😈¿Sorpresivo Final? ✔️ [Corregido]
Vivir es fácil,
lo difícil es vivir una vida
que te guste recordar.
A🌙 A
—Por favor, abrochen sus cinturones, aterrizaremos en unos minutos. —Hago lo que la azafata ordena, las manos me tiemblan, en unos minutos estaré sobre suelo italiano.
El mismo país donde Marcus camina, es más, la misma ciudad y todo.
Ian coge mi mano y es como si toda tormenta se disipara y solo somos él y yo. Le regreso la sonrisa y cierro los ojos cuando el avión empieza a aterrizar.
Florencia es tal cual, Marcus me contó un día, es puro arte.
Le he pedido a Ian que caminemos en vez de subir al auto que nos esperaba afuera, por dos razones: la primera, no tengo ganas de conocer a su familia aún, la verdad estoy aterrada. La segunda razón es el mismo auto que tenía Marcus cuando fue a España, ya olvidé cómo se llamaba, pero estoy segura que era el mismo modelo.
Caminamos por las calles tomados de la mano y me siento fuera de lugar, visto un simple jean azul claro y un abrigo negro, mientras que a mi alrededor las mujeres caminan con vestidos y abrigos largos, además de que van con tacones altos. Quiero verme así.
—¿Podemos comprar ropa nueva? —Ian me mira de pies a cabeza—. Quiero verme a la altura —confieso. Ian sonríe y besa mi mano.
—Preciosa, hasta recién levantada te ves a la altura, a veces creo que yo no estoy a tu altura. —Es un amor, quiero comérmelo y sin cubiertos. Me importa poco todo y separo nuestra distancia para besarlo intensamente. Siento que las cosas se salen de control cuando Ian, presiona mi trasero fuerte.
—Per Dio, rispetta che ci sono bambini. —Nos separamos entre risas.
—¿Qué dijo? —le pregunto aún riendo a Ian.
—Que respetáramos, que hay niños. —Abro los ojos avergonzada. Reímos y seguimos caminando.
Ian aceptó comprarme ropa y ahora tengo un lindo vestido veraniego, verde turquesa y tiene algunas rosas fucsias y rojas, además, tengo un abrigo color piel, es largo, muy largo, me siento tan sofisticada. Doy varias vueltas frente al espejo de la tienda de ropa.
—Viviría para comprarte ropa si con cada prenda, te verás mejor que con la anterior. —Me sonrojo, aún me sonrojo con sus halagos—. Ya podemos ir a conocer a mi familia, ¿qué dices? —Cojo aire, tiene razón, ya llevamos mucho rato caminando desde que llegamos.
—Está bien. Vamos. —Acepto resignada. Ian sonríe feliz y pide un taxi, subimos en él y en todo el camino me imagino los escenarios posibles de cómo serán sus padres, si sus abuelos aún viven, si tiene tíos, sobrinos, hermanos. Son miles de escenarios posibles y yo aquí, comiéndome las uñas sin saber cuál será realmente el que me espera al llegar.
El auto estaciona frente a una enorme y anticuada casa, si es que se le puede decir así, desde afuera tiene pinta de museo, un hermoso y grande museo.
Ian le cancela al conductor y bajamos del taxi. ¿Recuerdan que hace días cuando Ian me pidió matrimonio, mi corazón latía a un ritmo alarmante? Pues, ahora es descomunal, se me saldrá en cualquier momento, estoy segura.
Ian besa nuestras manos unidas antes de mover uno de esos timbres de puertas que se utilizaban antes, ¿alguna idea? En realidad es la primera vez que veo algo así.
Una mujer rellenita sale acomodando su cabello. Una enorme sonrisa es plantada en su cara cuando posa su mirada en Ian, este también le sonríe y de pronto se unen en un fuerte abrazo.
—Oh mio Alda, mi sei mancato cosi tanto. —Ian la estrecha tan fuerte que creo que la aplastará.
—E io a te. —Y aquí estoy yo, viendo como ellos hablan en italiano y yo ni una mínima idea de lo que dicen, soy patética.
—Lo siento, Alda, te presento a mi prometida: Rose. —Ian por fin me presenta y la mujer se lleva las manos a la boca al verme. ¿Por qué? NPI.
—¡Oh, cariño! Es hermosa, pasen adelante. —La mujer se hace a un lado y nos deja entrar.
—¿Ya llegaron nuestras maletas? —le pregunta Ian a la mujer, yo me dedico a observar la casa, es toda de color crema con varios detalles artesanales antiguos en colores azul pastel y dorado.
Es muy delicado todo, hay varias fotografías que no alcanzo a ver porque Ian, llega hasta mí, halandome hasta lo que parece ser la cocina. Alda está preparando algo de espalda a nosotros y no para de hablar cosas en italiano.
—Tu padre dijo que volvería para la cena, está en una junta con tus tíos. —Eso sí lo entendí gracias a que lo dijo en español. Ian asiente y nos excusa para subir a nuestra habitación.
La habitación es muy sencilla, una cama matrimonial ocupa el centro de la habitación, a los lados tiene una mesa de noche con una lámpara, del lado derecho está un escritorio junto a una pequeña librería que está llena de libros.
—No pensé que leyeras. —Ian me mira, pero no sonríe.
—Solía hacerlo antes de la muerte de mi madre. —Por algún motivo me detengo en seco, no sabía eso. Jamás me contó eso.
—A veces creo que no te conozco en lo absoluto —comento con sinceridad.
—Preciosa, ¿qué quieres saber? —Las preguntas se amontonan en mi mente, una detrás de otra.
