Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

I.


Parte I.


No hay manera fácil de describirme en esta situación.

Estoy haciendo Nuggets de pollo para cenar está noche, de nuevo. Como lo he hecho por las últimas tres noches. Me decepcionó de mí misma por ello, sobre todo porque sé que puedo hacerlo mejor, pero es que desde aquella amarga despedida no me quedan ganas de hacer nada más.

Por otro lado Aura está feliz, los pequeños pedacitos de pollo procesados son de sus comidas favoritas. Pero Helena por el otro lado, está molesta y tiene razón en estarlo. Los primeros días estaba feliz igual que Aura, aunque ella también pregunta de manera constante y desesperada por como estoy realmente.

Especialmente después de que me descubrió llorando por cuarta noche consecutiva en el suelo del baño.

Y no la culpo. Yo también estoy preocupada por mí. Nunca pensé que la despedida para los dos sería tan difícil, ni tan desgarradora.

Porque así es como me siento. Como si el dolor me desgarrará por dentro, por completo, estoy hecha pedazos pero al mismo tiempo tengo que arreglármelas para mantenerme cuerda y completa por Aura y por el bebé.

Ahora que está dentro de mí, creciendo día con día en mi vientre, he cuidado todo lo que puedo mi cuerpo. Porque ya no es solo mío.

Mi alimentación, mi sueño y un poco hasta mi cordura.

Mi cordura.

La verdad no creo que he de aguantar demasiado, de no ser por el recuerdo, el fantasma y porque cada que cierro mis ojos puedo ver como los labios de Dante dicen mi nombre.

—Susana, Susana... —susurra dentro de mis sueños, que desde aquel último día no hacen más que transformarse en pesadillas cada que cierro los ojos.

Todo gracias a Débora. Puede que antes le haya dicho a la rubia que Dante ni en sueños le haría caso de manera seria. Pero eso era antes.

Antes de rompernos el corazón a los dos.

Antes de ello, hubiera jurado sobre la tumba de Ness que esa víbora ponzoñosa jamás tocaría ni un cabello de la preciosa cabellera castaña de Dante Hamilton.

Pero ahora no estoy tan segura de eso. Ahora no estaba segura de nada.

De nada.


***


El pasado puede ser una gran carga si la llevas siempre sobre los hombros. Y mientras Dante y hasta mi propia mente estaban programados ahora para creer que lo que yo les había dicho de mí misma era cierto.

La realidad era muy diferente.

Es cierto que tengo veinticinco años, es cierto que mi mayor miedo en la vida es perder a las personas que amo.

Pero no es cierto que solo haya sido una mesera y una asistente.

En esa parte mentí en mi currículo, bueno, no mentí. Solo lo omití de mi currículo porque de otra manera estaba segura de que jamás hubiese tenido el trabajo con Dante.

Cierto que fui ahí para una entrevista de trabajo en el piso de la editorial pingüino, que es una de las muchas empresas que está a nombre de la familia Hamilton. Pero es que no siempre fue de esa manera.

La verdad es que dicha editorial tiene más de cincuenta años de trayectoria dentro de la publicación de libros de todo tipo, pero su especialidad ha sido y siempre serán los libros de romance y fantasía.

Aunque han llegado a publicar títulos destacados de otros géneros y les ha ido igualmente bien.

Pero con el paso de los años y la recesión, las crisis monetarias y la era digital se hizo cada vez más difícil que una persona quisiera comprar un libro.

Fueron entonces títulos como "Las crónicas de Narnia", "Harry Potter y la piedra filosofal", "Cazadores de Sombras: Los instrumentos mortales", "Percy Jackson y los dioses del olimpo", "Los juegos del hambre", "Juegos de Tronos", "El Señor de los Anillos", entre otros que el mundo comenzó a tener fe en los libros de nuevo.

Ellos nos dieron mundos inimaginables y la posibilidad de crear, soñar y pensar más en los detalles, escenarios y vidas paralelas a las que tenemos ahora.

Pero más que nada nos dieron esperanza.

Por ellos es que quise estudiar lo que estudie.

Y gracias a ellos, es que estoy aquí ahora.

De pie, a las puertas de otra editorial esperando y deseando lo mejor de esta nueva etapa de mi vida.


***


Cuando entre no pensaba en nada más que en protegerme. Poner esta capa entre las demás personas de mi oficina y yo. Sobre todo para que no se dieran cuenta de mi embarazo.

Pero también para que no pudieran averiguar nada de mi persona.

El anonimato a veces es la única cosa que me gusta de mi persona y mi personalidad.

Esa herramienta a la que recurrimos los que tenemos demasiado equipaje por llevar en nuestras espaldas, para que nadie se pueda dar cuenta de cuanto dolor en verdad llevamos dentro de nuestros corazones.

Pero no pude hacerlo muy bien está vez.

Ya que fui descubierta llegando a la segunda mitad de día por nada menos que mi nuevo jefe. Su nombre era Abel Hernández Escalante, editor en jefe de la Editorial América.

—¿Hay algo que te preocupe Susana? A caso tu nueva oficina no es de tu agrado, porque seguramente podemos poner más plantas o quizás abrir un poco más esas penosas cortinas que tenemos de riel en la ventana.

—Por supuesto que no —nunca antes había tenido una oficina, por lo que no podía quejarme de algo que no conocía.

Además ellos estaban arriesgándose demasiado al contratar a una mujer como jefa de todo el piso de edición, departamento de redacción y ortografía con tan poca experiencia como yo la tenía.

Y no es que no hubiese trabajado antes en un lugar así, solo era que en mi portafolio de trabajo no abundaban muchos lugares como este en la lista.

—Entonces, ¿es algo personal lo que te preocupa?

Inconscientemente me mordí el labio inferior y me llevé ambas manos a mi vientre, no como si quisiera vomitar, cosa que por fortuna no había hecho en un par de días, pero si como si quisiera protegerme, o proteger algo.

O a alguien.

—Si es por lo de tu embarazo, créeme estás cubierta en ese departamento. —Y luego me guiño un ojo.

—¿Pero cómo...? —contesté perpleja.

—He estado casado desde hace muchos años y tengo cuatro hijos, sé reconocer el comportamiento de una mujer embarazada.

Me habían atrapado de nuevo con la guardia baja.

¿Por qué esto sigue pasándome a mí Dios?

Supongo que no soy tan inteligente como yo pensaba.

—No le digas a nadie, por favor. —Suplique.

—No te preocupes, como te dije estás cubierta en ese departamento.

Abel Hernández era uno de los mejores editores para grandes revistas, periódicos y en los últimos cuatro años en esta editorial.

Uno de los más jóvenes y más brillantes.

Con un impecable récord de credibilidad y de números favorables, había ganado más premios por su trabajo de los que una mujer como Susana solo había escuchado hablar en sus sueños más locos o quizás de boca de alguno de sus maestros cuando ella estaba aún en la carrera.

Pero eso no lo hacía un posible mejor amigo para Susana. No lo que lo hacía un candidato a amigo, era el hecho de que ambos provenían de las calles, ambos habían sufrido la pérdida y ambos habían resultado bien.

¿Cómo es eso posible?

No tengo ni la menor idea de cómo contestar esa pregunta.

Y quizás nunca la tenga.

—No es nada de eso, lo prometo, estoy bien —dije jurando para los dos.

—Tú no luces bien.

—Pero lo haré, lo juro.

Con esas palabras, el hombre me deja entrar en mi primera de muchas reuniones con el equipo de redacción.

Esto es solo el principio pero de alguna manera se siente como el final de la competencia para mí.


***


Cuando estoy en casa por fin, al final del día, metí la llave dentro de la cerradura y entró en el nuevo departamento que gracias a mi nuevo trabajo he sido capaz de costearme.

De tres habitaciones, una cocina completa, una mesa y sala de estar separadas por más espacio del que he tenido en otros departamentos o casas donde tanto Aura como Helena y yo hemos vivido.

Hay cajas por todas partes, prendas y una que otra pieza de la vajilla aun debe ser acomodada en los estantes de la cocina.

Por suerte he conseguido que el lugar fuera lo más amueblado posible, de otra manera habría tenido que comprar un montón de cosas que no podía darme el lujo de pagar ahora mismo.

Pero eso no es lo más sorprendente de mi día, sino lo que pasó justo antes de que llegara a casa.

Como siempre he sido capaz de arreglármelas para que todo lo importante de mi vida tenga lugar en un radio de no más de diez cuadras, por ello es que nos hemos trasladado a la parte más alta de la ciudad, donde departamentos y casa suelen ser llegar a cinco o seis cifras, o más la mayor parte del tiempo, todo para que Aura pudiese mantener una rutina estable en su vida.

Incluso he conseguido que la admitieran en un mejor colegio privado que el que estaba.

No es mucho avance, pero es lo mejor para que ella tenga la mejor educación.

Cuando yo iba creciendo era una de las cosas que siempre quise para mí misma, de nuevo, nunca pensé que tendría que luchar un día por darle a un hijo o hija esa misma educación.

O a dos.

Por ello es que me detengo en un anaquel de una tienda de bebés. Pensaba, veía y soñaba con el día en que tuviera a nuestro hijo o hija en mis brazos cuando una mujer se me acerco en la calle para darme un panfleto de la misma tienda donde ahora tenía posada mi mirada.

—Si te interesa tenemos un cincuenta por ciento de descuento en toda la tienda, por temporada baja —me dice la mujer entregándome el pedazo de papel de color rosa pastel.

¿Cómo se puede dar una mujer cuenta de cuál será el sexo del bebé?

Recordé cuando Ness me dijo muy segura que tendría una niña, aún sin saber haber visto el sonograma, tendría apenas unas pocas semanas, ni siquiera había ido a la primera consulta del bebé.

Apenas y sabía por la prueba casera sobre el embarazo.

Entonces ¿cómo es que podía saber eso sin ir primero al médico?

—¿Es tu primero? —me pregunta la mujer tratando de ser amable.

—No, el segundo.

—Son toda una bendición, ¿no? —dice ella dando un vistazo a mi vientre que ni siquiera lucia abultado aún.

—Sí, lo son.

Digo entrando en la tienda solo para echar un vistazo.

Cuando Aura nació no corrí a comprar todo lo que pude, de eso se encargó Ness, porque todo eso por alguna razón ella ya lo tenía previsto.

En realidad sacó de debajo de su cama, todo un arsenal de cosas que tenía esperando por un bebé.

Ropa, pañales, y juguetes eran algunas de las cosas que más sobresalían. Admito que me asusto y emocionó también.

Porque era como si mi amiga estuviera esperando por toda una vida este momento, pero también me asuste porque para mí, y para nosotras era un fin.

Una declaración inminente de la muerte de ella.

Cuando salí de la tienda llevaba un montón de cosas, más que nada ropa del género femenino, pero también una que otra prenda de colores neutros por si acaso mi deseo no se cumpliera al final.

¿Por qué quiero una niña?

Ya tengo una, además he pasado toda una vida rodeada de mujeres.

Por alguna razón las niñas son las que tienen los índices más bajos de adopción de todo el mundo, es más probable que adopten a un varón de menos de cinco años que a una niña, sin importar la edad que esta tenga.

—¿Qué es todo esto? —dice Helena viendo las bolsas de ropa de bebé que descansan en la mesa de la cocina.

Les he hecho espacio entre las múltiples cajas de la vajilla y ropa que deberían ya de estar acomodadas donde deben.

Había dejado segura y confiada a mi amiga en casa con Aura, que no iría a clases hasta que el ciclo reiniciará clases de nuevo en septiembre, por las vacaciones de verano, esperando a que entre las dos tuvieran la casa en orden para cuando yo regresara de mi primer día de trabajo.

Pero no, es decir, si habían logrado algo, porque algunas cajas yacían ahora mismo ya vacías en el rincón del departamento. Pegadas a la pared donde estaba la puerta de entrada. Pero aun había muchas otras situadas en los sillones y por todo el piso.

—El humor inevitable de la vida llegando a nuestra casa.



Sigue leyendo...


Y no te olvides de votar cada capítulo, solo así sabré si te está gustando o no...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro