20.- He's alive V
Nuestros tobillos fueron engrillados uno en contra del otro a modo de simular sólo seis pies en cinco personas. Nos ubicamos según los juegos en los que dijimos éramos buenos en desempeño. El brazo de Joung-Bae se entrelazó con el mío para así impulsarnos con mas fuerzas. El resto del grupo estaba listo para cuando uno de los guardias que tenían consigo un circulo en su máscara, disparara su revolver contra el cielo.
Rápidamente nos vimos hacia el primer juego. Respiré hondo una vez tomé la carta roja y el soldado dejó caer la azul contra el suelo. Medí la distancia y la fuerza con la que iba a lanzar mi carta. La lancé en su contra, haciendo que la carta azul se diese vuelta con tan solo un movimiento.
Miré a mi grupo y sonreí, sin pensar en que, en el primer intento, podríamos movernos rápidamente.
El turno de Joung-Bae. Pidió un poco más de espacio para poder tirar la pequeña piedra en contra de una más grande a distancia de él. Mencionó muchas veces que él fue marino, por lo tanto, él era un experto en aquel juego. Nuevamente, la victoria era de nosotros. Él con un golpe certero dio a la roca, haciéndonos pasar rápidamente al siguiente juego.
Dae-ho deslumbró con el Gon-gi. Pese a que era un juego que las mujeres solían jugar, el jugador 388 vislumbró un manejo que nosotros no podíamos dar crédito. Sus manos se movían veloz, creando un efecto en el cual las piezas del juego apenas las pudimos ver.
El turno de In-ho había llegado. Tomó el trompo y comenzó a maniobrar. Le miré atenta. Él era bastante bueno en el juego, muchas veces aquello se convertía en una competencia con su hermano cuando nos reuníamos en familia y jugábamos los juegos tradicionales de Corea.
Observar a In-ho con el trompo en manos, no activó mas que la nostalgia al recordar aquellos momentos en familia.
Pero falló. Y el grupo enmudeció. El trompo fue lanzado a metro de nosotros.
—Lo siento... —Dijo In-ho rápidamente.
—No, tranquilo. Aún falta tiempo. —Le dijo Gi-hun. —Caminemos hasta él. Tenemos tiempo de sobra.
Gi-Hun se había convertido en el líder innato en el grupo. Seguimos sus pasos hasta llegar al trompo; luego nos devolvimos hacia nuestra posición. In-ho había vuelto a fallar.
—Ay que tonto, se me fue la mano. —Se quejó, simulando frustración. Le fulminé con la mirada cuando observé que ahora el trompo, estaba detrás de nosotros, casi llegando al guardia que nos entregó el Gon-gi.
—N-no te preocupes. —Le decía Dae-ho un poco nervioso. —Aunque un experto en trompo no habría llegado a ese extremo.
Retrocedimos, contabilizando nuestros pasos. In-ho tomó el trompo nuevamente, y volvimos a caminar hasta nuestra posición. Antes de que Dae-ho le mencionara que respirara, In-ho había lanzado nuevamente el trompo, quedando a sus pies.
Miré el cronómetro. Sólo nos faltaba un minuto.
—Pero ¡¿qué diablos pasa conmigo?! —Gritó In-ho frustrado, dándose de cachetazos en ambas mejillas. No dejaba de maldecir, asustando al resto del grupo.
—¡Basta idiota! —Le grité. —¡O quieres que nos maten a todos!
—Tranquilo, no hay tiempo para esto. —Le dijo Gi-hun, tomando sus manos para detener a In-ho. Mi corazón palpitaba con fuerzas. Bien no sabía qué sucedería si no llegábamos a la metas antes de tiempo. Creí que quizás nos dieran tiempo sólo por estar con In-ho; O bien, nos mataban a todos y él simplemente podría quedar vivo. Un torbellino de ideas inundaba mis pensamientos hasta que el grito eufórico de mis acompañantes me sacaron de mi burbuja.
In-ho había logrado hacer girar el trompo.
Caminamos hasta la ronda final. Gi-hun confiado tomó el Chagi y comenzó a dominarlo. No fue difícil para él dar cinco golpes de punta al objeto, para cuando había terminado tan solo nos quedaban cinco minutos los cuales, alargamos nuestro caminar y pudimos llegar a la meta.
El grupo se abrazó entre sí, feliz. Hasta que los disparos nos obligaron a separarnos para ver que, frente a nosotros, el equipo contrario no había llegado a su objetivo.
Miré a In-ho quien parecía estar sorprendido. Pero nada de eso me hacia pensar que él, dentro de los juegos podría cambiar su punto de vista. Aquellos modismos y conductas no eran mas que una fachada para ganarse a los jugadores.
¿Pero cuál era su plan? Bien no lo sabía.