—Pues, todo —lo resumo al no saber qué preguntar primero.
—Bien, te responderé todo después de ducharme. —Ian besa mi frente y entra por una puerta que supongo da al baño.
Yo no pienso ducharme ahora, no quiero cambiarme, quiero conocer a su familia estando bonita. Me desespero después de recorrer la habitación y aburrirme, por lo que salgo en busca de Alda, para no sé, charlar, supongo.
Al bajar las escaleras me encuentro de frente con la pared con fotografías, me detengo a observarlas, el corazón se me detiene al ver una fotografía de Marcus junto a una mujer y un niño. Se ve más joven, pero estoy seguro que es él, lo reconocería hasta en la luna.
La puerta principal se abre y entra la última persona que no esperaba encontrarme acá. Marcus me mira tan perplejo y confundido como yo.
—Rose. —Tenía tanto tiempo sin escuchar su voz, que parpadeo varias veces.
—Marcus. —Él parece estar en el mismo estado de shock que yo. No nos movemos, no decimos nada y empiezo a dudar de que respiremos.
—Veo que ya se conocieron. —Ian baja las escaleras sonriente, se para a mi lado, cogiendo mi mano, Marcus dirige su vista hacia nuestra unión. Yo sigo paralizada.
—Sí, de hecho ya nos conocimos, es bueno verla de nuevo, señorita Rose. —Marcus es quien habla. ¡Dios, juro que en este momento no sé qué decir o qué pensar!—. Trabajaba en el hotel donde solía quedarme cuando viajaba a España. —Marcus sigue dando explicaciones y yo no sé como pedirle que se detenga.
—Necesitamos hablar. —Es lo único que le digo a Ian y lo halo escaleras arriba hasta su habitación.
—¿Qué sucede? —Ian pregunta y yo no sé cómo explicarle que su padre era ese amor que le conté, que me rompió el corazón y se llevó mi virginidad con él. ¿Cómo se cuenta eso?
—Tu padre, Marcus, es... —Me callo, necesito pensar bien qué decir y cómo decirlo—. Marcus es el hombre que te conté que tuvo una relación conmigo y luego de la nada me abandonó —digo todo tan rápido que me quedo sin aliento. Ian no parece sorprendido o molesto—. ¿No dirás nada? —Su tranquilidad me empieza a molestar.
—Ya lo sabía. —Abro los ojos confundida.
—¿Qué? —Ian camina hasta la cama y toma asiento en ella, palmea su costado para que me acerque, pero no lo hago.
—Ya lo sabía, Rose. Por eso viajé a España, para conocer a la mujer que estaba haciendo que mi padre descuidara todo acá, cuando te vi supe que eras tú. No estaba muy seguro, hasta que me contaste toda la historia y ahí lo comprobé. —Escucho y no lo creo, no puedo creerlo.
—¿Todo este tiempo supiste que tuve una relación con tu padre y aún así seguiste conmigo? —No lo entiendo, la verdad no lo hago.
—Sí, reconozco que al principio no pensaba enamorarme de ti, solo quizás seducirte y ver que tan buena eras para que mi padre se fijara en ti, pero todo eso se fue al caño cuando te conocí y me enamo... —No lo dejo terminar y atravieso su rostro con una fuerte bofetada.
—¿Querías ver que tan buena era en qué, Ian? ¿En la cama? ¿Qué de todo lo que me has dicho es verdad? ¿De verdad te llamas Ian? ¿Por qué dijiste que tu apellido era Bianchi cuando claramente es Lombardi? —Ian sonríe melancólico.
—Recuerdas su apellido, mi apellido —se corrige, ignoro su melancolía, todo este tiempo me ha estado mintiendo y yo como una estúpida caí.
—No me vengas con eso. ¡Respóndeme, maldita sea! —Odio decir grosería y alzar la voz, pero estoy realmente furiosa. Decepcionada.
—Me llamo Ian Alessandro Lombardi Bianchi. No mentí en eso, Bianchi es el apellido de mi madre, no podía dar el de mi padre. ¿Me hubieras dejado amarte si lo supieras? —No pienso dos veces mi respuesta.
—Por supuesto que no, eres el hijo del primer hombre que me tocó, Ian. ¿Sabes lo repugnante y sucia que me siento ahora? —Ian se levanta e intenta acercarse a mí, pero lo alejo—. No te acerques, no me toques. —Las lágrimas no tardan en aparecer y mi rostro es bañado completamente.
—Lo siento, preciosa. No quería lastimarte. De verdad no pensé que te amaría como ahora lo hago. —Mientras Ian sigue hablando, yo solo sigo pensando en que me acosté con el papá y con el hijo.
¡Ay, por Dios! ¿Qué clase de monstruo soy?
Salgo de la habitación y bajo las escaleras corriendo, me encuentro con Marcus de frente, pero no puedo verlo la cara, solo sigo corriendo hasta que salgo de la casa y no me detengo, no me detengo hasta llegar a una plaza y quedar ahí mojándome con la lluvia, porque claro, en estos momentos, el cielo siempre llora con uno.
Un abrigo cubre mi cuerpo y cuando levanto la vista, los característicos ojos azules de Marcus, me miran con ¿lástima?, ¿compasión? No lo sé, pero no me gusta esa mirada.
—Todo estará bien —asegura, pero yo no estoy segura de eso.
Fin.
Corregido: 17/04/21
Mis amores, llegó el final de la historia. Quizás no sea como esperaban, pero era como debía ser.
A🌙 A
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