Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

31.- Wolves III

Quien con lobos anda, a aullar se enseña.

Recordé el viejo refrán que mi abuela nos decía sobre los lobos y sus historias; historias que cuando era pequeña me llamaban la atención y llenaban de ilusión al sentirme como uno de ellos. Uno más de la manada. De mi familia.

Pero, ¿qué pasaba cuando un lobo era traicionado?. George había cometido un error al pensar que podíamos morir sin más. Cuando sentí la bala traspasar mi cuerpo y ver el rostro de In-ho cubierto de lágrimas que trató de reprimir, supe que era hora de aullar.

Mi hora había llegado.

George tenía dos opciones. Matarme o yo matarlo a él. Lamentablemente para él, la segunda opción me favoreció.

Cuando desperté creí que estaba en mi hogar. La luz era oscura, pero había un pequeño destello de luz que pasaba entre las cortinas, llegando hacia mis ojos que somnolientos observaban el lugar con curiosidad. Mi cuerpo dolía; sentía como si miles de animales hubiesen pasado por mi cuerpo a través de una estampida. Cada hueso, cada articulación dolía y ante ello no pude evitar quejarme.

Moví mi cuello permitiéndome ver la habitación en la que me encontraba. Había una lampara color oro que pude recordar sin problemas. Sonreí apenas, un poco más aliviada ante mi situación. Aunque quise incorporarme sobre la cama, no pude. Mi cuerpo se sentía pesado e incapaz de hacer cualquier tipo de fuerzas o movimientos.

Recordar a mi hermano no hacía más que hervir mi sangre. Las imágenes de aquel día pasaban como ráfaga tras mi retina. No pude evitar que un par de lágrimas rodaran mi mejilla. Lo amaba, pero su traición dolía como mil dagas incrustándose en mi pecho.

—_____________ —Sentí mi decir mi nombre. Giré mi cabeza encontrándome con In-ho apoyando en el borde de la puerta de la habitación. Lucía una sonrisa ladina sobre sus labios. Una sonrisa que no recordaba haber visto antes.

—Parece que vencí la muerte. —Sonreí. In-ho frunció el ceño. —¿O estoy en alguna especie de sueño al borde de la muerte? —dudé. In-ho negó ligeramente acercándose hacia a mí. Su aroma fue el indicio de que no estaba soñando.

—Pensé que iban a morir. —Dijo. Se sentó en el borde de la cama. Su mano tomó la mía, dando ligeros toques suaves a modo de cariño. Aquello me hizo sentir bien. —Pero, supongo que los lobos son así. Duros de matar.

—Así parece. —Asentí. Mis ojos de pronto se llenaron nuevamente de lágrimas. Tomé la mano de In-ho y me aferré a ella como si fuese lo ultimo que tenía en mi vida. Y es que así era. In-ho en ese momento era lo único que me ataba a la vida misma. — Los lobos no traicionan a su manada...

In-ho parecía comprender mis sentimientos. Viéndose de un sujeto apático, él en ese momento me demostró entenderme. Su mano se alzó para llegar a mi cabello y acariciarlo. Me sentía como una niña pequeña siendo consolada por tener el corazón roto. Y es que lo estaba. Mi hermano me acababa de romper el corazón.

—_______________, ¿recuerdas lo que te dije cuando estábamos en la cabaña? —Negué. Fruncí el ceño, confundida. —Estabas a punto de dejarme. Te dije que estaría contigo, que te protegería aquí...en la isla.

—¿Estoy en la isla?

In-ho asintió.

—Estás aquí siendo protegida por mí. —Afirmó. —La orden de encontrar a tu hermano fue dada. Es un peligro para nuestra organización y los VIP lo saben. Se han enterado de lo que hizo y están de acuerdo con... —In-ho enmudeció.

Mi corazón se apretó. Tragué saliva.

—¿Crees que lo van a encontrar? —Inquirí. —George sabe lo que hace. Conozco a mi hermano. ¿Hace cuanto estoy aquí?

—Tres semanas.

Solté un suspiro. Sólo había parecido dos días durmiendo.

—Es demasiado tiempo. —Musité aún sin creerlo.

—La bala perforó parte de tu pulmón. No fue fácil estabilizarte. —Explicó con cierta pena. —Pese a que había guardias infiltrados tras nosotros, no pudieron dar con el paradero de George. Les pedí que te llevaran a un hospital lo más rápido posible. Cuando lograron estabilizarte, logré sacarte de allí. Aquí tengo a los médicos necesarios para seguir con tu tratamiento. Pero, _______________. Necesitas guardar reposo.

Las palabras de In-ho me mareaban. sentí un dolor punzante en mi cabeza, haciéndose cerrar los ojos de golpe y quejándome ante tal dolor que parecía ser una aguja incrustarse en mi sien. In-ho rápidamente me ofreció un vaso con agua y una pastilla blanca. Me ayudó a incorporarme sobre la cama. Situación que dio paso a sentir más dolor. Observé mi abdomen vendado.

—Si necesitas cambiar las reglas, te escucharé. —Me dijo. Tomé el vaso con agua y lo bebí junto a la pastilla que confié calmaría mi dolor. —Tienes una vida por delante, ______________.

—Recuerdo esa conversación, In-ho. —Le dije. —No es necesario tocar el tema nuevamente.

—Esa vida la quiero a mi lado, ________________. —Dijo. Le miré confundida. Casi sin creer lo que decía In-ho. — Llevamos meses en esta situación. Cuando te vi en el suelo y vi tu sangre en mis manos, supe que no quería perderte. Las palabras que dije ese día son reales. Pensé que un simple lobo no tocaría mi corazón, nunca dejé que nadie lo hiciera. Estos juegos sólo funcionan con lo racional, pero tú _____________. —Dio un suspiro. Sus palabras parecían atascarse en su garganta, algo que alimentaba mi ilusión. —Medición ________________. No está permitido que yo esté contigo, pero, te necesito a mi lado.

Sus palabras eran como ráfagas de viento que rosaban mi rostro. Era una sensación deliciosa; una sensación parecida a la brisa del mar. Algo relajante y lleno de esperanzas. Su tono de voz alimentaba mi alma. Ya no se sentía osco.

In-ho se sentía como un oso de felpa.

Sonreí por inercia. Aunque sus palabras aún daban vuelta mi cabeza, tratando de decodificar cada una de ellas, mi corazón palpitaba con fuerzas, pero en paz.

—Me alegra saber que el sentimiento es mutuo. —Murmuré. —Pero... déjame a George a mí. Es lo único que te pido. Cuando pueda recuperarme, tendré esa conversación con mi hermano. Pero por ahora, no te alejes de mí.

In-ho asintió. Tomó mi mano y besó el dorso de ella; con suavidad y vehemencia.

—Estaré contigo, _______________. —Susurró. —Cuidaré tus espaldas. Te cuidaré... —Dijo antes de fundir sus labios contra los míos ante un acto de una promesa que sabía solo In-ho podía cumplir. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro