Capítulo 9.

—Quieres callarte de una maldita vez —Pidió Jos enojado ante la mujer que no dejaba de gritarle lo poco hombre que era.

Venia alcoholizada, demasiado, Jos la tomo del brazo cuando intento entrar a la casa.

—No vuelvas a venir aquí, no te atrevas a intimidar a mi esposa porque me conocerás Matina. —Dijo seriamente mientras la empujaba hacia atrás para que se alejara de la entrada.

—Explícame, quiero que me expliques por que la quieres a tú lado, ella no es una mujer para ti. —Dijo Matina y Jos la miro con desdén.

—¿Cómo explicarte algo que ni tú vas a entender bien? —Matina lo miro con los ojos llorosos y sorbio de su nariz.

—Sáquenla de mi casa y pidan aun guardia custodiar el portón, nadie puede cruzar sin mi permiso. —Ordeno y entro a la casa ignorando los gritos de la chica afuera.

Se encamino a la cocina y encontró a la escolta de su esposa custodiarla, los hombres se retiraron a sus lugares y Jos se acercó a ella rápidamente para abrazarla.

Ahí en ese momento, teniendo al mundo entre sus brazos entendió por qué la había querido en secreto tanto tiempo, porque Alaska sacudía su mundo, lo hacia sentir vivo, por con una sola sonrisa hacia que las palabras sobraran.