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39. Un abrazo de hermanos.

Annabella

—¿Puede decirme cómo era su relación con la familia Hamilton? —pregunta el agente Ferrer mientras me observa.

—Cuando era pequeña todo estaba... bien —mi voz termina en un susurro—. Con mis hermanos también, pero con Luciano todo fue un poco más tenso, él siempre era más difícil de tratar que con Jesse —observo mis manos—. Él pareció quererme menos y aceptarme más lento que los demás, cosa que nunca entendí, porque éramos hermanos.

—¿Insinuó querer lastimarla alguna vez? —bajé la mira y negué con la cabeza.

—No, no me dijo nada nunca —era verdad, él nunca me amenazó como tal—. Pero siempre trataba de sacar a colocación el hecho de que no éramos familia, y yo no entendía el mensaje hasta que mi madre se suicidó y me dejó una carta.

Cerré los ojos con fuerza y dejé escapar un par de lágrimas.

—Amor, si no quieres seguir... —sentí los brazos de Dominic rodearme, aún y cuando había olvidado su presencia en la habitación.

—No, está bien —lo miré y me sequé las lágrimas—. Mi madre... Stela —me corregí—. Ella me dejó una carta y en la misma decía que Jesse, Alexander y Luciano eran los malos de mi cuento. Y, momentos antes de que me dispararan, logré ver a dos hombres en la parte trasera de la furgoneta. No me fijé muy bien en el otro, solo me concentré en el que sostenía el arma —mordí mi labio inferior—. Vi sus ojos, esos eran los ojos verdes de Luciano. Lo sé.

Sollocé, me llevé las manos al rostro porque no podía con el desconcierto y el dolor en mi pecho. Pensé detenidamente sí en veinticinco años, evadiendo los cinco años de matrimonio que viví con Dominic, ellos pudieron, siquiera, experimentar el mínimo de cariño hacia mí.

¿Tan solo fui una carta en su juego de azar?

¿Tan poco les importé?

—Bueno —escucho como alguien se aclaró la garganta—. Luego de escuchar su testimonio, el hecho de que secuestraron a la señorita Daniela y después a la señora Annabella, tengo la información suficiente para abrir un caso en contra de los Hamilton.

—Perfecto —Dom sigue acariciando mi espalda con suavidad—. Puedes ponerte en contacto con Charly, él me informará.

—Como gustes —entre mis lágrimas veo como el agente Ferrer se pone de pie—. Espero que se mejore pronto, señora Annabella. Con permiso.

La puerta se cierra unos segundos más tarde, los brazos de Dom no dejan de rodearme y me siento estúpida por sentirme mal por personas que no sienten el más mínimo cariño por mí.

—¿Estás bien? —pregunta, asiento sin emitir ningún sonido, solo me arrimo más a él—. Todo estará bien ahora. Abriremos un caso y cuando menos lo esperes, ellos ya no podrán hacerte daño, ¿Está bien? —volví a asentir, enterrando mi rostro en su pecho—. ¿No estás cansada? ¿Quieres dormir un rato?

—No —suspiré y cerré los ojos cuando sus labios tocaron mi mejilla—. Ya he dormido demasiado, quiero estar despierta.

—Bueno, en ese caso: ¿Tienes hambre? —asentí con rapidez, sus manos sostuvieron mi rostro y sus ojos se clavaron en los míos—. ¿Algo en especial?

—Dijiste que no podía comer nada más —le recuerdo, al darse cuenta de su pequeño error, sonríe—. No quiero esa asquerosa sopa, Dominic, por favor.

—Veré como persuadir a tu doctor, ¿Está bien? —le sonreí, sintiendo la tranquilidad abordarme otra vez, después de tanto tiempo.

Una de mis manos va a parar a su rostro y sus ojos se cierran unos segundos ante mi toque, lo que me hace sonreír.

—¿Qué haría sin ti? —me dice, mirándome tan intensamente que mi corazón reacciona en consecuencia y se acelera—. Cuando te sostuve entre mis brazos, estabas tan fría y pensé... solo un segundo lo pensé —acaricia mi rostro con ternura y puedo ver la perturbación en su mirada—. Creí que te perdería para siempre, y el solo pensamiento me rompió el corazón.

Me vi reflejada en su mirada y no pude evitar soltar un suspiro de culpa, porque él no merecía sentirse así. Me removí un poco y besé sus labios, un beso que pretendía ser casto, pero que cambió de ritmo cuando su mano se enredó en mi cabello. Es tierno y suave, muy lento y armonioso para mi gusto, pero no puedo exigirle más. Su lengua se enreda con la mía y hago acopio de toda mi fuerza de voluntad para no soltar un quejido cuando siento un pinchazo de dolor atravesar mi abdomen, pero fallo y por mucho.

—Perdón —acaricio su cuello con mis dedos.

—No es tu culpa.

—A veces, quisiera que nuestra vida fuera menos complicada —apoyo mi frente contra la suya—. Todo sería más sencillo.

—Eso le quitaría la diversión a nuestro matrimonio —pelliza mi mejilla y yo solo me dedico a reírme de su comentario—. Me gusta nuestra vida tal y como está, porque te tengo a ti y tú eres lo más importante de mi mundo.

—Eres lo más real que he tenido nunca.

Sus labios se presionaron contra los míos unos segundos, y nos dedicamos a respirar el aire del otro por lo que me pareció una eternidad. Cuando estábamos así, nada más me preocupaba.

—¿Dominic?

—¿Mmh?

—¿Puedo hablar con Aaron? —la pregunta me abandona con rapidez, sus ojos buscan cualquier inseguridad en los míos.

—¿Estás segura? Puede esperar, lo sabes —asentí.

—Lo sé, solo... me gustaría hablar con él —le aseguro—. ¿Él está aquí?

—Viene todos los días, está igual de ansioso que tú —me sonríe y un poco cohibida, bajo la mirada—. Escucha, no los conozco, pero sé que no tienen malas intenciones.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque nunca vi la misma emoción en la mirada de alguno de los Hamilton como la que pude apreciar en los Nóvikov cuando entraron a verte —acarició mi barbilla con sus dedos—. Ellos han estado buscando a uno de los suyos por veinticinco años, y al encontrarte, creo que con solo saber que estás viva, es más que suficiente para ser felices.

Algo en mi interior se removió y una extraña y abrumadora sensación me invadió.

—Entonces, le diré a Aaron que venga —asentí y él solo besó mi frente antes de ponerse de pie y salir de la habitación.

Cerré los ojos unos segundos y me preparé psicológicamente para conocer a mi hermano.

Dos toques en la puerta y la misma se abre dos segundos después, un rubio entra por la misma, sus ojos azules colisionan con los míos y un estremecimiento me recorre completamente. Era el rubio con el que había tropezado en Dubái, pero en aquel entonces, lo único que me pareció conocido fueron sus ojos. No obstante, ahora, podía apreciar sus facciones y reconocí que Dom tenía razón, se parecía mucho a mí.

—Hola —murmuró y me regaló media sonrisa.

—Hola —le contesté un poco confusa, no sabía cómo actuar delante de él—. Esto es muy extraño.

—Lo sé —soltó una pequeña risita—. Es raro encontrar a una persona que sea igual a ti.

Me uní a su risa y ahora parecíamos dos locos. Observé mis manos unos segundos y luego a él, palmeé la camilla y lo invité a sentarse. Un poco tímido lo hizo, cuando estuvo frente a mí, tan cerca, una extraña familiaridad me llenó el cuerpo, como si estuviera en casa nuevamente.

—Es un gusto conocerte al fin —dijo, pude ver la emoción contenida en sus ojos azules iguales a los míos y me sentí culpable por no estar tan emocionada como él.

Era raro, y me sentía ansiosa, pero él llevaba años buscándome, yo jamás pensé tener un gemelo.

—No sé qué decirte —le fui sincera—. Nunca pensé que mi familia no era mi verdadera familia, nunca esperé tener otros hermanos y un gemelo. Siento que debería sentirme bien al saber que otras personas me quieren de verdad, yo... quisiera sentirme más feliz.

—No estás obligada a tener sentimientos hacia nosotros de la noche a la mañana, Annabella —su mano se puso sobre la mía, y su piel resultó ser reconfortante—. Entendemos que no todo será color de rosa en menos de un parpadeo, pero estamos realmente felices por haber dado contigo al fin y con eso basta.

—Gracias —sentí mis ojos llenarse de lágrimas—. Por no rendirse.

—Los Nóvikov nunca abandonamos a los nuestros —dijo y eso aceleró mi corazón—. ¿Puedo abrazarte? —me pidió como si le faltase la respiración—. Desde que tengo memoria sabía que existías, pero siempre quise saber que se sentía abrazar a mi otra mitad.

Sonreí, porque se escuchó bien.

Asentí y con mucho cuidado rodeó mi cuerpo con sus brazos, y el simple abrazo se sintió tan bien que me fue imposible no corresponderlo. Apreté mis puños sobre la tela de su chaqueta y cerré los ojos, sabiendo perfectamente que, muy en el fondo, era esto lo que siempre necesité.

Un abrazo de hermanos.

—No puedo creer que estés aquí, de verdad —murmuró alejándose un poco de mí—. Papá está ansioso por verte.

—Papá —esa palabra sonaba amarga en mis oídos—. La última vez que llamé papá a alguien, esa persona me lastimó.

—Esta vez no es así, te lo aseguro —me dijo—. Lo más importante para nosotros era encontrarte, y ahora que lo hicimos, lo último que queremos hacer es lastimarte —me sonrió y me pareció estar viéndome en un espejo—. En todo caso, papá solo quiere conocerte, no te obligará a verlo como una figura paterna, solo necesita que sepas que él estará ahí para ti todo el tiempo que no pudo.

—No es su culpa, él no sabía que Alexander era tan...

—Repugnante, lo sé —asintió, después elevó su mano y acarició mi mejilla—. Te pareces a mamá, mucho más que todos nosotros.

Mi ceño se frunció, recordando que la única imagen materna que tuve fue la de Stela y no era la mejor, pero para mí era suficiente.

—¿Cómo es ella? —le pregunté.

Necesitaba saciar todas mis dudas.

—Era —suspiró, y su expresión se transforma en una completamente triste—. Murió hace siete años.

—Yo... lo lamento —fue todo lo que se me ocurrió decir.

—No hay problema, pero estoy seguro de que le habría encantado conocerte —volvió a sonreír—. Y, respondiendo a tu primera pregunta: te pareces mucho a ella. Sobre todo, en lo prudente —sonrío—. Era muy inteligente, humilde y le gustaba ayudar a los demás, siempre supo que te encontraríamos, nunca perdió la fe.

—Vaya, suena a qué era increíble —intento sonreír—. Me hubiera gustado conocerla.

—Donde quiera que mamá esté, sé que está contenta de que te hayamos encontrado —asegura.

Me sentí un poco confundida, sentía como en mi pecho se iba expandiendo algo parecido a la comprensión y la felicidad. Definitivamente, hablar con Aaron era fácil y me hacía mucha ilusión saber que teníamos en común, me emocionaba bastante descubrir en que nos parecíamos a parte de lo físico.











Que ternura Anne y Aaron juntos.


L

es diré que: ¡FALTA POCO PARA EL FINAL!

¡Voten y comenten mucho!

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