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9. Te envié algo, Kookie





Cuando la puerta principal se abre, Tae me recibe con un puchero en los labios, los ojos hinchados, rojizos y llenos de lágrimas, además de una botella de vodka bajo su brazo. Su padre no se ve por ningún lado, así que mientras avanzamos por el pasillo y subimos las escaleras en puntillas, él se empina la botella dramáticamente para tomar unos cuantos sorbos.

Tardo más de una hora en hacer que Tae deje de creer que el coma etílico es la solución, que suelte la botella de vodka y me explique qué fue lo que sucedió. Cuando finalmente lo hace y me cuenta en detalle lo que pasó con JiMin, su reacción y ruptura no me pueden parecer más tontas y absurdas, aun así, estoy aquí para escucharlo como su amigo y no para juzgar sus decisiones.

Según Tae, JiMin actuó extraño durante toda la cita, como si necesitasen hablar de algo importante y no se atreviera, pero cuando él lo obligó a que le explicara que sucedía, JiMin admitió que YuNa, una chica que lo persigue desde que entramos a secundaria, lo acorraló en el salón de música y lo besó.

JiMin le dijo que se había resistido, que le había dicho a ella que no estaba interesado y que amaba a Tae, pero que la chica actuaba como loca y lo había besado unos segundos antes de que él pudiese sacársela de encima. Sin embargo, para Tae eso no fue suficiente y pensó que JiMin no había querido apártala. Así que lo que se supone iba a ser una romántica y sexy velada, terminó con ambos con el corazón roto.

Sinceramente creo que Tae exagera, especialmente porque JiMin no se lo ocultó y le dijo la verdad, pero él insiste con que le fue infiel y que por eso lo odia profundamente. Así que yo intento consolarlo a pesar de sentirme muy abrumado con su llanto y el peso de ocultar este tremendo secreto.

Por un momento pienso en contarle todo, pero Tae se ve tan destruido que lo último que necesita ahora es saber que he estado follando a escondidas con su padre.

La noche se me hace eterna escuchando sus sollozos y regañando a mi consciencia por desear que se duerma pronto para así poder colarme silenciosamente en la cama de su padre y retomar lo que dejamos pendiente, pero eso no sucede y al final ambos nos quedamos dormidos.

Cuando faltan tres días para el bendito baile, yo me encuentro contando hasta cien antes de estrangular ya sea a mi mejor amigo o a JiMin. Desde que ellos terminaron he recibido más atención de la que nunca me han dado en mis dieciocho años. Tae está todo el día a mi lado, preguntándome por todo lo que hace JiMin, diciendo lo mucho que lo odia, llorando porque aún lo ama, quejándose porque debe ir solo al baile o amenazando con que ira con cualquier otro chico solo para fastidiarlo.

Por otro lado, está JiMin que es casi tan desesperante como su ex novio y se la pasa todo el día llamándome, preguntándome por Tae, queriendo saber si pregunta por él, si lo extraña, si llora o rogándome para que convenza a Tae de que vuelva con él.

Con todo ese drama romántico junto con el examen de ingreso a la universidad encima, el tiempo que tengo para hablar con el señor Kim es poco y se reduce a un par de conversaciones breves minutos antes de dormir, pero hoy, un día antes del baile logro encerrarme en mi habitación para hablar con él de manera más íntima y privada.

¿Dónde estás ahora? —pregunta el Sr. Kim. Su voz en mi oído se escucha aterciopelada y cargada de lujuria.

—En mi cama.

¿Qué tienes puesto, Kookie? —pide saber.

Sus preguntas suenan como el típico cliché de línea erótica que muestran en las películas, pero no me importa. Me excita la idea de que él quiera saber esos detalles para imaginarme y calentarse.

—Un pantaloncito corto —digo en un suspiro.

Me acurruco bajo las sábanas, deslizando la mano en el interior del pantalón para acariciar mi polla con lentitud. Un suave gemido escapa de mi boca, imaginándome al Sr. Kim tocándome de esa misma manera.

¿Solo eso? —pregunta. Su voz ahora es baja, áspera y caliente, jugueteando con mi necesidad.

—Nada más...

Maldición... te necesito en mi cama —gruñe—. Te necesito ahora mismo.

Se escucha ansioso y el gruñido necesitado que deja escapar, hace que las caricias en mi miembro se vuelvan más intensa. Jadeo, mientras él me escucha en silencio.

Cariño, cierra los ojos —pide con dulzura—. Quiero que imagines que estoy contigo, bebé.

—¿Qué me harías?

Sabes que me encanta como me la chupas; tan caliente y cuidadoso, pero esta vez quiero que subas sobre mí, te montes en mi pecho y dejes caer tu polla justo sobre mi boca.

—Sr. Kim... —susurro, sintiendo como mi pene se hincha entre mis dedos—. ¿Y tu polla? Esta... —un jadeo profundo detiene mis palabras—. Yo también quiero probarla.

Puedes hacerlo... puedes chupar todo lo que quieras con esa linda boquita.

¡Santa mierda!

Con esas pocas palabras el Sr. Kim termina de encender el fuego. Mi mano comienza a bombear con fuerza y rapidez a medida que mi carne se pone más tensa, caliente y mi respiración se vuelve pesada.

Si estuvieras aquí, te comería —susurra—. Tomaría tus muslos, te acercaría a mi boca, lamería tu polla humedeciéndola con mi lengua y con mi boca la succionaría lentamente —dice y puedo sentir el deseo y la excitación en su voz; profunda, baja, casi jadeante.

El Sr. Kim me está volviendo loco.

Tócate —ordena—. Hazlo despacio, presiona suave y después con fuerza... Así como yo lo haría.

—Oh, Sr. Kim... se siente tan bien —jadeo—. Quiero acabar en tu boca, no dejo de pensar en eso.

Kookie, estás haciendo que me ponga muy duro —dice, mientras de mi boca solo escapan gemidos pensando en que es su mano y boca las que me dan este placer e imagino que él también está ahora acariciando su dura y gruesa polla pensando en mí.

Durante minutos ninguno dice palabra. Yo no dejo de gemir bajito y desde el otro lado solo se siente su respiración pesada y algo similar a un Clic.

Mordiendo mi labio, reviso el teléfono, esperando no haber cortado la llamada con alguno de mis movimientos erráticos.

Te envié algo, Kookie —dice de repente.

El aviso de un mensaje suena y cuando lo reviso es una imagen. Mis ojos se abren exageradamente y reprimo un gemido que sube por mi garganta, mientras mi pene se siente a punto de explotar.

Es la jugosa polla de SeokJin; dura, venosa y suplicando atención. Rogando por hundirse en mi interior y ser atrapado entre mis paredes. Siento en mis testículos el peso del orgasmo acercarse cada vez más, mientras bombeo rápido y fuerte, imaginando que es Jin, comiéndome duro y rápido.

—Quiero tu polla dentro de mí, Jin —balbuceo—. No sé cómo logras empujarlo en mi ano, pero cuando lo haces se siente tan rico...

Esas palabras me hacen sentir como un descarado, pero salen jadeantes de mi boca, mientras escucho su respiración pesada y mi mano juega en el interior del pantaloncito. Saber que él desea lo mismo que yo me da el valor para decir todo lo que pienso, además de contarle todas las travesuras que he imaginado teniéndolo a él como protagonista.

Es tan delicioso —jadea con la voz entrecortada—. No tienes idea de lo apretado que estás y lo duro que eso me pone.

Mis paredes internas parecen contraerse cuando recuerdo sus dedos dilatándome y su polla entrando en mí, presionándome contra el colchón mientras me besa húmedo y profundo. El problema es que esas imágenes me hacen sentir mucho más desesperado, ansiando sentir sus embestidas, su boca y manos por todas partes explorando mi cuerpo a medida que me llena de placer y semen.

