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XII.


Dante no se quedó esta noche a dormir pero aunque los dos estábamos un poco inseguros de todo lo que nos estaba pasando, y sí, quizás demasiado abrumados por todos estos sentimientos que nos invadían siempre que estábamos uno junto al otro, teníamos claro que necesitábamos tiempo a solas.

Solo para respirar un poco.

Claro que la de la idea fui yo, más que nada porque necesitaba estar centrada. Y cuando estaba cerca o junto a él no lograba hacerlo. A veces no lograba ni respirar, sin sentirme pesada o asfixiada.

Porque además de ser una novia, era una madre, una amiga y una profesionista antes que eso.

Y eso también merecía mi tiempo, aunque fuera un poco, unos minutos al día. Por lo cual en cuanto Dante salió por la puerta me senté con Helena y Aura a platicar y ponernos al corriente con la vida.

Con el día a día y quizás establecer de nuevo una conexión entre las tres. Con todos estos asuntos pasando más en mi cabeza que en la vida real había estado olvidándome que antes de ser una madre, también era la mejor amiga de mi hija.

Y si quería que eso nunca cambiara debía de esforzarme el doble para que nunca fuera de esa manera.

—Mamá no lo olvides mañana comenzaré mis clases de natación de verano, irás a llevarme en la mañana, ¿verdad?

—Por supuesto cariño, no me lo perdería por nada en el mundo.

La niña me miró como pocas veces, tenía esa mirada profunda, directa hacía mis ojos. Y que sin quererlo, me dijo que quizás estaba preocupada y a la vez enojada porque casi no le había prestado atención en las últimas semanas.

Y tenía razón.

—Te lo juro por lo más sagrado en este mundo que eres tú que no lo olvidaré.

Con esas palabras la niña bajo la mirada pero no estuvo contenta todavía, lo sé porque en seguida vino hacia mi regazo, acomode las piernas y las doble en el sillón para recibirla ahí.

La niña se sentó en medio de ellas, en el espacio que yo misma había dejado ahí para ella y me sonrió.

—¿Me haces una trenza cómo la de Rapunzel?

—Por supuesto mi cielo.

Helena me paso un peine de cerdas delgadas y una caja de ligas de colores que eran las que siempre usábamos cuando peinábamos a Aura, tanto ella, como yo. Y luego mi amiga se acomodó en el piso y tomó el control remoto para colocar una película para ver entre las tres.

—Es agradable esto Susana.

—¿Qué Helena?

—Tener un poco de tiempo y paz para nosotras.

—Lo sé, querida amiga.

Estaba cepillando el cabello de Aura delicadamente ahora para evitar tener que pasar por nudos una vez que trenzará el cabello de la niña cuando Helena se relajó también, se recargo en el espacio de abajo del sillón y luego hablo de nuevo con aún más confianza en su voz de la que tenía antes.

—Me han llamado está tarde para una entrevista de trabajo. —Mi amiga me miró.

—¿Pero creí que tú no querías trabajar por un tiempo?

—Lo sé, y si eso es lo que dije... —mi amiga ya no me miraba, aparto la mirada y comenzó a jugar con los botones del control remoto repasando una a una la selección de películas para niños del catálogo de Netflix, una y otra vez de manera nerviosa.

—Oye... —dije para atraer su atención— está bien si quieres ir, no me enojaré. Me has ayudado tanto con Aura y no tengo como pagártelo.

—Sí, sí tienes. Me dejas quedarme aquí a vivir sin pagar un solo peso de renta o comida y todo porque te ayudo con la pequeña.

Aura chilla la ver como Helena pasa la película de Mulán en el catálogo, lo cual hace que mi amiga se detenga, regresé y la coloqué para ver ahora.

—Pero eso no significa que estés obligada a renunciar a una vida por nosotras, te queremos, las dos... —dije dándole una rápida mirada a la niña por encima de su hombro, Aura miró a Helena y sonrió haciendo que se diera cuenta de que era querida y admirada por las dos, por igual. Bueno, no, quizás más de lado de mi hija que mío, pero eso no me molesta. Al contario lo prefiero— yo jamás te pediré que pongas tu vida en pausa y si te preocupa Aura ya encontraremos la manera de cuidarla y de seguir con nuestras vidas, ¿verdad cariño?

La niña asintió.

—¿De verdad no te molesta?

—Claro que no, además es solo una entrevista no es como si te fueras a quedar con el puesto con solo pisar el lugar.

—Claro, correcto —dijo Helena sonriendo.

Después de eso, la chica corrió a confirmar la cita que ya tenía hecha previamente para atender la entrevista. Y mientras, secretamente me quedé deseando que lo que acaba de decir en voz alta no se fuera a convertir en realidad.

Al menos no tan pronto.

Porque las palabras a veces, y solo a veces se vuelven ley una vez que salen de nuestras bocas.

En algunas ocasiones desearía ser a prueba de balas para que nada pudiera afectarme.


***


Por la mañana las tres mujeres de la casa emprendimos nuestro camino a la victoria, Helena a su entrevista, Aura y yo hacía las clases de natación y para ello tuvimos que recurrir a más de un vehículo motorizado para poder llegar pronto a nuestros destinos.

Admito que el tener un auto antes no era una necesidad, porque siempre he tenido todo cerca. Súper mercado, trabajo y la escuela de Aura. Sin embargo a estas alturas creo que será mejor ir pensando en tener uno.

A veces envidio secretamente a Dante y sus autos con chófer o sin ellos, pero no le digan, no quiero que esto se le pegue al ego y luego no sabré como bajárselo. Y después querrá llenarme de autos que no quiero, y aunque podría ser necesario, no es lo mismo saber que son tuyos.

Que tú misma los has comprado con tu dinero y esfuerzo.

Más que nada eso era lo que impedía que yo aceptará regalos y atenciones como esas de su parte, porque no hay nada mejor como tener cosas a tu alrededor que tú misma has pagado con tu propio trabajo, esfuerzo y con el sudor de tu frente.

Y con ese pensamiento es que dejé a Aura en la puerta de sus clases de verano, incluida las de natación, con la promesa además de que no importa cómo, Helena o yo misma vendremos a buscarla en unas pocas horas.

Cuando el día acabe. Y sí, sé que le estoy prometiendo mucho, pero seguramente podré hacerme de algo de tiempo a la hora de la comida para salir por ella.

Y creo firmemente en ese pensamiento, tanto que me lo llevo a través de juntas y llamadas, a través de todos los pendientes y tareas que tengo que hacer en la editorial, hojas que firmar, libros que leer, borradores que corregir y portadas que aprobar.

Bajo y subo escaleras para hacer mil cosas y para las doce de la tarde estoy tan cansada y adolorida, además de hambrienta que ni siquiera puedo respirar.

Estoy tomando un respiro, sentada en la silla reclinable de mi oficina cuando un zumbido proveniente de mi teléfono que descansa en mitad de la mesa y que está lleno de papeles y carpetas comienza a sonar desesperadamente. Abro los ojos y lo alcanzo con la mano.

—¿Hola?

—¿Señora Ávila?

—Sí, ella habla, ¿quién es?

—Es la Directora Matthews.

—Hola directora, ¿qué pasa?

—Es que me ha llamado la persona designada para recoger a su hija, no sé si ya se ha puesto en contacto con usted.

Me sacudí las telarañas y la comodidad de la cabeza y alejé el teléfono celular para revisar los mensajes de los últimos minutos. Había puesto el aparato en vibración precisamente para poderme tomar esos minutos antes de tener que pasar por Aura a sus clases de verano, que estaban cerca de terminar.

Y ahí estaba, la notificación de llamada perdida seguida de una de mensaje emergente de Helena que decía que no podría llegar. Una disculpa y que ya había llamado a la escuela para decir que no podría llegar.

Dentro de mi mente calcule cuando me podría salir y si llegaría a estar a tiempo para poder ir por ella.

Pero por mucho que las matemáticas me hubiesen ayudado en otras situaciones, las ecuaciones que yo necesitaba para resolver este problema en el que me había metido, yo sola, no parecía dar ni llegar para salvarme.

—Sí, lo siento, mi amiga me ha avisado apenas ahora.

—Ha dicho que no podría venir, ¿está de acuerdo con eso?

—Sí, señora directora.

—Bien, entonces supongo que eso significa que usted vendrá por ella a la salida y si no es así le pido que nos notifique quien recogerá a la niña y que no sé olvide de presentar una identificación oficial cuando lo haga.

Secretamente me moleste con la promesa que le había hecho a mi amiga de que no me molestaría si ella se quedaba con el puesto o no, pero me moleste aún más por haberle hecho una promesa así a mi hija cuando no estaba segura de sí lo podría cumplir en un principio y al final.

—No, la verdad no creo poder ir yo de manera personal a recogerla, pero déjeme hacer una llamada y le aseguro que conseguiré que alguien vaya por ella.

—No lo dudo señora, pero le recuerdo que no permitimos que cualquiera venga por ella, por eso le solicito que esta situación no se vuelva a repetir jamás, si la persona que pretende que la recoja este día lo hace, debería figurar para siempre en el registro del expediente de la niña para futuras ocasiones como estas, y así evitar hacernos pasar por todo este penoso y tortuoso proceso.

—Y lo entiendo.

—Bien, me alegra que estemos en el mismo canal, al menos en eso, la dejo entonces y espero su respuesta. —Y con eso ella cuelga.

Entiendo que la seguridad de un niño hoy en día es cada vez más importante, pero tampoco es como si fuera a permitir que cualquier persona fuera a recoger a mi hija. Si no podía hacerlo yo, ya vería como me las arreglaría, pero que bien seria poder contar con otra persona ahora en el panorama.

Entonces, algo se me vino a la mente, como si esta hubiese sido iluminada por una bombilla eléctrica.

Pero sí, la tengo.

Con el teléfono aún en la mano marqué su número a través de la marcación rápida.

Al segundo timbre contesto sin dudar.

Y antes de que pudiera darme una respuesta negativa, contraataque con todo lo que pude.

—Necesito un gran favor, pero claro que entenderé si no puedes, o si no quieres o si estás demasiado ocupado para ayudarme ahora. Y sí, sé que es mitad del día pero me ha surgido un problema y no puedo cumplir con ello como se lo prometí a Aura.

—Cariño, espera... tranquila, no sé de qué hablas. Respira.

Y eso hice. Respiré profundamente y luego seguí hablando en la línea.

Por su parte Dante también tomó una larga respiración como si se estuviera preparando para librar la batalla del año en esa llamada.

¿Así de mal estábamos?

¿Así de mal esperaba mis llamadas?

¿Cómo si fueran peleas y reclamos nada más?

¿O es que estaba ocupado con el trabajo y eso lo ponía de esa manera, tanto que yo le confundía?

—¿Mejor? —Pregunto confiado.

—Sí, es que han llamado de la escuela de verano de Aura.

—¿Ella está bien? —Dijo él mostrándose genuinamente preocupado. Estaba claro que comenzaba a preocuparse más y más a medida que el tiempo pasaba.

Como lo haría cualquier padre por una hija.

En ese preciso instante me sentí mal por no haber pensado en él como una opción para ir a recoger a Aura, porque después de todo, él era su padre.

Debí de haberlo hecho, debí de haber tenido ese pensamiento y esa seguridad en mi cabeza. Pero no lo había hecho.

¿Era está una señal de lo mal que estaban yendo las cosas en realidad entre los dos?

¿O de nuevo era mi imaginación exagerada la que estaba descontrolando todo lo bueno y hermoso que los dos teníamos sucediendo ahora entre los dos?

Me volveré loca tratando de averiguar todo esto, eso es seguro.

—Sí, lo está. Solo es que no hay nadie que la recoja en sus clases y terminan en menos de media hora.

—¿No iba Helena por ella siempre? —No sé porque pero ese comentario me irrito un poco.

—Sí, pero ha tenido una entrevista más temprano y por lo que veo se ha quedado con el puesto sin siquiera intentarlo.

—Suenas molesta por eso.

—Lo estoy, pero no es con ella, es que...

—Es que ha sido demasiado pronto ¿no?

—Sí, solo ayer estábamos hablando de que tendría una entrevista y tonta yo pensé que esto tomaría más tiempo, que iría a un par de entrevistas y así yo tendría tiempo de hacerme a la idea y de hacer una nueva rutina para Aura.

