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A sus treinta y tres años, Yeonjun ya estaba aburrido de la vida.

Estaba insatisfecho con su trabajo de editor, el mismo que había tenido por años. No lo estimulaba, no le daba nuevos retos y no le dejaba crecer. Siempre le dejaban las historias más pesadas, siempre se veía obligado a amanecerse revisando escritos plagados de incoherencias y siempre tenía que ser el villano que le anunciaba a miles de aspirantes a literatos que estaban destinados a la miseria, como él.

En su afán por hallar una alternativa, esos últimos meses había estado aplicando a diferentes puestos de trabajo que valoraran su licenciado y maestría en literatura, desde investigador hasta profesor, cualquier posición que pudiese extraerlo del agotador entorno en la editorial. Sin embargo, no lo habían llamado de vuelta para darle buenas noticias, ni siquiera aquellos a los que llegaba hasta las entrevistas finales. Al parecer, trabajar siete años para la misma empresa no era una ventaja en su currículum.

Ser editor le resultaba insoportable hasta el punto de burnout, pero debía aguantarlo, porque no recibía ninguna otra oferta laboral y tenía que cubrir la renta a fin de mes.

Sabía que podía dar más. No estaba destinado a sufrir para levantarse por las mañanas para ir a una oficina donde debía corregir errores gramaticales y aplastar los sueños de colegas literatos. No lo llenaba, porque simplemente no era su vocación.

Antaño, solía ser un jovencito insaciable por el conocimiento, apasionado por la literatura y enfocado en su carrera. Se dedicaba días y noches a proyectos ambiciosos, sean novelas, poemas, guiones, críticas o ensayos, todos con una saturada infusión de su huella personal. Leía, investigaba, escribía, editaba y repetía todo de nuevo, olvidando la existencia del resto del mundo e incluso sus propias necesidades básicas, porque lo más importante era perfeccionar cada uno de los párrafos que presentaba a sus maestros o que dedicaba a su proyecto de pasión.

Desde que salió de la universidad al mundo real, sin embargo, se vio duramente decepcionado. Rechazo tras rechazo de editorial tras editorial, eventualmente dejó de esforzarse por conseguir una publicación, porque parecía que, por mucho que lo intentara, nada sería lo suficientemente bueno como para ameritar difusión masiva. Sumado a eso, su entonces novio terminó con él, por considerar que había dejado de ser lo suficientemente bueno para él y su puesto de analista financiero.

El golpe a su frágil autoestima lo llevó a tener problemas en el trabajo que había obtenido por recomendación de sus profesores, como asistente guionista para una película taquillera. En vez de producir un guión coherente en colaboración con sus superiores, como había hecho el primer mes, desde la ruptura y los rechazos, solo proponía ajustes irrelevantes y complicaba la historia. Como un experto en el autosabotaje en una industria veloz, logró que no renovaran su contrato.

Descorazonado, decidió unirse a su enemigo y trabajar para una editorial. Allí, se enteró que no solo sus novelas eran terribles, sino que eran peores que algunas con imprecisiones históricas y contextuales, otras cuyos diálogos parecían sacados de una telenovela y otras que eran básicamente fanfiction glorificado. Un lado suyo quería creer que se debía a que esos títulos vendían, precisamente lo que la editorial buscaba, pero el otro lado creía que simplemente era pésimo escritor y que sus profesores le mintieron durante toda su vida universitaria.

Durante los siguientes años, la pasó simultáneamente aprendiendo los trucos de la saturada industria y siguiendo a los escritores publicados. Los envidiaba, sí, pero también era capaz de dejar su ego de lado y hacer apuntes sobre los caminos que tomaban para sobresalir. Tomaba esos apuntes y los aplicaba a sus propias obras, en las que trabajaba en sus tiempos libres, buscando ajustarlas al balance perfecto entre autenticidad, comerciabilidad y uso apropiado de figuras literarias...

Pero no había logrado completar ni una sola novela desde entonces.

¿Y qué mierda estaba haciendo con su vida? Estaba en sus treintas, soltero, sin planes concretos de vida, en un trabajo que odiaba y predispuesto a recurrir al alcohol hasta que el dolor desapareciera por un día. Su sanidad estaba por quebrarse.

Esa noche, después de haber fracasado a lo grande en su entrevista de trabajo con los representantes de un colegio de élite, supo que lo único que le daría al menos un atisbo de energía para levantarse de la cama por la mañana siguiente sería su viejo amigo, el alcohol.

Por hábito o por masoquismo, como su bar gay local estaba en renovaciones, decidió visitar Gaia, uno lujoso para su presupuesto. Tuvo que pagar por la entrada, pero incluyó una botella de soju gratis.

Como acostumbraba, se sentó en la mesa de la esquina más alejada, con el soju gratis a la mano. Para ese punto, no podía engañarse al decir que siquiera estaba tratando ganar algo de inspiración para su siguiente 'gran' novela, Sabía que solo estaba allí por la divina estética del escritor triste y fracasado bebiendo soju de una copa, completamente solo en la mesa más aislada de un bar semi-vacío. Por eso había escogido asistir un miércoles a las siete de la noche, cuando sospechaba que apenas tendría un par de clientes más a sus alrededores.

Abrió la libreta de notas que siempre cargaba consigo, donde escribía las ideas para historias que le venían de imprevisto cuando estaba fuera de casa. Con su lapicero a la mano, comenzó a revisar sus apuntes viejos, sonriendo al percatarse de lo incomprensible que parecía su letra cuando escribía rápido. No todas sus ideas eran terribles... pero le parecía gracioso que la gran mayoría estuviera en el género del romance, algo en lo que fracasaba categóricamente en su vida real.

Ah, el romance. No había tema más agridulce que el romance para Yeonjun. Por un lado, debía morderse la lengua y forzar una sonrisa cada vez que un conocido anunciaba una nueva relación. Odiaba ver cómo otros eran felices en sus parejitas de cuentos de hadas, celebrando aniversarios y amándose aún de viejitos, porque creía que esas historias existían únicamente en la esfera de las novelas rosa.

Por otro lado, irónicamente, él era uno de esos románticos de corazón. Aunque los tenía para satisfacer su libido, no le gustaban los enganches fatuos, los encuentros de una noche y el sexo sin significado. Si quería estar con alguien, quería sentir una conexión especial con esa persona, para así derrochar sus sentimientos en cada uno de sus roces y vivenciar la magia sanadora de un beso... hasta que inevitablemente terminara con el corazón roto.

Históricamente, Yeonjun había tenido pésimo, pésimo gusto en sus hombres. Toda su vida adulta se había visto inexplicablemente atraído a aquellos que, o eran inalcanzables, o sabía que lo tratarían mal de una forma u otra. Era como un toro; si ondeaban una bandera roja en frente suyo, correría de cabeza hacia ella.

No es que fuese un masoquista adicto al abuso, pero toleraba mucho más de lo que una persona con una buena autoestima toleraría. En su última relación seria, le dio dos oportunidades a su ex después de haberlo atrapado manteniendo conversaciones subidas de tono con una "amiga" del trabajo. La primera vez, no le dijo nada, y simplemente se dispuso a ser un novio más atento para que no quisiera engañarlo, dándole sexo todos los días y cediendo a básicamente todas sus demandas. La segunda, se quebró en lágrimas en frente suyo tras escuchar una conversación con esa "amiga", y su ex eligió enojarse por su espionaje en vez de arreglar la situación. La tercera, cuando los vio besándose en la oficina, decidió confrontarlo. Su relación terminó de inmediato.

Había pasado exactamente un año desde que salió de esa relación de cuatro largos y turbulentos años. Desde entonces, había estado soltero, desinspirado y constantemente al borde de descender en espiral hacia un episodio depresivo.

Yeonjun era uno de esos escritores que trasladaban sus estados de ánimo hacia sus páginas. En sus obras incompletas, borradores e ideas, predominaba un tinte nostálgico y triste, de acuerdo con su disposición general, con ocasionales chispas de esperanza. Cuando lo único que sentía era un vacío, en cambio, su productividad se desvanecía, y lo único que lograba hacer era criticar sus propios escritos, como el editor gruñón que estaba obligado a ser en el trabajo.

Revisando sus notas, tuvo que reír al percatarse de que todas incluían un elemento trágico, incluso cuando el foco era el romance. Muerte, enfermedad, guerra, divorcio, abuso, prisión... Era como si la felicidad cumpliera un rol antagónico en su vida; no se permitía a sí mismo ni vivirla ni escribirla.

Apuntó "reto: escribir un final feliz" en su libreta, y estuvo a punto de agregar un par de ideas más, pero se vio sobresaltado al escuchar un par de voces fuertes, que quebraron con su fantasía de artista torturado.

ㅡ¡Vete de aquí! ㅡdemandó uno de los jóvenes, el que parecía escapar del otroㅡ. No quiero. No.

ㅡ¡Dame otra oportunidad! ㅡdijo el otro, furioso, alcanzando al primero a pasos inestables, indicador de su embriaguez.

Atento al caos, Yeonjun guardó su libreta en su maletín, justo a tiempo para ver cómo se disparó la confrontación cuando el primer chico empujó al segundo, logrando que el vaso de cerveza que tenía a la mano se tambaleara en el proceso.

ㅡ¿En serio, Beomgyu? ㅡdijo el empujado, frunciendo el ceñoㅡ. ¿Quién te crees?

ㅡEl que fingió complacerse con tu mugroso micropene por compasión ㅡsoltó el tal Beomgyu, tan salvaje que hizo suspirar a Yeonjun, a pesar de ser un simple espectadorㅡ. Lo mínimo que me debes después de la última vez es la cortesía de desaparecer de mi vista, Wonchul.

El tal Wonchul apretó los dientes, claramente ofendido. Su último recurso fue el de sujetar su vaso de cerveza y tratar de arrojarlo sobre el otro chico, pero estaba tan borracho que apenas llegó a mojar sus zapatos, y creyó que había infringido un gran daño.

ㅡBien, ya me voy. ㅡSacudió sus manos y soltó una risotadaㅡ. Disfruta de tu cerveza.

Wonchul volteó con una sonrisa victoriosa, pero antes de que pudiera ir muy lejos, Beomgyu lo jaló del cuello de la camisa y prácticamente lo aventó al suelo sucio y meloso, porque al parecer incluso mojar sus zapatos había sido lo suficientemente grave como para ameritar una golpiza. Fue capaz de subyugar a su embriagado rival debajo de su peso, sin mayores problemas a pesar de ser de contextura más delgada.

ㅡParece que no sabes de lo que soy capaz. ㅡAmenazó, atrapando sus manos a los lados de su cabezaㅡ. Puedo destruir toda tu vida con un chasquido de los dedos, pero no lo hago porque el destino ya te jodió lo suficiente dándote esa cara de idiota.

Yeonjun se llevó una mano a la boca para ocultar su risotada. Sabía que no debería entretenerse con una pelea de jovencitos que seguro le llevaban como diez años menos, pero era probablemente lo más emocionante que había visto en meses.

ㅡ¡Suéltame! ㅡdemandó Wonchul, pero Beomgyu le hizo caso omiso y alzó la mirada.

ㅡHola, ¿seguridad? ㅡllamó, revisando sus alrededores, hasta que se encontró con la mirada de Yeonjun en la esquinaㅡ. Hey, papi...

En ese instante, su expresión hostil cambió por una sonrisa angelical, y Yeonjun pudo sentir su corazón acelerarse.

ㅡHola, ¿me harías el favor de llamar a alguien de seguridad? ㅡpidió en voz alta, con ojitos tiernosㅡ. Este miserable sigue insistiendo en llevarme a la cama después de mil veces diciéndole que no.

Sin dudarlo dos veces, Yeonjun se puso de pie y corrió en busca de un guardia en el local. Si había un tipo de cliente del bar que hervía su sangre era el acosador insistente, y parecía que ese chico cumplía con el perfil.

Apenas se cruzó con un guardia, le explicó el caso brevemente, guiándolo hacia el lugar de la pelea, donde Beomgyu aún tenía a Wonchul restringido contra el suelo. El guardia no tardó en escoltar a Wonchul hacia afuera, a pesar de sus quejas, dejando a Beomgyu prácticamente a solas con Yeonjun.

ㅡ¿Estás bien? ㅡpreguntó el mayorㅡ. Perdón por no intervenir antes, creí que ya lo tenías controlado. 

ㅡDescuida, sí lo tenía controlado. ㅡBeomgyu le mostró una pequeña sonrisa, mientras se sacudía las manosㅡ. No es la primera vez que tengo que lidiar con un tipejo así.

ㅡMhm, lo manejaste sorpresivamente bien. Estoy seguro que no cualquiera hubiera podido.

ㅡExacto, pero yo no soy un cualquiera.

Sonriendo, Yeonjun le echó un vistazo de pies a cabeza, relamiendo sus labios al llegar a su rostro. Desde que lo vio en medio de la acción, le había ganado una curiosa admiración a Beomgyu. Quizás por su facilidad para defenderse, por su actitud confiada y dominante, o simplemente porque era jodidamente guapo. Su cabello castaño, sus ojitos brillantes y sus facciones suaves hacían un lindo contraste con sus cejas oscuras, que le daban un toque más rugoso, balanceando la dulzura. Incluso verlo agitado por la pelea, jadeando, con una mano en la cintura y la otra arreglando su cabello, le resultaba atractivo.

ㅡ¿Te invito un trago? ㅡofrecióㅡ. Creo que mereces algo lindo después de... lo que sea que haya sido eso.

ㅡClaro, gracias. ㅡAceptó Beomgyu, acercándose a la mesa de la esquinaㅡ. Sorpréndeme, con cualquier cosa menos cerveza.

Echó su cabello hacia atrás al tomar asiento sobre una de las sillas, logrando que parecieran finos hilos de chocolate ondeando sin ningún esfuerzo.

ㅡBien, ya vuelvo.

Al correr al bar, Yeonjun pidió una botella de chongchu, un licor de arroz suave, ya que quería una opción que le permitiera disfrutar de la compañía sin marearse en exceso. Beomgyu le parecía atractivo e intrigante, y por el momento no levantaba ninguna bandera roja... o al menos eso creía Yeonjun, un experto en ignorarlas.

Apenas el barista le entregó su orden, le agradeció. Regresó a la mesa y notó que Beomgyu se estaba pintando los labios con un humectante de cerezas, lo que, por algún motivo, le hizo sonreír.

ㅡ¿Cómo conociste a ese chico? ㅡpreguntó, en referencia a Wonchul, mientras se encargaba de servir el chongchu.

ㅡHablamos la semana pasada, aunque ya lo había visto por aquí un par de veces antes ㅡrespondió Beomgyu, tomando su vaso apenas estuvo llenoㅡ. Había tomado como una botella entera de soju, así que estaba mareado y no me importó que no fuera mi tipo. Dejé que me llevara a su autito de mierda para follar allí, pero fue tan aburrido que hasta borracho supe que nunca más volvería a darle una chance.

ㅡ¿Tan terrible fue? ㅡYeonjun rió, levantando su vaso para humedecer sus labios con el chongchu.

ㅡUgh, ni te imaginas. Quería que le chupara la pija de tictac hongueado, pero casi vomito cuando lo vi, así que le dije que solo se pusiera un condón y me follara y ya. ㅡRodó los ojosㅡ. Esperaba que al menos le creciera, pero no, nunca llegó a mi punto G y se corrió como después de dos minutos.

ㅡOh dios, suena a una historia de terror.

ㅡExacto, por eso ya no pienso darle chances a desesperaditos con cara de asno.

ㅡQué malo eres... ㅡrió Yeonjun, después de tragar el último sorbo de su bebidaㅡ. Me gusta.

Beomgyu levantó una ceja por el comentario, entre entretenido e intrigado.

Por unos minutos más, siguieron conversando sobre experiencias previas y expectativas, entre sorbos de chongchu y presentaciones personales básicas. Sorpresivamente, no había una barrera generacional entre ambos, lo que le hacía creer a Yeonjun que Beomgyu solo parecía un chiquillo, pero seguro debía estar entre sus veintes y treintas.

Dialogar con un jovencito guapo era exactamente lo que esperaba al acudir a Gaia, pero no creyó que lo lograría esa noche. Por fin, un atisbo de luz en su miseria.

ㅡ¿Vienes aquí seguido? ㅡpreguntó Beomgyu eventualmente, manteniendo la mirada fija sobre su rostro incluso al vaciar su segundo vaso poco a pocoㅡ. Es la primera vez que te veo.

ㅡNo realmente. ㅡSuspirando, Yeonjun se acomodó en su asiento, bajando los hombros al recordar el motivo de su visitaㅡ. Solía venir cuando estaba en la universidad, pero con el tiempo dejé de hacerlo.

ㅡY qué, ¿volviste por tu crisis de mediana edad?

Ja. ㅡBufó, con una sonrisa divertidaㅡ. No estás tan lejos de la verdad, de hecho. Hoy se cumple oficialmente un año desde que mi ex y yo terminamos.

ㅡ¿Quién cojones agenda el aniversario de su ruptura?

ㅡ¿Yo? ㅡRió, con cierta tristezaㅡ. Es que, no lo sé, de cierta forma estoy orgulloso de haber sido capaz de dejarlo. Sabía que me estaba siendo infiel desde el tercer año de nuestra relación, pero supongo que antes me aferraba a la posibilidad de que regresara a sus sentidos y me vuelva a amar como antes... pero nunca pasó, así que terminé con él cuando lo vi besando a su amante.

ㅡOh, wow, lo siento...

Ante ello, Beomgyu cambió su disposición. Comenzó a acariciar su brazo con gentileza, manteniendo la mirada sobre su vaso vacío. Parecía genuinamente comprensivo y empático, con los ojitos brillantes y los labios fruncidos.

ㅡMereces a un mejor novio ㅡle dijo, suspirandoㅡ. Seguro era feo y pobre de todos modos.

ㅡ¡No! ㅡAntes de atorarse, Yeonjun rió y negó con la cabezaㅡ. No... ㅡPerdió la sonrisa y bajó la vozㅡ. Lamentablemente no. Era guapo y ganaba más que yo. Y era un gran chico...

ㅡUgh, basta, ya deja de pensar en eso, me estás contagiando tus malas vibras. ㅡRepentinamente, Beomgyu lo jaló del brazo, obligándolo a voltear a mirarloㅡ. ¿Viniste solo para tomar, o quieres algo más?

Esa sugerencia congeló a Yeonjun, desacostumbrado a ser el solicitado, más aún por un chico lindo como Beomgyu. Estaba convencido de que Beomgyu estaba fuera de su liga, que seguro no lograría satisfacerlo, que probablemente luego hablaría mierda de su desempeño así como había hecho con Wonchul...

Pero comenzó a derretirse ante su tacto apenas deslizó un dedo sobre su clavícula, coqueto, asegurándose de mirarlo directamente a los ojos. Cuando llegó al centro de su pecho, dobló su dígito y lo usó para levantar su mentón, poniéndose de pie para mirarlo desde arriba, con la mirada intensa y oscura.

ㅡSi vienes conmigo ㅡmurmuró, con la voz rasposaㅡ, te dejaré hacerme todo lo que tu tonto ex nunca quiso.

Eso bastó para aniquilar la fuerza defensiva de Yeonjun. Debía tener a ese chico. El escalofrío que recorrió su espalda lo hizo erguirse en su asiento, quedando a pocos centímetros de distancia de los labios contrarios.

ㅡPara serte honesto, solo pensaba tomar, pero... ㅡRelamió sus labios, incapaz de apartar la miradaㅡ. Me hiciste cambiar de opinión.

ㅡBien. ㅡBeomgyu lo tentó al bajar los labios justo hasta rozar los suyos, momento en el que se apartó de golpeㅡ. ¿A mi casa o a la tuya?

Yeonjun tuvo que reír por la pregunta, porque estaba seguro de que su departamento debía parecer un chiste para las expectativas de Beomgyu. Delataría su estatus económico como el de alguien que veía Gaia como un lujo, frente a alguien que parecía ser un regular en el local.

ㅡA la tuya ㅡrespondióㅡ. Lamento decirte que vivo lejos de aquí.

ㅡEh, al menos tu cara lo compensa. ㅡBeomgyu le hizo caso omiso, e incluso le guiñó un ojoㅡ. Espero que tu polla también.

HEYEHYYY recordatorio de no ir a casa de un extraño y tampoco invitar a un extraño a casa, no sean tan unhinged porfa T_T

Siento que la forma en la que estoy caracterizando a los personajes no es precisamente típica para ellos o para el ship, pero no sé, me gustó, así que nos quedamos con que yeon por ahora es "estoy triste pero al menos tengo la polla grande" y gyu es un mean gay- digo, es... así, lindísimo, duh.

Seguro hay un montón de fics profesor/alumno, pero nunca me han dado miedo los clichés. Lo que me da miedo es que me griten por la diferencia de edad y la moralidad de todo esto AAAAA, pero prometo que gyu no es menor de edad, no hay jailbait. Igual sé que en la vida real es cuestionable, pero es ficción.

Bueno, incluso decir que es profe/alumno es un spoiler porque todavía ni toco esa parte, pero bueno, quizás cuando aparezca se les olvide lo que dije, ya estemos en otra onda y sea sorpresa 😌

Gracias por leer mwaaahh

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