—Voy a acabar —le aviso en un gemido.

El orgasmo comienza a subir desde la punta de los pies, envolviendo mis piernas y generando calambres por todos los rincones. El teléfono permanece en altavoz, mientras observo la fotografía de su dantesca polla; caliente y deliciosa, siempre brillando antes de entrar en mí para luego golpearme con fuerza, haciéndome temblar de placer y suplicar por más.

Te gusta tener mi pene dentro de ti... follándote duro, haciéndote suspirar por más... —gruñe él, mezclándose con mis gemidos—. Te encanta cuando te follo, ¿verdad, Kookie?

Sus palabras se convierten en el combustible final de mi orgasmo, consumiéndome por completo en el fuego, apagando todos mis sentidos, dificultando mi respiración y empujándome al borde del éxtasis.

—¡Ah, mierda! —chillo cuando el orgasmo me golpea. Mi cuerpo se pone tieso, mis piernas se retuercen, los dedos de los pies se crispan y mi pene se relaja lentamente inundándome de sensaciones placenteras y de semen caliente.

Kookie... —gime y los ruidos que escapan desde el teléfono me dicen que él también está terminando.

Un minuto después, un gruñido profundo se escucha desde el otro lado y luego ambos nos quedamos en silencio recuperando el aliento, los sentidos y limpiando el desastre que hay en ambos cuerpos.

¿Kookie? —llama. Su voz suena sin aliento.

—Hola... —respondo en un susurro. Sintiéndome absurdamente tímido después de nuestra primera travesura telefónica.

Él se ríe suave en respuesta y la imagen del Señor Kim tendido sobre la cama desnudo, sudoroso y con la gruesa polla descansando agotada contra su muslo se implanta en mi mente de manera perversa. Una nueva ola de calor me envuelve tensando mi miembro, pero tan rápido como sucede recuerdo que Jin regresara el martes y falta mucho para volver a verlo.

Entonces... —comienza, pero se detiene abruptamente y después de un largo silencio dice—: El baile es mañana, ¿ya decidiste con quién irás?

Pensé que había quedado claro que no había aceptado la invitación de nadie y que iría solo, pero parece no creerme del todo y la verdad es que me agrada pensar que siente un poquito de celos.

—En realidad, te hice caso y tengo una cita —respondo sonando serio y muy seguro.

Desde el otro lado se escucha un "ajá" breve, seco, cortante, casi sin aliento e inevitablemente me siento estúpido por querer hacerle una broma que puede malinterpretar.

—Es con Tae —aclaro con rapidez—. Ahora que está soltero, iremos juntos. Ha estado muy triste estos días, así que espero que se anime con eso. Incluso compramos máscaras y disfraces

Si... Tae me comentó que era de disfraces o algo así —dice y su voz suena menos tensa y cortante que antes.

—Es un baile de máscaras, inspirado en el carnaval de Venecia —le cuento—. Me gustaría que fueras... sería divertido.

Si lo sería —susurra en seco—. Pero sabes que no puedo.

—Si entiendo.

Suspiro profundo, sintiéndome otra vez como esos tontos adolescentes que se ilusionan con romances imposibles.

—Supongo que Tae te enviará fotografías de ambos disfrazados. Te reirás mucho, Tae eligió el más escandaloso de todos.

Estaré esperando tu fotografía, Kookie —susurra con ternura.

Diez minutos después la llamada finaliza y yo me quedo dormido deseando con todas mis fuerzas que pasen rápido los días para que sea martes por la noche y pueda ver al padre de mi amigo. Incluso tengo pensado faltar a clases al día siguiente. Quiero permanecer despierto toda la noche del martes recuperando el tiempo perdido y verlo despertar a mi lado, así que no dejaré pasar esta oportunidad solo porque debo estudiar para ese bendito examen de ingreso a la universidad. 




¡Aviso!

A esta historia porno sin trama (ni drama) solo le quedan dos capítulos. 


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