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XI.


El lunes llegó en un abrir y cerrar de ojos y para cuando pude procesarlo todo ya estaba detrás de mi escritorio como si nada hubiese pasado.

El problema es que si había pasado algo, lo había pasado todo.

Al menos para mí y para el Hamilton.

Y la primera en recordármelo fue Camila.

—¿Y cómo te pidió que volvieras?

—¿De qué hablas mujer? —dije entre sonrisas forzadas.

—Corta el drama y escúpelo ya.

Después de una media hora de plática "forzada" de chicas, Camila me había hecho soltar la sopa, claro, no de manera literal, solo es una expresión.

—¿De verdad te llevo flores? —dijo la chica con la mirada un poco pensativa, movió un poco sus labios en una sonrisa torcida y luego siguió mirándome y esperando atenta por mi respuesta.

—Sí.

Ni yo misma lo creía, y eso que estaba ahí cuando pasó, y ahora menos después de lo que Camila me decía a continuación.

—¿Qué pasa? —pregunté un poco asustada.

—Es que nunca en mi vida le he visto hacer eso, ni siquiera a su madre o a su hermana.

—¿El Señor Hamilton tiene una hermana?

Estaba tomando agua y eso me hizo soltarla toda de una vez sobre mi mostrador.

Camila se río y luego puso una mueca falsa de asco.

—¡Hey asco!, acaban de venir a limpiar tonta.

—Lo sé, lo siento, es que no sabía eso. Me ha tomado totalmente por sorpresa.

Y aunque parezca que no, es cierto.

Yo no lo sabía.

Aunque para mí eso no afecta en nada a mi objetivo, quizás lo dificulte o haga que tarde más tiempo en conseguirlo, pero el resultado será el mismo, se los aseguro.

—¿Qué? —pregunta Camila.

—Qué Dante tenía una hermana.

Esta era la primera vez que le decía por su nombre en frente de otra persona, al menos viva, cuando visitaba a Ness a menudo le decía cosas de él, y por si acaso ella no sabía de quién hablaba le llamaba por Dante.

—Con qué ya hasta lo llamas por su nombre de pila, ¿he?

—No sé qué estás hablando. Seguro se me habrá salido, pero no te preocupes que no volverá a pasar. —Dije. Trate de que la chica viera lo que quería que viera. Nada más que eso.

Necesitaba poner la carnada para ella, para que estuviera siempre donde debía, dijera lo que hay que decir, para que hiciera lo que hay que hacer.

Quería no verla como un peón más en el juego, pero aunque su mirada traviesa y su gran intelecto ayudaban a su causa y empeoraban la mía, luego buscaba la propia motivación dentro de mí y estaba de nuevo donde debía.

Solo pensaba en Ness y todo estaba bien de nuevo.

Pero a veces pensar en ella hacía que todo doliera, los recuerdos, las primeras veces, los planes y las travesuras que dos almas gemelas como nosotras logramos compartir, por ella es que nunca jamás tendría esa clase de conexión con otra persona.

Nunca podría tener una amistad de ese tipo con nadie más.

Cuando le das tu corazón por completo a una persona y la vida te la arrebata no hay vuelta atrás, se llevará tu corazón en la tormenta de la muerte con ella.

—Quizás tú no, pero yo sí. De igual manera me alegra que ese cabezota haya hecho lo que le dijimos que era justo y necesario, además él mismo se pudo dar cuenta de que este lugar se caía a pedazos sin ti. —Dijo la chica aun sonriéndome.

—¿De verdad se caía a pedazos sin mí? ¿O tú se lo dijiste?

—Quisiera decir que eso fue obra mía, pero no, lo único de lo que puedo reconocer que es mi culpa es de haberle dado de cachetadas en cuanto te fuiste para que fuera a disculparse y no volviera hasta que te tuviéramos de regreso.

Camila sonrió y ahí supe que no mentía, realmente este lugar si se caía a pedazos sin mí. Tengo que admitir que era bonito sentirse amada, y necesitada, como nunca en mi vida lo había sido.

—Oye cabezota, hablando de otras cosas más amables, el sábado será el cumpleaños de Marcial y me ha pedido que te invité a casa para celebrarlo.

—De verdad quieren que vaya, ¿aún a pesar del numerito de tu amigo?

—Por supuesto, además no fue tu culpa nada de eso. Si no me crees, pregúntale a él.

Será que ellos son mis amigos, ¿de verdad?

¿Será...?

Sería increíble hacer amigos ahora y cuando la bomba estalle que se quedarán de mi lado.

Así Aura y yo no estaríamos solas, más.

—¿Y él ira? —pregunté con cautela.

—No sé, no lo creo, nunca va a lugares donde la gente se divierta. —Dijo la chica riéndose incontrolablemente. Yo también me reí, pero no porque estuviera de acuerdo, sino porque no quería que se descubriera, que debajo de todas estas capas sentía pena por él.

