29.- Wolves II
Estaba segura de que la curiosidad si mató al gato, pero... Murió sabiendo.
Sabía que meterme en las fauces de la fiera me mataría, pero de cierta forma, en mi próxima reencarnación, esperaba saber mi próximo movimiento. Y es que acompañar a George a la isla ya se me había hecho una rutina cada vez que él salía a sus negocios de trabajo. La mentira que en algún momento me molestó decirles a mis padres, ahora ya no causaban remordimiento pues, estar con In-ho era todo lo que quería.
Me invitaron a ser parte del grupo cuando vieron mi capacidad de analizar y dar con el ganador de los juegos. Todos quedaron impresionados cuando el último jugador salió invicto de la tortura. El 456 era el ganador de los cuarenta y cinco millones de wones. Y yo, ganadora de un monto bastante humilde. Dinero que, por no levantar sospechas, guarde en una cuenta bancaria. Con ello, tenía mi futuro casi asegurado si comenzaba a invertirla.
Pasaron algunos meses donde mi hermano ya no viajaba a corea. Más yo me daba el gusto de ir si quería. Claro que no era seguido. Un par de días me era suficiente para encontrarme con In-ho y ponernos al día. Y cuando hablaba de ponernos al día, todo se resumía en gemidos y sábanas empapadas en sudor.
Luego de mi primer encuentro con In-ho, todo había sido un caos. Mi hermano perdió los estribos cuando se percató de que yo demoraba mucho en llegar al lobby. Era impulsivo por naturaleza por lo que no dudó en irrumpir en habitaciones donde no debía entrar.
Cuando me vio bajando con In-ho sus ojos se abrieron sorprendidos. Apretó los labios y me tomó del brazo presionando con fuerzas.
— Una más y te vas de aquí, ____________. — Gruñó furioso. Miró al líder y pidió disculpas por mi intromisión. Más el líder lo miro bajo la máscara sin emitir movimiento alguno. Se mostraba tan estoico que nadie sospecharía que había recibido un impacto de bala en su hombro. Impacto aún latente.
— No te preocupes. Llegó en un buen momento. — Le dijo serio. — Además, ha sido la ganadora en las apuestas. No creo que deba irse.
Bajo la máscara de mi hermano, pude ver un lobo enfurecido. Conocía a mi hermano, habíamos compartido el vientre de mi madre por nueve meses. Pero, aun así, él no me conocía a mí. No sabía que, en ese momento, cuando conocí al líder y ayudé a sanar su herida de bala, sucedió algo.
Una ligera pero notoria atracción había surgido entre el líder y yo. Pese a que había sido solo un momento ínfimo, vernos los rostros fue momento clave para percatarme que él se interesaba por mí.
Sucedió todo muy rápido. Pero maravillosamente perfecto. Mis viajes eran todos lo que deseaba y el dinero parecía nunca acabar. No era la isla donde nos juntábamos, eran en la ciudad, donde nos permitíamos arrendar alguna cabaña y pasar tiempo juntos. No había necesidad de usar máscaras ni seguir protocolos. Éramos dos personas normales compartiendo el día, anécdotas y deseos.
— ¿Nunca quisiste irte de allí? — Le pregunté un día. In-ho pese a que no expresaba mucho, su rostro hablaba por él. Demostró confusión ante mi pregunta. — De la isla. — Aclaré.
— Se me ha otorgado el cargo de líder, tenemos cierto tiempo. No puedo dejar mi cargo si no encuentro a otro candidato. — Me dijo. Su mano tomaba la mía ahora con más libertad. Hace unos días se le dificultaba siquiera tomar mi mano por unos minutos. No era alguien dado a lo afectivo, solo a lo primitivo.
— Uhm... ¿Pero me imagino que no querrás quedarte toda tu vida encerrado en esa isla, o si?
— Aún no lo sé. No tengo nada que me ate aquí en corea.
Asentí ligeramente. Su respuesta había dolido un poco. Sus palabras se habían incrustado como pequeñas agujas en la piel de mi pecho.
— Ya veo. — Dije. Mire al cielo, observando los edificios sobre nosotros. — Yo no tengo nada que me ate a Inglaterra.
In-ho no respondió. Cómo siempre, se mantenía callado hasta que encontraba las palabras exactas para expresarse.
— Tienes una familia. Una vida que seguir. Eres joven. — Argumentó. — y tienes dinero.
— Si, pero no lo puedo compartir con nadie. Todo es una mentira en mi vida. — Suspiré. Y es que toda mi vida giraba en torno a mentiras creadas por mí y mi hermano. Nada era real para mis padres, ni si quiera para nosotros mismos. — Es difícil vivir en una vida de fantasía. Mis padres juran que me di el lujo de conocer un país mediante mi propio esfuerzo por conseguir dinero. Pero, es mentira. Estoy con un líder. En corea... Mi hermano cree que estoy de visita donde mi amiga en Australia... Cuando se entere que no es verdad...
Reí casi sin ganas. Sabía que George podía ser iluso algunas veces, pero no dudaba de su impulsividad si se trataba de protegerme de lo que él creía era un peligro para mí.
— ______________. — Llamó In-ho, tomó de mi rostro y me miró fijo. Aquel movimiento me había puesto nervioso, había sido una acción bastante improvisada. — Eres joven, tienes una vida por delante, una familia... No creas que estar conmigo es todo lo que necesitas. —Suspiró. —Respecto a tu hermano... si yo fuera el tuyo y descubro que estas con alguien como yo... lo mataría.
Nuevamente, sus palabras dolían.
— ¿Qué es todo esto, In-ho? — Inquirí. Lo escudriñé con la mirada tratando de encontrar una respuesta lógica a su pregunta. — Hemos estado saliendo a escondidas por meses. Le he estado mintiendo a mi familia, y a mí misma por estar contigo...
— ¿Esto es lo que tú quieres, _____________? — volvió a preguntar. — ¿Perder tú identidad para estar en una isla?
¿Era lo que quería? Pensé. ¿Perder a mi familia por estar con un sujeto que no le importaba nada, que solo trabajaba para mantener en pie una tradición de ricachones obsesos y lascivos?
La revelación me hizo temblar. Pero no de nervios, sino de miedo por sentir que mi corazón quería compartir esa vida con In-ho. Nunca me había sentido tan viva como cuando estaba a su lado. Me sentía ansiosa cuando debía viajar, y más aún pensar en que los juegos llegarían pronto. Apostar se me daba bien, pero ayudar al líder me era algo inefable.
— Pensé que era lo que tú querías también. — Musité. In-ho sonrió ligeramente. — la racionalidad no va conmigo, In-ho.
— Lo emocional tampoco va conmigo, __________.
Sonreí apenas. Seguimos caminando, dejando aquellas palabras en el aire. La ligera brisa otoñal se llevó aquellas dagas, dejando nuevamente un espacio para que la conversación se desarrollará en un mejor lugar.
Llegamos a casa. El ambiente era tenso. Aún había cosas por decir, pero yo no me atrevía. Tenía las palabras atascadas en mi garganta. Caminé hacia el living tras él, esperando a que se dignara a ser él quien hablará nuevamente.
De repente se detuvo y vi su cuerpo tensarse. Rápidamente me gané a su lado, curiosa por saber qué había llamado la atención.
Logré ver, entre la luz tenue que nos otorgaba la luna, a mí hermano sentado en un diván, portando un arma en su mano. Fue cuando mi expresión cambió drásticamente a una de terror.
Sabía que George estaba allí con un propósito. Y era, desmantelar la verdad. Si algo odiaba mi hermano, era la mentira.
Irónico, pensé. Pero así funcionaba él. Podía mentirle a medio mundo, pero no soportaba la idea de ser engañando.
— Me costó tres meses desmantelar tu verdad, ___________. — Dijo, demostrando furia en sus ojos. No llevaba máscara, pero si la tenía al lado de él. Pudo finalmente, ver el rostro de In-ho. Algo que hizo sonreí a mi hermano.
— Demoraste mucho, para ser alguien que creció junto a mí. — Reí. — Deberías saber mis movimientos. Así como yo se los tuyos.
George gruñó.
— ¡Mocosa insolente! — bufó, apuntando su arma hacia nosotros. In-ho se interpuso delante de mí. — Ya no eres el líder, al menos no aquí. Así que no te debo respeto. Conozco tú identidad...
— George... Cálmate. — Dije, vacilante. Las intenciones de mi hermano no eran buenas.
— Lo entiendo, George. — Dijo In-ho. — es tu hermana. Y yo respeto eso... Pero piensa, no vas a querer que esto termine mal. No aquí...
— ¿si? ¿Pensaste en eso cuando te acostaste con ella? — Le arremetió mi hermano, furioso.
— ¡Por dios George, tuve que callarme tus mentiras para no decepcionar a nuestros padres! ¿Y me vienes con esta estupidez?
— Te dije que, si cometías un error nos podrías en peligro, ¡tonta! — Escupió furibundo George. Se levantó y su arma nuevamente amenazaba con soltar aquella bala.
— Mis subordinados lo sabrán... — Le advirtió In-ho. — y sabes que te buscarán por todos lados.
— ¿Tú crees que me interesa matarte a ti? El dinero que obtengo viene de ti... Pero no de mi hermana.
Su arma ahora iba en dirección a mí. Mi cuerpo se tensó.
— ¿Qué le dirás a nuestros padres? — Mis ojos se llenaron de lágrimas. Falsas. George también tenía una debilidad y eso era lo emocional. Tal como yo, mi hermano reaccionaba ante lo emocional.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, su mano comenzó a temblar, lo que me dio la oportunidad de dar un paso y observar su reacción. No hizo ademan de hacer daño, por lo que me acerqué a él y tomé su mano para quitar el arma. Pero no la soltó; se aferró a ella más aún.
— Podías estar con cualquier persona, pero menos con él. — Gruñó. — ¿realmente lo amas?
Sus palabras se incrustaron como cuchillos. George estaba mostrando su lado posesivo conmigo, ese que hace años juró nunca más iba a salir.
— ¿Por qué te importa tanto si lo amo o no? — Cuestioné entre lágrimas, tratando de sacar el arma de su mano.
— George si quieres que me alejé de ella, lo haré. — Le dijo In-ho. — Se que la amas...
— ¡No sabes nada! — Le recriminó George.
— Yo también la amo. — Soltó el líder. Volteé a verlo, observando a In-ho totalmente abierto a confesar sus emociones.
Fruncí el ceño. Algo no iba Bien.
— George piensa en nosotros. En nuestra familia. — Le pedí. Más él negó.
— Sabía que traerías problemas. ¡Lo sabía! ¡Si hay algo que odio son las mentiras! — Gritó. — No podías cruzar esta línea, __________.
— ¡No sabía que no debía cruzarla! — lloriquee.
— basta, George. ¡Baja el arma! — ordenó In-ho, acercándose a él. — Si quieres arreglar las cosas, hazlo conmigo. A solas en la isla. ¡Todo lo que estás haciendo es llamar la atención y esto nos pondrá en peligro a todos!
George sonrió. Miró a In-ho por un momento, para luego posar su mirada en mí. Asintió levemente. Sentí su mano retirarse de a poco. Mi alma volvió a mí cuerpo, por pocos segundos pues, el sonido de una bala me ensordeció.
Cuando vi a George todo se esfumó. Sólo éramos nosotros dos compartiendo el espacio. Su mano se debilitó al igual que la mía. El volvió a sonreír, pero un par de lágrimas rodaron sus mejillas rojizas.
—Lo siento hermanita, pero los lobos no aceptan traiciones. — Musitó. Su cuerpo se alejó de mi lado, dejándome ver ahora solo el cielo raso de la habitación.
Todo se tornó tan helado de repente. Entre bullicio sentí gritos y una puerta cerrarse de golpe. El rostro de In-ho se vio frente a mí. Sus ojos brillaban, y pude notar que los míos también pues, ardían.
— ________________. Soporta, ¿sí? No te quedes dormida. — Me decía. Pero su voz se escuchaba muy lejana.
— Lo siento. — logré decir. Él negó rápidamente.
— No te despidas. Vienes conmigo, estarás segura conmigo. —Decía con desesperación. Su mano presionó la herida en mi vientre. —Quédate, _______________. Sólo soporta un poco más.
Parpadee un par de veces, tratando de enfocar su rostro. Pero cada vez se me hacía más difícil. Pude notar por un pequeño brillo que una lágrima rodó por su mejilla. Lagrima que sacó rápidamente.
Sonreí. No porque los brazos de la muerte comenzaban a cobijar mi cuerpo. Si no, porque In-ho había demostrado su lado emocional. Ese lado del que tanto negaba y reprimía.
Después de todo, el corazón del líder sí había sido capturado por un lobo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro