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10.- He's alive


Los pasillos del hospital parecían no terminar. Por cada paso que daba sentía que más me alejaba de la habitación a la cual debía llegar. Una especie de adrenalina se apoderó de mi cuerpo, pero una adrenalina que me enlentecia.

La llamada de la madre de jun-oh anunciando que el menor había despierto del coma, fue lo que me llevó a caminar con tanta rapidez.

La habitación completamente blanca y limpia relucía los focos de luces que yacian en el cielo raso del lugar. Mire a todos lados, encontrándome con la madre de jun-oh junto a su hijo y un doctor.

Rápidamente me invitaron a pasar a ver a quién por días lo estábamos buscando y habíamos dado por perdido.

— Por ahora debe descansar. – Dijo el doctor con una sonrisa afable, dándonos la esperanza de que jun-oh se recuperaría luego.  — No lo presionen con preguntas, sólo déjenlo hasta que él logre hablar por su cuenta.

Ambas asentimos tras la orden del doctor.
Jun-oh había desaparecido. Era un hecho para ambas y para la policía por la que él trabajaba también. Fueron seis días donde tanto su madre como yo, sentimos que fueron años de búsqueda. Pero nunca hubo rastro de jun-oh. Era como si la tierra se lo hubiese tragado.

Al séptimo día nos llamaron. Una lancha pesquera encontró el cuerpo inconsciente del menor en medio del mar con una herida de bala en el hombro. Su empecinamiento por encontrar a su hermano lo había llevado demasiado lejos. La policía mencionó que seguramente se había encontrado con delincuentes que se quisieron deshacer de él, considerando que quizás jun-oh estaba tras la pandilla que le habían ordenado vigilar. Pero la bala no correspondía a ninguna arma registrada en el sistema. No podían ser simples delincuentes, entonces, creían que era otro grupo del cual ellos no tenían idea. Solo jun-oh les podría decir cuando despertara. Pero ¿Cuando? Nadie sabía.

Hasta el día que despertó.

Su madre cansada me pidió cuidar de su hijo. Confiaba en mi pues, era la única que seguía con ella después de la desaparición de In-ho del que nadie sabía absolutamente nada. Hombre que me dejó totalmente destrozada cuando los policías locales no pudieron dar una respuesta clara a su desaparición. Jun-oh fue el único que no se dio por vencido, pese a que su madre y yo tratábamos de convencer de que la búsqueda sin ayuda profesional especializada, sería en vano.

Mire al joven quien dormía plácido. Tal como lo hacía antes de despertar. Su respiración era ligera y en ocasiones profundas. El sonido del cardiograma indicaba que todo estaba bien. Me acerqué a su lado y me senté en el diván que daba hacia el gran ventanal que contenía su habitación. Al menos él estaba vivo; un gran alivio para su madre quien ya estaba entrando en un episodio depresivo por haber perdido dos de sus hijos.

— Como nos has hecho falta, jun-oh. – Murmuré para mí. Pero también In-ho nos hacía falta. A mí me hacía falta. Su ausencia había inundado mi corazón de tristeza. Desde que desapareció ya nada era lo mismo. Fingir felicidad se me había hecho un hábito que bien supe manejar, pero en la noche volvía a ser yo. Desdichada por no haber concretado nuestro casamiento, una semana antes de su desaparición y, dos años después de la soledad que me carcomía en vida.

Vi moverse ligeramente a jun-oh. Me acerqué a él y le observé expectante. Abrió sus ojos y miro hacia todos lados, un tanto confuso. Cuando logro esbozar una ligera sonrisa, supe que me había reconocido.

— Idiota. – Fue lo primero que le dije. Las lágrimas comenzaban a salir de mis ojos ante la conmoción de verlo vivo. – Pero de eso te hablaré cuando te recuperes por completo.

Jun-oh suspiró apenas.

— T-te tengo que decir algo, ____________. – balbuceó con dificultad.

— No, no. Después me lo dirás. Ahora solo descansa. Si quieres te hablo yo, me escuchas y después cuando te sientas mejor me puedes hablar lo que tú quieras. – Manifeste con cierta desesperación. Jun-oh aún intentaba hablar.

— P-por f-favor escuchame. – Pidió exigente. Suspiré abatida. Algo importante debía decir pues, su empecinamiento por hablarme era insistente. – ____________, no puedes decírselo a nadie.

Su voz comenzó a tener un tono más calmo y despejado. Le mire confusa.

— jun-oh, de verdad debes mantenerte calmado. Yo no sé qué te sucedió, ni que es lo que me dirás, pero por favor, no te queremos perder. – Suspiré. – No como lo hemos hecho con tu hermano...

Los ojos de jun-oh cambiaron; su mirada reflejaba tristeza o quizás decepción por no encontrar a In-ho.

— Él está vivo, ____________. – Aseveró convencido. – In-ho está vivo. – Dijo finalmente soltando un suspiro largo.

— ¿Vivo? – inquirí sin comprender lo que decia. El asintió, completamente confiado de lo que decía. Negué, soltando una risita nerviosa. – Jun-oh, seguramente lo has soñado. Él... Aún no sabemos que sucedió con él.

— Te digo la verdad. – insistió. – nadie lo puede saber. Prométeme que no se lo dirás a nadie.

— Pero tú madre... Ella...

— A nadie, ___________. – Volvió a repetir, está vez serio. – hay un grupo que dirige juegos en una isla. Juegos de niños. – Comenzó a decir en un susurro. Miraba hacia todos lados como si fuese alguien a escuchar o descubrir su secreto.

— No te entiendo... – Musité con miedo. – ¿Una isla con juegos?

— Si, con juegos de niños. De esos que jugábamos nosotros en el vecindario o con nuestras abuelas. Simples juegos de niños que debes pasar si no, te matan. El juego recluta personas con deudas y hay gente millonaria que apuesta por estos jugadores...

— ¿Como sabes todo esto? ¿Es por esto que desapareciste?

— Me infiltre cuando vi que en el departamento de In-ho había una tarjeta con unos símbolos, igual a una que dejó un ciudadano en la comisaría. Él mencionaba sobre estos juegos y nadie le creyó. Hay guardias vestidos con trajes rosas y cada uno tiene máscara con los símbolos cuadrado, triángulo, y círculos. Todos tienen su jerarquía.

Un torbellino de pensamientos se me vino a la mente a medida que jun-oh contaba su historia y odisea al entrar a los juegos como infiltrado. Parecía una historia que bien pudo haber soñado ante su afán por encontrar a su hermano.

— ¿Pero In-ho en qué pinta en todo esto? ¿Es un guardia?

Jun-oh se tomó su tiempo antes de contestar. Observó el ventanal a su lado. La ciudad se veía tranquila desde el cuarto piso del hospital. Pero en la habitación, todo se había tornado tenso.

— Es el líder. – Confesó. – El dirige todos esos juegos. Es quien recibe a esos millonarios para que apuesten. – sus palabras se metían en mi mente una tras una, confundiéndome aún más.

— ¿El líder? No puede ser, él... No puede serlo. ¿Por qué lo haría? – Me cuestioné.

— El dineral es inmenso. Los participantes juegan por 45 millones de wones. El último en sobrevivir y pasar todos los juegos, es quien gana. In-ho estaba endeudado cuando se fue de casa...

— Imposible, él me dijo que todo iba bien. Yo le pregunté sobre esas llamadas que amenazaban con embargar su departamento. El me prometió que lo había resuelto. Él... Me prometió muchas cosas...

No, él no podía ser el líder de esos juegos. Nada de lo que decía jun-oh tenía sentido.

— Él no te quería decir la verdad por miedo a que lo abandonaras. El tuvo sus razones, pero se que tarde o temprano deberá pagar por sus acciones.

— ¿Dónde está? ¿Dónde se hacen esos juegos? – Pregunté. Quería respuestas.

— En una isla. – respondió. – lo último que me dijo es que me uniera a él. Cuando negué, me disparó. Pero ____________, no debes mencionar nada de lo que te dije. Saliendo de aquí, reclutare policías de confianza para buscar esa isla y...

— ¿Que harás? ¿Llevarlo preso? – Espeté.

— Es lo que debo hacer, ___________. Se que lo amas. Yo también lo amo, es mi hermano. Pero no es correcto que él dirija toda esa mafia.

— No, tú no debes volver a ese lugar. Si no te mató fue por algo. Si es que es verdad lo que me dices.

— ¡Claro que es verdad!. Lo vi con mis propios ojos. Era él. Era In-ho con un traje negro que lo caracterizaba como el líder. – suspiró ya cansado. – Te prometo que era In-ho. Él está vivo.

Asentí para que jun-oh pudiese descansar de aquella confesión. Fue tanto lo que habló, que pronto se durmió nuevamente, no sin antes mencionarme que había un reclutador que buscaba las personas para unirlas al juego.

Si era cierto todo lo que jun-oh me decía, el reclutador debía andar por ahí. Jun-oh nunca mentiría con algo así. Tomé su palabra como algo verídico. La herida de bala se podía ver en su hombro, y todo calzaba si se trataba de encontrar el arma inscrita en el sistema. Arma que no pudieron verificar.

Todo de repente, tuvo sentido.

Me levanté del diván y me despedí de jun-oh en un susurro en su oído.

Iría por el reclutador y me incorporaría en los juegos sin importar el qué. Jun-oh sabría que lo habría hecho. Sabía que iría a verme al departamento y encontraria la nota que dejé sobre la mesa a su nombre.

" jun-oh, si lo que me dijiste es cierto, iré en su búsqueda. No trates de buscarme ni de detenerme si me encuestas a mitad de camino. Necesito respuesta, no de ti, sino de él.
Por favor, no me busques. No digas a donde fui. Regresaré cuando deba hacerlo. Mientras tanto, recobra el tiempo perdido con tu madre. Ella cree que In-ho está molesta con ella y que por eso se fue. Aún cree que in-ho la rechaza por no ser su madre biologica.

Hazle saber que estaré bien.
Y por favor, por nada del mundo, cometas una estupidez. La impulsividad no es lo tuyo, jun-oh. Déjame ser yo quien pueda convencer a In-ho de volver a ser el hombre que algún día conocimos".

La carta quedó sobre la mesa. Mire mi departamento por ultima vez antes de salir y buscar al reclutador. En algún lugar debía estar.
Y si no, preguntaria.

Me prometí encontrar a In-ho en algún momento de mi vida.

Y este era el momento.





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Bueno, obviamente este OS tiene segunda parte. Quizás tres, aún estoy evaluando, tengo muchas ideas.
Espero les haya gustado.
Me lo podría hacer saber con sus comentarios ♥️

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