9.- The Last Time
— ¿Realmente tienes que tomar esa misión? – In-ho asintió con tristeza en sus ojos. Trate de todas formas que dejara el puesto como el líder de la misión dentro de su trabajo como policía a otro de sus compañeros. Pero empecinado volvía a negar. Argumentando que esa era su misión pues, confiaba en que mediante ello lo ascenderían de puesto.
Su jefe se lo había prometido y In-ho no dudo en tomar la misión.
— Sabes que lo tengo que hacer, __________. No durará mucho el viaje. Estaré en contacto contigo, como siempre lo hago. – Dijo, sacando su camiseta y dejándola sobre nuestra cama. Peino su cabello con sus manos y dio un suspiro. – Mira, está es una oportunidad para que podamos establecernos económicamente. Esa misión me corresponde, yo se que es la señal para salir de toda está mierda.
— ¿Pero a Francia? – Cuestioné, sin aún creer que In-ho tendría que estar en otro lugar, muy lejano a los lugares que siempre lo enviaban. Por lo general siempre era lugares cercanos, donde llegaba a casa a los dos o tres días. Pero está vez, algo me decía que esa misión no lo traería de vuelta tan pronto a casa.
Esa punzada que se localizó en mi pecho cuando me comentó hace unos días atrás sobre la misión, aún estaba latente.
— Amor, prometo que me cuidaré. Siempre lo he hecho y siempre he vuelto a ti. – Tomo mi rostro entre sus manos y beso con delicadeza.
— Si lo sé, es solo que... Algo me dice que no debes ir.
—¿ Sabes que te amo? – Beso la punta de mi nariz. – No me sucederá nada. Oye... – Tomó mi mano y beso el dorso de esta. Sus ojos brillaron y una sonrisa picarona salió de sus labios. – ¿Y si nos duchamos juntos?
— No tengo ganas, In-ho. Te irás mañana. Eso me entristece.
— El agua te ayudará a relajarte y confiar. Ven. – Tomó mi mano y me dirigió hasta el baño, cerrando la puerta tras de él. – Necesitas saber que todo estará bien. Además, ¿hace cuánto no nos bañamos juntos?
Sonrió afable.
— Si no aceptaras esas misiones tan lejanas podríamos bañarnos juntos más seguido. – Me quejé. In-ho le divertía verme de aquella forma, molesta e indignada.
Algunas veces, me provocaba a propósito. – No te rías de mi. Es cierto, tienes ese complejo de héroe que...
No me dio tiempo para terminar la frase. Aunque quisiese decirle que era un completo idiota, no podría porque sus labios habían captado los míos para ser callados para disfrutar del momento.
Tomo mi cintura con una de sus manos y me introdujo a la ducha donde abrió el grifo y el chorro de agua nos cayó encima, aún con la ropa puesta.
— ¡ Idiota! – Chillé, tratando de salir de allí. – ¡ Está helada!
— Pronto se pondrá caluroso aquí. – Aseguró. – Ven te ayudo a sacarte el resto de ropa.
Sin dudarlo tomo de mi polera y la sacó dejando mis pechos a su vista, aún con mi sostén puesto. Con mi mano trataba de sacar el agua que aún caía sobre mi rostro. Retrocedí un paso atrás para sin querer chocar contra la pared de la ducha. Eso le dio la oportunidad a In-ho de acorrarlarme y seguir besándome mientras con su mano libre recorría mi cuerpo desnudo.
Su mano logró llegar al borde de mi short, el cual no dudó en bajar con delicadeza.
— ¿Puedo? ¿O aún prefieres que juegue aquí arriba? – Besó mi cuello, dejando una ligera hilera de ósculos candentes en mi piel llameante.
Tenía razón. El agua pronto se había tornado calurosa.
— Juega solo un poco más. – Pedí entre jadeos. Mis manos se posaron en su espalda y rasguñé con rabia. No quería que se fuera; no quería que siguiera con esas misiones que lo ponían en peligro y lo alejaban de mí. El tal solo hecho de pensar que algo le podía suceder, mi mente divagaba ante lo peor y mi corazón palpitaba con fuerzas por el miedo.
Pero no le di importancia en ese momento, porque lo único que quería sentir, era a él amándome, haciéndome suya.
Tomé el borde de su pantalón y desabroché el botón. Metí una de mis manos y comencé la travesía de estimulación. In-ho soltó un gruñido, mordiendo mi hombro derecho.
— ¡ Eso me dolió! – Me quejé. Más él río con su rostro escondido en mi cuello. Volvió a besar mis labios, con necesidad. Sus manos viajaron hacia mi espalda y como pudo desabrocho mi sostén con dificultad.
— Odio estás cosas. Siempre hacen todo más difícil. – Bufó, tirando la prenda fuera de la ducha. – Pero adoro estás de aquí... – indicó mis senos erectos y duros. Besó cada una de ellas con delicadeza, sin dejar de dar pequeños chupones y mordiscos que pronto comenzaron a teñirse de rojo en mi piel.
Cuando finalmente estábamos desnudos bajo el agua, él me tomó en brazos y me apegó a la pared donde entrelacé mis piernas alrededor de su cintura.
— Te amo... Te amo. – susurró en mi odio, besándome con intensidad.
— Yo también te amo a ti, In-ho. – gemí. Atrapó mis labios en un beso prolongado que logró apagar el gemido que salió de mi boca cuando entró en mi. Se quedó quieto por unos segundos, para luego comenzar a moverse ligeramente.
Entre abrí mi boca y dejé salir pequeños gemidos de placer. Mi espalda chocaba contra la pared, nuestros cuerpos estaban envueltos entre el agua y la necesidad de poseernos toda la noche.
In-ho me miró fijo a los ojos, se detuvo.
— ¿Qué pasa? – Pregunté agitada.
— el agua... Nos saldrá demasiado. – a tientas apagó la regadera sin soltarme. Cómo pudo sujeto mi cuerpo y nos guío hasta nuestra cama, donde depositó mi cuerpo empapado entre el agua y el sudor del momento.
Allí se volvió a mover, está vez con más ímpetu. Gemí tras cada envestida. No dude en besar sus labios para evitar gritar. Por momentos se nos olvidaba que vivíamos en edificios pareados, por lo que hacer el amor sin que los vecinos nos escucharan , era una travesía para ambos. Pero no era mucho lo que le importaba a In-ho. Mis gemidos lo excitaban aún más, lo cual hacía que sus caderas chocarán con la mía sin parar.
— No te vayas sin mi. – Dijo agitado. – Me falta un poco. Quiero que lleguemos juntos.
Asentí.
In-ho levantó levemente su abdomen dándome el paso para que mi mano derecha se deslizarse por mi vientre hasta llegar a mi feminidad y así poder darme placer. In-ho se mordió el labio mientras él hacía lo mismo con su miembro. Ambos gemíamos al unísono. Su rostro se escondió en mi cuello mientras seguía dándose placer y yo, por mí lado no dejaba de toquetearme.
Sólo bastaron unos minutos para que comenzara a sentir la electricidad pasar por mi cuerpo. Primero por mi pecho, recorriendo las articulaciones de mis músculos para llegar a mi abdomen, bajando lentamente por mi feminidad, apoderándose de mis piernas.
— Ahora... – jadeé, ahogando el gemido que el orgasmo me proporcionó con brutalidad. In-ho se introdujo en mi nuevamente y comenzó el vaivén desenfrenado.
— Dios, ____________. – gruñó, tomando en puño la almohada a mi lado. Su otra mano libre presionó con fuerzas mi muslo izquierdo, haciéndome gemir entre dolor y placer. El orgasmo seguía inundando mi cuerpo, tanto como su orgasmo a él.
Dio dos estocadas más y cayó rendido sobre mi cuerpo, cerciorándose de no apoyar todo su peso contra mi.
Nuestras respiraciones agitadas no nos dejaban hablar con normalidad. Solo nos limitamos a mirarnos y sonreír tras él desastre que dejamos sobre la cama.
— Somos un desastre. – Río apenas.
— Tendré que cambiar todo esto. – Suspiré agotada. Mire a mí lado, observando el piso mojado y la cama desordenada, entre el agua, nuestra transpiración y fuidos. – In-ho, en serio... No te vayas.
Su cuerpo se separó de mi y se posicionó a mí lado, mirando fijamente el cielo raso de nuestra habitación.
— Hermosa, tengo que hacerlo. Prometo volver luego. No será la última vez que nos veamos. No será un viaje para toda una vida...
— Se siente como si lo fuese a ser. – Musité.
— No lo es. – Río divertido. – Tómalo como un descanso de mi. Se que puedo llegar a ser muy demandante. Más en estás situaciones.
— Idiota. – reí divertida. Me comenzaba a resignar; In-ho no cambiaría de opinión. – veré si mi madre me quiere hacer compañía mientras tú no estás. O mi hermana, me haría bien estar con ella y mi sobrina. Así puedo ensayar para cuando tengamos un hijo.
In-ho me observó por un tiempo prolongado, inspeccionado todo mi rostro. Poso su mano sobre mi mejilla y acarició con ternura. Su mirada transmitía una mezcla de tranquilidad pero también una pizca de pena. Ya no brillaban, supuse que quizás era por el cansancio. O por el hecho de haber intentado ser padres pero aún no lo podríamos ser porque la cigüeña no se dignaba a llegar. Pero algo en su mirada me pareció particularmente extraño.
No le di importancia. Estábamos agotados, con un sinfín de dopamina y oxitocina esparciéndose por nuestros cuerpos.
In-ho beso mis labios con vehemencia una vez nos cubrimos entre las sábanas de la cama de invitados; cerró los ojos y murmuró bajito.
— Te amo, ____________.
— También yo. – Musité, Besando su frente con ternura.
In-ho se marchó al otro día bastante temprano. Entre sueños sentí que besó mi rostro y labios y murmuró un "te amo".
Esa fue la última vez que lo vi en casa, después de saber qué le habían dado por muerto una semana después, en aquella misión en Francia.
✖️✖️✖️✖️✖️✖️✖️✖️
Smut del triste porque si. Algunas veces me gustan los finales tristes. Pero quizás tenga segunda o tercera parte.
Gracias por leer ♥️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro