Alexander

Aprieto el teléfono entre mis manos, conteniendo la ira en mi interior, no podía explotar, necesito mantenerme sereno.

—Maldito Whittemore —refunfuña Luciano, se bebe el whisky de un solo golpe—. ¿Cómo pudo sacarla del país?, Esta era nuestra oportunidad.

—Lo sabía, es obvio —dijo Jesse, se pasó las manos por el cabello—. Le dimos vía libre, no debimos llevarla de esa forma, teníamos que ponerla de nuestra parte.

—¿De qué manera? —cuestiono, la mirada de mis hijos cae sobre mí—. La tiene en la palma de su mano, Annabella no lo dejará tan fácil.

—Necesitamos buscar otra manera, así no se pude, demonios —Luciano aprieta los dientes—. Debimos matarla desde un principio, y sacarle el dinero suficiente a Whittemore.

—No le veo el atractivo a esto —Jesse parece impasible—. ¿Por qué no la dejamos en paz?, Pídele el dinero a Dominic y ya, él hará lo posible por mantenerla a salvo.

—No, lo quiero muerto, quiero exprimirlo hasta que no tenga nada —espeto—. No descansaré hasta verlo en la mierda, hasta que se arrastre ante mí.

—¿Y Nóvikov? —pregunta—. Aún tenemos esa entrada.

—Él hará lo que sea por encontrarla, en su debido momento se la entregué y también le sacaré sus cuántos millones —Luciano sonríe.

—Nos estamos metiendo en terreno prohibido, papá —dice Jesse—. Dominic puede ser muy correcto, pero si se trata de Annabella, no durará en sacar sus garras.

—No me importa, Annabella es mi ficha ganadora, tengo una mina de oro en mis manos.

Un vistazo a la mente de Alexander Hamilton.

¿Qué les parece?