16.- One more year.
El disparo fue certero en el entrecejo del jugador 345. Miré a través de mi franco tirador y me cercioré de que el sujeto siguiera en el suelo, muerto. Los jugadores gritaron despavoridos al ser el primer participante en morir en el juego. Entonces, aquello dio chances a que mas balas de mi rifle salieran dándole a quienes no seguían las instrucciones del juego.
No moverse mientras la muñeca dice luz roja. Era tan simple la instrucción, pero los jugadores tan inútiles.
Los juegos habían vuelto a funcionar después de tres años. Habían nuevos participantes y así también, nuevo personal. Todos con un único fin; hacer que los juegos se lleven a cabo sin problemas algunos. El líder era exigente, y bastante volátil si se trataba de llevar el liderazgo luego de que el anciano fundador de los juegos muriera tres años atrás.
La muñeca volvió a mencionar luz roja y con ello se sintió los gritos del jugador 456, quien ya había participado de los juegos previamente. Esta vez, había entrado con un propósito. Desmoronar la organización y a su líder.
Tenía potencial como siguiente líder. Nos habíamos asegurado de que fuese así. El líder y yo, lo vimos como el siguiente líder antes de retirarnos y vivir lejos de toda la responsabilidad que conllevaba llevar tales juegos donde gente millonaria, votaba por el mejor de los participantes.
Guardé mi arma una vez el juego había terminado y me dispuse a salir de la habitación donde me encontraba disparando. Tal como nos formaban en corea del norte, una marcha militar se sentía sobre el suelo, guiándonos hacia nuestras respectivas habitaciones donde finalmente podríamos descansar.
Abrí la puerta de mi habitación siendo interrumpida por uno de mis iguales.
-El jefe desea que subas. -Mencionó tras de su mascara. -Ahora.
Asentí, saliendo del lugar sin siquiera poder respirar de aquella mascara que tapaba nuestra identidad. Caminé junto al guardia, recorriendo escaleras y pasando laberintos. Un camino bastante conocido para mí, pero también un poco olvidado por los años que pasé fuera de la isla.
El guardia abrió la puerta de la habitación y me hizo entrar con un pequeño empujón.
-Como usted lo ordenó. -Dijo mi colega. Esperó la aprobación de su mayor y se marchó, cerrando la puerta tras de él.
El líder, aun con su traje negro puesto y mascara en su rostro, se acercó a mí. No podía creer que, pese a los años sin vernos, mi corazón siguiera latiendo de la misma forma. Deseé quitarle la mascara y besarle, pero debía aún, escuchar de su boca pedírmelo.
-¿Cuando me pedirás ser mi mano derecha? -Fue lo primero que me dijo. Solté una risita divertida. -Deseo que estés aquí, a mi lado comandando todo esto.
-No seas mentiroso, in-ho. -Reí. -A ti te gusta llevar el control. A mí me gusta también, pero en mi área. Allá afuera.
In-ho se sacó la máscara dejándome ver aquella piel tersa y bien cuidada. Me acerqué a él y me atreví a posar mis manos sobre su cintura, acortando la distancia. Él fue quien retiró mi mascara, atreviéndose a dejar un caso beso sobre mis labios.
-Te extrañé. -Murmuró entre besos.
-También yo. -Escondí mi rostro entre su cuello, aspirando su aroma. -Han pasado tres años y me sigo sintiendo igual, In-ho. Pensé que te olvidaría.
El soltó una risita divertida.
-¿Estamos destinados, no crees?
-No creo en el destino. Pero si en la suerte. -Aseveré. -Por cierto, el jugador 456 está demostrando ser un buen líder.
In-ho asintió. Se acercó a la gran pantalla que tenía frente a su diván y se sentó. Prestó atención a cada movimiento de los jugadores, siendo uno de ellos, el 456 quien se encontraba con un grupo reducido.
-Debo jugar con su psiquis para que se una. No será fácil, parece incorruptible.
-Bueno, lo parecer. Pero todos nos hemos visto envueltos en situaciones que no han puesto entre la espada y la pared. -Expliqué, observando al jugador. -Si tienes suerte, se unirá y tu podrás descansar y quizás...
In-ho tomó su vaso con wisky y bebió un poco de él. Su rostro se demostraba sereno, pero serio dentro de su rol como líder.
-¿Quizás? -Inquirió, sin quitarle la vista de encima a la gran pantalla.
Suspiré. La vergüenza me inundó cuando pensé en que quizás podríamos formar una familia lejos de toda esta locura. Pero cómo, si sólo nos vimos por seis días hace tres años. Me reí de mi misma al creer que In-ho era de aquellos hombres que después de un tiempo querían formar parte de algo más que sólo un juego de niños.
Su mirada se posó en mí, esperando una respuesta.
-Quizás podamos vivir tranquilos en la ciudad, si él acepta ser el nuevo líder.
-Aún no lo sabemos, quizás debamos estar otro año más para escoger a otro líder. -Explicó.
-Espero que no. -Confesé.
-¿Estás cansada de esto?
-No, es solo que... -Suspiré. No sabía cómo decirle que quería estar con él pero sin ser una líder más. No me consideraba la mujer idónea para la responsabilidad que In-ho llevaba. Pero él insistía en que si era digna de serlo. Mi negativa siguió hasta que los juegos terminaron y con ello debí retomar mi vida normal. Ahora que lo tenía frente a mí, mi convicción se veía doblegada por su presencia.
-Entiendo que esto sea mucho para ti, ______________. Pero te necesito conmigo. Eres la única que logra que todo esto funcione. Si tu estas a mi lado, esto funciona.
-Sabes que mi lugar es afuera como francotiradora.
In-ho rio desganado.
-Años fuera de la milicia norcoreana y aún no logras desapegarte a esa ideología...
-No ha sido fácil vivir con el adoctrinamiento. -Espeté.
-¿Entonces qué te hace pensar que será fácil vivir lejos de esto? -Cuestionó. -Lo he intentado, pero no pude irme de la isla durante los tres años que pasaron.
-¿Qué? ¿Estuviste escondido aquí estos años? -Cuestioné casi sin creerlo.
-¿De dónde crees que salieron los juegos nuevos, uhm?
Volví a suspirar, abatida.
-In-ho, dijiste que el jugador 456 sería el próximo líder en la siguiente temporada. ¿Realmente quieres dejar tu mando?
In-ho volvió a mirar la pantalla frente a él, esta vez se podían observar a los participantes dormir en sus camarotes. Se levantó de su puesto y se dirigió hacia su habitación. Le seguí los pasos.
Sacó su traje negro reemplazándolo por un vestuario ordinario. Abrió su armario y me pasó mi ropa de cambio. No dudé en sacarme la ropa y usar la que me había ofrecido; mas ligera.
-Si tu estas conmigo, puedo dejar el cargo, pero necesito de tu ayuda para que 456 sea el líder. Necesito ejercer presión a nivel psicológico.
-Ok, cual es tu plan entonces.
-Seré parte del segundo juego. -admitió sin siquiera inmutarse. -Como un jugador más. Me incluiré a su grupo... Veremos que sucede.
-Debe ser broma. -Reí divertida.
-No, no es broma. Y para eso, necesito que tu vigiles aquí arriba. Mires desde esa pantalla cada movimiento y le informes a los soldados. -Explicó.
-Me sacarás de mi lugar...
-Tarde o temprano tendrás que dejar ese puesto, _______________. -Se acercó a mi y tomó mi rostro entre sus manos, depositando un beso en mis labios. -Las guaridas están al tanto, saben que estarás a cargo. Confían en ti. -Volvió a besar mis labios. - Confío en ti.
-Eres un gran idiota, in-ho. -Susurré entre besos, resignada al cargo que ya me había dejado sin siquiera preguntarme. -Te cuidaré las espaldas. Prométeme que no te sucederá nada. No sabes si hay traidores entre nosotros.
-Si los hay... tú lo sabrás. Eres ex militar. -Sonrió confiado. -Déjame terminar con 456 y nos iremos de aquí, juntos. Podremos formar una vida fuera.
Dejé caer mi cuerpo contra la cama, suspirando en el proceso. In-ho se recostó a mi lado, apoyando una de sus manos sobre su rostro. Su dedo índice recorrió mis facciones, bajando por mi cuello, deslizándose hasta la punta de mi pezón por sobre la polera que llevaba puesta.
-¿Aceptas? -Dijo, mientras depositó un beso tierno en mi sien derecha.
-Acepto. -Me mordí el labio, inquieta. Asumir un nuevo cargo era algo nuevo para mí. La ventaja, era seguir usando la máscara y seguir en el anonimato. Sin embargo, tendría que mantener vivo a In-ho si quería que nuestro plan de vida se realizara.
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