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Capítulo 3.

Capítulo 3.

El reloj avanzaba, la luz del sol se ocultaba entre el bosque y el frio comenzaba a empeorar, miro el fuego de la chimenea y este ardía, las llamas se reflejaban en sus lentes, giro su rostro a la puerta del despacho de su esposo, Jos entraba con paso firme y con la cara llena de seriedad, inmediatamente ella bajo la cabeza a su libro y se coloco de pie tomando sus cosas entre sus manos.

—No salgas, necesitamos hablar. —Ordeno su esposo y ella asintió mientras tomaba asiento nuevamente pero ahora frente al escritorio y su esposo donde ella se encontraba antes.

Los guardias salieron en cuanto Jos se los ordeno, Alaska miro al azabache, su cabello ligeramente desordenado, labias en su camisa blanca y la corbata ligeramente desacomodada.

—Me hablaron de la dirección de tu Universidad, hace un rato hablamos Alaska, jamás podrás irte de mi lado. —Demando y ella asintió.

—Lo sé, lo tengo claro. —Informo y Jos le aventó a la cara dos sobres.

Alaska los tomo temblando y miro la aprobación escolar para poder a hacer un intercambio a Inglaterra por lo menos un semestre de aprovechamiento, su estomago se contrajo y el vómito amenazaba con salir de su boca.

—Yo no me postule para nada, esto debe de ser un error. —Susurro y releyó dos veces el papel.

—Mañana iré a la Universidad, si descubro algo, algún movimiento y declárate, muerta Alaska. —Dijo su esposo y la tomo del brazo bruscamente.

La chica se libero del agarre y tomo sus cosas para salir casi corriendo del despacho, subió las escaleras corriendo y entro a su recamara, aventó sus libros y libretas a la cama, tomo nuevamente aquellos sobres y comenzó a leer repetidas veces, debía de actuar normal o Jos se daría cuenta de ello, miro las cámaras disimuladamente y dejo las hojas sobre su escritorio, entro al baño y corrió detrás de la taza, palmeo esta en un hueco que tiene debajo del deposito de agua y encontró el teléfono que África le había dado en la mañana, suspiro largamente y se enderezo rápidamente, lavo sus manos nerviosa y salió del baño.

Jos entro a la recamara notando que su esposa daba vueltas con el libro en la mano mientras repetía bajito algunas cosas de este, ignorando la presencia de su esposa entro al baño para tomar una ducha, mientras Alaska corría fuera de la recamara y dándole el pretexto a los guardias de que iría por algo de cenar, estos la escoltaron por las escaleras hasta la entrada de la cocina, Alaska entro y la cocinera se colocó a su disposición.

—Solo quiero algo ligero, un poco de fruta picada y un licuado de fresa tal vez. —Las mujeres asintieron y pusieron manos a la obra.

Alaska miro el ventanal de la cocina y noto la nieve caer ligeramente, se acerco lentamente con una ligera sonrisa en el rostro, amaba la nieve, con su padre, madre y hermano hacían muñecos de nieve en los parques cerca de casa, extrañaba todo aquello definitivamente lo hacía.

Miro alrededor de la casa, el bosque, algunos arbustos, tal vez en otra situación le encantaría vivir así en esa casa, pero con alguien que la amara, que la respetara, pero sobre todo que la dejara ser libre. Después de que su cena estuviera lista la tomo y agradeció, no esperaba más realmente cuando llego a la recamara se encontró a Jos acostado en la cama con su teléfono en la mano, Alaska suspiro largamente mientras se sentaba en el escritorio y cenaba leyendo lo último de su estudio por esa noche.

Espero a que Jos se quedara dormido, pero entre las más las horas pasaban este parecía aún más despierto, Alaska dejo sus cosas en el escritorio y se acercó a la cama con miedo, entro bajo las sábanas y se envolvió en estas silenciosamente. Jos se acercó a ella rápidamente y la tomo por la cintura, tembló ante la cercanía y tacto de su esposo.

No era secreto que Jos y ella no habían tenido intimidad, agradecía que él no la quisiera tocar, que le tuviera asco por que definitivamente Alaska no soportaría aquello, sintió las manos de Jos sobre su estomagó, se estremeció fuertemente y ahogo un grito de miedo.

—Alaska, Alaska no me hagas perder mi paciencia, tu misma lo aceptaste, jamás podrás irte de mi lado. —Susurro en su oído y sin más se alejó.

Quería preguntarle, quería hacerle demasiadas preguntas, pero sabía que las podía hacer, pero Jos jamás le daría una respuesta clara. Alaska apago las luces y se hizo bolita en una esquina de la cama, espero, espero y espero a que Jos se quedara dormido para poder ponerse de pie e irse a dormir a algún lugar de la casa.

Cuando Jos se quedo profundamente dormido, Alaska se coloco de pie y camino por la habitación aun con los nervios corriendo por su cuerpo, entro al baño con cuidado y cerró la puerta detrás de ella con seguro, corrió a la taza del baño y detrás de esta saco el teléfono que África le dio, lo prendió y suspiro mientras miraba la puerta del baño temblando, el teléfono se prendió por completo y Alaska miro los contactos ninguno que conociera, aun recordaba el número de su padre, de su mamá y hermano, tecleo el número de su hermano y se llevó el teléfono al oído.

—Por favor, vamos. —Pidió entre susurros y ahogo un sollozo.

—Bueno. —Dijeron del otro lado y Alaska jadeo sorprendida.

—Hermano. —Susurro y se pudo escuchar el golpe de algo contra el piso.

—No hables, solo escúchame por favor. —Dijo pausadamente y miro la puerta.

—Yo...

—¡Alaska! —Grito Jos desde la puerta del baño y ella brinco en su lugar, colgó el teléfono y lo apago, lo escondió rápidamente para después abrir la puerta.

—¿Qué hacías? —Pregunto Jos mientras la tomaba del brazo.

—Entre al baño. —Dijo y Jos miro alrededor tratando de encontrar algo extraño.

—Más te vale. —Dijo y la jalo con él a la cama.

Alaska se tenso por completo cuando Jos la tomo de la cintura con intención de dormir así, ella miro dentro del baño, había escuchado la voz de su hermano después de años, algunas lagrimas escurrieron por sus mejillas silenciosamente y sintió su alma desgarrarse. Poco a poco el sueño fue ganándoles a ambos y se quedaron profundamente dormidos, abrazados, pero sin amor y cariño de por medio.

La mañana siguiente ella lo dejo en la cama durmiendo, miro detalladamente el rostro tan pacifico, tan tranquilo de él.

—Podrías ser todo Jos, pero jamás aquel que un día ame, eres un demonio, un monstruo. —Susurro para después tomar su bolso y salir de casa rápidamente.

Los guardias la escoltaron como siempre hasta la escuela y no la dejaron sola por los pasillos, Alaska miro a África esperando por ella impaciente, una vez juntas ambas pudieron permanecer más tranquilas, sus clases continuaron tranquilamente hasta el almuerzo que los guardias las levantaron de sus lugares para llevarlas a dirección por sus esposos se encontraban ahí esperando por ellas.

Alaska miro desde el pasillo a Jos y Alonso hablar, el amigo de este tan bestia como el azabache, ambos hombres giraron a verlas, África tomando el brazo de Alaska y apretándolo ligeramente, no era mentira que temían de ellos.

—Fueron dadas de baja de la opción de intercambio. —Anuncio Alonso y ambas chicas asintieron.

—¿Tienes clases aun? —Pregunto Jos a Alaska y ella negó.

—Estábamos almorzando en la cafetería. —Susurro y Jos asintió.

—Bien, entonces nos vamos, tenemos que ir con mi madre, hermano. —Dijo Jos y se despidió de Alonso.

Alaska camino fuera de la escuela con Jos, este tomándole la mano como siempre cuando se encontraban en un lugar publico para fingir que son un matrimonio perfecto. Los alumnos miraron aquella escena, Alaska intento sonreír lo mejor que pudo, pero no funcionaba, Jos la llevo hacia una tienda para pasar a recoger los regalos para su familia.

Al llegar a la casa de la madre de Jos, Alaska recordó las veces que había estado ahí, las veces que la señora Canela la trataba con amor y como si fuera una persona más de la familia. Bajaron del carro y los guardias los escoltaron a ambos hasta el interior de la casa, la señora Mariana los esperaba con los brazos abiertos.

Pero Alaska sabia que el infierno iba a comenzar una vez más cuando vio entrar a Fernanda Canela por la puerta de aquella casa.

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