Regresamos a la habitación común con los participantes sobrevivientes. Me separé del grupo cuando vi que se acercaban al mismo lugar en donde nos reuníamos. Quería estar lejos del cuchicheo y también de In-ho.
Me recosté sobre mi camarote y miré sobre el cielo raso aquella bola en formar de cerdo que contenía el dinero por el cual todos estaban jugando. No pude evitar verme disfrutar de aquellos wones. Pero no pude imaginar lo que podría hacer con tanto dinero. Y faltaba aún más pues lo prometido eran cuarenta y cinco millones de wones.
Mucha tentación para personas tan simples y avariciosas como las que estaban en el lugar aún vivos.
—¿Te divertiste? —sentí su voz a mi lado. Cerré los ojos, molesta. En el proceso solté un suspiro haciéndole ver que su presencia para mi no era grata. Él solo soltó una risita divertida.
—¿Te divierte hacer tiempo? —Le cuestioné. —Eres zurdo. No sé como no me acordé de eso antes. —bufé, recordando que él había lanzado el trompo con su mano derecha. Una estrategia para retrasarnos en el juego. —SI no hubiésemos pasado el juego, ¿que nos hubiese sucedido?
Él suspiró. Tal parecía que ni el sabía qué nos iba a pasar si perdíamos.
—Lo tenía calculado, _______________. —confesó. —Si no hubiésemos llegado a la meta, las ordenes eran claras.
—¿Ordenes? —Inquirí. —¿Nos ibas a matar?
—_______________. Haces muchas preguntas. — Se quejó.
—¿Sí? Pues las seguiré haciendo porque las necesito. ¿O tú crees que me iré de aquí sin saber por qué has decidido abandonar todo allá fuera?
In-ho volvió a reir.
—¿Y tú crees que saldrás de aquí? —Me preguntó. Mi sangre se heló. ¿Era capaz de matarme pese a todo lo que vivimos fuera? ¿Era capaz de matarme? Ahora que tenía a In-ho frente a mí, ya no podía confiar en él, eso estaba claro. ¿Pero, llegar a matar a quien iba a ser su esposa? No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Aquello me jugaba en contra, lo tenía claro, pero no podía reprimir lo que sentía en ese entonces.
Miedo a In-ho.
—Pues saldré con vida cueste lo que me cueste. —Gruñí por lo bajo. —Gi-hun te está buscando. Escuché lo que te dijo en las escaleras cuando subimos. ¿Cuánto crees que durarás sin que sospechen de ti?
—Gi-hun es inteligente, pero inocente. —Repuso In-ho con confianza.
—No puedo creer en lo que te has convertido, In- ho. —Dije, indignada. —No puedo creer que me iba a casar contigo. pensé que me amabas. pensé... pensé muchas cosas de ti, pero... no fui más que un títere en tu vida.
—Tu no debías estar aquí, para empezar. —Gruñó por lo bajo.
—¿Entonces dónde? ¿Esperando a tu llegada? —Refuté iracunda. —Tres años, In-ho. Y no dejaste ni siquiera una carta escrita con alguna excusa absurda. Con eso, yo hubiese quedado conforme. Al menos por un tiempo.
In-ho tomó de mi mano y besó el dorso de esta, causándome un cierto escalofrío y también, que mi cuerpo no pudiese reaccionar. Me había pillado de sorpresa pues, no habíamos tenido un encuentro intimo desde que llegue a los juegos.
—Prometo contarte todo, ¿sí? —Me miró a los ojos. Por un momento se tornaron de una tonalidad café, muy dulces y sinceros. —Te diré la verdad. Pero necesito que confíes en mí.
—¿Y el resto del grupo?
—_______________, no puedo salvarlos. Ellos deberán seguir jugando. Pero tú... veré la forma de mantenerte a salvo. Cuando te confiese todo, podrás decidir si quedarte o seguir tu vida y olvidar que estuviste aquí.
—¿Qué clase de trato es ese, in-ho? ¡Ellos confían en ti!
Él sonrió, ladino.
—Lo sé. Pero tengo planes. Y no puedo posponerlos. Menos por ti.
Volvió a besar mi mano antes de irse y dejarme con la incógnita de su secreto y la furia de ver cómo llevaría su plan, aunque yo estuviese en medio. Mi pecho se inundó de pena al ver a Dae-ho sonreír triunfal junto a Joung-Bae. Gi-hun sonrió cuando In-ho llegó a ellos y se sentó a su lado.
Mas desvié mi mirada cuando ellos miraron hacia mi dirección. Si me veían llorando, estaba segura de que no dudarían en correr a mi lado, preguntándome si me encontraba bien. No quería arruinar el momento con lloriqueos.
Debía tratar de convencer a In-ho de detener los juegos y sacarlos de allí. Aunque mi vida dependiera de ello.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro