Luz Roja, Luz Verde.
Un dolor agudo pulsaba en la nuca de Taehyung. El frío metálico bajo su cuerpo era lo primero que sintió al despertar. Luego vino la incomodidad de un zumbido insistente en sus oídos, ese tipo de pitido sordo que sigue a una larga exposición al ruido.
Parpadeó varias veces, pero la luz blanca y cegadora que inundaba la habitación lo hizo entrecerrar los ojos, tratando de adaptarse. Su cuerpo se sentía pesado, como si hubiera dormido demasiado tiempo o como si le hubieran drogado. Al principio, su mente estaba nublada, pero el desconcierto se intensificó cuando logró incorporarse, aún aturdido.
Lo primero que notó fue su ropa. Un uniforme verde, sencillo y áspero al tacto, con el número 412 estampado en el pecho.
—¿Qué demonios...?
Se miró los brazos, luego los pies descalzos contra el suelo metálico. La habitación era enorme, desproporcionadamente grande, con literas de metal apiladas hasta el techo en múltiples niveles. No estaba solo. Decenas... no, cientos de personas con el mismo uniforme verde comenzaban a despertarse, la mayoría igual de confundidos y desorientados. Algunos murmuraban entre sí, mientras que otros apenas podían sentarse.
El corazón de Taehyung empezó a latir con fuerza, una sensación desagradable en el pecho, como un mal presentimiento.
¿Dónde estoy?
Intentó recordar. La última imagen que le vino a la mente fue... aquella tarjeta. Sí, la tarjetita de cartón que un hombre misterioso le entregó en el metro. Había perdido contra él en ese estúpido juego de ddakji. Después, la oferta de dinero fácil... y luego...
¿Me desmayé? ¿Me drogaron?
Taehyung frunció el ceño, tratando de mantener la calma. Su orgullo natural intentaba imponerse a la confusión.
Debió ser parte del proceso... seguro es una especie de prueba psicológica... no pueden hacerme daño.
Sin embargo, algo no encajaba.
Las literas. Las personas. El silencio incómodo.
El ambiente no se sentía como un juego.
Y entonces, las puertas al fondo de la sala se abrieron con un chirrido mecánico, resonando en todo el espacio.
Cinco figuras entraron, vestidas con overoles rojos y máscaras negras geométricas que ocultaban completamente sus rostros. Marchaban en perfecta formación, rígidos, inhumanos. El simple hecho de verlos hizo que la tensión en la sala se multiplicara.
Taehyung sintió un escalofrío en la espalda, pero mantuvo su expresión arrogante, cruzando los brazos con desdén.
Solo están tratando de intimidarnos.
Uno de ellos, con una máscara triangular, se adelantó. Cuando habló, su voz sonó distorsionada y metálica.
—Bienvenidos. En breve comenzará el primer juego. Las reglas son simples: obedezcan las instrucciones o serán eliminados.
¿Eliminados?
Taehyung sintió un nudo formarse en su estómago. Miró alrededor, esperando risas nerviosas, alguna señal de que esto era una broma elaborada... pero nadie reía. De hecho, algunos empezaban a palidecer visiblemente.
Antes de poder exigir respuestas, las puertas se abrieron de nuevo.
—Por aquí.
Los guardias comenzaron a guiarlos por un largo pasillo de paredes blancas y brillantes. El aire se sentía artificial, como si estuvieran en un estudio o escenario gigante.
Al final del pasillo, el espacio se abrió en lo que parecía... ¿un patio de juegos?
El cielo era de un azul irreal. Las paredes estaban pintadas con colinas y nubes de un estilo infantil, pero lo que más destacaba era una gigantesca muñeca de aspecto anticuado, de espaldas al grupo, en el extremo opuesto.
—El primer juego es Luz Roja, Luz Verde. Cuando diga Luz verde, podrán avanzar. Cuando diga Luz roja, deben detenerse. Quienes se muevan... serán eliminados.
Taehyung sintió un escalofrío.
—¿En serio? ¿Un juego infantil? —susurró, rodando los ojos con incredulidad.
Ridículo.
El sonido de un timbre mecánico interrumpió sus pensamientos.
—Luz verde.
Algunos jugadores comenzaron a avanzar con cautela, mirando nerviosamente a su alrededor. Taehyung, todavía convencido de que todo era una prueba psicológica absurda, dio un paso con desgano.
—Luz roja.
La cabeza de la muñeca giró bruscamente.
¡BANG!
Un disparo seco resonó.
Un hombre al frente cayó al suelo de golpe.
¡BANG! BANG!
Otro. Y otro.