—Sé que no es el momento, pero esta es una de esas cosas de las cuales jamás tendrías que preocuparte si tuvieras gente del servicio a tu disposición para hacerlo por ti.

—Tienes razón, no es el momento.

—Bien, entonces que quieres que haga por ti.

—¿Puedes ir a recogerla por mí? Tengo demasiado que hacer ahora mismo en la oficina y sé que seguramente tú también y no hago menos tu trabajo, pero... —Él me cortó y hablo.

—¿Crees que sea una buena idea? Acordamos no decirle aún que yo soy su padre porque piensas que eso podría confundirla, al menos no hasta que aprendamos a convivir más el uno con el otro, y no me malentiendas, la adoro con cada célula de mi alma —eso último puso una gran sonrisa en mi boca y alivio un poco mi culpa. Saber que él la quería, aún sin saber que era su hija, que se preocupaba por ella antes, era una cosa. Pero saber que ese cariño se había quedado sembrado en su cabeza y corazón aún después de lo que nos había pasado era otra, muy diferente— pero...

No lo dijo, pero no era necesario, los dos lo sabíamos hasta detrás de esos dos aparatos que usábamos para comunicarnos.

Nos daba miedo, miedo de que no lo aceptara como su padre.

Y sé que eso también era mi culpa, pero también era de Ness.

Nos habíamos equivocado tanto al pensar que Dante era como todos en su familia y que al aceptar el trato que sus padres habían propuesto todos estarían contentos.

Ahora mismo podía escuchar las secuelas de ese acto tan ruin por parte de todos los involucrados y por fin había visto a Dante y a Aura como lo que eran de verdad, las verdaderas víctimas de la situación.

Y como tal ya no debían de seguir pagando por ello.

—Si no te sientes listo, iré yo. —Juré.

—No, no es eso... —lo escuché respirar contra el teléfono un par de veces antes de decidirse a hablar— iré, lo juro.

Quería preguntar si estaba seguro de aquella decisión pero también quería darle espacio para que él mismo lo intentara, sino jamás sabría si tenía alguna oportunidad con la niña.

—Bien, ¿puedes enviarme una fotografía de tu identificación por ambos lados por mensaje?

—Seguro, ¿para qué es?

—Piden tener un registro de personas que pueden recoger a los niños, desde que te entrevistan para poder entrar en esa escuela de verano.

—Me parece perfecto. —Dante se tardó un poco en contestar esto último, casi como si se hubiera reservado una pregunta para sí mismo por temor a mi respuesta.

—Dilo.

—¿Qué?

—Lo que querías decir.

—Solo es que... acabo de darme cuenta de que no sé nada sobre mi propia hija, no sabía que ella iría a cursos de verano o que estaba en una escuela nueva o que te hacen entrevistas para entrar en ese lugar.

—Lo sé y lo siento porque esto también es mi culpa, pero si quieres puedes llevarla después de la escuela a pasear un poco y así convivir más con ella a solas.

—Pero si ni siquiera sé eso de ella, ¿qué le gusta hacer?

—Podría decírtelo, pero créeme es mejor que tú lo averigües por ti mismo.

—¿Ni siquiera me darás una pista? —Responde juguetonamente. Ahora está feliz, lo puedo notar aún a través del tiempo y espacio, es más, apostaría todo mi sueldo a que está sonriendo, sentado en esa silla reclinable que tantas otras veces nos sirvió de lugar para nuestros encuentros casuales en su oficina.

—No —respondo también sonriéndole.

—Bien, supongo que deberé de hacer mi mayor esfuerzo.

—Creo que fue un gran hombre del cual debo agregar que estoy profundamente enamorada, el que dijo que si no cuesta no vale la pena.

—Me gustaría mucho saber quién es ese... —Responde sobriamente. Pero estoy segura que del otro lado del teléfono se está aguantando una risa a medias por lo menos.

—¿Para qué?

—Para matarlo por robarme tu corazón.

Oh Dios mío santo, este hombre o me arregla el corazón por completo o una vez más me lo rompe a pedazos.



Primero que nada gracias por leerme de nuevo...


Segundo, está semana les presentó... no uno, sino dos capítulos de esta apasionante historia...

¡¡¡Así que espero que los disfruten mucho!!!

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