17.- Magnetism
Aceptar a In-ho en mi vida fue también aceptar el secreto que escondió por años. Ser el líder de una organización que se vinculaba con gente millonaria era un trabajo arduo, aún más si de ello dependía el financiamiento de dicha organización.
Las personas que llegaban a la isla con el propósito de ganar dinero era lo que excitaba a los millonarios. Aquellos que usaban máscaras perladas y doradas en forma de animales apostaban por el mejor.
Y es que los juegos de niños, no eran tan solo juego de niños. Era la muerte segura para quienes no lograban adaptarse desde el primer juego. Luis roja, luz verde.
Mire desde el balcón de la pieza que compartía con In-ho. El día Lucía hermoso, como nunca antes. El cielo azul deslumbraba en lo alto y el sol brillaba, siendo reflejado por el infinito mar que cubria la mayor parte del paisaje.
La brisa del aire me ayudaba a mejorar mi comprensión de las cosas que sucedían en ese entoces. In-ho me había prometido irse de la isla una vez que el anciano cumpliera su sueño de ser parte de los juegos.
La responsabilidad caía netamente en In-ho cuando il-nam se puso el vestuario característico de los juegos y se adentró a jugar luz verde, luz roja.
Expectantes vimos el show desde nuestra habitación, en la comodidad del diván de seda que quedaba frente a la gran pantalla que emitían los juegos.
El anciano realmente quería jugar y recordar su infancia.
— ¿Le dijiste que harías luego de todo esto? – Le pregunté a In-ho, quien no sacaba su vista de la pantalla gigante.
Asintió levemente tras tomar un sorbo de su whisky que yacia en un mediano vaso de vidrio.
Lucia su traje negro, el cual cubría todo su cuerpo. A su lado descansaba la mascara que debía utilizar incluso cuando il-nam se dirigía a él.
— ¿Qué te ha dicho? – Inquirí curiosa.
— Que soy un idiota y que por eso tendré que quedarme hasta el tiempo que él dure con vida a su lado. – Dijo sin expresión alguna.
Arqueé una ceja, casi sin creer lo que me había dicho. Pero su inexpresion me hizo entender que en realidad el anciano había puesto esa condición ante nuestra situación.
— Pero ¿y si dura cinco años? ¿Tendremos que quedarnos aquí? – In-ho asintió. — ¿Y nuestro hijo, In-ho? ¿Quieres que nazca aquí?.
In-ho frunció el ceño. Quizás molesto. No lo sabía, habían muchas cosas que yo no sabía de él.
— Es lo que ordenó él, ____________. – Aseveró. – Lo siento pero nuestro hijo tendrá que nacer aquí si il-nam sigue con vida durante cinco años más.
— Pero se supone que le dieron solo un mes de vida. — Espeté.
— Bueno, quizás se han equivocado los médicos. — Repuso él. — il-nam se ha visto mejor que nunca.
En la pantalla ya se podían ver personas muertas sobre el suelo. Más el anciano, había llegado ya a la meta. Me mordí el labio inferior, pensando en otra salida a todo esto.
— In-ho esto no es lo que me prometiste cuando me dijiste que viniera contigo...
— Lo sé, pero debo seguir las ordenes. – Repuso sin tapujos. Tal parecia que el nacimiento de nuestro hijo en medio de toda está locura no le afectaba.
Me levanté del diván y me dirigí al balcón de la habitación, donde ya se podía observar el atardecer. Mire a lo lejos y desee poder darle la mejor vida al pequeño que venía en camino. Toqué mi vientre, sintiendo sus movimientos por debajo de mi piel.
Si, había sido un error traer un niño al mundo, pero yo no era la única que me debía cuidar.
El suceso fue un tema por el cual peleamos mucho. Mucho más de cuando estábamos viviendo en su departamento. La llegada del bebé le había arruinado parte de su trato con il-nam, quien no se mostró feliz cuando le mencionamos la llegada de nuestro hijo.
Aquello hizo enojar a In-ho, pensando en que le había fallado al anciano que había depositado toda su confianza en él respecto de la organización de los juegos.
Sin embargo, yo no podía salir de allí. El imán que llevaba consigo In-ho era poderoso. Me atraía incluso cuando yo ya no tenía mucho que ver entre los negocios de In-ho e il-nam.
La presencia de In-ho se hizo sentir a mi lado, quien también solía mirar el atardecer cuando todo se desmoronaba a su alrededor. Miró fijo el horizonte y suspiró.
— Siento todo lo que te dije cuando supe que estabas embarazada. – Dijo, sin quitarle la vista al paisaje frente a él. — Lo siento mucho.
— Dijiste todo muy en serio, In-ho. No sé si creerte. — musité tras recordar aquellas palabras frías y sin sentimientos de su parte. No pude evitar derramar un par de lágrimas, pensando que In-ho seguía siendo el sujeto tierno y dulce que conocí antes de los juegos. Lo quería creer, pero muy en el fondo, sabía que una parte de él había cambiado desde que conoció a il-nam.
Si, desapareció por seis días, pero su fachada siempre fue trabajo. Estábamos mal de dinero, cada dia aparecía un problema nuevo, pero los seis días fuera del pais arreglarían nuestros problemas, según el.
Cuando llegó a casa, magullado pero con una sonrisa amplia en su rostro, supe que algo no andaba bien. El dineral que había ganado en los juegos fue lo que nos solventó el resto de deudas que teníamos. No puse reparos, la verdad es que nuestra situación había mejorado con creces.
Hasta que volvió a recibí una llamada y con ello, confesó que el había sido despedido de su trabajo como policía nacional, pero que había tomado otro mediante los juegos que había jugado y por el cual ganó todo el dinero que nos dió tanta felicidad en su momento.
Mi vida se derrumbó tras su confesión. Ganar dinero en base a supervivientes me parecía chacal, pero no pude negarme. Ya habíamos gastado parte del dinero por el cual muchas personas lucharon.
Decidí seguir con In-ho, incluso cuando supe que nuestro cambio de hogar sería radical.
Pero el no estuvo conmigo cuando le confesé sobre nuestros nuevo rol como futuros padres.
Desapareció por cuatro días, donde supe por uno de sus guardias que el estaba durmiendo en una habitación provisoria.
— Me dejaste tres días, In-ho. — Le recordé. – No creas que lo he olvidado. Dolió más que cuando te fuiste por seis días para conseguir ese dinero.
— Lo sé, lo sé y lo siento. — Volvió a decir. — Siento que il-nam no haya tomado la noticia bien. Eso hizo que me sintiera culpable.
— Pero me culpaste a mí, por algo que tú también debiste haber echo. Cuidarte. — Espeté molesta. — Esto se hace de a dos, In-ho. Y tú bien lo sabes. Ahora tendré que tener este crío aquí, en esta isla. ¿Crees que podrás trabajar bien con el llanto de un niño?
— Es mi hijo, tengo que hacerlo. — Repuso.
— No es solo tú hijo, es una persona que verá desde pequeño estás cuatro paredes. No es lo que quiero para él.
— ¿Entonces por qué quisiste venir conmigo, uhm? Si sabías que estarías envuelta en estos juegos.
— ¡Porque te amo idiota! — Gruñi furiosa. — ¡Te amo, incluso más que tú a mí!.
— Eso no lo sabes.
— No hace falta, In-ho. Con solo ver tú forma de actuar puedo saber que tú amor no es tan devoto hacia nosotros. — mis lágrimas lograron salir y rompí en llanto.
In-ho se acercó para poder abrazarme pero le rehui.
No quería su tacto, pese a que era algo que me calmaba. No, quería estar sola. Lejos de él.
El crío en mi vientre se movió nuevamente, y lloré porque sabía que toda está situación le molestaba también. Tomé mi vientre entre mis manos y me fui de su lado. Los pasos de In-ho iban tras de mi.
— Mejor verifica que il-nam salga con vida de allí. Nosotros estaremos bien. — Le dije entre llantos.
— No. – dijo y tomó de mi brazo, atrayéndome a él. — Me importan ustedes. Sé que no he sido la persona que conociste últimamente. Los juegos y la responsabilidad han echo que me vuelva frío. Lo sé... Yo solo, quiero hacer bien las cosas, __________.
— ¿Qué más quieres hacer si ya has cumplido con todo lo que él te ha pedido? ¡No eres un súper hombre! ¡Eres In-ho, un humano como cualquiera!
— Esto va más allá que simples juegos, __________. —su mirada ahora se tornó ida. Algo más sucedía. — No es simple dejar esta isla. Solo hay que esperar que los doctores realmente hayan hecho bien su cálculo para saber si il-nam morirá. Mientras tanto, si nos vamos, nos seguirán y nos volverán a traer a esta isla.
— ¿Y si muere qué? Seguirás siendo el líder, eso está claro.
— No si encuentro a algún jugador que tenga el potencial de serlo. — se acercó a mi y me abrazo. Quise salirme de su encanto, de aquel calor corporal que emanaba y me cobijaba gratamente. No pude. El imán de In-ho me había atrapado nuevamente.
— Solo quiero que esto termine, In-ho. Ya no quiero ir a esas reuniones con los VIP. Sé lo que piensan sobre nosotros, lo veo bajo sus mascaras.
— Tranquila, solo esperemos un tiempo más. No mucho, pero te prometo que volveremos a vivir como antes.
— Prometelo, In-ho. — el suspiró. Tomo mi rostro entre sus manos y me besó con ternura.
— Lo prometo. – Dijo, finalmente sellando su palabra con un nuevo beso mucho más prolongado, acariciando mi panza con su mano libre.
Sus besos eran adicción para mí. Pero ello, no era suficiente para saber qué In-ho no cumpliría su palabra.
El tiempo se había encargado de hacerme saber qué sus caricias eran distintas a las anteriores. Más calculadoras y frías.
Pero como dije. In-ho era un imán. Y ante ello, no podía escapar.
✖️✖️✖️✖️✖️✖️✖️
Hola mis queridas lectoras, espero estén bien. Espero que les esté gustando estás pequeñas historias.
En ocasiones se me acaban las ideas T.T pero aquí estamos, escribiendo nuevamente.
Gracias por leer y también por sus estrellitas ❤️🩹
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro