
Capítulo 33
Después de varios meses, había llorado, había gritado, había sentido rabia. Frustración. Creo que sentí todas las emociones que puedan existir. Poco a poco fui aceptando la situación y entendiendo de que tenía que seguir adelante.
Sin él.
Desde que se marchó por la puerta ese día, la única vez que lo volví a ver fue al día siguiente para presentarle mi carta de renuncia. Me mantuve fuerte cuando entré en su despacho y se la entregué. Hizo un intento de querer hablar, pero lo corté al instante recordándole mis palabras del día anterior. Y entonces permaneció en silencio todo el rato hasta que salí por la puerta y dejando definitivamente el contacto con él.
Ya han pasado seis meses desde ese día, y como le ordené, no ha vuelto a ponerse en contacto conmigo. Ni un mensaje. Ni una llamada. Nada de nada.
Recordar los momentos con él no dolían ya tanto cuando el pensamiento del engaño aparecía para advertirme que debía de dejar de pensar en esa persona.
Terminé la carrera, me gradúe y sufrí otros de los momentos más dolorosos de toda mi vida.
Mi abuela.
Murió hace casi un mes.
Después de graduarme, me mudé con ella a Milton después de recibir la llamada del doctor informándome que había empeorado. Todos estos meses no me he separado de ella hasta que esa noche falleció
Su partida me dejó un vacío inmenso en mi corazón. Su perdida fue un golpe devastador y su ausencia se siente como un agujero negro en mi vida. Aún sigo sin asimilar que ya no esté. Que no vaya a poder nunca más su rostro, su sonrisa, sus ojos llenos de bondad y oír su voz suave y reconfortante que me hacía sentir.
Desde que se fue, me siento perdida. En realidad, ya me sentía perdida antes cuando terminé con Liam. Pero ahora que ella no está, me siento aún más. Y ahora aquí estoy, delante de una pantalla del aeropuerto esperando a ver cuando sale mi puerta de embarque.
Y sí, me mudó a otro país.
Me voy a Londres.
Dejo mi vida aquí porque ahora mismo es lo que necesito. Aunque otra de las razones es por trabajo. Encontré una oferta en una empresa de Londres.
Ha sido difícil dejar atrás todo lo que conocía, pero siento que este cambio es necesario para reinventarme, para alejarme de los recuerdos que me atan y encontrar un nuevo comienzo. O más bien para volver a encontrarme a mí misma.
Mis amigos, aunque se pusieron tristes por mi ida, estaban contentos por mí. De la decisión que había tomado porque estaban de acuerdo de que era lo mejor. No tardaron mucho en ponerse a buscar vuelos para verme pronto porque no iban a dejarme sola así de esa manera. Vendrían todos juntos y eso es algo que agradezco de ellos. Han sido mi apoyo durante todo este tiempo de duelo y se queda corta la palabra gracias para ellos.
Mientras espero a bordar el avión, no puedo evitar sentir un pequeño nudo en el estómago. La voz por el altavoz anuncia que es hora de abordar mi vuelo. Respiro hondo, recojo mis cosas y me encamino hacia la puerta de embarque.
Estoy lista para empezar de nuevo.
Para enfrentar lo desconocido.
Para encontrar un camino.
Para olvidar.
Para sanar.
Y sobre todo para volver a encontrarme.
Londres, allá voy.
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