Taehyung se quedó paralizado, observando con incredulidad cómo la sangre comenzaba a extenderse bajo los cuerpos caídos.
El aire se cortó de golpe.
—¡Nos están matando! —gritó una mujer en el fondo.
El pánico estalló.
Varias personas comenzaron a correr de vuelta hacia la entrada.
¡BANG! BANG! BANG!
Caían uno por uno.
Taehyung sintió que la realidad se rompía. Su pecho subía y bajaba con fuerza, los latidos resonando en sus oídos.
—No... esto no puede...
¡Muévete!
La voz en su cabeza le gritaba, pero su cuerpo estaba rígido.
—Luz verde.
El juego continuaba. Las personas avanzaban entre lágrimas y temblores.
Taehyung intentó avanzar, pero sus piernas temblaban tanto que dio un paso torpe y tropezó.
¡No! ¡No puedo morir aquí!
Cerró los ojos, esperando el disparo...
Pero no llegó.
Un brazo fuerte lo sujetó del cuello de la camiseta, deteniéndolo antes de que cayera al suelo.
—¡Quédate quieto, idiota! —susurró una voz grave a su oído.
Taehyung abrió los ojos. Un chico de mandíbula marcada y expresión severa lo sostenía con firmeza. Su uniforme llevaba el número 019.
—¿Q-Quién... quién eres?
—No hables. Solo camina cuando toque. —murmuró el chico, con un tono autoritario pero sereno.
La muñeca giró la cabeza en otra dirección.
—Luz verde.
El chico lo soltó con cuidado.
—Jungkook. —dijo finalmente antes de avanzar con pasos seguros y controlados.
Taehyung tragó saliva con dificultad. Su orgullo herido ardía como fuego. ¿Salvarme? ¿A mí?
Pero sabía que si no hubiera sido por él...
Casi muero.
Luchando contra el pánico, Taehyung comenzó a avanzar lentamente, imitando la cautela de Jungkook.
El juego se prolongó. Más disparos. Más cuerpos. Pero el grupo que quedaba era cada vez menor.
Finalmente, Taehyung cruzó la línea blanca. Al otro lado, cayó de rodillas, jadeando con fuerza.
Pero al alzar la vista, lo vio.
El campo.
Decenas de cuerpos. La sangre aún fresca.
Y Jungkook, de pie, con los brazos cruzados, observándolo con una mezcla de desaprobación y... ¿lástima?
Taehyung apretó los puños.
No necesito tu compasión.
Pero en su interior, una verdad helada se clavaba en su pecho.
Esto era solo el comienzo.
⚠︎
El eco de los disparos aún resonaba en la mente de Taehyung mientras el grupo de sobrevivientes regresaba al dormitorio. El pasillo, que antes parecía interminable, ahora se sentía aún más largo, cada paso lleno de incertidumbre y miedo. El aire estaba pesado, denso, como si el propio edificio estuviera respirando con ellos. El sonido de las puertas al abrirse cortó el silencio, revelando la gigantesca sala de literas, que, al igual que ellos, parecía haber cambiado.
La mayoría de las camas estaban vacías. El espacio se sentía más grande, pero también más vacío. Había un silencio incómodo en el aire, roto solo por las respiraciones entrecortadas y los murmullos apagados de algunos sobrevivientes. Algunos se dejaron caer en sus literas sin pronunciar palabra, mientras otros se abrazaban a sí mismos, temblando.
Taehyung, sin embargo, no se movió de la puerta, observando el escenario con una mezcla de cansancio y resignación. Podía sentir el peso de lo ocurrido, el brillo de la muerte aún fresco en su mente, como una sombra que no lo dejaría ir. Las manos temblorosas y sudorosas se apretaron contra las sábanas, como si intentaran aferrarse a algo tangible en ese mar de caos.
Jungkook caminó hacia una litera cercana y se dejó caer con un leve suspiro. La calma que emanaba de él era casi irritante. Taehyung lo observó, notando la diferencia en su comportamiento. Mientras todos los demás estaban visiblemente alterados, Jungkook permanecía estoico, como si lo que acababan de vivir fuera solo una mala noche, algo que ya estaba acostumbrado a soportar.
Sus ojos se encontraron brevemente, pero fue solo un fugaz momento. No hubo palabras, no hubo explicaciones, solo una mirada silenciosa entre ellos, una mirada cargada de una comprensión tácita y, tal vez, algo de resentimiento. Jungkook desvió la vista primero, no dispuesto a iniciar una conversación que no valiera la pena.
