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12.- He's alive II


Los primeros meses fueron duros. Mi celular sonaba a cada minuto tanto con el nombre de la madre de jun-oh, como de él mismo.

Me dolió cambiar el chip de mi número a uno nuevo, como también así, mi nombre. Las instrucciones en la carta escrita habian sido claras para jun-oh. No me debía buscar ni intentar persuadir de volver. Aunque contratase a los mejores policías del mundo; yo no me haría a un lado.

Encontraría a In-ho aunque mi vida dependiera de ella.

Caminé por las calles de la ciudad. Hacía frío. Mi boca exhalaba vapor desde mi respiración. Era invierno. Uno bastante crudo por lo que podía sentir. Las personas a mí lado caminaban bajo el manto de una prenda cómoda y cálida. Ya era hora de volver a casa, por lo que mucha gente ya no sé veía en las calles.

Habían pasado dos años desde que había dejado mi residencia y cambiado a otra totalmente distinta y muy lejana de dónde vivía. Si quería hacer las cosas por mi cuenta, debía sacrificar y tomar ciertos riesgos.

Las palabras de jun-oh se calaban en mi memoria todas las noches. Buscando una explicación lógica a todo lo que estaba sucediendo. Muchas veces pensé que todo era un sueño, que el muchacho sólo se vio confundió por lo que vivió, y que en esa confusión apareció su hermano como esperanza de vida.

Pero por otro lado, algo me decía que no era así. Su convicción me atraía a buscar a In-ho. Por lo que todos los días salía en busca del reclutador. Sujeto con terno y maletín, muy bien vestido y elegante, que invitaba a jugar a las personas. Era la referencia que buscaba ante una persona que quizás nunca encontraría en muchos años.

Me vi envuelta en la locura por encontrar respuestas. Respuestas que no llegarían solas si no pedía ayuda a jun-oh. Pero mi orgullo era mayor. No lo haría. Había pasado tiempo desde que cambié identidad y número. No volvería después de tiempo a pedir unirnos y buscar a su hermano.

No, esto lo decía hacer sola, pero con bastante paciencia.

Me senté sobre una silla que proporcionaba el metro. Estaba esperando mi turno cuando escuché un ruido extraño. Cómo si alguien golpeara a alguien. El ruido era fino, pero no dejaba de ser llamativo. No le tomé mucha importancia puesto que en mi mente maquinaba como encontrar al reclutador, pero el sonido filoso de fondo se hacía aún más audible y seguido.

Hasta que escuché un quejido.

— ¡Mierda! ¡No puedo hacer esto! – una voz masculina hizo que alzará la mirada y observará a un hombre con terno, muy elegante y un maletín que descansaba en el suelo. Enfoque mi mirada y descubrí que estaban jugando ddakji.

Mi cuerpo segregó adrenalina, justo la necesaria para correr hacia aquel hombre y pedir jugar. Pero mi razón me detuvo. Observé atenta como aquel hombre daba de cachetazos mientras el otro, se quejaba. Finalmente el hombre del traje extendió su mano y el otro hombre pareció recibir algo.
El hombre del traje se inclinó a modo de despedida, tomo su maletín y camino calmo hacia las escaleras del metro.

—No, no, no... Espera. – Dije desesperada en un susurro. Me levanté del asiento y corrí hacia la escalera contraria, aquella que me llevaría hasta donde se encontraba él. Cuando llegué al otro extremo ya no estaba. Sólo vi al hombre que recibió las mil cachetadas, observando lo que parecía una tarjeta. 

— ¿Que miras tanto, uhm? – Me recriminó el hombre, sobando su mejilla ya roja de tantos golpes. – Ese idiota... Dijo que me daría dinero y nunca lo hizo.

— Vaya, se veía honesto. – Le dije, tratando de mantener la calma y no parecer interesada. Pero la curiosidad me mataba. Quería saber más.

— Estafador. El cree que caeré con este jueguito. – Dijo y arrugó la tarjeta, botandola al suelo. – Seguro cree que llamaré a ese puto número. – Dijo y lanzó una risa burlona.

Se fue tras pisotear la tarjeta y lanzar improperios que se ceñían más con el dolor que sentía en su mejilla.

—Bueno... – pensé. Y tomé la tarjeta amuñada sobre el suelo.— Debe ser esta.

Con pocas esperanzas desdoble la tarjeta, topandome con los símbolos que jun-oh me comentó usaban las mascaras de los guardias. Un cuadrado, un circulo y un triángulo decoraban la parte exterior de la tarjeta.

Absorta en mi descubrimiento, volteé la tarjeta y ahí estaban los números. Ahí, en esa tarjeta, estaba la respuesta a lo que busqué por años.

**********


En la oscuridad de mi habitación miraba la simbología que decoraba la tarjeta. Revisé en mi celular por el buscador de internet si había algún indicio de alguna tarjeta similar. Pero no hubo resultados. Era una tarjeta única, con un número único.

Respiré profundo y me armé de valor. Marqué el número de la parte trasera y esperé a que contestarán.

— ¿Quiere participar de los juegos? – Fue lo primero que escuché. Mis manos temblaban ante la impresión que tenía sobre aquella llamada. ¿Sería In-ho respondiendo? ¿Acaso era él quien reclutaba desde el teléfono?

Miles de preguntas me invadían en el momento. Si era él y le mencionaba por su nombre, ¿me reconocería? ¿O cortaría la llamada?

— S-si. – Dije sin pensarlo mucho. — Si quiero participar.

— Dígame su nombre completo y fecha de nacimiento. – Volvió a decir la voz ronca.

— _____________ Lee. 34 años. – Dije sin dudar. Aunque bien no sabía si esto era una estafa, como lo dijo el sujeto anterior. Pero me ofrecieron jugar. Era lo que estaba buscando.

Las instrucciones fueron claras. Debía esperar a las once de la noche en el lugar indicado por el sujeto al otro lado de la llamada. Allí estaría esperando un auto. No me dijo color, solo recalcaron esperar en el lugar esperado y decir la palabra secreta.

— Luz roja, luz verde. – Dije al conductor una vez el auto llego. Aunque bien era una furgoneta. El chofer vestía de traje rosa y su máscara llevaba un triángulo.

Esto era real. Jun-oh decía la verdad.

Me introduje en el auto con cautela, observando a más personas en los asientos traseros. Todos parecían dormidos. Arqueé una ceja y me dirigí al guardia, quien tenía una mascara de gas ya puesta en su rostro.

— Que mierda... – Dije al mismo tiempo en el que un gas salía del interior del auto, tumbandome sobre un asiento. Intenté levantarme y pelear si era necesario, pero mi cuerpo pesaba a medida que aspiraba aún más el gas.

Finalmente, mis ojos se cerraron y mi mente se nubló. Volviéndose así, todo negro.

Despertar fue un suplicio. Sentia mis párpados pesados como así también mi cuerpo. Una luz blanca me cegó por unos segundos. Parpadeé un par de veces antes de comenzar a sentir murmullos y una canción infantil de fondo.

Me incorporé como pude, viendo que estaba acostada sobre una cama. Mire a mí alrededor con desconfianza y algo confundida. Habían más personas. No solo las que vi en el auto junto a mi. Muchas de ellas lucian asustados y confusos. Otros yacían tranquilos en su lugar.

Sin embargo, todos lucían el mismo vestuario. Un buzo verde con sus números respectivos.

Mire el mío inscrito en la parte superior izquierda de mi vestuario.
Número 250.

había logrado entras sin siquiera tener que haber jugado con el reclutador.

Un escalofríos recorrió mi cuerpo repentinamente. Observar aquella cantidad de personas esperando jugar por miles de wones, me parecía increíble.

Pero era aún más increíble lo que acababa de hacer. Arriesgar mi vida por encontrar a In-ho. No sabía cómo ni cuándo. Pero si él estaba en este lugar, ya era suficiente para mí.

Lo encontraría en cualquier momento. Y esperaba que fuera pronto.






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Bueno, espero les guste.  Obviamente tiene más partes :).
Gracias por sus votaciones y comentarios ♥️

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