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7.- Intensity

Los VIP observaban gustosos a los jugadores luchar por su vida en el juego del puente de vidrios. In-ho, o más bien el líder, les había platicado y hecho una demostración breve mediante una maqueta hecha por él mismo de lo que podría tratar el juego. No bastó mucha palabrería.

Los VIP rieron y aplaudieron. Pese a ser ancianos depravados en todo sentido, eran bastante inteligentes cuando de adivinar se trataba.

Mire a In-ho desde mi esquina. Lucia su elegante traje negro y aquella mascara que por seguridad evitaba su identificación. Y no sólo a él, todos nosotros debíamos llevar una mascara que tapara nuestra identidad. Incluso los guardias, todo allí estaba en anonimato.

El hombre que tenía una mascara de leon aplaudía y reía cada vez que el número apostado de otro de los VIP caía hacia el vacío al no dar con el vidrio correcto.

También reí. Era divertido ver cómo se peleaban o se empujaban por ser los ganadores.

Uno de los meseros se acercó a mi y ofreció un vaso de whisky. Asentí y agradeci.

Observé aquel muchacho, tenía unos ojos muy familiares. Se dirigió hasta el hombre obeso que gritaba y reía sin parar. Era uno de aquellos que disfrutaba del placer de cualquier forma. No dudo en hacerle la propuesta al mesero, quién se mostró un tanto nervioso.

Mire a In-ho y el no sacaba la mirada de aquella escena donde el mesero finalmente se levantó y accedió a seguir al hombre obeso. Sabía que había visto algo que yo no vi y él por alguna razón no me quería decir.
Me acerqué a mi esposo y le hablé entre la mascara en un susurro.

— Ese viejo nuevamente logro lo suyo. – Dije, mientras él asentía sin decir palabras alguna. In-ho realmente estaba muy extraño últimamente.

Le ofrecí de mi vaso con whisky, y lo aceptó. Se bebió todo su contenido de un sorbo. Le mire aún más inquisitiva. El finalmente se digno a mirarme y sin decir nada, me devolvió el vaso.

— A donde vas? – Le pregunté una vez comenzó a dar marcha hacia la salida de la gran habitación decorada con objetos exóticos. – oye, a donde vas? No me puedes dejarme sola con estos idiotas. – murmuré tras él.

— Que te haga compañía el tipo ese que no te deja de observar. – Dijo aludiendo al que tenía la marcará de ciervo, y siguió su andanza.

Algunos de los VIP nos miraron extrañados, otros sin embargo omitieron sus miradas. Sólo les importaba los juegos y apostar. Ya quedaban cinco participantes, el juego pronto terminaría.

Seguí a In-ho pese a sus indicaciones. Ante todo debía obedecerle, de eso se trataba esto. El era el líder por lo tanto yo su esclava. Al principio de la relación lo pude aceptar, pero con el tiempo me di cuenta que él no estaba tan enamorado como decía estar de mi. Una especie de dolor subio por mi anatomía, quemando todo a su paso. Un dolor que nunca sentí y era muy molesto.

Comprendí entonces, que me había enamorado. Pero él no correspondía lo mismo. Eso me enfureció. La primera vez que logré envalentonarme fue cuando lo encontré con aquella guardián. La número 11. Cómo desee dispararle en ese rostro cuando la vi coqueteando con In-ho. El idiota parecía no darle importancia, pero yo no creía nada de aquella fachada de que nada le importaba. Si yo me sentía de aquel modo, embobada y hasta tonta por él, ¿ Por qué él no iba a sentir lo mismo por otra persona?

Quedé plantada detrás de la puerta cuando In-ho logró escapar de mi. Mi cuerpo ardió, no de lujuria, sino de rabia.

El juego había terminado y con ello quedaron solo tres ganadores. Esto se tornaba cada vez más interesante. Ahora el número 456 era el favorito de muchos. Y lo fue cuando finalmente logro ganar todos los juegos.

El show había terminado y los VIP se retiraban.

— ¿El líder? – Le pregunté a uno de sus guardias. El cuadrado me observó tras la máscara y noté que dudo si decirme dónde se encontraba su líder. Tenían indicaciones de no hablar nada de su paradero.

—No lo sé. – se limitó a decir. Sonreí pasiva tras mi máscara aún en mi rostro. Detrás de una mascara bonita nadie sabía lo que mi mente maquinaba. De un solo movimiento tomé su arma y le apunté con ella.

— ¿No lo sabes o no me quieres decir? – Le acerqué el arma en su pecho. El sujeto temblaba frente a mí. – Mira que patético te ves haciendole caso a ese idiota y no a mí, que de igual forma tengo poder aquí. Se que lo sabes así que si no hablas, tendrás que guiarme.

El guardia asintió rápidamente. Le tomé del brazo y dejé que me guiará. Grande fue mi sorpresa cuando llegamos fuera de la isla.

Le mire consternada.

— ¿Qué hacemos aquí? – Le pregunté. – Y ahora responde sino tendrás un buen agujero en esa pierna.

— no tengo permitido decirle. Lo siento mucho. –Su voz sonaba temblorosa. Pero no le iba a matar alli. Aún me servía.

Seguimos caminando entre rocas y árboles. Cuando los disparos se hicieron visibles. Empuje al sujeto y este corrió junto a mi. Subimos hasta un acantilado y lo vi entre sus guardias. In-ho hablaba con alguien, tratando de persuadirlo a ser parte del juego.

Mire atenta. Entonces comprendí lo que sucedía. Su hermano menor estaba frente a él, con lágrimas en sus ojos.

— ______________. — Dijo jun-oh, reconociendome incluso tras la máscara, entre los guardias. In-ho volteo y me observó está vez furioso. – No me digas que tú... Él?

Me acerqué a paso lento pero seguro. Los guardias de In-ho no dudaron en apuntarme con sus armas. Por momentos olvidaba que ellos estaban solo para sus órdenes. Observé a número 11 entre ellos. No quitaba su mirada de mi.

"Tú serás la próxima, maldita estúpida" pensé para mis adentros.

— No debiste venir hasta aquí, jun-oh. – Le dije una vez estuve al lado de In-ho. – Grave error.

— Eres parte de todo esto. – dijo. Sus lágrimas rodaban por su mejilla. Su mirada estaba perdida. — Eres una...

Y no dude en levantar el arma y dispararle. Pero antes de que la bala de mi metralleta saliera, una bala me dio en la mano, obligándome a soltar mi arma.

No sentía dolor más que rabia. Observé tras de mi y In-ho tenía su arma en manos. Me hizo a un lado y disparó a su hermano en el hombro. El cuerpo de jun-oh cayó por el acantilado en cosas de segundos.

— ¿Eres idiota o qué? – Le recriminé a In-ho una vez volvimos a nuestra habitación. El también estaba herido en su hombro. Se dirigió al baño y se encerró. – ¿por qué no me has dicho nada? Sabía que algo estaba mal contigo. Casi mato a la número 11 por tu culpa.

Menti. La mataría de igual forma.

In-ho salió del baño con la parte superior de su cuerpo desnudo pero con un vendaje en su hombro. Este se lleno rápidamente de sangre.

— Tú mano... – Me dijo con voz sería. – Curatela.

— Como si pudiese hacerlo. ¡Me la has destrozado! – Le grite furiosa. – ¡Muérete maldito mentiroso! ¿Primero la número 11 y ahora tú hermano? ¿Qué más me tienes oculto? Dilo antes que te mate.

— Pues matame. – dijo con tono desafiante – La número 11 sólo fue mi espia. Jun-oh hace días estaba infiltrado en los juegos. Si no te dije, fue porque sabía que arruinarias todo. Él debía estar aquí conmigo.

—¿ ahora yo arruinó tus planes? – le cuestioné – ¿quién fue la que te ha apoyado en toda está mierda? ¿Quién tuvo fe en ti cuando il-nam te dejó cargo? Yo, si. Fui yo, así que no vengas con esa mierda retorcida de que yo arruino todo.

In-ho bufó por lo bajo. Sabía que le decía la verdad. Pero el tozudo no admitiría aquello.

Un par de guardias entraron a la pieza; In-ho se sentó en el sofá y dejó al descubierto su herida que aún gorgoteaba sangre. Otro me tomo del hombro y me sentó en la cama.

Ambos comenzaron a realizar acciones para curar nuestras heridas. Pero mi mente ya no tenía cabida para el dolor que significó que suturaran mi herida. No si esa futura cicatriz me recordaría la traición de In-ho. Pero también el amor insano que sentía por él.

A lo lejos pude observar a In-ho mirándome. Su mirada demostraba un poco de pena. Si, un poco. Porqué él nunca demostró lástima por nadie. Ni por su madre cuando se fue sin decirle nada.

Y eso me gustaba de él. Que fuera calculador y frío era algo que no simplemente encendía mi cuerpo, sino que también me hacía desearlo.

Una vez terminado el trabajo por parte de ambos los guardias, estos se retiraron sin decir nada. Mi mano vendada me dolía, pero podía vivir con ese dolor. Pero no con aquel que significará perder a In-ho.

Me acerqué a él por la espalda. Tomé sus hombros y comencé a dar un pequeño masaje suave, pero presionando levemente la piel. Este se tensó, seguramente por el dolor que le provoqué al presionar su hombro herido.

No dijo nada. Tomo el control remoto y encendió la tele frente a él, observando como sus guardias daban orden a los pisos llenos de sangre.

— Sabes que te amo, ¿No? – Le dije, ya un poco más tranquilizada. Note un leve asentimiento de su parte. Me acerqué a su cuello y esparcí besos ligeros por toda el área.

— ¿Qué haces?

— Besando a mi marido. – Dije con obviedad. – ¿no puedo acaso? – In-ho no respondió. – han sido unos buenos juegos. Realmente lo disfruté.

In-ho se limitó a asentir.

— Y pensar que nadie tenia fe de que esto lo manejarías bien. – Suspiré. Observé su reacción. Pero me era imposible saber qué pensaba, era impredecible. Seguí masajeando su hombro, y noté que al menos eso le gustaba y le relajaba. Inclinó su cabeza hacia atrás y pude ver qué estaba completamente vulnerable y cansado.

— Quiero que te deshagas del número 11. – Le dije sin más. In-ho abrió sus ojos topándose con los míos, tan negros como los suyos. Presione sobre su hombro y este gruñó.

— Me sirve..

— ¡Para coger te servirá! Pero te olvidas que tú te casaste conmigo. He sido una muy buena esposa. Muy devota, buena en la cama, muy protectora y capaz de matar a quien se le ocurra lastimarte. Pero In-ho, tú no lo estás viendo así...

— Si mato a número 11 no tendré a una mejor francotiradora que ella. Además te recuerdo que tú estabas de acuerdo con que se quedara.

— Pues me arrepiento y quiero que te deshagas de ella. Sino lo haré yo. – Sentencié. Esperé una respuesta pero In-ho se levantó de su puesto, se dirigió a su armario y se vistió con su atuendo negro.

— ¿A donde vas? ¿Te vas a coger a esa perra?

— No. Voy a hacer lo que debi haber hecho hace mucho. – dijo, tomo su máscara y sacando la misma arma que uso para dispararle a su hermano, me apuntó a mí.
Reí a carcajadas. No tenía miedo a morir si In-ho era quien me matará.

— vaya, o te enamoraste de ella o yo realmente soy un estorbo para ti. Dime, ¿crees que ella estaría contigo para toda la vida? ¿Qué daría su vida por ti? estoy segura que teniendo tu dinero, se iría a la primera oportunidad.

Al lado mío, también había un arma del cual no me percaté que estaba justo ahí, como si la vida quisiera vernos batir en duelo. La tomé y sin dudarlo también le apunté a él.

—Amor, tú sabes que te amo. Pero no veo que sientas lo mismo que yo. Te disfrazas ante una persona fría y vil, pero bien se que no eres así. Jun-oh te conmovió, y eso te hace débil.