La pantalla de la habitación, de repente, cobró vida, y todos los ojos se dirigieron hacia ella. El número brilló en letras grandes sobre el muro:
231 JUGADORES RESTANTES.
PREMIO ACUMULADO: 2,310,000,000 ₩
Taehyung no pudo evitar que su mirada se deslizara hacia la cifra. La cantidad de dinero era astronómica, casi incomprensible. En ese momento, lo único que sentía era el miedo, una sensación de vacío que se extendió desde su estómago hacia el resto de su cuerpo.
¿Todo esto es por dinero?
La pantalla parpadeó y luego se apagó, dejando en silencio a todos los presentes. Algunos susurraron entre ellos, especulando sobre lo que vendría, pero nadie se atrevió a romper el silencio por completo.
Al fondo, un chico alto con lentes y cabello rubio platino, el número 001, se sentó en una cama, con su mirada fija en el suelo. No dijo nada. Su presencia era extrañamente discreta, casi como si no estuviera completamente presente. Se frotó los ojos y emitió un suspiro suave, como si estuviera tratando de comprender la magnitud de lo que había sucedido. Su confusión era palpable, una contradicción en medio del caos, que no pasó desapercibida. Taehyung le miro un breve lapso antes de mirar a los demás, todos tenían una expresión parecida en la cara.
¿Que demonios está pasando?
Pero no hubo tiempo para eso. Las luces de la habitación comenzaron a apagarse lentamente, hasta que la oscuridad se apoderó del lugar, dejando solo el resplandor tenue de las salidas de emergencia. La voz robótica retumbó nuevamente en los altavoces.
—El juego continúa mañana. Descansen.
El sonido de los pasos apresurados y los murmullos nerviosos llenaron el aire mientras cada quien se dirigía a su litera. Taehyung se dejó caer en su cama, el colchón crujió bajo su peso, pero no sintió consuelo. Miró el techo de la habitación, con los ojos abiertos, incapaz de encontrar algo que lo relajara.
¿Cómo iba a soportar esto?
Pensó en la cantidad de dinero. Pensó en lo que tendría que hacer para salir. Y, por primera vez en mucho tiempo, sintió miedo. Un miedo visceral, de esos que te paralizan, que te hacen cuestionar cada decisión que tomaste antes de llegar aquí.
Jungkook, en la litera de al lado, ya se había acomodado, los ojos cerrados, pero Taehyung sabía que no estaba durmiendo. No lo haría, al menos no esta noche. Nadie lo haría.
⚠︎
El amanecer llegó en silencio. La luz fría que se filtraba por las rendijas de las cortinas metálicas era todo lo que se podía percibir en la habitación donde los sobrevivientes descansaban. Aunque el espacio estaba repleto de personas, parecía que cada uno se encontraba atrapado en su propia burbuja de miedo e incertidumbre. La quietud era palpable, interrumpida solo por los suaves susurros de algunos, que aún no lograban comprender el caos que se había desatado en sus vidas.
Taehyung se sentó en el borde de su litera, mirando la pared frente a él, sin un rumbo claro en su mente. El recuerdo de las pruebas anteriores seguía dándole vueltas, como un eco en su cabeza que no lograba apagar. Había sobrevivido, sí, pero ¿por cuánto tiempo más? ¿Qué tan lejos podía llegar con solo su arrogancia y su suerte?
A su lado, Jungkook permanecía inmóvil, la calma en su rostro casi irritante para Taehyung. ¿Cómo podía estar tan sereno? pensaba el chico mimado. ¿Realmente no le importaba nada de esto? Taehyung no entendía cómo alguien podía estar tan en control de sí mismo en medio de una pesadilla como esta. Pero, por alguna razón, la quietud de Jungkook también le daba un tipo de consuelo, aunque no lo admitiera.
En las literas cercanas, cerca del rincón de la habitación, Taehyung observó a dos chicos que no conocía bien, pero que desde su llegada al lugar habían estado cerca. El chico número 013, había formado una especie de alianza con el número 093, había escuchado a "093" llamarlo Jimin.
Jimin, con su cabello oscuro, se sentó en su litera, suspirando profundamente. Aunque intentaba ocultar su ansiedad, Taehyung podía notar la tensión en sus hombros mientras lo observaba.
Jimin miró alrededor de la habitación, y en sus ojos había una mezcla de desesperación y preocupación que asemejaba la suya.
A su lado, el chico número 093, quien sabía se llamaba YoonGi gracias a la voz chillona de 013 llamándolo, era un contraste total. Su rostro inexpresivo, casi distante, observaba a los demás con una mirada que no invitaba a la conversación. YoonGi no era el tipo de persona que mostraba emociones a la ligera, y sus ojos reflejaban una indiferencia que dejaba claro que no estaba dispuesto a hacer amigos fácilmente. A pesar de ello, parecía tener algún cuidado con 013.
Jimin finalmente se levantó de su litera, acercándose lentamente hacia la litera de Taehyung al notar su mirada. Sus ojos mostraban un cansancio palpable, y el intento de sonrisa en su rostro apenas disimulaba la angustia que llevaba dentro. A medida que se acercaba a Taehyung, su rostro reflejaba un conflicto interno. No estaba seguro de cómo, pero sentía que, tal vez, esa conversación podría darles un respiro, aunque fuera breve.
—Oye... ¿cómo estás? —preguntó Jimin, su tono suave pero cargado de preocupación. No era un tono de animación forzada, sino más bien una pregunta sincera.
Taehyung lo miró brevemente antes de responder, sin mucho entusiasmo. Era evidente que el chico no lo hacía por cortesía, sino porque realmente se preocupaba por la situación de los demás. Jimin se apoyó contra una de las literas cercanas, como si buscara un momento para respirar, antes de que todo se volviera más abrumador.
—Supongo que bien... —dijo Taehyung, su voz baja, como si aún no estuviera del todo convencido de que lo estaba—. No me quejo, considerando lo que nos espera.
Jimin se sentó en la litera junto a Taehyung, su cuerpo tenso. Aunque intentaba mantener la compostura, la ansiedad seguía apoderándose de él. Sabía que el futuro era incierto, pero eso no significaba que pudiera quedarse callado. En su interior, sentía una necesidad de compartir algo, aunque fuera con alguien que no conociera demasiado.
—No... sé, es todo tan raro, ¿no? —dijo Jimin, la voz temblorosa. Un suspiro escapó de sus labios antes de que continuara—. Yo... siempre he sido el tipo que prefiere hacer reír a los demás. Pero no sé qué hacer aquí.
Taehyung lo miró nuevamente, esta vez con más atención. Su rostro estaba marcado por una mezcla de desprecio hacia la situación y algo más, algo que Jimin no pudo identificar. Era difícil decir si Taehyung entendía o no lo que Jimin estaba sintiendo. Sin embargo, en ese momento, Jimin podía ver que todos aquí tenían la misma expresión. Terror.
YoonGi, desde su litera cercana, observaba todo en silencio. No dijo nada, pero sus ojos seguían fijos en Jimin y Taehyung. Sabía que, en medio de toda la confusión, su amigo necesitaba algo de consuelo, pero YoonGi no era el tipo de persona que podía ofrecer palabras de aliento. No porque no quisiera, sino porque simplemente no sabía cómo.
Jimin notó la mirada de YoonGi, y aunque no dijo nada, la presencia de su amigo le dio algo de tranquilidad. Conocía YoonGi de antes, de mucho antes.
—¿Tú crees que vamos a salir de aquí? —preguntó Jimin, rompiendo el silencio. La pregunta estaba dirigida a Taehyung, aunque sabía que no había una respuesta definitiva.
Taehyung no respondió de inmediato. La pregunta le había pillado desprevenido. ¿Realmente creía que podrían salir de allí con vida? ¿O simplemente se estaba aferrando a la esperanza, como todos los demás?
Finalmente, suspiró y miró a Jimin con una expresión mezcla de cinismo y resignación.
—¿Quién sabe? —dijo en voz baja—. Tal vez tengamos suerte. O tal vez solo seamos otra estadística más. Pero si te sirve de algo... no creo que rendirse sea una opción.
Jimin asintió lentamente, como si esas palabras le ofrecieran algo de consuelo. Aunque no había certezas, al menos la compañía de Taehyung, aunque breve, parecía algo menos aterradora que enfrentarse a la incertidumbre por completo.
La conversación terminó allí, y Jimin regresó a su litera, no sin antes lanzar una mirada fugaz a YoonGi, quien seguía observando todo en silencio. El ambiente volvió a sumirse en el mismo silencio pesado, interrumpido solo por los ruidos del resto de los sobrevivientes, cada uno en su propio mundo.
Taehyung volvió a reclinarse en su litera, mirando al techo. El miedo seguía acechando, pero al menos por un momento, había compartido un pensamiento sincero con alguien más. Aunque no había esperanza real en el aire, en ese instante, había algo más importante: la conexión, aunque fuera pequeña, con otra persona en un lugar donde la desconfianza parecía ser la norma.
Los segundos pasaron, y el reloj seguía avanzando. ¿Qué les esperaría? Nadie lo sabía. Pero, por ahora, tenían que seguir adelante, uno a uno.
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