—Y puedes llevar a Aura, sé que no tienes con quien dejarla.

De acuerdo. Eso no es del todo cierto, solo que ella no lo sabía.

Y no tendría por qué saberlo, porque mientras más indefensa te ve la gente más quiere ayudarte para que dejes de serlo.

Es el complejo de súper héroe, pasa más con los hombres pero aun así las mujeres no están exentas de ello.

Las personas siempre quieren salvar al prójimo, aun si ese prójimo cree que no lo necesita o no lo quiere.

Y es a ese sentido de ayuda al que quería apelar con ella y Marcial de ahora en adelante, porque los necesitaba de mi lado aún si no quería admitirlo y aunque no fuera así, la ayuda nunca está de más.

—¿Segura? —pregunté mostrando interés.

—Sí, no te preocupes, habrá más niños con quién ella juegue, es una reunión familiar e informal, será en la parte de la piscina.

—¿Ustedes tiene una piscina en su casa? —dije sin poder creérmelo.

La chica siguió sonriendo.

—A qué eso es genial, ¿no?

Muy genial.

Demasiado bueno para ser verdad. Yo nunca encajaría aquí, ni con ellos, ni con nadie. Mucho menos Aura.

Pero por el bien de la misión tendríamos que hacer parecer como si fuera así.

—Bien, solo tengo un problema.

—¿Cuál?

—No tengo traje de baño.

—Eso se puede solucionar yendo de compras amiga.


***


Esta es la cosa con las enfermedades, nunca se sabes cuándo pasarán. O al menos es así con la mayoría de ellas. Desafortunadamente con Ness no fue así, ella siempre supo cómo sería su final pero no cuando.

Aun así cuando supo que está embarazada, todo se aclaró para ella.

Nunca dudo de que eso fuera lo correcto.

Por eso es que la admiraba tanto, por su determinación. Aún recuerdo cuando llegó con sus ojos llenos de chispas de felicidad hacia mí para decirme que estaba embarazada.

Casi se me salen los ojos de mis órbitas al decírmelo. No quería perderla y el miedo se me notaba en cada poro mientras su barriga, mes a mes se iba hinchando.

Recuerdo cuando compró la primera prenda del bebé, era un vestido morado con unos pequeños, muy pequeños bolsillos en forma de Catarina de color verde claro. Tenía sólo unas pocas semanas de gestación pero ella ya sabía el sexo del bebé, esto porque ella se conocía demasiado bien.

Recuerdo el primer ultrasonido, su primera prenda de maternidad y esos ridículos pantalones con el elástico al frente.

Recuerdo como se le iluminaba el rostro cada que buscaba opciones de nombres de bebés.

Y recuerdo su cara de felicidad cuando le confirmaron que era una nena.

Durante todo este proceso yo rezaba y le pedía a Dios, estuviera donde estuviera que no se llevará a mi amiga, que me la dejará en la tierra, quizás era egoísta pedirlo, pero no podía evitar estar asustada por ella.

Hoy como cada día catorce estoy al pie de su tumba para pedirle fuerza con mis planes.

Cuando Ness se fue yo supe que tenía que vengarla de algún tipo, que no podía dejar que personas como los Hamilton se quedarán con toda la vida y la gloria arreglada, como si nada hubiese pasado.

Personas como ellos, eran repugnantes para mí y para Ness, siempre supimos ver hasta el alma, desde la médula hasta su conciencia, por eso nunca pude entender que vio ella en Dante Hamilton.

Como es que lograba siempre sacar diez en la escuela, como es que el hombre tenía todo lo que quería solo con decirlo, como es que parecía tan feliz al quitarle las oportunidades a las otras personas de su alrededor.

La primera vez que yo me topé con él, fue en una fiesta de preparatoria.

Ness no fue conmigo, no porque no quisiera, sino porque la chica era en extremo dedicada siempre a los estudios y tenía examen al día siguiente, por lo que no quería reprobar de nuevo.

Ness nunca fue muy buena para los estudios, por lo que tenía que esforzarse mucho, tenía que estudiar aún más que los demás, tomando clases extras con tutores para pasar las materias más difíciles.

Por mi parte, eso nunca jamás me había ocurrido, a veces Aura se parecía tanto a ella en eso, hasta hacia las mismas muecas cuando no entendía un tema de la escuela.

Igual que ella.

Y era en esos gestos cuando la extrañaba aún más.

En fin, que puedo decir de aquel primer encuentro.

Quizás, que no fue como en las películas, no, para nada.

No, él no me miró de un extremo de la habitación al otro y pensó que yo era la chica más bella que jamás había visto, él no me pidió mi teléfono al final de la noche.

Él jamás me miró, él jamás pensó que yo era la chica.

La elegida, pero unos años después en otra fiesta en lo mejor de lo mejor de la ciudad, si lo pensó de Ness.

Y ahora por su culpa.

Ella ya no estaba.

Y por eso le haría pagar con todo lo que tenía.

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