin cuando escuchó la campana, por fin, indicando el final de la tortura de la clase de matemáticas.
Después de su primer día en St. Geneviève, Yeonjun se sentía bastante logrado. Las dos clases que le tocó dictar habían ido bastante bien, e incluso sintió que manejó apropiadamente a los usuales estudiantes problema. Gracias a su nuevo colega y amigo Olivier, también logró anticipar el comportamiento de "fans", así que no le tomó desprevenido que varios quisieran quedarse a conversar con él después de clases, o que una de sus alumnas de primero le ofreciera sentarse con ella durante el almuerzo. Gracias a su nueva colega y amiga Jeongyeon, aprendió un discurso para declinar amablemente todos esos avances.
Fuera de clases, incluso tuvo tiempo para un pequeño tour del instituto, cortesía de Olivier. Conoció la cafetería, las bibliotecas, el auditorio, algunos laboratorios, el gimnasio, la piscina y lo que llamaban "el bosque", un amplio espacio de áreas verdes y cuerpos acuáticos para el bienestar de los alumnos. Era un colegio realmente bonito, que, por supuesto, solo el privilegio económico podía costear.
A pesar de que había recorrido prácticamente todo el lugar, sorpresivamente, no se cruzó con Beomgyu durante el resto del día. En teoría, era un alivio, ya que no había visto su corazón innecesariamente acelerado solo por una mirada de su parte, y por lo tanto se había sentido como un profesor decente con morales firmes.
Para la hora de salida, Yeonjun se encontraba en su oficina, con la mirada fija sobre el reloj de pared, como si fuese un alumno ansioso por terminar su última clase. Apenas escuchó el tintineo de las campanas y la manecilla larga del reloj alcanzó el norte, se tensó, bajando la mirada hacia la puerta, a la espera de la llegada de Beomgyu.
Esperaba que esas horas sin verlo le hubiesen dado la suficiente firmeza como para no caer ante su encanto.
ㅡBonsoir, Monsieur Yeonjun.
Pero tan solo escuchar el saludo de Beomgyu cuando lo tuvo en su oficina fue suficiente para derretir sus oídos, sus defensas y su corazón.
¿En serio creyó que podría resistirse a su encanto?
Si cerraba la puerta detrás suyo y esperaba a que sus colegas desaparecieran, podía tirar todos sus papeles al piso para recostar a Beomgyu sobre su escritorio y hacerle todo lo que su cuerpo demandara en ese momento. Podía sentarlo en su propia silla y arrodillarse enfrente suyo para matizar la dinámica de poder. Podía mandar su trabajo a la mierda y ceder a sus instintos más profundos...
Para sorpresa de Yeonjun, fue Beomgyu quien cortó con sus fantasías, al tomar asiento frente a su escritorio, cruzándose de brazos.
ㅡDijiste que venga para hablar, así que aquí estoy ㅡle dijo, sin rodeosㅡ. Hablemos.
Tenía razón. Estaba allí para hablar, no para ver cómo Yeonjun se desconectaba de la realidad para dar paso a fantasías inapropiadas. Se supone que debía ser el adulto maduro y responsable allí.
Avergonzado, carraspeó, fijando su mirada en la pantalla de su computadora para simular revisar algunos documentos. Beomgyu no le tuvo compasión en absoluto, porque no quiso cortar con el contacto visual en ningún momento. Cuando estaba así de serio, debía admitir que le daba un poquito de miedo.
ㅡBueno, he visto que eres uno de los dos mejores estudiantes de literatura en tu grado ㅡcomenzó, esforzándose por mantener la compostura y abrir con un tema formalㅡ. Felicidades, no es nada fácil mantener un récord como el tuyo.
Aquello suavizó la disposición de Beomgyu, pues le ofreció una pequeña sonrisa.
ㅡEstoy seguro de que nuestras clases serán bastante fructíferas y que intercambiaremos puntos de vista diversos en torno a las obras que he escogido a lo largo del año. ㅡApoyó las palmas sobre su escritorio, reacio a voltear para enfrentarlo directamenteㅡ. Si en cualquier momento tienes una sugerencia, no temas en hacerme saber.
ㅡSí, tengo una sugerencia ㅡdijo Beomgyu, inclinándose hacia el frenteㅡ. Podrías dejar de ignorar el verdadero motivo por el que me llamaste.
Yeonjun sintió la tensión en su mandíbula al ser recordado de que Beomgyu no sería el tipo de chico en seguir sus reglas de juego solo porque sí. Era frustrante que, en vez de uno de los estudiantes problemáticos, fuera un buen alumno quien le causara más dificultades en su vida personal.
ㅡMe refería a la clase, pero, bueno... ㅡRelamió sus labios, apoyándose del respaldar de su silla para tomar cierta distanciaㅡ. Espero que hayas reconsiderado lo que tocamos en la mañana. Ambos sabemos que es inapropiado hablar de temas... impertinentes a lo académico en este espacio, ¿cierto?
ㅡTengo dieciocho, edad legal para consentir ㅡargumentó Beomgyu, con lo que le recordaba a Yeonjun que no había cometido un crimen, pero no significaba que no fuese inmoral.
ㅡSobre eso... ¿Cómo entraste al bar si aún no tienes veinte?
ㅡ¿Acaso en tu época no falsificaban documentos para entrar a clubes? ㅡRió, como si fuera obvioㅡ. Pft, blasé. ¿Y qué tiene que hayamos follado en las vacaciones?
ㅡ¡Shh! ㅡNervioso por la posibilidad de que sus colegas escucharan, Yeonjun le pidió bajar la voz, pero solo logró que Beomgyu se viera más entretenido.
ㅡDescuida, no pensaba pedirte que me folles en medio del pasillo ㅡbufó, con una pequeña sonrisaㅡ. Solo en mi casa o en tu choza, el fin de semana.
Ese era el momento en el que Yeonjun ponía un límite claro y le decía que no. No podía verlo por un lado como su alumno y por el otro como un chico con el que follaba, porque siempre lo seguiría viendo como el mismo Beomgyu.
Sin embargo, no hizo nada por detenerlo cuando se acercó al frente suyo y apoyó una rodilla entre sus piernas, sosteniendo los brazos de la silla por soporte. Relamió sus labios al verlo sonreír y deslizar una mano por su pecho, que se detuvo al rodear su corbata y comenzar a jugar con ella.
ㅡO aquí. ㅡBajando la voz a un murmullo, Beomgyu inclinó su rostro hacia un lado, para que sus labios rozaran una de sus orejasㅡ. En la privacidad de tu oficina.
Tiró de su corbata, obligándolo a encontrarse con su mirada en el momento en el que subió por completo a su regazo, a punto de besarlo. Con la poca resistencia que le quedaba, Yeonjun mantuvo sus manos firmemente sobre los brazos de la silla, porque estaba seguro de que, si tocaba a Beomgyu, no se contentaría solo con un abrazo.
ㅡNo deberíamos... ㅡmurmuró, más débil de lo que le gustaría.
Ignorando sus dudas, Beomgyu comenzó a jugar con los botones de su camisa con una mano, mientras bajaba la otra hacia la cintura de su pantalón. Estuvo por deslizarse debajo de sus pantalones y encontrarse con suficiente evidencia de que comenzaba a emocionarse, pero fue entonces que Yeonjun lo detuvo, por fin.
ㅡNo podemos hacer esto ㅡnegó, con la mayor severidad que pudoㅡ. Sería incorrecto de mi parte dejar que sigas, soy el adulto aquí y-
ㅡNo soy un niñito estúpido, te dije que tengo dieciocho ㅡargumentó el menor, apoyando las manos sobre sus hombrosㅡ. Aparte, nos conocimos fuera y no sabías que serías mi profesor hasta ahora, así que no hay abuso de poder.
ㅡPero ahora sí lo sé ㅡdijo Yeonjun, conflictuado ante su mirada de ofensaㅡ, y si no hago algo por detenerlo, estaría muy mal.
Beomgyu mantuvo la mirada de agria decepción sobre Yeonjun por varios segundos, durante los cuales se quedó en silencio, asegurándose de incomodarlo con la tensión. Cuando finalmente se puso de pie, sacudió los pliegues de su uniforme y se cruzó de brazos.
ㅡ¿En serio no quieres nada conmigo? ¿No quieres verme desnudo y visitarme en casa de nuevo? ¿Ya no quieres enseñarme nuevas recetas y reírte de mis bromas maliciosas?
Cada hipotético dolía más. Yeonjun tuvo que bajar la mirada, suspirando.
ㅡNo es lo que quiero, es lo que debo ㅡmurmuró, cerrando los ojos por un segundo antes de enfrentarse a su presenteㅡ. Te aprecio mucho, más de lo que debería, y te quiero dar las gracias por todo lo que me diste, pero-
ㅡPero estás cortando conmigo.
Yeonjun sintió un nudo en su garganta. Sí, técnicamente estaba cortando con él, a pesar de que no tenían nada formal...
ㅡLas circunstancias me obligan a hacerlo ㅡse excusó, temeroso de la posible reacción de Beomgyu, sabiendo que debía estar completamente desacostumbrado al rechazoㅡ. No puedo arriesgarme a perder el puesto apenas comienzo, y estoy seguro de que tú también tendrías mucho que perder si lo nuestro saliera a la luz. Espero que lo entiendas...
Sintió como si su corazón se hundiera en rocas después de eso. Como si le hubiesen dibujado cien bolsas oscuras debajo de los ojos. Como si fuese el villano. Fue incluso peor que decirle a un apasionado escritor que la novela en la que había estado trabajando toda su vida no sería publicada, no porque fuera mala, sino porque a la editorial no le parecía comercializable.
Con el semblante más gélido y severo de su repertorio, Beomgyu asintió una sola vez, alejándose hacia la puerta.
ㅡSé comportarme en público. Mantener una buena reputación también es importante para mí, ¿sabes? ㅡdijo, volteando hacia atrás solo por un instanteㅡ. Pero, bueno, como no quieres nada conmigo... Atente a las consecuencias.
Con ese ominoso mensaje, otra de sus tácticas favoritas, abrió la puerta y se detuvo unos pasos más adelante, para hacer una apropiada y fría reverencia de despido desde el pasillo.
ㅡHasta mañana, Monsieur Choi.
Dejó la puerta abierta al irse, por lo que Yeonjun tuvo que levantarse de su silla para cerrarla. Apenas lo hizo, golpeó su frente contra la madera un par de veces.
Había hecho lo correcto, pero se sintió como un grave, grave error.
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