Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Segundo día parada enfrente del edificio. Ayer después de salir del despacho tras sus arrogantes palabras me dediqué a terminar todo lo que me faltaba por hacer tal y como me pidió el señor jefe y cuando acabé me fui directa a casa para descansar.

Hoy es miércoles y eso quiere decir que me toca un día duro porque cuando acabe de las prácticas tengo que trabajar de noche. No quiero ni pensarlo porque si no voy a deprimirme más de pensar en todas las horas que me quedan hasta que llegue a mi querida cama.

Por la mañana me la pase en la universidad. Comí en un sitio de comida rápida para no perder mucho el tiempo y ahora de nuevo me toca acatar las órdenes del frío magnate. Espero que hoy sea mejor que el día de ayer, aunque no confió mucho en que vaya a serlo.

Subí hasta la última planta y nada más pisar el pie en el despacho que me asignaron, Marie, la secretaría me informó que el jefe quería verme en su despacho. Estupendo... justo lo que yo quería. En fin, con mi cara de buen humor, dejé mis cosas encima del asiento y fui directa a ver lo que me esperaba esta tarde. Una vez más espero a que su voz me diga que puedo pasar y este me hace sentarme en la silla.

Nose cuantos minutos han pasado desde que he llegado, pero se están haciendo eternos. Esta sentado de lado y con sus dedos juega con uno de sus bolígrafos mientras me mira fijamente con su ceño fruncido.

¿Habré hecho algo mal? Pero si no me ha dado tiempo ni a sentarme hoy y ayer deje todo listo antes de irme. ¿Será por lo de ayer que aún sigue enfadado? No entiendo nada ¿Estará esperando a que yo hable primero? Mi pierna está empezando a moverse, más bien a temblar. Por favor, que hable ya. No puedo más con esta incomodidad.

-¿Le ocurre algo señorita Harvins? –al fin se rinde hablar.

-Eh... no... no, estoy bien –mierda mi voz ha temblado.

-¿Y por qué está inquieta? –su voz ronca pregunta señalando hacia mis piernas que no paran de temblar.

-No es nada –respondo tensa. Este se acomoda poniéndose derecho en su silla y apoya sus manos en la mesa. Su mirada es intensa, está tratando de intimidarme ¡Maldita sea! ¿Por qué hace eso?

-¿Le pongo nerviosa señorita Harvins? -¡¿qué?! Creo que acabo de sonrojarme. A ver si me estás mirando así obviamente que me voy a poner nerviosa pero no por algún motivo más. Bueno y por qué ayer no fuiste muy amable conmigo y no sé si vas a seguir siendo así de imbécil. Bueno nose, ¿por qué me hace esa pregunta?

-No –niego ante su pregunta intentado parecer convincente. Se queda unos segundos pensativo sin despegar su vista de mí.

-Mientes –afirma con seguridad.

-¿Qué? No... No estoy mintiendo –vuelvo a negar –Señor, ¿quería algo? Me ha llamado aquí por algún motivo –cambio de tema. No quiero seguir con eso porque va a conseguir que sí que me ponga nerviosa por completa.

-Aquí las preguntas las hago yo –la superioridad con la que ha pronunciado cada palabra hace que mi cuerpo se estremezca. Asiento como modo de respuesta. Prefiero ya ni hablar porque cada vez que abro la boca parece que no es la decisión correcta –Voy a estar ausente esta tarde. Tengo reuniones importantes. Por tanto, acabo de enviarle un correo a su ordenador con lo que tiene que hacer para hoy –me informa con seriedad –Lo quiero todo para hoy –esto último lo recalca en un tono más elevado como si fuera una advertencia.

-Entendido –son mis únicas palabras.

Encendí el ordenador para ver el correo que me había enviado y cuando mis ojos lo leyeron me quede un poco a cuadros. ¡Tenía que hacer prácticamente lo mismo que ayer, pero multiplicado por dos! ¡¿Enserio?! ¿Le he hecho yo algo a este señor? No se si me va a dar tiempo a terminar todo esto. Recuerdo la última frase que me dijo: Lo quiero todo para hoy. Estoy empezando a pensar que lo ha hecho como un castigo, una consecuencia por lo que paso ayer con su hermano.

<<¡Aggg creo que lo odio!>>

No voy a gastar tiempo en maldecir porque es algo inútil. Tengo que ponerme las pilas inmediatamente. Voy a demostrarle que puedo hacerlo y que si sus intenciones han sido esas no van a poder conmigo.

Estuve toda la tarde sin parar, ni me tomé el lujo de poder hacer un respiro ni tan siquiera un segundo. Son casi las nueve de la noche, hora a la que mi jornada termina. Una sonrisa sale de mi rostro porque he conseguido tener todo listo antes de marcharme.

-Adelante –su voz varonil escucho en la lejanía detrás de la puerta.

-Señor, ya he terminado con todo lo que me ordenó en el correo. Si no desea nada más, ya es mi hora de irme.

-¿Todo? –sus cejas se alzan en sorpresa como si no lo creyese. Sinceramente su expresión me ha divertido. Ver como le digo que no ha logrado lo que quería ha sido muy satisfactorio.

-Sí, todo –afirmo intentando que no se note la alegría en mi interior. Sus ojos claros e intensos se clavan en los míos.

-Puede marcharse –quito mi vista enseguida de él girándome y cuando estoy ya a punto de salir por el marco de la puerta su voz vuelve hablar –Señorita Harvins no se crea tan lista, el trabajo que le he mandado cualquiera de la gente que trabaja aquí puede hacerlo en menos tiempo que lo ha hecho usted –dicho eso cierro la puerta dando un pequeño portazo.

¿Se está burlando de mí? Ira, rabia, furia es lo que recorre mi cuerpo en estos momentos. Saca lo peor de mí este hombre. No lo soporto.

<<Bella, respira hondo y cálmate>> me digo a mi misma y eso hago. No puede afectarme tanto esto. Tienes que controlarte y dejar que no te importe lo que te diga.

Sin más, salgo del edificio después de recoger mis cosas y me dispongo afrontar la noche que me espera en mi trabajo.

Antes de mudarme a Atlanta me pasé días buscando por internet alguna oferta de trabajo hasta que finalmente encontré una. En el anuncio buscaban una camarera para un club. No había detalles asique como inocente que soy acepté, supuse que sería un pub o discoteca, pero lo que no esperaba fue la realidad del tipo de establecimiento. El sitio se llama Secret Black. Es un club de lo más exclusivo y privado donde hombres vienen a disfrutar los bailes de las chicas que trabajan para este sitio e incluso al final de la noche muchos de ellos pagan por tener algo más de intimidad con ellas.

Este es mi pequeño secreto que nadie sabe. Yo solo me dedico atender a los clientes las bebidas que desean tomar, solo me centro en servir y nada más. Sé que no es el lugar más adecuado, pero es lo que he podido encontrar, la verdad que pagan bastante bien y es por lo único que sigo aquí, solo por el dinero. La universidad, el alquiler del piso, comida y más gastos es demasiado dinero para todo y lo necesito.

Mi horario de trabajo es lunes, miércoles, viernes y todo el fin de semana. Es agotador. Apenas duermo por las noches, y ahora con las prácticas va a ser mucho más complicado de sobrellevar. Como cada noche, al llegar me pongo la ropa del trabajo y con la mayor de mis sonrisas atiendo a cada cliente que llega.

-Buenas noches, ¿qué desea? –pregunto a un hombre que acaba llegar a la barra. Es moreno, de ojos son marrones y probablemente tenga unos 35 años.

-La deseo a usted –otra vez no. No es la primera vez que llega alguien y me dice una cosa así. No soy una de ellas.

-Lo siento, solo soy camarera. Nada más –esto último lo recalco para que lo entienda -¿Qué quiere tomar? –vuelvo a preguntarle. Solo quiero darle su bebida y cumplir con mi trabajo.

-Pagaré lo que sea necesario –no quiero su dinero, quiero que me deje en paz.

-Querido, ella no está disponible. Allá tengo a mis chicas... -Lara, mi jefa aparece e intenta echarme un cable con este tipo.

-La quiero a ella –le interrumpe y aclara a mi jefa. Ni de coña. Que me deje en paz, por favor. Mi cuerpo está en tensión por la situación. El hombre me observa de arriba abajo y la sensación que me produce es de repugnancia.

-Le vuelvo a repetir que ella no está disponible. Si no quiere ningún servicio más, le pido amablemente que se marche –Lara le advierte.

-Está bien, me marcho –responde después de unos segundos pensando en la advertencia. Veo como se levanta y antes de irse me echa una mirada.

-Lo siento cariño.

-No es culpa tuya, gracias por ayudarme.

-Cualquier problema más, me avisas –me dice. Lara es muy amable y protectora conmigo. Me trata súper bien y por esa parte estoy agradecida.

El resto de noche no hubo más problemas. Todo transcurrió con normalidad y cuando dio las cuatro de la madrugada, me fui a cambiarme para irme por fin a casa.

Al salir del local, esperé como siempre a un taxi a que viniera a buscarme. No me gusta a estas horas andar sola por la calle asique siempre hago lo mismo. La calle esta solitaria, no hay ningún alma por ella y hace algo de frío.

<<Que venga ya por favor>> pienso. La verdad que me siento insegura y cierto miedo me invade al estar aquí sola.

-Hola preciosa –escucho detrás de mí una voz masculina haciéndome sobresaltar del susto a la vez que mis pelos se me ponen de punta. Al girarme reconocí a la persona que estaba de pie y eso hizo que mi cuerpo se tensará mientras que pánico empezó apoderarse de mí. Es el hombre de antes. -¿Puedo llevarte a casa?

-No, gracias –respondí. El hombre dio unos pasos para aproximarse más. Reaccioné al instante echándome para atrás alejándome, pero no funcionó ya que se acercaba más y más. Vi que sus intenciones no eran de dejarme en paz asiqué cuando intenté salir corriendo me agarró fuertemente de los brazos y tiró de mí hacia el callejón que estaba al lado.

-¡SUÉLTAME! ¡AYUDA! –grite, pero inmediatamente con una de sus manos me tapó la boca. Con todas mis fuerzas intente zafarme de él, pero era imposible. Tenía muchas más fuerzas que yo, pero aun así seguí luchando para que me soltará.

-¡Sshh! No grites preciosa...

Estaba horrorizada, asustada y lágrimas salían sin parar de mis ojos. Gritos salían de mi boca, pero no se podían escuchar. Nadie podía oírme. Nadie iba a venir a salvarme y eso hacía que estuviese aterrada. Mi cuerpo luchaba contra él y en un movimiento de oportunidad le di una patada por debajo de su abdomen que hizo que se retorciera de dolor y aunque no me soltó, hizo que su agarre aflojará y tuviera la ocasión de darle otro golpe y así poder liberarme. Cuando estaba a punto de dar el siguiente ataque, no pude hacerlo porque este me soltó un puñetazo en mi rostro.

-¡Maldita zorra! –me grita al herirme. El impacto del golpe me desestabilizó y caí al suelo. Oí unos gritos a lo lejos, estaba mareada y aturdida. Mientras me recuperaba vi como el hombre salía corriendo y unos pasos se acercaban a mí. Era el taxista. En ese momento mi cuerpo se empieza a relajar, siento un poco de alivio encima porque, aunque casi pasa una desgracia han podido llegar a tiempo, me han salvado y creo que he tenido suerte por esta vez.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro