15.- Love and happiness
Introducirme a los juegos había sido un error. Un gran error, pensé entre la oscuridad de la habitación con un cuchillo en manos.
Estaba débil, demasiado débil como para pelear. Pero me envalentonaría. Había pasado cada uno de los juegos sin problema alguno. No podía desfallecer ahora. No ahora que estaba en el final.
Me incorporé sobre la cama y gemí ante el dolor punzante que ocasionó la herida abierta que cubría parte de mi abdomen. Una de mis manos estaba empapada en sangre, presionando contra el torniquete que yo misma había improvisado con parte de mi vestuario. Aquel dolor me hizo sudar y maldecir en voz baja. De a poco comenzaba a perder la consciencia.
—¿_____________? —Susurró una voz a mi lado. Abrí los ojos rápidamente y alcé mi mano con el cuchillo. —No, tranquila. Soy yo... Gi-hun. —Dijo el sujeto con el que compartía la habitación. El jugador 456 se sentó a mi lado con libertad. Su mirada viajó por mi anatomía demostrando preocupación.
—Estoy bien. —Afirmé antes de que el mencionara algo sobre mi situación.
—No te ves bien, ______________. —Musitó él, asustado. —¡Mira tienes fiebre! —Exclamó una vez se atrevió a tocar mi frente.
—Estoy bien, Gi-hun. —Volví a repetir.
No debía saber que estaba herida. Menos aquel sujeto que compartía habitación junto a nosotros. Habíamos quedado tres jugadores. Sólo uno saldría con vida esa noche, o quizás al otro día, pero sabíamos que debíamos descansar para poder descubrirlo.
Dudaba mucho sobrevivir, pero confiaba en que mi cuerpo me ayudaría a regenerar las energías para estar preparada.
—Gi-Hun... —Murmuré apenas. Me acerqué a él sin quitarle la vista al jugador 218 quien yacía dormido sobre su cama a metros de nosotros. —Tengo miedo... —Confesé. Me dolía confesar que sí sentía miedo. La ultima vez que confié en alguien terminé con el corazón roto y humillada; nunca confié y menos para admitir que tenía miedo. Pero Gi-hun me ayudó a confiar y me daba lastima sentirme bien al lado de otra persona después de pasar tiempo desconfiando de los demás.
Gi-hun me miró con pena. Pude notarlo.
—No te preocupes, _______________. Él no nos atacará. —Susurró bajito. Me mostró su cuchillo en manos y yo negué de inmediato. Sabía su plan. Pero también sabía que Gi-hun no era un asesino.
—Tu no eres así, Gi-hun. Eres diferente. No te conviertas en esto. —Musité. Me volví a incorporar sobre la cama, sin quitar mi mano sobre mi herida. —¿Te acuerdas cuando me preguntaste por qué me había unido a los juegos?
—Si, me dijiste que tenías deudas, muchas. Y que una de ellas era una operación que debías realizarte.
Asentí.
—Tengo un gato. —Gi-hun arqueo una ceja. —Mentí sobre la operación. No era yo quien necesita ayuda, es mi gato. Sufrió un accidente y su tratamiento es descomunal en cuanto a dinero. Tengo deudas, sí. Pero el gato es lo que quiero salvar porque es el único recuerdo que tengo de la persona que amé en algún momento.
Gi-hun parpadeó un par de veces, quizás desconcertado. Seguramente mi reacción sería la misma si me comentaran que un felino era la motivación para ganar los juegos los cuales, prometían mucho dinero. Y no solo era el gato, eran deudas diversas que tuve que tomar prestada para poder terminar mi carrera como chef. Los bancos no perdonaban, la vida en sí no era benevolente con nosotros, con quienes carecían de recursos.
No pude evitar sentirme estúpida al confesarle el secreto. Pero Gi-Hun esbozó una sonrisa tierna y asintió.
—Tranquila. —Sonrió. —Todos estamos aquí por una razón. —Soltó un suspiro. Volteó a mirar al jugador 218. —Saldremos de aquí, te lo prometo.
No creía en su promesa. Y no porque no fuese un hombre que no cumpliera su palabra. Sino mas bien, porque yo sabía que mi tiempo allí tenía sólo minutos. El ardor en mi vientre se ramificó por mi anatomía, haciendo que mi corazón latiera con rapidez. Mis sentidos ya no estaban al tanto de lo que sucedía; mi vista se nublaba de a poco y mi audición, sólo sintió a Gi-Hun gritar por ayuda.
Lo ultimo que escuché fue la voz femenina del alto parlante que nos indicaba seguir a los guardias en cada juego, mencionar mi deceso.
**************************
Soñé por primera vez en mucho tiempo. Y deseé seguir en aquel mundo onírico pues, era la vida que soñé tener en algún momento. Amor y felicidad.
Desperté esta vez no sintiendo ningún ruido. Entreabrí los ojos sólo para verificar si había alguien más en la habitación. Pero estaba sola.
Miré a mi alrededor, topándome con una habitación oscura, con luces muy tenues. Mi atención se vio en las decoraciones y en el perfecto estado en el que se encontraba todo. A pesar de que la luz no era mucha, los objetos allí relucían como oro.
Quise incorporarme, pero mi abdomen dolió. Gemí en silencio mientras cerraba los ojos y pedía una vez más liberarme del sufrimiento y seguir en mi mundo donde el sufrimiento no existía. Aquel en donde todo era perfecto.
Pero el dolor seguía allí, punzante y prolongado.
—Mierda. —Me quejé. Sacando de encima lo que cubría mi cuerpo. Estaba acostada sobre una cama amplia con telas de seda. Observé el área afectada descubriendo que había un parche sobre mi piel que cubría la herida que me había provocado al llegar al penúltimo juego.
El puente de vidrio eliminó a la gran mayoría que aún había sobrevivido. Tratar de adivinar cual era el vidrio polarizado y cual no, era algo imposible incluso para el mejor fabricante de vidrio. Con mucha suerte logramos pasarlo junto a Gi-Hun y el jugador 218. Lo que no vimos venir fue la explosión de los vidrios que quedaron intactos; pedazos de vidrios que volaron por el aire dándonos de lleno como perdigones. Uno de ello perforó mi abdomen, incrustándose con profundidad.
El dolor del recuerdo sólo quedaba en mi piel.
Intenté levantarme y salir de aquella habitación. No sabía si el juego había terminado o no. Me incorporé nuevamente sobre la cama y me mordí el labio antes de emitir algún chillido que alertara mi presencia allí. Puse mis pies sobre el suelo y me levanté.
Lancé un suspiro de alivio.
Miré nuevamente a mi alrededor. Había una puerta negra que era alumbrada por luces un poco más vivas que las que alumbraban la habitación en general. Di un paso y me cercioré de no tambalear y caer al suelo. Di otro, afirmándome contra el respaldo de la cama.
Di otro y la puerta se abrió haciéndome caer al suelo.
Esta vez chille tras el dolor, no por el golpe, sino por lo cabreada que estaba de no salir de aquella pesadilla. Alcé la mirada cuando escuché sus pasos acercarse rápidamente a mí. El sujeto de vestuario negro y mascara geométrica se situó a mi lado y tendió su mano envuelta en un guate de cuero.
Mi cuerpo se hizo hacia atrás, rechazándolo.
—¡Aléjate de mí! —Gemí entre el dolor y la desesperación.
—Necesitas mi ayuda. Lo sabes. —Dijo el sujeto con voz ronca. Su mano seguí tendida para yo tomarla y permitir que me ayudara. —Gracias a mí estas aquí.
—¡Gracias a ti casi muero! —Vociferé. Aquel grito hizo que mi cuerpo se tensara, incluso mi herida y mis órganos dentro. —Debiste dejarme morir.
—Tienes un gato que cuidar y deudas que pagar. —Dijo y mi corazón comenzó a palpar con fuerzas. Le miré con lagrimas en los ojos tras recordar que había un felino en mi espera. —Blue... te necesita.
—¿C-cómo lo s-sabes? —Inquirí atónita. El sujeto volvió a tender su mano, insistente. —Necesito salir de aquí.
—_____________, necesitas descansar. Permíteme ayudarte por favor.
—¿Y por qué debería? —Gruñí furiosa. —Ví como mataste a ese jugador y guardia cuando terminamos de jugar Dalgona. No vi humanidad en ti. ¿Y quieres que confíe en ti?
Él al ver que mi negativa al ser ayudada por él seguiría. Dio un paso hacia atrás, alzando ambas manos y sacándose la capucha que cubría su cabeza. Luego tomó su mascara y la retiró de su rostro, dejándome ver su identidad.
El pelotazo de la realidad dio de lleno contra mi cuerpo cuando descubrió su rostro. A mi alrededor los objetos comenzaban a girar y el suelo a hundirse. Mi corazón golpeteó con mucha mas fuerzas que lo normal, casi sintiéndose como una taquicardia. La sangre en mi interior fluía rápido, como lava hirviendo entre mi musculatura.
Sentí que moría, pero lento.
—¿In-H-ho? —Musité en un hilo de voz, casi inaudible. Sus ojos negros se fijaron en los míos, demostrándome el cansancio que llevaba en ellos. Un par de ojeras decoraban su rostro blanco y terso. A pesar de sus años, seguía manteniendo aquella mirada cuando se perdía en sus pensamientos. Sin expresión alguna, pareciendo una figura de mármol frente a una multitud que observaba su belleza.
El hombre que en algún momento significó el amor y felicidad en mi vida, estaba frente a mí, ofreciéndome su ayuda después de estar días bajo el anonimato.
Cerré los ojos con fuerzas y lloré, esperando que todo fuera un mal sueño; esperando no haber llamado para unirme a jugar y ver morir gente inocente con esperanzas de vida.
Cerré los ojos, esperando que In-ho desapareciera de mi vista para verme con él en mi hogar, abrazados mientras el gato angora que nos unió, se encaramaba sobre nuestras piernas para ronronear.
—______________, únete a mí. —Dijo esta vez con una tonalidad suave. —Únete a mí y ten la vida que siempre anhelaste. Amor y felicidad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro