Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23.- Player 200


La pena me inundó cuando sus brazos pequeños se aferraron a mis piernas, fuertes como tenazas de acero. Pese a ser tan pequeño Yong estaba decidió a no dejarme ir.

Mire tras de mi. In-ho estaba dentro del auto evitando mirar la escena a su lado. Dejar a nuestro único hijo a cargo de su tía materna nos rompía el corazón.

Y es que no era una decisión fácil para ninguno. El sólo hecho de pertenecer a los juegos del calamar y comandar la organización, ya nos hacía un blanco fácil para recibir amenazas y temíamos que Yong fuese nuestro talón de Aquiles. Le habíamos prometido a il-nam que los juegos se llevarían a cabo aún cuando él falleciera.

Y así fue.

El llanto de Yong destrozó lo poco que quedaba de mi corazón. Estaba desbastada. Lo que parecía ser un viaje de negocios que duraría solo una semana, se había convertido en un viaje eterno, en donde debi dejar a mi hijo para siempre con mi hermana.

— Te amo. No lo olvides nunca, Yong. — Le dije entre lágrimas. Bese su frente. Antes de irme saqué una pequeña cadena de plata pura de mi bolsillo del pantalón. Tenía un dije en donde había un corazón. Dentro de él, la foto de nosotros con él en un paque de diversión. — Recuerda que siempre estaremos contigo. ¿Si?

Y dicho aquello mire a mí hermana quien observaba todo con lágrimas en sus ojos.

— Gracias. La verdad es que eres la única a la que le puedo confiar el cuidado de nuestro hijo. — agradecí a la joven que tomó en brazos a nuestro hijo. — Prometo volver luego. Te he transferido dinero a tu cuenta para los gastos de Yong.

— No es necesario, _____________. — me dijo mi hermana. Se sacó un par de lágrimas que aún corrían por sus mejillas. — Estaremos bien.

— Créeme que si hará falta ese dinero. — reí apenas. — confío en ti.

Me despedí de ella y de mi hijo por última vez antes de dirigirme al auto junto a In-ho. Movi mi mano a través del cristal a modo de despedida. Cuando ya nos vimos lejos, rompí en llanto.

Acababa de hacer un pacto con el diablo y no sabía si realmente en algún momento volvería a ver al pequeño que tantos deseamos junto a In-ho. Creímos que, con escapar de la isla y figurar identidad nueva, no nos encontrarían.

Pero il-nam bien sabía cómo utilizar a sus subyugados a su favor. Pasaron cuatro años cuando el reclutador tocó nuestra puerta; supimos que no íbamos a tener otra opción que alejar a nuestro hijo de nuestras vidas y volver a la isla a comandar los juegos.
Il-nam estaba enfermo y quería por última vez, jugar aquellos juegos que solía jugar cuando era pequeño. Quería ser participe de los juegos del calamar.

  *********

Mire mi anatomía tras él cristal. Lucia un traje negro con perlas blancas. Bastante sutiles a la vista, pero que brillaban bajo la tenue luz que proyectaban los focos de la sala de reuniones.

Tomé mi cabello en una trenza que caía en cascada sobre mi hombro derecho. Arreglé un poco más el vestido y salí del baño en dirección a mí clóset.

In-ho se encontraba del otro lado de la habitación, observándose a través del cristal que su clóset le brindaba. Lucia su túnica negra característica y por el cual emanaba aquella obediencia y temor entre el personal que trabajaba para él.

— Escuché que son 456 personas las que llegaron a la isla. — Le dije mientras buscaba entre mi ropa unos pendientes de color celeste.

— Así es. — Dijo In-ho. Tomo su máscara y cubrió su rostro con ella. — esperemos que los VIP no sean tan exigente está vez.

— Lo dudo. Ha llegado carne fresca. Cuando se trata de apostar ellos no se miden. — Suspiré. Tomé mi máscara y cubri mi rostro. Sin embargo, algo presionó mi pecho, nuevamente.

Hacía días que mi pecho dolía. No presté atención hasta que habían pasado tres días, cuando nuevamente el mismo dolor se alojó, está vez siendo prolongado.

Me quejé, llevando mi mano derecha hacia mi pecho.

— ¿Te sientes bien? — Me preguntó In-ho, denotando un tono de voz más preocupado.

— Si...No lo sé... — Respiré con tranquilidad. — Algo me inquieta, creo que pueden ser los nervios por comenzar nuevamente los juegos y enfrentarme a los VIP.

— No lo creo. — Negó In-ho preocupado. — si te sientes muy mal ven a la habitación y descansa. Hace días te veo inquieta.

— Ya pasará, In-ho. No te preocupes. — Aseguré. Acerqué mi rostro a su máscara y simulé darle un beso. Sentí que In-ho soltó una sonrisa ligera. Tomó mi mano y me invitó a caminar junto a él hacía el elevador.

Respiré hondo y me mentalicé para lo que se aproximaba.

La sala de operaciones estaba comandada por los guardias que se caracterizaban por llevar círculos en su máscara, y uno sólo que llevaba un cuadrado. Esté último se nos acercó y dio la bienvenida a los juegos.

— Está todo listo para dar comienzo. — Nos dijo el guardia quien lucía un overol negro. Distinto al color que llevaban los demás, el cual era rosado.

— Ok, no hagan esperar a los participantes. — Dijo In-ho dando la orden de que el juego comience. — No quiero errores, cualquier situación anómala, me la notifican de inmediato.

— Si señor. — Dijo el guardia. — Proyectaré los jugadores en la pantalla.

La pantalla bajo nuestros pies se iluminó. Cuando el juego comenzó se les pidió a los jugadores sacarse una foto para poder identificarlos mejor. La pantalla bajo nuestros pies proyectó a los jugadores que de a poco se identificaban.

Observé está vez la pantalla frente a mí, aquella que proyectaba a todos los jugadores en la sala de registro. Muchos de ellos lucían un semblante confiado, otros temerosos, otros simplemente no expresaban nada.

Me parecía bastante curiosa la reacción de los participantes. Cuando yo llegue, el miedo inundó mi anatomía cuando vi al primer jugador caer muerto sobre el suelo.
Luz verde, luz roja era el primer juego que eliminaba por montón a los jugadores. Ese día, agradecí que mi sistema de sobrevivencia se apagara y no me hiciera correr hasta verme segura de los pasos que daría.

Caminé sobre la pantalla bajo mis pies, observando a cada jugador. Más mi pecho se volvió a apretar cuando vi a aquel muchacho de cabello castaño y piel blanca.

— Líder... — Le llame a In-ho. Él se mantenía enfocado en la otra pantalla, dándole órdenes internas a los guardias que se encontraban con los jugadores.

— N-no puede ser. — Musité atontada.

— ¿Sucede algo, jefa? — Me preguntó el guardia de overol negro. Tragué saliva. No podía ser que la fotografía de nuestro hijo se encontrará justo bajo mis pies.

— Y-yo... — Enmudecí. ¿Y si no era? Pensé. Seguramente era alguien muy parecido. Yong no podría tener deudas, sabíamos que él estaba bien en seul. Había alquilado una casa pequeña donde vivía solo, según los informantes de In-ho. Aquellos informantes que solo eran de confianza y por lo cual, sabían que In-ho y yo teníamos un hijo que proteger a distancia.

Sin embargo, ahí estaba su rostro, con una sonrisa muy parecida a la de In-ho.
Mi pecho se volvió a contraer, está vez causándome dolor.

— ¿Jefa? — una de las manos del guardia tomó mi brazos para evitar que me desplomara sin más. In-ho llegó a mi lado rápidamente, alarmado.

— ¿Estás bien? — Me preguntó, siendo él quien me sostenía. — Ve y supervisa a los demás guardias y jugadores. Te entrego el mando por hoy. — Le ordenó al guardia.

—Como usted diga, señor. — Asintio el guardia.

— Antes de que te vayas...— le detuve. El guardia rápidamente se volvió a nuestro lado. — Dile a los demás que está prohibido matar al jugador 200.

— ¿Que? — Vociferó In-ho. Aún bajo la máscara pude percatarme que su tono de voz no era preocupación, era más bien de molestia.

—Tu solo has lo que te digo. — Le dije al guardia. Él observó a In-ho esperando una respuesta. Más yo volví a insistir que protegieran a quien era mi hijo. — Necesito los antecedentes del jugador 200. Los quiero en media hora en la sala VIP.

El guardia asintió y se fue sin entender por qué yo le daría aquella orden. Y por qué In-ho no dijo nada al respecto.

In-ho dio las últimas órdenes y nos dirigimos a nuestra sala VIP para observar los juegos desde ahí.

