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Capítulo 16

Podría escribir en un cuaderno la palabra estúpida tantas veces como sea necesario hasta que a mi cerebro se le quede bien grabado lo que estoy siendo en estos momentos. Desearía por un lado retroceder el tiempo tan solo cinco minutos para no dejar que mi boca pronuncie esas palabras, pero por otro lado si tengo que ser sincera no me arrepiento de ello.

En cierta parte es verdad.

Lo odio.

Odio cada actitud que ha tenido conmigo desde que entre en su empresa. Odio su forma de hablar como si tuviera todo el poder sobre el mundo. Odio que esa noche apareciese allí provocando después ese descontrol en mi vida. Odio su atrevimiento para alejar a su hermano de mí porque eso es lo que está haciendo. Parece como si estuviera celoso cosa que me parece absurda después de verlo hoy con esa mujer castaña. Pero creo que en el fondo lo que más odio ha sido descubrir que tengo algún tipo de sentimiento por él. Como dice Ana si no sintiese nada me hubiese dado igual y por desgracia no ha sido así.

Creo que estoy empezando a comprender la tan famosa frase que del amor al odio solo hay un paso. En mi caso del odio al amor. Igual no es amor la palabra exacta para referirse ya que aún no sé con certeza si es eso lo que siento y si lo es no puedo dejar que estos sentimientos vayan a más.

Tengo que pararlo como sea.

La expresión del hombre que tengo sentado enfrente de mí no me sorprende en absoluto. Es más, me preocupa bastante por el hecho de que acabo de decirle que lo odio a sus espaldas y se encuentra como siempre con esa expresividad de seriedad como si no le hubiese afectado. Por tanto, no me cuadra esta actitud en él ahora mismo. Esperaba que estuviese enfadado y entonces no sé si debería tener miedo o no de lo que pueda pasar.

-Con que me odias, ¿no? -es lo primero que suelta.

-No era mi intención...

-No era su intención decirlo, pero lo has hecho. Sabes señorita Harvins cuando alguien no quiere decir algo no lo hace.

Ahora el enojo es mío. ¡¿Por qué no me deja terminar cuando hablo?! Da por hecho lo que según él voy a decir. Como he dicho antes no me arrepiento de lo que he dicho en cierta parte lo que si me arrepiento es decirlo en el momento equivocado por haberlo escuchado. Asique eso es lo que voy hacerle saber.

-No era mi intención que lo escuchase es lo que quería decir.

-¿Y a todas las personas que odias también las besas?

Al momento mi cara toma otra expresión. ¿Cómo es capaz de hacer esa pregunta? Intento retomar la compostura. No voy a dejar que lo que sea que me diga me afecte y le haré saber que para mí eso fue insignificante.

-Usted me besó -le corrijo.

-Y usted se dejó.

Agg.

¡Maldita sea!

Esto sí que no me lo esperaba y hasta tengo que admitir y me de rabia hacerlo que en eso tenga razón. Me ha dejado tan callada que no tengo ni para seguir respondiendo.

-Si va a despedirme o castigarme o no sé qué es lo que tiene pensado, puede hacerlo ya.

Que me eche de las prácticas es una fantasía que no contemplo que se haga realidad a causa de la deuda que tengo pendiente con él. Por lo que descarto completamente esa opción.

¿Qué opciones me quedan?

Que me castigue entre todas las maneras que tiene de hacerlo de las cuales no se me ocurre ninguna idea.

-¿Despedirte? Eso es lo que desearías que hiciera, ¿no? -hace una breve pausa con la intención de ver si le contesto -Buen intento, pero no voy a darte ese placer. No entra en mis planes despedirte hasta que me debas todo mi dinero. Como tampoco contemplo la idea de castigarte.

-¿Entonces? Si no va hacer nada, ¿por qué me ha hecho venir?

-Levántate -me ordena.

Él también se levanta de su asiento para acercarse a mí.

-La he hecho venir para que le quede bien claro que me da igual tus sentimientos de odio por mí. Me da igual lo tanto que me odies. ¿Sabes por qué? -pregunta tan cerca de mi rostro que puedo sentir su aliento.

Mis ojos se clavan en los suyos y los suyos en los míos.

-¿Por qué?

-Porque sé al igual que tú también lo sabes, que odio no es precisamente lo que sientes.

Su voz junto con sus palabras hace que mi cuerpo se congele en el acto sin saber que decir ni cómo actuar. De repente la frase de Ana me llega como a modo de vía de escape.

<<No te enamores de ese hombre Bella. No te conviene. Hazte un favor ahora que estas a tiempo y aléjate de él>>

-Estás muy equivocado.

Tras decir esto doy vuelta atrás alejándome de él dando yo por finalizada esta conversación.




-Bella sigue atendiendo tú. Tengo que ocuparme de un cliente.

Dina me habla. Al decir que tiene que ocuparse de un cliente ya me da a entender que han pagado para estar un rato con ella. Los tiempos que me quedo sola no me hacen mucha gracia puesto que me siento menos segura ya que en algunas ocasiones ciertos hombres que vienen sueltan comentarios desagradables que no tienen respecto por nada y Dina se encarga de ellos al ser más dura sabiendo afrontar la situación y acaba pateándoles el culo.

-¿Puedes ponerme un trago?

Aparece un señor de aspecto algo mayor que juraría que llega a los 40 años de edad.

-¿De qué lo quiere?

-De lo que más te guste. Decídelo tú.

La forma en la que me mira me inquieta, pero decido no darle importancia y me dedico hacer lo que pide preparando lo último que me habían pedido anteriormente de tal manera que no me complico la vida con ello. Se lo ofrezco y este le da un sorbo.

-¿Te han dicho alguna vez lo hermosa que eres?

Oh no. Ya empezamos.

-Sí, cada hombre que pasa por aquí me lo dice.

-Te ves muy joven, ¿cuántos años tienes?

-Veintidós.

Me limito a contestar y después cojo un trapo para disimular que estoy limpiando. No quiero entablar más conversación de la cuenta.

-¿Y cómo una chica de tu edad está trabajando en este tipo de sitios? ¿No deberías estas estudiando en la Universidad?

Que le importa a este hombre lo que debería de estar o no haciendo en mi vida.

-Conseguir dinero.

Me limito a contestar otra vez.

-¿Necesitas dinero? Yo podría ayudarte.

Lo que me faltaba ahora. Una propuesta. No, no y mil veces no.

-Gracias, pero no.

-Podríamos hablar sobre ello a solas -pide.

-Te he dicho que no.

-Solo te estoy pidiendo hablar, nada más -insiste.

En ese momento Rick se manifiesta entre nosotros dos.

-¿Ocurre algo amigo? -le pregunta Rick.

-No nada, solo que estoy interesado en pasar un rato de charla, pero ella se niega.

-Lo siento amigo, Bella no hace ningún tipo de servicio.

-Bella... -susurra mi nombre el hombre.

-Ella solo sirve copas -prosigue Rick -A menos... que quiera aceptar alguna propuesta. Si se niega no hay nada más que hacer.

-Eso veo... aunque antes de irme quiero volver a preguntarle si está segura que no desea pasar un rato, hablar nada más -recalca -conmigo. Puedo ofrecerte 500 dólares.

¿500 dólares solo por estar un rato hablando? Eso es bastante dinero. Dinero el cual me hace falta.

Espera. ¿Puede ser posible que me esté replanteando su oferta?

Puede y tan solo puede que si que lo esté haciendo.

-Tú decides Bella, ¿aceptas?

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