In-ho se acercó a mi, furioso. De igual forma lo hice.

— Quieres volver con ellos. O bien cerciorarte de que él esté vivo. – Él más se acercaba y la punta del cañón de su arma lo vi cada vez más cerca. – Comprendo, es tu familia. Tuviste que dejar a tu esposa anterior por unirte a estos juegos. ¿Nunca se te ocurrió que podría morir incluso si conseguías todo ese dinero?

In-ho dio un paso lago hasta llegar a mi y pegar su arma en mi pecho. Eso me dio la oportunidad de tener la mia en igualdad. Ambos yaciamos en la habitación, apuntando nuestras armas en nuestros pechos. Cualquiera que presionara, mataria al otro.

— Mi ex esposa fue pasado. Yo solo te amo a ti, pero tú, estúpida terca no lo comprendes ni lo crees... – gruñó entre dientes molesto.

— Claro que no si estás siempre con número 11 y además me escondes cosas. Te dije, si no la matas tú, la mato yo.

– Ve, anda. Mátala si eso te hace sentir conforme con que te siga amando. – Saco la pistola de mi pecho y me dejó el paso libre para ir por mi objetivo. Sin dudarlo caminé hasta la salida y fue allí cuando sentí el sonido de un disparo y el dolor inminente en mi rodilla derecha. Caí al suelo y chillé de dolor.

Sin dudarlo, aún con el arma en mi mano le di un disparo a él, que bien supo esquivar. Rápidamente entraron guardias a nuestra habitación y todos con sus metralletas listos para disparar. Pero In-ho levantó una mano y los detuvo.

— ¿Cuál es la orden? – Preguntó uno de los guardias. Atento a la instrucciones. In-ho me miró y frunció el ceño. Supe que ya había tomado una decisión y eso me hizo sonreír.

— Vayan por el número 11 y matenla. Ya no la necesito. – Ordenó el líder. Mi sonrisa se amplió más.

Los guardias me miraron en el suelo, confusos. In-ho volvió a dar la orden está vez, amenazando con que si no se movían luego sería él quien los matara.

In-ho se acercó a mi y me ayudó a levantarme. La bala había traspasado mi piel, el casquete quedó incrustado en la puerta de nuestra pieza, teñida con sangre.
Me posicionó en la cama y sacó un botiquín de uno de los muebles que decoraba la habitación. Comenzó a curar mi herida.

— No iba a dejar que tú ensuciaras tus manos con sangre. – Dijo serio. Tomo un algodón y comenzó a limpiar la herida. – Además 11 es rápida y podría hacerte algo.

— ¡bah! ¿No recuerdas que fui a clases de artes marciales? Además tú me has enseñado a defenderme mejor que nadie.

In-ho río bajito.

— Aún así, prefiero que ellos hagan el trabajo sucio, no tú. – volvió a insistir. La aguja se incrustó en mi piel haciendome chillar. – No vuelvas a desconfiar de mi. Si no te cuento lo que sucede, es porque no quiero que te pase nada. Jun-oh te mataría de igual forma si hubieses estado allí. Nunca se llevaron bien.

– Ajá. – asentí, recordando las peleas que teníamos por cosas triviales. – ¿Sabes que te amo, no?

— Lo sé, y lo agradezco. Agradezco todo lo que has hecho por mi. Se que puedo confiar en ti. Sólo no te inmiscullas más en mis asuntos.

Asentí rápidamente.  Pero no iba a cumplir mi palabra si eso significaba que In-ho me debía matar.

Cómo dije. Estaba dispuesta a morir por él. Porque el amor que sentía era puro y demente. Y el amor que él sentía por mi era insano y dominante.

Éramos una bomba de intensidad que, en cualquier momento, terminaríamos sin vida.








✖️✖️✖️✖️✖️✖️✖️

Algo más intenso porque se que nuestro líder lo podría ser.
Gracias por quienes leen y dejan su mensaje y estrellita. Y también sólo para los que leen ♥️.
Me estoy divirtiéndo mucho escribiendo estos OS.

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