35. Finalmente te encontré.
Dimitri
Siento como la impotencia me consume, no sé si es real toda la información que me han dado, no sé si creerlo y ser optimista o desechar la idea de que sea verdad y ser pesimista.
—¿Qué opinas al respecto? —le pregunto a Aaron.
Mi hijo se pasa las manos por su cabello rubio, igual que el de su madre.
—La verdad, padre, es que estoy muy confundido, sin embargo, pienso que esta vez sí es real —suspira.
—Lo cierto es que todo es muy extraño, han pasado tantas cosas que ya no sé qué pensar —dice Vladimir cruzándose de brazos y sentándose en el sillón.
—Ese día en Dubái, cuando me tropecé con esa chica... —Aaron parece recordar el momento exacto en que eso sucedió—. Sus ojos, papá, eran iguales a los míos, eran exactamente iguales a los de mamá —murmura, mientras asiente con firmeza—. Estaba completamente seguro de que ella era mi gemela sin que nadie me lo confirmara, pero después este hombre, Whittemore, te llamó y te lo dijo, te envió una foto, y créeme que no me sorprendí cuando la vi —dice, lo veo tragar forzado—. Y si quieres hacer una prueba de ADN, está bien, pero creo que será una pérdida de tiempo.
Suspiré, dejé caer la cabeza contra el respaldo de la silla.
Me sentía ansioso, no quería creerlo, me parecía imposible.
El teléfono sonó, el nombre de Dominic se marcó en la pantalla, mi ceño se frunció.
—¿Whittemore? —contesté, llamando la atención de mis dos hijos—. Justamente estaba hablando de ti, ¿Que noticias me tienes?
—Me temo que son malas, Dimitri —escucho el temblor en su voz, me alarmé inmediatamente—. Ha sucedido algo...
—¿Que ha pasado? —me senté recto sobre la silla de cuero.
—Le dispararon a Annabella —susurra y me paralizo, automáticamente dejo de escuchar todo a mi alrededor.
Miro a mis hijos, esos que me devuelven la mirada expectante, atentos a cualquier cosa.
—¿Cómo ha pasado eso? ¿Cuando? —trato de encontrar mi voz, pero la misma suena inestable.
—Hace tres días, de hecho, no te había llamado hasta no saber la gravedad del asunto, y creo que deberías venir —suspira—. Anne está muy mal.
Una opresión se hace presente en mi pecho justamente cuando termina de hablar, siento ese sentimiento vagamente familiar como cuando alguno de mis hijos está mal, cuando están en problemas.
—Estaremos ahí en una hora.
[...]
Dominic Whittemore desprende poder, seriedad y confianza, sin embargo, luce cansado y preocupado.
—Gracias por venir —dice, tomando asiento frente a mí en una de las mesas de la cafetería del hospital—. Discúlpame si interrumpí tu trabajo o algo por el estilo.
—No, no te preocupes, de todas maneras, no tengo cabeza para trabajar con todo lo que ha estado ocurriendo —asiente en mi dirección, no obstante, su atención está completamente en Aaron, quién está junto a mí—. Si la información que me diste es correcta, Annabella es la gemela de Aaron.
—No tengo dudas de eso, créeme —dice observando a mi hijo—. Tus ojos, son iguales a los de ella.
«Son iguales a los de su madre», pienso.
—¿Quién crees que sea el responsable de esto? —le pregunto, el castaño aprieta la mandíbula.
—No lo sé, la verdad, pero tengo a mi jefe de seguridad buscando información —responde.
—¿Piensas que los Hamilton tengan algo que ver?
—No sería una gran sorpresa para nadie, créeme —golpeteó el material de la mesita con el anillo de oro que descansaba en su mano izquierda—. Ese día, Annabella fue a ver a Alexander para pedirle una explicación, ella se enteró de que los Hamilton no son su familia, y creo que ella se lo dijo.
—¿Por qué crees que harían esto?
—Porque Annabella iba a denunciarlo, supongo que lo amenazó con ello.
Asiento, uniendo hilos y sabiendo que eso podía ser cierto.
—¿Cómo está ella? —pregunta Aaron, y escucho la preocupación en su voz.
Dominic se remueve en la silla, y suspira otra vez.
—Está estable —frunce el ceño—. Recibió cuatro disparos, pero el más complejo fue el que impactó en su pecho, ya que rozó su pulmón —apoyó sus manos sobre la mesa—. Luego de la cirugía... El doctor dijo que la mantendría sedada mientras la herida cicatrizaba, pero tuvieron que conectarla a un respirador, ya que su respiración normal no ayudaba a la cicatrización.
Mi hijo suelta un pesado suspiro, logrando que me sienta aún más tenso se lo que ya estaba.
—¿Qué me dices de este hospital? —pregunto, observando a mi alrededor, sabiendo perfectamente que este lugar era uno de los mejores del país.
—Está recibiendo atención las veinticuatro horas del día, el doctor que está al pendiente de su situación es uno de los mejores, está perfectamente bien —asentí a su información.
—Conozco a un doctor, es muy amigo mío —comento—. Está en Rusia...
—Dimitri, no quiero ser grosero, ¿Sí? —comenzó Dominic con el ceño levemente fruncido—. No tengo dudas de tu parentesco con ella, es estúpido siquiera pensar, tu hijo es igual a ella. Pero no la conoces, no puedo dejarla en manos de alguien a quien no conozco, ella no tiene la menor idea de quién eres, ¿Si me explico? —muy a mi pesar, asentí, porque entendía su punto—. Es mi esposa, soy responsable de ella y quiero que esté aquí, en dónde pueda monitorear su estado, ¿Comprendes?
—Entendemos perfectamente —dice Aaron—. Solo queríamos tener otras opiniones, con gente que conocemos.
—Pueden hablar con el doctor si gustan, no tengo ningún problema con ello —dice con tranquilidad.
—¿Podemos verla? —pregunto.
—Por supuesto —asiente—. Es la habitación 203 - B.
—Gracias.
Observo a mi hijo.
—Creo que deberías ir tú primero, papá —dice, asiento.
Me pongo de pie, haciendo mi camino hacia el pasillo B, buscando atentamente la puerta con el número 203. Sintiéndome ansioso y muy nervioso, me detenido frente a la puerta marrón, cerrando los ojos fuertemente mientras pienso en mi esposa, a quien le prometí que encontraría a nuestro hijo.
Nuestra hija, en este caso.
Suspiré y abrí la puerta, observando como una rubia descansaba sobre una camilla, conectada a varios cables y tubos. A medida que me acerco, su parecido con Aaron se hace más visible, tanto que mi respiración comienza a fallar.
Sus facciones son delicadas, pero su nariz es igual a la de Anastasia, mientras que en todo lo demás es igual a Aarón.
Atrevidamente tomé su mano, era fina y suave, pálida y fría. Las lágrimas picaron en mis ojos, sonreí inevitablemente mientras me inclinaba a besar el dorso de su mano.
—Te encontré, cariño, finalmente te encontré.
Bueno, esto es algo que claramente, veníamos venir.
Si comentan muchos "🔥" subo otro capítulo más tarde.
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