— ¡¿Qué rayos estás pensando?! — Me gruñó In-ho cuando llegamos al sitio. — ¿Cuidar al jugador 200? ¿Qué tiene de especial?

— No puedo creer que no hayas reconocido a tu propio hijo, In-ho. — Mascullé entre dientes, furiosa. — ¡Se supone que todos los participantes los conoces previo a mandarlos aquí! ¡Cómo no fuiste capaz de reconocer a Yong!

— ¿Que? ¿Yong está aquí? — Retiró su máscara y no dudo en prender la pantalla gigante frente a él, donde ya se podían ver a los jugadores en el primer juego, escuchando las indicaciones de la voz femenina en el alto parlante.

— Ese de ahí. — Le indique con mi dedo indice.

— No es Yong. — me dijo, seguro.

— ¡Soy su madre, lo podría reconocer a distancia! — chillé. — ¡Es Yong, In-ho. Es tu hijo el que está ahí apunto de morir!

— ¡Pero es solo un crío!

— Tiene 25 años, In-ho. — Le dije, recordando su edad. No era de esperar que In-ho olvidará el cumpleaños de su hijo pues, entre los dos él era el que más ocupado llevaba su tiempo. Qué se olvidará incluso de él, para mí no era novedad. Después de dejarlo con mi hermana, In-ho sólo se limitó a saber de él cuando sus informantes nos traían noticias novedosas de Yong. Tales cuando ganó un partido de basketball; cuando se graduó y cuando consiguió su primer trabajo en un almacén. Lo demás In-ho lo omitió por mi bienestar, según sus palabras.

Tocaron la puerta de la habitación. Donde entro un guardia con overol rosa y su máscara con un cuadrado dibujado.

—Los papeles que pidió, jefa. — Me hizo entrega de una carpeta delgada. Di las gracias y pedí que se retirará.

Me dirigí hasta el diván de cuero color café y comencé a hojear el expediente.

— Es Yong. — Musité al ver su fotografía archivada en la carpeta. No podía ser otra persona. Aquel pequeño lunar en forma de corazón que decoraba su pómulo derecho era característico de él. Y el collar que le di cuando lo dejé, aún colgaba de su cuello.

In-ho se situó a mi lado, expectante. Una por una la hoja de vida fueron leídas, dándome a entender que la deuda que él tenía era de más de veinte millones de wones. Tal parecia que las apuestas de carrera de caballos era más bien un vicio más que un hobbie.

Se habia graduado, pero dejo una deuda descomunal tras los ramos que no cursó a tiempo. Los bancos demandaban su cabeza.

Mis lágrimas comenzaron a azomarse por mis mejillas tras ver en las hojas que el figuraba ser un huérfano. No contaba con padre ni madre, ni ninguna red de apoyo visible.

— debemos sacarlo de allí. — Sentencié, cerrando la carpeta,  observando ya a gente muerta en el suelo a través de la pantalla. Divisé a Yong rápidamente, quien ya había cruzado la meta.

Respiré un poco más tranquila.

— Yong se lo ha buscado solo, ____________. — dijo In-ho sin sentimiento alguno. — Si está aquí tendrá que jugar como los demás.

— ¡Estás loco! — le grité. — ¡Es tu hijo! ¿No querrás verlo morir, o si?

— No, pero quiero ver hasta donde es capaz de llegar. — Sonrió ladino, mientras tomo su vaso con whisky y bebió un sorbo.

— In-ho, acepto que seas así con cualquier persona. Frívolo conmigo y con tus guardias. Pero no me vas a obligar a ver cómo Yong falla y lo matan cuando yo perfectamente puedo ayudarlo y enviarlo devuelta a la ciudad.

In-ho permaneció observando la gran pantalla. Sin emitir palabras alguna. Y es que su frialdad me superaba en muchas ocasiones.

— No permitiré que nuestro hijo muera. Acepté las condiciones de il-nam cuando nos encontró, dejé a mi hijo por apoyar estos juegos. Ahora que no está, no volveré a perderlo de nuevo.

In-ho está vez me miró serio, frunciendo el ceño.

— ¿Qué piensas hacer? — Inquirió curioso.

—Lo que cualquier padre o madre haría para salvar a su hijo. — In-ho enarcó una ceja, dándome a entender que no sabía de lo que una madre era capaz de hacer por su hijo. ; su único hijo. — unirme al juego.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro